Arturito: trío inolvidable...
Queridos amigos, alguien especial me sugirió un relato sobre un trio, con unos presupuestos definidos, personajes, físicos y lugar de encuentro..., mi imaginación, echó a andar. Este es el resultado... Espero les guste.
Querido diario:
Quiero dejar constancia de los hechos acaecidos en el último fin de semana. Las imágenes están grabadas en mi mente, y perdurarán hasta el último día, pero quería dejar guardadas las frases exactas, para que pueda disfrutar de ellas, cuando ya anciano, relea este diario, y lo pueda disfrutar con tanta o más intensidad.
También en mi cabeza, aunque aún soy joven, me ronda la idea de escribir en el futuro mis memorias. En ese caso, lo que escribo a continuación, compondrá alguno de los capítulos de mayor relevancia.
Aún no tengo hijos, pero si los tuviese, quiero que sepan en un futuro, una historia tan especial ocurrida a su padre, que aún al revivirlo en este momento, no puedo dejar de creérmela.
Te cuento, que acabo de recibir un mensaje de WhatsApp que dice:
- “Arturito, siempre te hemos querido como un hermano, desde el sábado te queremos de otra forma y queremos seguir queriéndote así... (Lo firman dos mujeres, cuyos nombres empiezan por las iniciales E. y G.)”.
En caso de que formase, esta narración tan real e increíble, parte de esas futuras memorias, te presentaré a los personajes del trío.
Arturito, como sabes, es el que escribe en este diario. Elena y Gema, son sus dos grandes amigas desde el instituto. Quizás, sus únicas amigas de verdad.
Elena, es morena, mide 1,75. Tiene unos ojos oscuros preciosos y un pelo normalmente rizado, aunque a veces se lo alisa o se pone coleta. Su culo es increíblemente notable, aunque su mejor seña de identidad son sus enormes tetas, que en un cuerpo delgado como el suyo, destacan muchísimo más. Su piel es clara, tirando a pálida. Quizás pueda sufrir algún problema de tiroides. Le digo que coma mucha verdura. Su personalidad dulce con la gente que no conoce, y a la vez su cercanía con todos, la hace ser querida por todo el mundo. Se preocupaba mucho de su familia y amigos, especialmente por mí. Es una excelente persona y todos la conocemos por Elena. Tiene novio, de nombre Alberto, es un gran chico, que se encuentra trabajando en la actualidad fuera de España.
Gema, por su parte, es de pelo castaño, de unos 1,70, ojos claros y una larga melena lisa. Tiene un culo muy respingón y unas tetas pequeñas. Su característica más significativa, sin desdeñar nada de los demás, es su boca. Tiene unos labios muy carnosos. Es también como Elena, extremadamente dulce y tierna. Tiene, igualmente novio, se llama, Carlos, y al igual que el novio de Elena, también se lleva muy bien conmigo.
Recibo otro mensaje:
- “Arturito, queremos repetir lo mismo el próximo sábado. ¿Querrás?”.
- “Sí.” (Les he contestado).
A mis dos grandes amigas, las he visto crecer. A ambas, desde que las conocí hace más de diez años, las he visto evolucionar como personas y como mujeres. Primero, eran niñas y posteriormente, se han hecho mujeres, unas mujeres sensuales y bellas. Ambas me gustan y mucho.
Vuelven a mandarme otro mensaje, junto a una foto de ellas abrazadas y besándose en la cama. Dice:
- “Estamos muy cachondas. Echamos de menos tu fantástica herramienta”.
Ellas son un poco bisexuales, las había visto darse piquitos en ocasiones. Los tres nos lo contamos todo. Ya me han dicho que, de vez en cuando, se acuestan juntas y dan rienda suelta a su sexualidad lésbica de manera natural, aunque se confiesan muy heterosexuales.
A mí me gustan todas las mujeres, aunque prefiero las mujeres delgadas con pechos enormes. Así es Elena. Gema, no se queda atrás en belleza y sensualidad. Me había hecho miles de pajas pensando en ellas, especialmente, al pensar en sentir la enorme boca sensual de Gema, haciéndome una perfecta mamada hasta el final.
Ambas pasan algo de necesidad sexual. Elena, tiene el novio trabajando en el extranjero como te contaba y el novio de Gema, aunque lo tiene aquí en la ciudad, no parece muy sexual, pues siempre está estudiando.
Estamos los tres en nuestro primer año de carrera y vivimos en una gran ciudad, la quinta del país.
Te pondré en antecedentes, querido diario, de los últimos acontecimientos sexuales, en mí relativamente corta vida. Tengo la misma edad que mis compañeras, antes de estudio, ahora de todo...
Recibo otro mensaje, y un audio anexo... El mensaje dice:
- “Oye, Arturito, cómo se corre Elena.”
El audio es corto, pero muy intenso. Aún resuenan en mi cabeza esos gemidos...
No quiero presentarme como acreedor de una falsa humildad, pero todos los que me conocen, saben que soy una mente privilegiada. Apenas necesito estudiar. Mis notas siempre han sido muy buenas, mayoritariamente, todas han sido, sobresalientes, y bastantes matrículas de honor.
Tengo los defectos y las virtudes habituales de cualquier persona. No me considero, ni más ni menos que nadie, aunque tengo algunas características físicas, un poco particulares.
A diferencia de mis dos grandes amigas, yo soy algo más pequeño de estatura que ellas. Pueden creérselo, mido poco más de un metro.
Para compensar, seguramente, mi escasa estatura, la naturaleza ha querido premiarme con una medida de polla mayor que la mayoría de los chicos de mi edad. Puedo decirles que tengo una enorme polla de 22,9 centímetros y 6,2 centímetros de diámetro. Es decir, un pollón que hace las delicias de mi novia, a la que he estrenado sus tres agujeros hace tiempo.
Recibo otro mensaje, en esta ocasión con un texto junto a un icono de dos besos y un elefante... Dice así:
- “Echamos de menos cabalgar sobre esa trompa de elefante... jijijijiji.”
El maldito Covid, ha frenado estos últimos meses las delicias sexuales con mi novia, mi querida Clara, el amor de mi vida. Ese ha sido uno de los detonantes de escribir lo que estoy escribiendo.
Mi forma de ser es, absolutamente extrovertida, me río incluso de mí mismo, y nadie aún ha conseguido enfadarme por nada. Todos deben de suponer la cantidad de veces que me han dicho enano, y mil cosas más.
De pequeño, todos en la escuela me llamaban Arturito el Gnomo, como el protagonista de aquella serie, la de David el Gnomo, aunque mi nombre no era David.
¿Se acuerdan de aquella serie de dibujos animados?
Era una serie de los años ochenta, que tuvo mucho éxito. Yo no había nacido aún, pero en la escuela siempre hay graciosos, a uno de ellos se le ocurrió al verme tan bajito, empezar a cantarla y se puso de moda, primero en la escuela y luego en el instituto.
Cada vez que me veían, alguien la cantaba. En fin, las cosas de los compañeros, a veces crueles con los que no pasamos desapercibidos, por cualquier causa.
Iba por la calle y me decían, riéndose:
- “Soy un Gnomo.”
En lugar de cantarme la estrofa “Soy Arturito el gnomo. Soy siete más fuerte que tú”. Ellos me decían:
- Soy siete veces más pequeño que tú...
En la escuela, en el recreo, en el barrio... Siempre con la dichosa canción. Trataban de cantarla cuando no había personas mayores delante. Realmente, me acostumbré a ello e incluso me hacía mucha gracia y yo también la cantaba.
Incluso les animaba, diciéndoles:
- “Queréis que la cantemos todos juntos.”
Mi humor ha sido muy inglés y con mucha doble intención, sin molestar a nadie.
Mis maravillosos padres, siempre me han apoyado, y yo he de agradecerles eso y todo lo que han hecho por mí.
En cuanto a mis amigos, hay pocos. Las personas más cercanas y más queridas para mí, son ellas dos... Elena y Gema.
En cuanto a mi escasa talla, sin que me lo hayan confirmado, seguramente haya sido una deficiencia inexplicable de la hormona del crecimiento en algún momento de mi maduración fetal, o en los primeros meses de mi vida. Es habitual en las personas con carencia de esta hormona, que sufran algún tipo de enanismo en mayor o menor medida.
Soy así y me siento bien así.
De mis inicios sexuales ya les he contado algo. Empecé a masturbarme en mi adolescencia. Mis musas eran de todo tipo: actrices, vecinas, y protagonistas de revistas y videos porno, que como cualquier joven de mi edad, llegaban a mis manos.
De particular decirles que en mis pajotes, a veces tenía que recurrir a mis dos manos para poder abarcar mi enorme polla, ya que con una de mis manos a veces no podía coger bien mi tremenda estaca, cuando se me ponía totalmente dura.
Realmente, mis manos en comparación con las de mis amigas son más pequeñas.
Ya me conoces un poco más, querido diario, así que, vamos a hablar de sexo en condiciones.
He ayudado en cientos de asignaturas a Elena y a Gema.
Siempre me decían lo mismo:
- ¿Qué podemos hacer por ti?
Yo siempre de broma:
- Hacerme una mamada...
Otras veces les decía:
- Hacedme un pase de lencería...
- Hacerme un striptease...
- Darme un beso con lengua...
Ellas se creían que lo decía de broma. Ni mucho menos... Se lo decía, a ver si alguna vez, sonaba la flauta...
Ya te he reseñado que nos contábamos los tres todo, me contaron sus primeras experiencias y yo las mías con Clara.
Con lo del Covid, ya te lo había mencionado, las relaciones sexuales con Clara habían sido escasas. Habíamos hecho planes para Navidad, pero como todo se puso tan negro, no pudimos vernos. Filomena llegó después, y la ola de frío trastocó nuestros planes una y otra vez. Quería haber venido para celebrar mi cumpleaños en enero.
Clara, es bastante liberal y me había dado permiso para poder tener sexo con otras, si llegase el caso. Ella sabía de mi apetito sexual, y especialmente mis deseos hacia Elena y Gema, y no se le ocurrió otra cosa que mandarles un WhatsApp, para que me ayudasen en mi sequía como fuese.
Luego me lo enseñarían. Decía así:
- “Chicas, porfi, buscarle un desahogo a mi kuki, que se tira por las paredes...”
Clara, me llama cariñosamente “Kuki”.
Ellas no sabían cómo tomárselo. Me contarían después, que intentaron proponérselo a las compañeras más cachondas y guarras de la facultad, pero que ninguna accedió.
Pensaron en contratar una prostituta, pero como saben cómo pienso al respecto, lo desecharon. El sexo jamás puede obtenerse con una contraprestación económica.
Llegó mi cumpleaños. Cumplí 24 años el pasado 18 de enero. Me había dejado de hacer pajas para dar el máximo, si Clara venía. Estuve tentado de hacerme un súper pajón, pero opté por promover un sueño erótico con Elena o con Gema.
Había leído en algún artículo de prácticas sexuales, que a veces se sueña de manera tan real, que incluso se puede uno correr creyendo que está follando con alguien. No tuve suerte. Me acostaba pensando en Elena, Gema o incluso con Clara, pero nada de nada. Me levantaba con mi enorme estaca durísima y con un malestar enorme en mis huevos.
Me cruzaba mensajes con Clara...
- ¿Kuki, qué tal?
- Nada de nada mi amor...
Lo dejaba para la noche siguiente, a ver si tenía más suerte.
Pasaban las noches y me estaba poniendo nervioso.
Estaba a punto de renunciar, y dar rienda suelta a mi acumulación de leche, cuando Elena me mandó el jueves, un mensaje por WhatsApp para quedar el pasado sábado por la noche con ella, y con Gema el día 23, a fin de darme sus regalos de cumpleaños y tomar algo.
En mi mente se amontonaban las imágenes de deseo y casi sin pensarlo, mis erecciones eran numerosas en esos días, además de tremendamente brutales. Sabía que no tendría muchas posibilidades, pero nunca hay que cerrar la puerta a la esperanza y tener fe en el destino. También había algo en contra, en el caso de Elena, pues ella se considera extremadamente fiel y le da mucha importancia a eso en una pareja. Gema, es algo más flexible en ese aspecto.
Solo pensaba en aquella boca sensual de Gema, mamando mi polla, y comerle aquellas enormes tetazas a Elena.
El sábado llegó por fin. Fueron a recogerme en el coche de Elena.
Nada más abrir la puerta del coche, empezaron a canturrearme:
- “Cumpleaños feliz... Cumpleaños feliz... Querido amigo Arturito...”.
Mientras llegábamos a nuestro destino, seguían cantándome. Me dieron las gracias por sus últimas notas...
- Por favor, Arturito, pídenos lo que quieras.
- Pues, esta noche, hacemos un trío...
Se partían el culo. Aunque yo lo decía de verdad.
La zona de bares de tapas de la ciudad estaba más o menos abierta. Algunos en la calle y algunos en mesas en el interior. Nos tomamos unas cervezas, reímos, me regalaron un libro y un frasco de colonia cada una. Tienen buen gusto en la elección de libros. Tenían preparada una pequeña sorpresa, aunque no como al final resultaría...
Abrí los regalos.
Las colonias las probaron ambas en mí.
- Qué rico huele mi Arturito. (Decía Elena).
- A ver. (Decía Gema).
Ambas me metían sus tetas en mi cara. Las de Elena, mucho más, claro.
Sacaron gorritos de fiesta, me cantaban nuevamente el cumpleaños feliz en el último bar que visitamos.
Esa era su sorpresa. Yo hubiese deseado lo del trio...
En broma, le decía:
- ¿Chicas, ahora dónde vamos a hacer el trío?
- Eres un cachondo. (Decía Gema).
Cuando ya nos íbamos a ir a casa, por causa del toque de queda, se les ocurrió una trastada: Coger algo de beber y unas pizzas e irnos en el coche de Elena, a un paraje a las afueras de la ciudad. Un sitio no muy alejado, un camino rural, donde suelen ir novios a tirar de calzón.
Allí estábamos los tres riendo, comiendo, bebiendo y con el coche en marcha para estar calentitos.
No teníamos más remedio que aguantar toda la noche allí, y volver a la ciudad cuando llegase el nuevo día a fin de evitar una multa de la policía.
Los tres sentados atrás. Yo en medio de las dos.
El calor hacía mella en nosotros...
Con el puntito que tenían, Gema, la más lanzada, nos decía:
- Yo voy a quitarme algo de ropa, estoy muy sofocada...
Elena, tardó unos segundos en reaccionar...
- Pues yo también me quito la camisa.
Empezaron a quitarse ropa... Mi polla empezó a animarse...
Ambas estaban en sujetador. Mis ojos ojipláticos, no podían parpadear.
Se dieron cuenta, y entre risas empezaron a bromear diciendo:
- Joder, Arturito, como te has puesto.
Yo algo cortado, entre ilusionado y verderón, les contestaba:
- Llevo semanas sin descargar.
Ellas, con cara de traviesas, decían:
- Ya nos lo ha contado Clara.
- Incluso, nos dijo que te buscásemos una que estuviese salida, aunque fuese una gordita, para que le dieses caña...
- Al final, vamos a tener que ser nosotras las que..., te aliviemos...
Lo decían medio en broma...
¿O no?
Oír eso, provocó en mi polla un movimiento reflejo, que me hizo dar un respingo al molestarme la dureza de mi crecidísima polla, en aquella posición de sentado, dentro de mis pantalones.
Sin darme cuenta, se quitaban sus vaqueros y se quedaban en bragas.
Las dos llevaban un tanga minúsculo. Gema, uno negro y Elena, uno rojo.
Mi olfato es muy fino, y ya intuía olfativamente, fluidos en sus coños que deseaba estuviesen húmedos.
Creo que no pensaban hacer nada, pero que el alcohol las llevó a aquel desenfreno. Elena, llevaba meses sin nada, y Gema, siempre estaba cachonda.
Mi polla muchísimo más dura.
Gema, la más atrevida, tocó mi enorme badajo.
- Joder, Arturito, sí que la tienes dura y grande. Lo suponíamos, pero esto parece algo demasiado grande... Jo.
Elena, algo más cortada, tardó en reaccionar, pero al final pudo más su curiosidad, que su timidez sexual...
- Es verdad, Gema, menuda tranca que tiene nuestro Arturito...
Era menos lanzada, pero tenía su puntito de cerveza..., que relajaba sus habituales remilgos sexuales.
- ¿Tendremos que hacer algo con esto, verdad Gema?
Ambas se miraron con malicia y rieron con ojos luminosos de dos traviesas..., a punto de hacer travesuras.
Cuando quise darme cuenta, entre las dos me habían desabrochado el botón de mi vaquero, bajado la cremallera, bajaban mis pantalones, me quitaban mi short, y tenían mi trozo de carne enorme y dura entre sus manos...
- Joder. Realmente es enorme, Arturito. (Decía Gema).
- Coño. Y muy gorda, Gema. (Decía Elena).
- Es gigante. (Remataba Gema).
Como si fuesen unas grandes especialistas del masaje de polla, mis dos mejores amigas allí, medio desnudas, con tan solo su ropa interior me masajeaban y acariciaban mi polla muy despacio.
Mi líquido preseminal, hacía acto de presencia a pequeños borbotones e iluminaba la brillantez de mi deseosa polla, empezando por mi glande rosado y de gran tamaño.
Mi mente solo pensaba en la boca de Gema.
Mis ojos solo miraban a la boca de Gema.
Es cierto..., también a los enormes pechos de Elena, que deseaba tocar y lamer.
El olor a cuerpos desnudos dentro de aquel coche, se iba incrementando.
Gema, me preguntó:
- ¿Quieres tocarnos?
No pude hablar, solo asentir.
Mientras, Gema, seguía masajeándome mi enfebrecida polla, Elena, se quitó ese sujetador de lencería roja con ribetes a juego con su tanga.
No podía dar crédito a mis ojos, al contemplar aquella belleza de enormes tetas, con unos pezones endurecidos y rosados. Unos enormes apéndices en la cúspide de aquellas grandiosas y maravillosas tetas.
Jamás había visto unos pezones tan preciosos.
Después se intercambiaron los papeles.
Elena, cogió mi polla, mientras Gema, se quitaba el sujetador de color negro, igualmente a juego con sus braguitas minúsculas. Tenía Elena, incluso una mejor técnica en el manejo de mi polla.
Sin esperarlo, ocurrió el milagro. Gema me preguntaba:
- ¿Puedo comértela Arturito, me apetece mucho?
No sabía dónde meterme. El estado de mi excitación era máximo. Mi polla, había ansiado aquella sensual boca, adornada de aquellos carnosos labios, que desde hacía muchos años deseaba, y en breves décimas de segundo, la probaría...
Estaba pletórico.
Mi mirada lo decía todo, y no tuve que contestarle a la pregunta.
Cerré los ojos para disfrutar de aquel anhelado y mágico momento.
En una escala de cero a diez de placer, disfrute y excitación, ya valoraba aquella mamada, que empezaba a sucederse en al menos, un veinte.
Podría haberme corrido en el primer segundo, pues estaba súper excitado y llenísimo de leche, de al menos, diez días, pero mi polla tiene peculiaridades especiales. Solo soltaría la leche cuando mi mente apretase el botón de “salida”. Podría aguantar horas de sexo... Aguantaría horas de sexo. Aguantaría casi siete horas seguidas de sexo, aquella madrugada del maravilloso ya veinticuatro de enero, de este año tan especial para mí, 2021.
Ya lo dice el refrán, año de nieve, año de bienes... En mi caso, el año empezaba de muerte.
Mis ojos cerrados por el disfrute de la mamada de Gema, tenían que abrirse para que disfrutasen de otras bondades. Las enormes y frondosas peras de Elena, estaban solas. Necesitaban de entretenimiento.
Con la altura de Elena, y mi escasa talla, sus enormes tetas estaban a escasos centímetros, quizás milímetros, de mi boca. Mirar sus ojos y acercar mi boca al pezón derecho, fue cosa de un segundo.
¡Qué delicia!
Ella parecía disfrutarlo.
- Que gusto me estás dando Arturito. Qué bien comes mis tetas. Estoy deseando hacerte cosas. En cuanto Gema me deje, quiero comerte también la polla.
Gema estaba en “babia”, pues no decía nada, mientras seguía mamando mi trozaco de carne dura. Con mi mano derecha, empecé a tocar el sensual pecho izquierdo de Elena, mientras seguía lamiendo y disfrutando, de aquel enorme y duro pezón rosado.
Mientras, Gema, seguía disfrutando de su grandiosa mamada en mi polla, los ruidos se iban sucediendo dentro de aquel habitáculo del placer...
- Ñam... Ñam... (La boca de Gema, ensalivaba a la perfección mi agradecida polla).
- Ummm... Uhmmm... (Los gemidos de Elena, al disfrutar de mi comidita glamurosa y excitante de su pezón).
- Glup... Glup... (Las deglutaciones de Gema, con restos preseminales de mi polla, acompañadas con algo de su caliente saliva).
Los minutos pasaban. Yo me sentía el rey. Era el rey de aquella fiesta. Aquella orgia, que parecía proponerse con la excusa de mi cumpleaños.
No eran más de la una de la mañana, y en aquel momento...
- Ring... Ring...
El teléfono de Gema sonaba, que obnubilada en aquella súper mamada, ni se enteraba.
- Gema, tu teléfono. (Dijo Elena).
Gema, levantó la cabeza, dejó de mamar mi endurecida polla, y sacaba de su mochila el móvil.
Elena, no dejó desaprovechar aquella ocasión, y me cogió mi pollón introduciendo su boca en él.
- Hola amor. (Decía Gema).
- Sí. Aquí. Charlando con Elena y Arturito.
- Pongo el altavoz.
- Hola, Carlos. (Dije).
- Ho... Hola, Carlos. (Dijo Elena, sacándose un momento la polla de la boca).
- ¿Qué tal estáis pasando la velada de cumpleaños del niño?
- Muy bien. Ya sabes, Arturito es encantador y está “encantado” con nosotras. (Decía Elena, con una cierta doble intención que solo notábamos nosotros, no Carlos, el novio de Gema).
- Ten cuidado Arturito, a ver si te van a violar. (Decía en tono de broma Carlos). (Yo no sabía dónde meterme).
Conseguí decir:
- Qué más quisiera yo Carlos, pero creo que no voy a tener suerte. (Le contesté en tono de broma. Él también conoce el humor que siempre me gasto).
Gema, despedía a Carlos. Colgó. No eran de muchas palabras. Seguramente, cuando llamase el de Elena, tendrían más cuerda.
- Qué inoportuno, con lo a gusto que yo estaba. Elena, déjame que continúe.
- Por cierto, decía Elena, habrá que hacerle caso a Carlos y violar a Arturito. ¿No?
Gema, alzaba la cabeza y con ojos ya de perra caliente, contestaba:
- Por supuesto, habrá que entretenerse en algo. La noche es muy larga.
Mirándome a los ojos me preguntaba:
- ¿Aguantarás?
Yo, con asertividad manifiesta, le contestaba:
- ¡Por supuesto!
Ambas reían con maliciosa, a la vez que, con bondadosa mirada, pero en todo caso, con cara de perras en celo.
Elena, como siempre más organizada en todo, nos decía:
- Pero antes, tenemos que acomodar este sillón trasero...
Eficientemente, nos dio instrucciones y aquel sillón, tras pulsar algunas palancas, se acomodaba horizontalmente. Accedía a la parte trasera del coche con la mano y cogía una manta que allí tenía.
La extendió y nos dijo:
- Desnudaros totalmente, que estemos cómodos. Vamos a darle un repasito de los buenos al niño, como nos dijo Carlos. Se dirigía visualmente a Gema.
Me hicieron tumbar lateralmente, y se acomodaron las dos a comerme la polla al unísono.
Aquello era sublime.
Yo, ya jadeaba y gemía de placer, un placer increíble e inesperado....
- Guau... Guau... Guau...
- Ah... Ah... Ah...
- Puf... Puf... Puf...
- Qué gusto chicas...
- Qué bien me lo hacéis.
- Guau... Guau... Guau...
- Ah... Ah... Ah...
- Puf... Puf... Puf...
Era mi primer trío, y la pinta que esto tenía, era, de que repetiríamos muchas veces más... Eso creía inocentemente.
No dejaba de mirar todos los detalles, sus pliegues en sus estómagos, sus diferentes tetas. Las de Gema, son bastante más pequeñas, pero muy resultonas, con unos pequeños pezones oscuros.
Estaban cachondísimas, y perras.
- Yo quiero montarlo... (Dijo Gema).
- Y en cuanto te corras, lo monto yo... (Concluyó Elena).
Dicho y hecho. Aunque la mentirosa de Gema, no se levantaría de mi polla con el primer orgasmo, sino muchos más después...
Dejaron de comerme la polla.
Gema, se acopló para montarme...
- No tengo preservativos. (Dije).
- No importa, Arturito. Mi regla terminó hace un par de días y no hay peligro. Además, quiero sentir ese trozo de carne enorme y dura, sin interferencia alguna, dentro de mi chocho...
Yo sabía que ambas tenían la regla al mismo tiempo. Se dice que dos mujeres muy unidas o que están mucho tiempo juntas, terminan armonizando sus periodos.
Una vez acoplada, de cuclillas encima de mis caderas, cogió con su mano derecha, mi polla deseosa y hambrienta de coño. Se la pasó superficialmente por él, que estaba totalmente depilado y muy húmedo, a juzgar por su brillo y olor. Mezclaba mi glande con sus jugos calientes. Aquello era una sensación increíble.
Mi cabeza solo anhelaba lo que acontecería de inmediato... Sentirme dentro de Gema. Era una fantasía desde hacía muchos años, follarme a aquellas amigas tan entrañables, que me trataban como un hermano.
Aunque jamás, en mis mejores fantasías sexuales con ellas, jamás..., nunca jamás, había pensado en hacer un trío.
Metió la punta de mi brillante glande en su cueva. Poco a poco entraba...
- Ummm. Cerraba los ojos.
- Ummm. Gemía yo.
Era demasiado grande para ella.
- Joder, Arturito, que no me entra.
- Métetela poco a poco, argüía Elena.
- Sí, poco a poco...
- Qué gusto...
- Joder, Arturito..., qué gusto..., me estás dando en mi chochete...
Con cierta complejidad, aquella enorme polla iba entrando. La elasticidad de aquella hambrienta y deseosa vagina, muy humedecida, se iba acostumbrando a aquella enorme trompa de elefante...
Era fantasioso ir viendo, como sus labios vaginales iban comiéndose mi enorme pollaza poco a poco, y se ocultaba de mi vista.
Poco a poco, el ritmo de la amazona se iba incrementando.
Empezaba Gema a gemir, e incluso a gritar como una posesa.
- Joder, me corro.
- Joder, me corro... Joder.
- Joder, qué gusto.
- Uh. Guau. Puf...
- Ahí viene mi enorme corrida...
- No te asustes Arturito, que voy a chorrearme del gusto. Suelto mucho líquido...
Seguía moviéndose como una loca, con cada vez más ritmo.
Yo solo fijándome en sus pequeñas tetas que apenas se movían. Solo pensaba que cuando Elena, tuviese su turno de folladora, sí que sería digno de ver moverse sus tremendísimas tetazas.
De momento a disfrutar de Gema.
Notaba cómo manaba de su interior, chorros calientes de líquido. Seguro que sus glándulas de Skene y Bartolino, se estaban vaciando...
- Me corro otra vez...
- Y otra más...
- Joder...
- Joder... Arturito. Qué jodido gusto me estás dando.
- Abusona, déjame a mí... (Suplicaba Elena, tocándose su coño, con cara de viciosa...).
Cuando Gema, extasiada, se levantaba, habiéndose corrido tres o cuatro veces seguidas, de su coño abierto y caliente caían varios hilos gruesos, unos transparentes y otros de materia blancuzca.
Le tocaba follar a Elena, y aquella imagen de subirse para cabalgarme, dejando oscilar sus enormes pechos blancos de pezones rosados, me empezaba a poner cardíaco.
Mi polla, allí iniesta, impertérrita, súper endurecida, esperando ser follada, por mi idolatrada Elena...
La segunda amazona, se acoplaba en preparación para la súper follada.
Cogía mi enorme mástil, que creo que jamás había visto tan duro y venoso, y al igual que Gema, se lo humedecía rozándoselo entre sus labios vaginales, para metérselo.
Los labios del coño de Elena, son enormes, brillantes y arrugados. Son preciosos. Jamás había visto un sexo tan bonito y sensual.
Al igual que Gema, no tenía ni un solo pelo en el pubis, que estaba, perfectísimamente depilado...
Estas chicas se preparan muy bien para follar. Pensaba.
El coño de Elena, parecía más profundo.
- ¿Cómo te entra a ti, Elena? (Preguntaba Gema).
- Bien. Iré poco a poco.
Pero la muy cabrona, pensó que le entraría bien, y bajó de sopetón sus caderas, logrando que su profundísimo coño, encerrase mi enorme traviesa dentro de ella.
Mientras subía y bajaba viciosa, aquellas enormes tetacas, oscilaban cada una a su ritmo.
Yo parecía ensimismado viendo esas protuberancias arriba y abajo. Desde mi posición, las veía alocadas y descompensadas en sus envites. Sus tetúmenes, a su aire..., indiferentemente, una de ellas para arriba, mientras la otra hacia abajo, golpeando su torso como en cámara lenta.
Aquellos pezones grandes y rosados, me hipnotizaban.
Enseguida empezó a correrse.
- Joder, qué gusto, cabrón...
- Jamás había disfrutado tanto con una polla...
Elena, llevaba meses de sequía, y aunque se masturbaba muy a menudo, era muy caliente. Lo había confesado muchas veces.
- Joder, cabrón, qué gusto me da tu tremendísima pollaza...
- Eres un puto follador de primera...
- Quiero que me eches toda la leche dentro...
- Otra vez... Otro orgasmo de campeonato...
- Joder, cabrón. Cabronazo.¡¡¡ Qué gustó me estás dando!!!
- Otra vez...
- Guau...
- Jo....
- Ummm...
No dejaba de gritar ni de correrse...
Seguía suplicando:
- Échame toda tu leche...
- De eso nada. (Dijo Gema). La leche es para mí...
- La quiero dentro de mi coño, Gema, por favor. Ratificaba Elena.
Me sentía un puto objeto sexual, pero era feliz.
Mientras Elena me follaba, recibía una llamada... Seguramente su novio. Alberto.
- Hola.
- Bien.
Gema, hacía aspavientos y sonreía sin hablar, mientras la cara de Elena, era un poema, allí sentada en cuclillas, y con mi polla entubada y dura dentro de su coño.
Hablaba entrecortada con su novio Alberto. No había puesto el altavoz, pero por sus contestaciones, tanto Gema como yo, sabíamos de lo que hablaban.
- Hemos tomado unas cervezas.
- Sí.
- Todo bien.
Elena, prácticamente inmóvil hablando, no se resistía a dejar de moverse despacio. Me follaba lentamente. En algún momento, debió de tener algún ligero orgasmo, pues gimió algo, mientras cerraba sus ojos.
- No, es que estoy algo cansada.
- Qué va. ¿Gemido? Cansada de la puta mascarilla todo el día. Me falta el aliento.
- En la terraza, para que no se despierten mis padres.
- ¿Hacer qué? Qué tonterias dices. Simplemente, estoy cansada de toda la noche. Algunas veces pareces un tonto desconfiado.
- Sí, en casa. Nos pilló el toque de queda.
- Durmiendo. Estaban muy cansados.
- Gema, en la cama y Arturito, en el sofá.
- Disculpado.
- Perdóname tú a mí también.
- Yo también te quiero.
- Hasta mañana. Adiós.
No había dejado de follarme despacio, muy despacio, y nada más colgar, volvía a coger ritmo.
Volvía a ponerse cachonda y viciosa a lo loco.
- Por favor, Arturito, échame la leche.
- No seas abusona Elena... Yo también quiero. (Decía Gema).
Seguían negociando lo de la leche, en una conversación tan inútil como morbosa, para este follado que era yo.
Al final se pusieron de acuerdo, me sacarían la leche mamando mi polla las dos a la vez. Luego follarían por turnos.
Cuando se hartó Elena de correrse se bajó del caballo. Es decir, yo.
Tenían ganas de leche. Muchas ganas de leche. La leche les encantaba a ambas.
Se pusieron a mamarme mi enorme polla que aguantaba como una jabata, y cuando me suplicaron que sacase mi leche, abrí el grifo...
Querían ver la leche de cerca.
- Avísanos...
- Cuando me digáis la suelto...
- Cuando quieras...
- Ya va...
- A la de tres...
- Uno...
- Dos...
Dejaron de comerme la polla. Cogieron mi tranca con las dos manos...
- Y... Tres...
Cuando mi enorme chorro de semen salía a presión, salió tan fuerte que se elevó tan alto, que llegó a manchar el techo del coche.
- Joder, Arturito... (Decían).
- Cuánta leche echas...
Ellas, mirando hipnotizadas.
Echaba más borbotones de leche... Dos, tres, cuatro, cinco...
El semen caía por todas partes, en mi pecho y en sus manos.
Algo caía entre sus tetas, especialmente, en las de Elena.
Gema, lamía aquella leche caliente, que resbalaba por los pezones de las tetazas de Elena.
El grifo de lechaza caliente y viscosa, se cortaría de un momento a otro. Uno no tiene un barril de cincuenta litros de leche en los huevos...
Empezaron como viciosas a lamer y a devorar todo el semen derramado...
La gloriosa noche continuaba y las guarrillas viciosas de mis amigas, no habían ni siquiera comenzado a disfrutar.
Volví a ser follado varias veces por cada una de ellas.
En las dos últimas folladas de cada una de ellas, me pidieron que me corriese dentro de ellas. No pude negarme.
Cuando me follaba Gema, que es mucho más viciosa que Elena, después de, al menos treinta minutos de follada, me pidió que le soltase la leche contándome diez...
- Arturito, quiero que aguantes la leche hasta que yo cuente diez. ¿Vale?
- Sí, claro, Gema. Podré hacerlo, ya te dije que me corro cuando yo quiero...
La muy cabrona, cuando empezaba a contar, lo hacía muy despacio, y mientras pasaba del uno al dos, y así sucesivamente, lo hacía esperando un par de segundos o tres, y mientras tanto, se ponía como loca, bajando y subiendo sus caderas de manera frenética.
Parecía una máquina eléctrica... Era incansable en velocidad. Sus piernas eran elásticas.
Mientras me follaba como un robot automático con las pilas nuevas, entre descanso y descanso, mientras contaba lentamente, de vez en cuando volvía a preguntarme:
- ¿Aguantas verdad, Arturito?
- Sí, Gema, tranquila. Aguanto lo que sea...
Cuando después de un buen rato, por fin llegó al número diez, me dijo:
- Ya, cabrón, córrete ya...
Dejé escapar mi leche, que noté perfectamente, como salía y rebotaba en su profundidad, momento en que ella tuvo un tremendísimo orgasmo, y sin dejar de moverse, eyaculaba en mi pubis chorros que a ella le salían también a presión.
Se quedaría unos segundos reposando aquel último y profundo orgasmo, apretando sus manos sobre mi pecho, llegando a producirme, incluso presión de más, que me inhibía respirar bien.
Le tocaba a Elena, y le exigía con impaciencia a Gema, que la dejase:
- Joder, Gema, déjame, que te estás pasando... Creo que me toca ya, sentir su néctar en mi coño, hambriento de leche caliente...
Cuando Gema se levantó, y sacaba su jugoso coño del pollón del niño, yo, dejaba caer un enorme goterón permanente y larguísimo de leche mezclada de sus jugos profundos...
Elena, estaba tan cachonda que no le importó subirse en ese momento, con esa tremenda catarata de líquidos aterrizados en mi pubis y huevos.
A diferencia de Gema, a Elena, le gustaba menearse más lentamente, al igual que lo había hecho mientras hablaba con su novio.
Cuando se corría, que era muy a menudo, le gustaba dar dos o tres buenos golpetazos de su coño lujurioso, contra el enorme pollón de marfil duro del niño que se follaba, yo.
Yo allí, disfrutando del espectáculo, veía aquel cuerpo sensual y maravilloso, meneándose ininterrumpidamente, y con los ojos cerrados y gimiendo constantemente.
Cuando me sugirió que me corriese cuando yo quisiese, me dejé llevar. Elena, recibía en su interior mi leche caliente, que la hizo gemir y gritar dulce, pero a la vez, salvajemente.
Se volvía a correr como nunca, según relataba y me besaba tiernamente, en señal de agradecimiento.
- Dios mío, qué gusto.
- Joder, Arturito, qué gusto me has dado.
- Joder, qué follada más rica.
- Puf, creo que jamás me he corrido tan a gusto.
Se tocaba sus tetas, comprimiéndolas de placer, disfrutando, al mismo tiempo, de sus últimos estertores orgásmicos.
Después de quedarse quieta y reposando aquel generoso orgasmo, se levantó. Al igual que con Gema, al sacar mi manguera de aquel incendiado túnel, nuestros fluidos revueltos, caían precipitándose en mi sexo, manchando nuevamente, mis casi agotadas gónadas.
Después de follarme dos veces cada una, sacándome leche en pactado turno, después de sentirse muy bien folladas, decidieron unánimemente, que para terminar aquella excitante noche de concesión sexual a su amigo, volverían a hacerme sexo oral.
Despacio, muy despacio, mamaron ambas juntas y por separado, mí durísima pollastra, que era y es, incansable, hasta que volvieron a extraer el preciado tesoro caliente que comieron desesperadamente ambas, aunque especialmente, Gema, que es muchísimo más guarra.
Todo terminaba. Amanecía. Llegué a correrme seis veces aquella inolvidable madrugada.
Creo que podría haberme corrido otro par de veces más.
Mi enorme nabo jamás dejó de estar duro, ni de dar placer a aquellas amazonas viciosas.
Unas de sus últimas frases, cuando ya, exhaustas del todo, daban por finalizada la sesión, fueron:
- Joder, Arturito, eres un follador de los buenos. Enhorabuena.
- Siempre a vuestra disposición. (Les dije).
- Te recomendaremos.
- A quienes queráis..., yo, siempre dispuesto a ofrecer este enorme tesoro, con que la naturaleza me ha premiado, para compensarme de mi escasa estatura.
Finalmente..., saciadas y satisfechas, me limpiaban todo mi cuerpo con unas toallitas. Me besaban todo mi cuerpecito tiernamente en señal de agradecimiento, y se despedían de mi enorme trabuco agradecido.
Mientras en la cara de Gema, se apreciaba el morbo y el placer, con incluso ganas de repetir miles de veces más, en la cara de Elena, se denotaba idéntico placer, pero al mismo tiempo, mostraba un gesto agridulce al sentirse mal, por haber engañado a su novio.
Por mi parte, me sentía el ser más feliz del universo. No me hubiese importado morir en aquel preciso momento.
Por fin, mi sueño de hacer un trío, con aquellas dos grandes amigas y amantes, se había cumplido.
Me había pasado varias horas allí tumbado, mi cuerpo pequeño se dejó hacer. Me dejé, unas veces follar, y otras veces devorar mi enorme e incansable dura estaca de carne. Disfruté de aquellas maravillosas vistas de cuerpos desnudos, de pechos duros y excitados, y de dos hambrientos coños deseosos, que follaron mi pollón de “enano”, y ellas mientras tanto, disfrutando ambas juntas y por separado turno, como auténticas “enanas”.
Mi año de bienes empezaba muy bien. Realmente, deseaba volverlo a repetir muchas veces más aquel trío... Aunque no tenía claro si podría volver a repetirse.
En verdad, en ese momento no sabía que me esperaba una gran sorpresa unos días después, ya que mí adoraba amiga Elena, me haría una gloriosa encerrona junto a su prima menor, pidiéndome un favor excepcional y extraordinario.
Querido diario, me despido, hasta la próxima anotación especial.
FIN.
Realmente, me hubiese gustado estar en lugar de Arturito en aquella sesión y haber disfrutado de todo el néctar y fluidos que no se hubiesen aprovechado, pero en fin..., es un relato.
Espero que les haya gustado.
Como siempre a su disposición, mis queridos y amables lectores.
PEPOTECR.