Artes marciales y demás
Un día, tan tranquilo en el tatami, practicando kung fu, unas compañeras de clase, aprovechando que estábamos solos, decidieron pasárselo bien un rato
Hace varios años, con 18 años, yo practicaba un arte marcial en el polideportivo de mi ciudad, en el tatami. Era bueno, y sabía muchos movimientos, ataques y formas (largas secuencias de ataques y movimientos). Y muchos de los que practicaban conmigo me pedían ayuda para que les enseñara cuando el monitor no estaba para ayudarles.
Un buen día, acababa de terminar la clase, eran las 6 de la tarde, y solo quedabamos cuatro personas. Yo había quedado para jugar a fútbol con unos amigos, y tenía pensado irme en diez minutos para no llegar tarde. Conmigo estaban un amigo mío más mayor que yo, de unos cuarenta años, que ya había empezado a recoger sus cosas para irse, y en la otra punta del tatami había dos chicas, las dos de dieciseis años, una de ellas, Amanda era guapilla, no un monumento pero era guapa, tenía un buen par de tetas y buen culo pero estaban un poquito gorda, pero no era para tanto. Y la otra era Kuai, china, de pelo largo, tetas pequeñas y sin culo, por lo cual no me llamaba nunca la atención.
-Venga que me voy, el lunes nos vemos-se despidió mi amigo saliendo por la puerta con el bolso.
-Adiós-contesté yo. Y seguí practicando. En ese momento las dos chicas se quedaron mirandome y se pusieron a hablar en voz baja y a reír. No le dí importancia.
A los dos minutos me cansé, llevaba dos horas practicando y estaba sudando por todas partes y me faltaba el aliento, así que me senté en el suelo y eché un trago de agua de mi botellín. Al ver que había parado, las dos chicas dejaron de hablar y vinieron hacia mí.
-Pablo, ¿puedes ayudarnos con una cosa?-preguntó la china. Me quedé pensando mientras bebía agua para disimular. Nunca me habían caído muy bien. Sobre todo la china, ya que cuando era más joven, yo era bajito y no paraba de meterse conmigo, a pesar de que fuera de la misma estatura que ella. pero no le daba importancia, y la otra era más amable, sobre todo porque yo era más alto que ella incluso cuando era pequeño.
-De acuerdo.-respondí resignado.-¿en qué?
-No sabemos cómo se realiza este ataque.-y lo intentaon representar sin mucho resultado. A pesar de la poca información que me dieron, supe de que ataque hablaban, así que me levanté para enseñárselo.
-Vamos a ver, ponte aquí Amanda-le dije a una de ellas mientras la china nos miraba.-Ahora suelta el puñetazo y avanza un paso.-Ella lo hizo y yo lentamente para que se enteraran de algo le paré el golpe. Deslicé la pierna por detrás suya y con el brazo con el que lo había parado le agarré del pecho y la tiré hacia atrás. Ella se encontró con mi rodilla y cayó de espaldas al suelo. -¿Habéis entendido?-les pregunté.
-Sí, pero puedes hacerlo rápido ahora-respondió la china.
Yo asentí con la cabeza y volví a parar el golpe y a tirarla al suelo con la rodilla tras ella, pero esta vez más rápido, y ella cayó al suelo, pero esta vez arrastrándome con ella. Me quedé sobre ella pero me apoyaba con la manos en el suelo, por que no llegue a aplastarla. Me dispuse a levantarme pero ella, levantó la cabeza y me besó en los labios. Rápidamente me levanté sorprendido por aquello.
-Eh... esto... tengo que irme ya, he quedado-respondí nervioso mientras ella se levantaba con cara de deseo.
-¿Has quedado con tu novia?-preguntó la china acercándose por un lado.
-Eh...no, no tengo novia-respondí sin ver a la china que se movía por detrás de mí.
-Entonces ayúdanos con una cosa más-dijo Amanda acercándose por delante.
-¿Con qué?-pregunté temiéndome lo peor.
-Con esto-exclamó Kuai saltando sobre mi espalda haciéndome caer al suelo.
Rápidamente me pusieron boca arriba las dos y mientras Amanda me besaba Kuai, la china, metia la mano bajo mis pantalones, tocando mis partes más cercanas a los huevos y al pene. Yo estaba algo nervioso y sorprendido, no sabía aún que estaba pasando, pero no me resistí.
De pronto un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Kuai estaba acariciándome el pene. Intenté resistirme, pero no pude quitarme a las dos de encima, y lo peor es que empezaba a gustarme y a excitarme. Kuai me bajó los pantalones y los tiró a una esquina del tatami y empezó a lamer mi calzoncillo, donde se veía ya un bulto considerable. Pero no podía ver nada de lo que pasaba en mi entrepierna ya que Amanda seguía besándome y yo me entregué a ella.
La china me quitó el calzoncillo, dejando al aire mi pene erecto y sin ninguna duda se lo metió a la boca y empezó a mamármela. Al mismo tiempo Amanda dejó de besarme y se apartó, no sé para que, porque yo solo miraba a Kuai, que aunque no fuera tan guapa como su amiga la chupaba de miedo. Con verdadera maestría movía la lengua por todos los rincones de mi polla y mis huevos. No me importaba llegar tarde al partido de fútbol si estaba haciendo eso. Miré a Amanda y vi que acababa de cerrar la puerta para que nadie entrara y se quitaba los pantalones y las bragas dejando ver su dulce coñito sin apenas pelo púvico. Se agachó sobre mi pecho, poniendome el coño en la cara y yo empecé a chuparselo lentamente y cada vez más rápido. Ella se sentó sobre mi pecho, apoyándose también con las manos en el suelo para no dificultarme la respiración, pero yo ni me entere. Estaba bastante ocupado.
Notaba a mis soldaditos amontonándose y preparándose para salir. Así que intenté levantarme pero Amanda me empujó al suelo de golpe en la tripa.
-Si te vas a correr lo haces en su boca, aún tenemos tiempo para más-dijo acariciándole el pelo a su amiga. Entonces me quedó claro que iba a llegar muy tarde al partido con mis amigos.
Aguanté todo lo que pude, hasta que al final sonó la señal de salida y mi semen fue a parar a la boca de Kuai que no la despegó de mi pene en ningún momento. Amanda seguía tocandose el clítoris con uno de sus dedos mientras yo le metía la lengua en su húmedo coñito hasta que, unos segundos después de mí, ella también se corrió, en mi boca.
Amanda se levantó y lo mismo hizo Kuai, mientras yo recuperaba el aliento. Me habia limpiado el pene a fondo, me pasé la mano por la boca y las miré. Ahora las dos se besaban pasándose mi semen de boca en boca con movimientos desde luego muy sensuales. Me levanté y me acerqué a ellas.
-Danos más Pablo, danos por donde quieras-dijeros las dos.
A mí tampoco se me ocurrieron muchas cosas en ese momento, así que me decidí por lo más tradicional en esos casos. Puse a Kuai a cuatro patas y se la metí por su coño asiático con suavidad. Mientras que Amanda se sentaba elante de Kuai para que está le comiera el coño. Estaba bien aquello, pero tener el culo de Kuai delante de mis narices me dio otra idea, y mientras le follaba su coño le metí el dedo en el culo para dilatarlo. Ella no puso ninguna objeción así que a los pocos segundos saqué mi pene de su vagina y la penetré durante un minuto por el culo. Veía a Amanda mirarme con cara de que ella también quería, así que decidí parar para poder aguantar lo suficiente.
Ella se abrió de piernas en el suelo, pero yo la levanté y la llevé hasta las espalderas. Ella supo lo que quería y con una elasticidad envidiable levantó la piernas izquierda y la colocó en una de las barras de la espaldera, dejando su coño a tiro. Me acerqué a ella, y le besé en los labios, el cuello, las tetas, y fui bajando por la tripa hasta la cintura y la entrepierna, donde tras pasarle la lengua acerqué mi polla y me la follé durante más de dos minutos. No sabía porque aquella chica me excitaba y me gustaba. Kuai se había colocado debajo mía y se hacía dedos mirándome la polla y tocándome los huevos, literalmente. Al poco ví que ya no aguantaba más y me iba a correr.
-Oh sí, me corro-dijo Amanda justo en ese momento. Me retiré y dejé que lo echase todo sobre la cara de Kuai. En cuanto lo hubo echado todo se pusieron de rodillas a mí, y quitandome la mano me chuparon la polla unos pocos segundos más, hasta que me corrí en la cara de las dos chicas. Se besaron, y se frotaron con mi corrida.
Terminé de echarlo todo y busqué mis pantalones.
-Ahora lo recogéis todo, por putas-les dije yo saliendo del tatami.
-¿lo repetiremos otro día Pablo?-preguntó Amanda con su dulce voz.
-Podrás chuparmela todo lo que quieras.-y eso consiguió sacarle a la muy puta una sonrisa de satisfacción. La china no dijo nada, sino que seguía relamiéndose los labios de la corrida de ambos. Eran las seis y trece, recogí mis cosas y me fui al partido al que como era de esperar, llegué tarde.