Asediada

Lo que ocurre después una platica erótica.

Asediada

Durante un buen rato había estado conversando eroticamente con un amigo. Estaba tan excitada que fui movida a buscar una nueva experiencia.

No podía más. Mi pene estaba aprisionado en mi trusa y me sentia todo batido de mis fluidos seminales. Estaba en casa, sola y conversando eroticamente con un amigo. Recibí mucho halagos y frases calientes por parte suya gracias a la serie de imagenes que le estuve enviando. Sí, en todas ellas aparecia vestida con una gran variedad de ropa; desde la interior como brassier, tangas, medias, ligueros y corsets, hasta vestidos cortos que se ajustaban al cuerpo en diferentes colores.

-Me gusta la combinación de ésta foto-Me dijo mi amigo.

Hablaba de un vestido rojo, corto y amplio de la parte inferior y ajustado en la parte superior. Se notaban mis senos postizos de una manera que me fascinaba, mi peluca bien peinada. Debajo llevaba, obviamente, un brassier, liguero, tanga, medias con elástico y zapatos, todo en color negro. La serie de imágenes que tomé con ese atuendo me hacían ver deliciosa, sensual según su opinión.

Pues bien, en cuanto nos despedimos afloró en mí un deseo enorme porque otras personas me vieran pero ya no en imágenes sino realmente.

-¡Estás loca! ¡Jamás has salido vestida!-Me decia yo misma tratando de ubicarme en la realidad pero finalmente decidí hacerlo. Sería una experiencia excitante.

Sin pensarlo más me dirigí a mi habitación y prepare todos los elementos para vestirme de mujer. Decidí llevar el atuendo que le gustó a mi amigo. Me bañé y por mi mente desfilaban un sinfín de cuidados que iba a tener que tomar en cuenta. Pero eso no me desanimó, todo lo contrario, me excitó aún más.

Pues bien, después de un buen rato dedicada a mi arreglo me encontraba lista para llevar a cabo tan emocionante plan. Estaba ante la puerta que daba a la calle y después de respirar profundamente muchas veces para controlar mi nerviosismo decidí que estaba lista. Abrí la puerta y me aventuré hacia la calle. Salí decidida a todo.

Con la mayor naturalidad que podía tener comencé mi andar dirigiéndome hacia la estación más próxima del llamado "metro". El sonido de mis tacones atraía la mirada de todos aquellos que me encontraba en el camino. Muchos me sonreían, otros me halagaban con sus comentarios y otros más me parecían ingeniosos por las frases picantes que lanzaban.

Llegué a la estación. Ahora se presentaba un obstáculo insalvable: Las escaleras. Seguí mi andar, tomándo mi vestido por la parte inferior para que no se levantara por el viento o por la simple ligereza de la tela. Alcancé a descubrir a varios hombres que hacían lento su andar para observar mi dificultosa subida. Sabía cuáles eran sus pretensiones así que decidí complacerlos soltando mi vestido. Estaba segura que lo que vieron les agradó porque detuvieron por completo su andar hasta que llegué al final de las escaleras.

Seguidamente me dirigí a depositar mi boleto y nuevamente fui objeto de las miradas de todos aquellos que me encontraba en el camino. Hubo hasta quién me dio el paso de forma caballerosa lo cual agradecí con una leve sonrisa.

Pues bien, estaba a la espera del tren y se notaba que el número de pasajeros iba a ser alto porque casualmente era la hora en que muchos salían de sus lugares de trabajo. Aparte comencé a verme roedeada por varios hombres los cuales me observaban con detenimiento. Yo volteaba a verlos y ellos me obsequiaban ya fuera una sonrisa o un guiño de ojo.

Llegó el tren. Me acerqué a la puerta y haciéndome a un lado dejé que descendieran las personas que buscaban ese fín. De inmediato sentí que alguien ponia el dorso de sus manos enmedio de mis nalgas. El vestido era tan ligero que se metió entre ellas, la tanga no oponía resistencia. De inmediato me dispuse a abordar y detrás de mí lo hizo el grupo de hombres que habían quedado cerca. Quede enmedio del vagón rodeada de puros hombres. Cuando el tren comenzó a avanzar, con el pretexto de no tener de dónde asirse para no caer, recibí varios empujones en los cuales pude sentir los penes erectos de unos y las manos de otros. Mis caderas y sobre todo mis nalgas recibían los roces y caricias de todos ellos. Yo tenía levantados los brazos y pegados a mi pecho.

Era lo que buscaba. Notaba la excitación que era capaz de provocar. Durante el trayecto fui acariciada de todas las formas posibles. Decidí no voltear a verlos para no intimidarlos.

-Srita., pase de este lado-Me dijo la voz de alguien. Mire hacia mi derecha y ví que se trataba de un Sr. de edad.

-Muchas gracias-Dije adelgazando el tono de mi voz.

Eso no evito que mientras me dirigia hacia el espacio ofrecido fuera objeto de más caricias y manoseos en mi trasero. Me disfrutaron mientras duró el asedio. Al llegar al espacio ofrecido me pegué lo más que pude al tubo que sirve para sostenerse y el Sr. se colocó detrás de mi pasando sus brazos hacia el frente con lo cual quedé rodeada por él. Para ese momento estaba tan emocionada que no importaba quien disfrutara de mi cercanía así que me abandoné a la espera de que este caballero cediera a la tentación de pegarse a mi cuerpo. No tardo mucho en ocurrir. Pasado apenas un minuto sentí cómo pegaba su cadera a mis nalgas, sentía su erección y lo ayude enpujándome un poco hacia atrás. Viendo cerca sus brazos me ubique de manera que uno de mis senos quedó pegado a uno de ellos. Me estaba cachondeando y yo gustosamente me dejaba. Mire a mi alrededor y ví que todos iban ajenos a lo que me estaba haciendo este Sr.

No había manera de que alguien hubiera visto lo que hice a continuación: Bajando uno de mis brazos lo lleve hacia atrás y haciendo mi cadera hacia adelante levanté mi vestido de manera que la mitad de mis nalgas quedaron al descubierto. Seguidamente volví a pegar mis nalgas al bajo vientre del tipo. Sentí su erección sobre la tanga. Así nos mantuvimos un buen rato. Había poco descenso de pasajeros y contrariamente subían cada vez más lo que me permitia pegarme más al tipo.

Pero bueno, todo lo que comienza tiene que terminar así que comencé a preparar mi descenso. Para ello volví a repetir la acción de hacer mi cadera hacia adelante permitiendo que el vestido volviera a cubrir mis nalgas. En cuanto llegamos a la estación y se abrieron las puertas salí del tren pidiendo permiso a diestra y siniestra. No volví la vista atrás para ver si el tipo se animaba a seguirme. Lo deseaba pero mi objetivo había sido únicamente el verme rodeada de varios hombres.

No había avanzado muchas estaciones así que decidí regresar a casa. Esta vez decidí abordar un taxi, así que abandonando la estación me dirigí a la avenida principal para esperar uno. Después de un rato en el que volví a ser objeto de todas las miradas llego uno y antes de hacer algo la puerta ya estaba abierta así que me desplace al interior cuidando que mi vestido no se levantara al sentarme. A fín de cuentas toda una Srita.

-¿A dónde la llevo Lindura?-

-Gracias voy aquí a...-Dije mirando al conductor quien me observaba de forma lujuriosa. Sus ojos se desplazaban desde mi rostro y hasta mis piernas las cuales lucían hermosas enfundadas en las medias negras. Decidí sentarme de lado de manera que no se viera mi entrepierna. Comenzaba a sentirme excitada nuevamente.

-Con todo gusto Srita. ¿Sabía Ud. que es una mujer hermosa?-Me dijo arrancando hacia el destino indicado.

-Gracias. Es usted muy amable-

-¿Viene de alguna fiesta o va a una?-

-No, voy hacia mi casa-

Estuvo conversando de diferentes cosas. Yo sólo respondía con la mirada o un simple sí o no. Casi para llegar a mi destino me dijo lo siguiente:

-Espero que no lo tome a mal pero me gustaria invitarla a tomar un café. ¿Qué le parece?-

-¿Hace esto con todo el pasaje que se sube a su unidad?-

-No, sólo con mujeres hermosas como usted-

-Y...¿si te dijera que no soy lo que tú crees?-

-No me importaría. ¿En verdad crees que no me he dado cuenta? He subido a muchas como tú. Francamente me gustan-

Su respuesta no me extraño mucho y no intenté escapar de la situación. Quería ver hasta dónde podíamos llegar.

-Sinceramente quiero llegar a descansar. Gracias por su invitación-

-No se va a arrepentir. No estan las niñas que le he dicho que ya subí para decirle que puede confiar en mí. Por favor acepte-

Empezaba a gustarme la manera tan directa en que pedía las cosas así como la educación con que lo hacia. Decidí no hacerle sentir mal. Tal vez me convenía llegar a algo con él.

-Mejor platicamos aquí unos minutos. ¿Le gusta la idea?-

-De acuerdo. Lo que usted guste-Me dijo esbozando una sonrisa.

Le pedí que se dirigiera a un lugar que, sabía yo, no era muy transitado ni por autos ni por personas.

Estuvimos conversando un buen rato. Muchas veces no pudo disimular su mirada hacia mis senos y mis piernas. Yo disimulaba no verlo y también dejaba que el vestido subiera de manera que pudiera admirarme más.

-Vuelvo a repetirle. ¡Es usted muy hermosa! ¡Qué no daría por siquiera acariciarla!-

-¿En verdad te conformarías con eso?-Le dije maliciosamente.

-¡Sí, sólo eso!-

Me parecio correcto poder complacerlo así que mirando a uno y otro lado me convencí de que estábamos completamente solos.

-De acuerdo. Voy a dejar que me acaricies. ¡Pero sólo eso!-Y al decir esto me coloqué en el sillón de forma que todo mi trasero quedo a su alcance. Inmediatamente después sentí sus manos acariciándome por encima del vestido. Lo hacia delicadamante. No dejo parte de mi trasero sin tocar. Enseguida fue levantando el vestido y con cada subida del mismo iba depositando un beso leve. Mis dos nalgas recibieron el mismo tratamiento. Era tierna la forma en que hacia las cosas. Finalmente sentí como su lengua fue reccorriendo la tela de la tanga que se escondía entre mis nalgas. Iba dejando rastros de saliva. Ayudándose con uno de sus dedos ubico mi ano y al encontrarlo retiro parte de mi tanga dejándola encima de una de mis nalgas. Acto seguido comenzó a pasear su lengua alrededor del ano. Sentía cosquillas y me estremecía con la caricia. Estaba disfrutando el momento.

Decidí ayudarlo tirando de una de mis nalgas hacia afuera. El hizo lo mismo con su mano libre. Mi ano se abrió y el pudo introducir la punta de su lengua. La paseaba en circulos y después me picoteaba con ella. Yo gemia placenteramente. Continuó con la caricia durante un buen rato. Sentía mi ano lleno de su saliva. La tanga comenzaba a molestarme ya que mi pene estaba erecto.

-¡Ya, por favor!-Dije sin mucho convencimiento.

Por toda respuesta recibí una mordida delicada en una de mis nalgas; luego la otra y así sucesivamente. Me tenía loca y si hubiera querido penetrarme se lo hubiera permitido. Pero fue el mismo quien se retiró. Volteo hacia la guantera del auto y extrajo un pañuelo desechable. Procedio a limpiar mi ano y al terminar acomodo la tanga en su lugar, bajo mi vestido y después de otras leves caricias regreso a su lugar. No hice por detenerlo o animarlo a que llegara a más. Así era mejor.

-Gracias por permitirme disfrutarte. ¿Ves? Te dije que no te ibas a arrepentir. Me hubiera gustado poseerte pero ni este es el lugar y el momento no es el adecuado. Prefiero dejarte una buena impresión. Si gustas, en otra ocasión te invito a salir y después que pase lo que tenga que pasar.-

-Estoy completamente de acuerdo. Eres muy lindo y encantada de ser tu amiga-

Y así terminó esa tarde en que decidí atreverme a más. Mi amistad con este hombre continua y crece cada día más. Algún día podremos salir y culminar lo que esa tarde quedo pendiente.