Asaltada en el metro

Siempre fui una mujer que tenia la iniciativa, el control y el mando de todo. Pero un desconocido me demostro lo contrario en un vagon.

ASALTADA EN EL METRO

Hola a todos los amantes de una caliente y grata lectura. He vuelto nuevamente por aquí, pero esta vez, regreso con una historia que no me pertenece, sino de una gran amiga que tengo y que fue asaltada en un metro en Caracas, y no precisamente para ser atracada como ocurre en cualquier ciudad, y quien sin pena ni tapujo y sin pelos en la lengua quiso compartir esta historia con todos.

Por fortuna, hay historias que no son de quien las escribe, sino de quien las siente, padece y sufre, y esta es una de ellas. Espero que la disfruten pues es contada tal cual como ella me la relato.

Para los que me quieran conocer me llamo Marysol y tengo 36 años, soy madre soltera y con una hija en edad escolar; soy rellenita pero con buen porte, me encanta usar tacones altos, botas bien puntiagudas, y a veces zapatos deportivos cuando uso un mono lycra que se ajuste bastante a mi cuerpo y se vean mis atributos. Amo usar minifalda y si son más atrevidas mucho mejor, no uso blúmer ni pantaletas ni nada de esas cosas, y una blusa que parecieran no aguantar el poder de mi tetas; no son muy grandes, pero si tienen su encanto. En una palabra, me gusta vestirme como toda una guerrera que soy, y como decimos aquí, rueda libre, por el hecho de no usar ropa intima.

Me gusta el sexo desde que tengo uso de razón y si encuentro el hombre que me provoca tirármelo no pongo freno a mis deseos. Como no tengo pareja me encuentro libre para poder acostarme con quien me apetezca sin dar explicaciones a nadie. Si un tío me gusta me lanzo a por él hasta lograr tirármelo. ¿Por qué me gusta tanto el sexo? ¿Y a quién no le gusta? Me encanta que me la metan bien hasta el fondo y sin compasión, también lo hago anal aunque puestos a elegir si es por delante mucho mejor. Me encanta chupar un buen miembro, cabalgar encima de uno hasta conseguir que le duelan los riñones. A mi edad no voy a comportarme como una mojigata, si lo hiciera me habría perdido un montón de aventuras y experiencias calientes. He comprobado que la mayoría de los hombres no le hacen ascos a una mujer ardiente aunque ésta les supere en edad, lleve la iniciativa y además no sea exactamente su tipo. A la hora de darle al asuntillo todas somos unas perras calientes sin excepción, sobre todo si se lo ponemos bien fácil. Ante el sexo los hombres pueden comportarse como corderos que van al matadero si una se lo deja claro desde el principio. La mayoría con los que me he cruzado dejan de pensar cuando tienen una erección y si nos ponemos autoritarias obedecen sin rechistar. Con lo difícil que resulta pegar un buen polvo hoy en día nadie pierde tiempo en plantearse la situación. Cuando una mujer separa las piernas ante ellos no lo piensan dos veces.

Como dije antes me gusta controlar la situación hasta que un día una diligencia de trabajo que tuve que hacer en Caracas, no pude tomar la iniciativa porque me cogieron totalmente descuidada. Y cuando a una mujer la cogen descuidada la reacción evidentemente no es la misma, Y ese día alguien la tomo por mi !

Como madre soltera, debo defenderme con mi trabajo para sacar a mi hija adelante, tengo una tienda de productos de belleza y a veces vendo ropa, soy vendedora por excelencia, y eso me obliga a viajar cuando el proveedor no visita la tienda. Y un buen día, tuve que ir a la capital a buscar una mercancía que tenia prometida.

Ese día me fui lo más atrevida y provocadoramente posible; una minifalda corta color crema, una blusa negra y unas botas puntiagudas también de color negro, y perfumada hasta la concha, con unos papeles que llevaba para hacer el pedido, porque pensé que así podría obtener la más rápida atención. Llegue a Caracas como a las dos de la tarde, al almacén de pedidos, y me equivoque, porque tenía mucha gente adelante y tuve que esperar hasta que me atendieran. Lograron atenderme como a las cuatro, donde dicho sea de paso, tuve que elegir personalmente varios productos porque no habían algunos de los que me habían encargado, me tomo como media hora, me hicieron el pedido y me dijeron que me lo enviarían la semana siguiente.

Salí de ese almacén como a las cinco, y como era ya muy tarde para agarrar una camioneta al terminal, me dirigí a la estación del metro que la tenia como a unos cien metros, más o menos. Luego de una larga cola por la gente que sale del trabajo, fueron como unos diez minutos que compre mi pasaje y me dieron mi ticket, y otros diez para subirme al vagón, y cuando logro a duras penas meterme al vagón, la única manera disponible para ocupar un puesto en ese lugar tan apretado era hacia una ventana.

No me quedo otra opción que ir hacia esa ventana para evitar tanto empuje y así lo tuve que hacer, y dos estaciones más se metió mucha más gente haciendo que casi no se pudiese mover nada ni nadie de lo apretado que estaba uno en el vagón. Mis tetas estaban prácticamente aplastadas contra el vidrio y casi no tenia movilidad para acomodarme. Como dije al principio soy una mujer que me gusta dominar la situación y siempre pensé que me iba muy bien así, pero como a los dos minutos de haberse llenado por completo el vagón siento que alguien se me recuesta demasiado a mis nalgas y me termina de arrinconar contra el vidrio, por un momento imagine que se debía a lo lleno del vagón, pero noté como un segundo roce se pegaba mucho a mi cuerpo de manera que sus pantalones se apoyaron en mi falda, pude notar el roce de su verga ya levantada en mis nalgas, no obstante no me giré, no podía girar, y yo solamente agarrada a los parales para evitar caerme. Y de repente hizo lo impensable: fue entonces cuando noté que sus manos recorrían mis muslos por debajo de la falda, me quedé de piedra intentando disimular mi reacción, porque se había agazapado de tal forma que nadie podía verle. Las manos de ese desconocido subían más y más por mis muslos. La situación era muy incómoda, no estaba preparada para esto y ese desconocido sobándome. Sus manos seguían subiendo, ahora estaban a la altura de mi concha, pero una mezcla de pánico y placer se apoderó de mí por lo que estaba ocurriendo. Pero aun tenía juicio y no veía la hora de que terminara de hablar para que se alejara y yo así poder dominar la situación. El se había detenido conscientemente a la altura de mis nalgas que manoseaba con sus enormes palmas, masajeaba mi culo sin poder yo hacer nada al respecto. De repente una de sus manos buscó camino entre mis muslos para desplazarse a la parte delantera, y con su pierna hizo un poco de presión obligándome a abrir las piernas. Tuve que hacerlo, la situación era tremendamente embarazosa para mí. Una vez abrí las piernas, su mano tuvo acceso libre a mi sexo, que al descubrir que no tenia pantaleta ni nada, masajeó con igual cuidado y por un rato no saco su mano de mí, pero me arrincono mas y mas al vidrio. Notaba como sus dedos pasaban finamente sobre mis labios sexuales provocando que me ruborizara. Un par de minutos estuvo jugueteando con mi sexo. Consciente de ello se aferró a mi concha hasta que logro que sus dedos entraran en mi concha que ya estaba bastante húmeda, ya no podía hacer nada, el me había sacado bastante jugo de mi concha, el tenia el control de todo, lo único que me quedaba es padecer ante lo que el quisiera hacer.

De repente, una oscilación brusca en la vía, hizo sobresaltar a los que estábamos de pie en ese vagón, y fue cuando sus dedos se salieron de mí, y pensé que por fin se acabaría este tormento, pero eso era solo el principio. No sé en qué momento, el logro levantarme la minifalda sin que me diera cuenta, ni tampoco se si estuve una parte del trayecto así con la falda levantada y los demás desde fuera del vagón observando algo que no se ve todos los días. Siento otra vez el roce de su verga parada en mis nalgas, pero esta vez no estaba metida en su pantalón, se la había sacado toda y con mucha discreción me la empezó a colocar en mis nalgas, estaba tan caliente que me hizo perder de nuevo la noción de todo y me entregue nuevamente al momento. Fueron solo segundos en que deje de sentí el roce, cuando hizo lo más arriesgado; me termino de arrinconar de nuevo contra el vidrio, con su pierna me hizo abrir las mías, y una mano abriéndome por completo mi concha. Se había agachado con mucho disimulo, y cuando hizo el paro de levantarse, era para colocarme la verga en toda la entrada de la concha. Hice todo lo necesario para evitar su entrada, pero con su mano me hizo ir para atrás, y fue ahí donde empezó a entrar. Me lo había metido, me estaba cogiendo ahí mismo, sin pudor y con todo el atrevimiento del mundo, y nadie se daba cuenta de lo que pasaba ahí, no le importaba las estaciones en que se detuviera el tren, ni si había gente observando la ventana, aunque se que si nos vieron, solo tenía su verga dentro de mi moviéndose a medida que el tren se movía, hasta que él se me recostó por completo y ahí sentí su verga hasta el fondo. Cuando lo hizo, llevo una de sus manos hacia mis tetas, y me empezó a apretar los piquitos que estaban ya bien duritos, y apretándome las tetas me logro arrancar un orgasmo como nunca antes me lo habían hecho, y cuando llegue me soltó una tremenda acabada como si tuviese mucho tiempo sin hacerlo, porque sentí que su liquido me llego hasta las piernas.

Con tanto liquido junto creí que ese momento se había terminado y que esto no pasara de ahí, pero cuando me metió los dedos y me saco un poco de liquido y jugo vaginal para rozarlo en mi trasero, trate de moverme porque no quería ser penetrada por ahí, peo una vez más me coloco su pierna y me dejo inmóvil, por lo que le dio tiempo de colocar la verga aun parada en la entrada de mi culo.

No sé cómo la gente no se daba cuenta de los movimientos de un desconocido que me logro calentar y dominar, logro meterme en mi culo primero un dedo, y así estuvo un rato, descanso y luego me metió dos dedos, hizo lo mismo y a como pudo me metió la verga de un solo golpe, eso si me dolió, no estaba preparada para ello, y la forma en que me embistió hizo que el me dominara y me quedara quieta sin yo poderme mover ni nada, aunque a esa altura ya no me importaba nada, podía hacer lo que quisiera y a como pudo me enviaba discretamente fuertes movimientos y así estuvo como dos minutos hasta que el logro hacerme llegar de nuevo a la vez que ese desconocido al acabar me lo saco dejándome el culo igualmente lleno de bastante leche, y el cargamento que me dejo en el culo me llego también hasta las piernas. Sin voltearme me beso en el cuello y dijo:

  • Me gusto mucho como me recibiste mi verga.

Faltando tres estaciones para llegar a mi destino, pude ver quién era el que me había dominado en ese día, y era un joven con una aspecto que no llegaba los treinta años, nos conocimos y salí con el unas tres veces más.

Espero que les haya gustado esta experiencia.