Arreglando la familia 3

...las dos mujeres quedaron tendidas una sobre otra rendidas y satisfechas. Vicki se dejó caer a un lado y aproveché para besarla para dejarle saborear los fluidos de su madre...

A partir de ese día, cada vez que me encontraba con mi madre, procuraba acercarme con disimulo. Le tocaba el culo cuando me cruzaba con ella y buscaba acariciarla cada vez que tenía ocasión. Aunque no entraba al trapo, tampoco protestaba. Incluso en ocasiones me hizo un mohín como llamándome travieso en forma cariñosa. Eso me daba pié para acercarme más. No tardé más que tres días en acercarme a ella mientras fregaba los cacharros del desayuno sabiendo que estábamos solos. La agarré por detrás con fuerza y la besé en el cuello.

—¡Nesto! ¿Se puede saber qué haces? —protestó riendo como si mi polla apretada contra su culo y mis manos agarrando sus tetas no le diesen bastantes pistas.

—¿No se nota? —contesté mientras me frotaba más contra su culo.

Ella no se movió ni hizo ademán de apartarse. Incluso me pareció que su culo se apretaba más hacia atrás contra mí.

—¿No ves que estoy fregando?

—Y yo frotando —dije arrancándole una carcajada.

—Serás pervertido…

—Un poco sí —reconocí—. ¿Te molesta?

Por toda respuesta se giró mientras se sacaba los guantes de goma. Me miró con fijeza a los ojos y me echó los brazos por el cuello antes de darme un pico. Nuestros cuerpos estaban pegados. Podía ver que sus pezones comenzaban a ganar tamaño.

—Hijo, esto no es un juego. Es algo demasiado serio. ¿Estás seguro de lo que intentas?

—Totalmente, mamá. Eres una mujer muy hermosa y me excito un motón imaginando que hacemos el amor —contesté muy serio—. Desde el otro día me tengo que masturbar cada vez que recuerdo lo que pasó.

Se quedó mirándome muy seria. Parecía intentar decidir cuál sería su siguiente paso. Se notaba la lucha que mantenía entre sus deseos y su moral. Al cabo de unos instantes que se me hicieron eternos se soltó de mi cuello y me cogió la cara con ambas manos.

—Todavía no me he duchado. Espérame en tu dormitorio —dijo con una leve sonrisa antes de separarse de mí.

La dejé marchar admirando su trasero mientras mi polla comenzaba a ganar tamaño ante la perspectiva de lo que venía a continuación. En cuanto se metió en su dormitorio salí disparado hacia el mio. Coloqué un poco la ropa de la cama y encendí solo la lámpara de la mesilla de noche. Eso creaba un ambiente acogedor. Me duché a toda prisa y cuando salí me senté en el borde de la cama esperando ansioso.

Al cabo de un cuarto de hora apareció mi madre. Llevaba solo un camisón casi transparente que cubría apenas un palmo por debajo de su sexo. Se quedó un momento en la puerta, la luz exterior hacía transparentar la prenda dejando ver su hermosa figura al trasluz. Enseguida entró y cerró la puerta a su espalda.

Se acercó a mí y me tomó de las manos. Me levanté y quedamos pegados uno al otro. Me abrazó por el cuello y yo me agarré a su cintura como un náufrago a una tabla. Nos besamos en silencio. Nuestras lenguas jugaron unos minutos dentro de nuestras bocas.

Cuando se separó de mí me miró de nuevo a los ojos.

—¿Estás seguro, Nesto? Esto no tiene vuelta atrás. No se puede deshacer.

—Nunca estuve tan seguro de nada, mamá.

—No me llames mamá. En este momento soy Mamen. ¿De acuerdo?

—Claro que sí, Mamen —contesté con voz ronca. Ella sonrió al oír su nombre de mis labios.

Me empujó con suavidad contra la cama. Yo llevaba una toalla alrededor de la cintura. Me tumbé boca arriba en la cama y ella se tumbó a mi lado. No hablamos más. Se incorporó un poco y su mano derecha comenzó a acariciar mi pecho mientras buscaba mi boca de nuevo. Mi mano correspondió en su cintura bajando poco a poco hasta llegar a su culo. Seguí un poco hasta pasar la mano bajo el camisón y volví a acariciar sus nalgas. La piel era suave como un melocotón. La deslicé hasta llegar a su sexo. Los labios estaban cerrados, pero una ligera humedad me indicó que la excitación comenzaba a hacer mella en ella.

Mientras tanto Mamen besaba cada rincón donde antes había acariciado con su suave mano. Sus caricias fueron bajando por mi pecho y mi vientre hasta llegar al pubis. Se inclinó un poco, soltó la toalla y dejó un beso sobre la punta de mi polla. Vi con claridad lo que pretendía, así que tiré de su cintura para que pasase su pierna sobre mi cabeza. Se dejó guiar y ella misma dejó su coño al alcance de mi boca.

Mientras acariciaba su culo firme como una fruta acaricié su raja con la punta de la lengua. Su cuerpo se arqueó levantado la cabeza mientras dejaba escapar un gemido de placer. Enseguida bajó la cabeza y comenzó a tragar mi verga. El calor de su boca me envolvió del todo. Ahora fui yo quién gimió de gusto.

Ya entregados nos dedicamos con frenesí a darnos placer mutuamente. Agarré sus nalgas como si fuesen mi tabla de salvación mientras jugaba con su clítoris y la penetraba con la lengua recorriendo cada rincón de su vagina. Las separé un poco para acariciar su perineo hasta llegar al ojete. Ella se estremeció intentando cerrar las nalgas instintivamente, pero se entregó totalmente a la caricia al sentir que no corría peligro. Podía sentir sus pezones clavándose en mis piernas. Estaba entregada sin límites a mis caricias como yo lo estaba a las suyas.

De repente los movimientos de su cabeza se hicieron más rápidos.

—Me voy a correr, Nesto. No pares, por dios.

—Yo también, Mamen. Te quiero.

La follé con dos dedos mientras seguía castigando su clítoris buscando su orgasmo. Yo estaba a punto de explotar y no quería hacerlo antes que ella. Por suerte mi maniobra hizo efecto y enseguida su cuerpo se estremeció indicando que había llegado al clímax. Intenté tragarme sus fluidos mientras dejaba que mi polla soltase al fin su carga. Seguí chupando su vagina mientras mi polla se vaciaba en su boca. Ella no se separó ni un instante y siguió chupando hasta que mi polla perdió parte de su firmeza.

Después del tremendo orgasmo se giró como una gata sobre la cama. Tendió su cuerpo caliente sobre el mio y nos besamos intercambiando nuestros fluidos. Sus pezones acuchillaban mi pecho mientras la tenía rodeada por la cintura con mis brazos. Ella abrió un poco las piernas dejando que sus rodillas se apoyasen en la cama a ambos lados de mis caderas.

Seguimos besándonos en silencio unos minutos mientras ella cimbreaba su cuerpo para frotar su sexo el mio. Al cabo de un rato debió sentir que mi polla estaba de nuevo dura como el acero. Se echó un poco más hacia arriba hasta que mi polla quedó a la entrada de su coño. Entonces, con cuidado, comenzó a bajar intentado abrazarla con su sexo. La punta no tardó en entrar. Se quedó quieta un segundo sintiendo la dureza del glande en la entrada de su coño. Mamen soltó un ronroneo de placer y enseguida comenzó a bajar dejando que el resto del tronco entrase hasta el fondo de su ser. Lo hizo despacio, disfrutando del roce de nuestros sexos mientras soltaba un suspiro de placer al sentir de nuevo una polla firme dentro de si.

Al llegar al final se detuvo de nuevo. Me miró a los ojos y sonrió antes de besarme con un pico.

—La tienes enorme —dijo satisfecha al fin.

—Está así por ti —contesté levantando un poco la pelvis y provocando que abriese la boca por la sorpresa.

—Pues me encanta. Me encanta tu polla —se inclinó un poco hacia delante dejando sus generosos pechos al alcance de mi boca—. Cómeme las tetas, por favor.

—Tus deseos son órdenes —dije antes de abalanzarme hacia ellas. Las agarré apretando un poco mientras me metía un pezón en la boca.

Jugué con mi lengua alrededor de la areola antes de morderlo con suavidad y tirar del pezón. Mamen suspiró agradecida mientras comenzaba a cabalgarme despacio. Su boca estaba abierta y sus ojos cerrados. Tenía una expresión de total entrega al placer en la cara. Era la visión más sensual que podía imaginar.

Siguió cabalgándome entre gemidos cada vez más fuertes. Hacía tiempo que no disfrutaba de una buena polla y no estaba dispuesta a dejar pasar la ocasión de aprovecharla al máximo. Su cintura describía círculos sobre mis caderas buscando el máximo contacto entre nuestros sexos.

Al cabo de unos minutos su cuerpo comenzó a convulsionarse de nuevo. Estaba a punto de un nuevo orgasmo.

—Me corro, Nesto. Me corrooooo —su cuerpo se puso rígido clavándose hasta el fondo mientras sus uñas se clavaban en mi pecho. Mis manos agarraron sus pechos tirando de los pezones. Yo todavía podía aguantar un poco más este segundo asalto.

—Córrete, Mamen. Córrete para mí —la animé.

Se descargó en un largo alarido de placer. Su cara era una visión de lo más sensual. Unas gotas de sudor corrían entre sus pechos. Se inclinó para besarme con fuerza en su último espasmo de placer y cuando se separó lamí esas gotas. El sabor salado de su sudor me pareció una delicia.

Se dejó caer desmayada a mi lado. Su respiración era agitada y una sonrisa adornaba su rostro.

—Lo siento, cielo. Pero no aguantaba más. Hacía siglos que no lograba dos orgasmos seguidos.

—¿Te apetece el tercero? —le pregunté sonriendo tras un beso.

—Desde luego no puedo dejarte así. Pero si no logro el tercero no pasa nada —dijo sonriendo comprensiva—. ¿Quieres que me ponga a cuatro patas?

—Si te gusta así, por mí encantado. Así puedo acariciar ese precioso culo.

—Me gusta mucho, cariño —confesó girándose a mi lado.

Sin dudar ni un instante me coloqué tras ella. Mamen dejó caer su cabeza sobre la almohada dejando su culo totalmente en pompa con su sexo y su ano totalmente expuestos ante mí. Besé los labios entreabiertos de su coño y seguí la caricia por su perineo hasta la entrada de su culo. Mamen hizo un gesto de sorpresa pero se relajó al instante. Su cara miraba hacia un lado y vi que sonreía ante las caricias de mi lengua.

Me incorporé y acerqué mi polla a la entrada de su vagina. Empujé y entró de un solo movimiento, lento y suave hasta el fondo. Ella lo agradeció con un gemido. Su sexo estaba hipersensible y cada movimiento multiplicaba su placer.

Agarré sus caderas y empujé hasta el fondo. Un nuevo gemido agradeció mi movimiento. Comencé a moverme adelante y atrás follando su coño con devoción. Sus manos se agarrotaron agarrando la almohada a los lados de su cabeza. Su boca abierta no dejaba de gemir. Si aguantaba lo suficiente lograría que tuviese un nuevo orgasmo, así que procuré distraer mi mente para no correrme enseguida. Su cuerpo de violín con el culo en pompa era una visión demasiado sensual para aguantarme, así que me costó horrores lograrlo.

Por fin al cabo de un rato no muy largo me anunció que un nuevo orgasmo llamaba a la puerta.

—Un poco más, cielo. Solo un poco más, que estoy a punto de correrme de nuevo.

—Yo también, Mamen, córrete cariño. Córrete que no aguanto más.

Por suerte logré mi objetivo y en cuanto sentí que un nuevo orgasmo la inundaba me dejé ir. Empujando hasta el fondo me descargué en ella quedando exhausto. Cuando mi polla soltó el último chorro de semen me incliné hacia delante y acaricié su espalda sin sacarla todavía. Quería prolongar el placer de estar dentro de ella lo más posible. Mamen sonreía satisfecha agradeciendo las caricias.

Cuando mi polla perdió firmeza salí de ella tumbándome a su lado. Ella se quedó en cuatro a mi lado mientras mi leche corría por sus piernas. Arrimé la cabeza a ella y nos besamos.

—Gracias, cariño. Ha sido increíble. Hace tiempo que lo necesitaba.

—Gracias a ti, Mamen. Esto ha sido más que un sueño.

Se abrazó a míy me besó de nuevo, sonriente.

—Muchas gracias, cielo. No te imaginas lo feliz que me has hecho. De verdad que lo necesitaba mucho. Pero comprende que esto debe ser un secreto. Si se descubriese, además del divorcio, deberíamos irnos de aquí. Nos criticaría todo el mundo sin disimulos.

—Contigo me iría al fin del mundo —aseguré convencido—. Pero no te preocupes. Seré una tumba.

—Gracias cariño. Y ahora vamos. Que hay cosas que hacer —dijo incorporándose feliz—. Y a partir de este momento vuelvo a ser mamá —añadió guiñando un ojo.

—Claro que sí, Mamen —añadí en broma tras una pequeña pausa logrando una nueva sonrisa.

Hacía tiempo que no la veía así de feliz y me sentía orgulloso de ser el causante de esa felicidad. En ese momento creí que incorporar a Vicki a nuestra aventura sería la guinda del pastel.

Ese mismo día por la tarde quedé con Vicki en un parque no muy lejos de casa. Quería hablar con ella sin miedo a que nos pudiesen sorprender nuestros padres. Llegó acompañada de dos amigas que cuando me vieron comenzaron a cuchichear entre risas contenidas. Creí que la conversación tendría que esperar, pero por suerte no fue así. En cuanto llegaron Vicki hizo las presentaciones y ellas se marcharon dejándonos solos.

—Menos mal —dije en cuanto se alejaron un poco—. Creí que se iban a quedar.

—No creas. En cuanto te vieron de lejos les entraron las ganas de quedarse. Creyeron que eras mi novio —se rio ella.

—¿Y aún así estaban dispuestas a quedarse? El concepto de intimidad no lo tienen muy claro. ¿No?

—No. Si cuando quisieron quedarse fue en cuanto les dije que eras mi hermano. Por eso te las tuve que presentar. He quedado con ellas después en una cafetería. ¿Cuál de ellas te gusta más? Te advierto que podrías follarte a las dos.

—Me gustas más tú —le sonreí—. No voy a perder el tiempo con ellas.

—Uy. Tú sí que sabes cómo convencer a una mujer —sonrió mientras me abrazaba—. ¿Y de qué querías hablar?

La puse al tanto de lo que había sucedido con mamá. Abrió los ojos como platos y me pidió que le contase todos los detalles, sin omitir nada. Mientras le contaba nuestro encuentro me acosaba a preguntas con el más mínimo detalle. Según mi relato avanzaba pude ver que sus pezones se marcaban más y más. En un momento dado se incorporó un momento del banco en el que estábamos sentados y levantó su minifalda para dejar su culo directamente sobre el asiento.

—¿Y eso? —pregunté extrañado.

—Me estoy calentando de una forma que acabaré dejando la marca de humedad en la falda —confesó riendo.

Cuando acabé el relato me miró fijamente. En sus ojos brillaba el deseo. La verdad es que yo también estaba muy burro rememorando cada momento con Mamen.

—Porque estamos en un parque. Si estuviésemos en casa te follaba ya. Joder, que calentón —confesó—. ¿Y ahora qué haremos? O qué harás…

—Creo que lo mejor ahora es seguir así un tiempo. Un mes más o menos. Para que mamá no sospeche. Después nos pondremos de acuerdo para que “nos pilles” en medio de un polvo.

—No sé si podré aguantar tanto —dijo convencida.

—Vamos. Si mientras seguirás tirándote a papá. No nos arriesguemos. Además siempre podremos montárnoslo por nuestra cuenta.

—Vale. Estoy deseando que llegue el momento —afirmó ilusionada.

—Yo también. Hay un regalo que me muero por disfrutar…

—Pues de momento solo puedes verlo —dijo mientras se levantaba del banco alzando su falda para mostrarme su turgente culazo.

Pude ver que tal como decía, su tanga estaba encharcado y en el banco quedaba la prueba. Miró a todos lados. No había nadie a la vista. Levantó un poco la falda dándome la espalda y me mostró de nuevo su culo en pompa cuando se inclinó un poco para sacarse la húmeda prenda. Después se giró y me la dio.

—Para que te hagas una idea —dijo guiñando un ojo mientras sonreía.

—¿Y te vas a ir sin bragas? —pregunté asombrado.

—Yo siempre voy prevenida. Nunca se sabe —contestó abriendo el bolso y sacando un tanga. Miró de nuevo a los lados y tras pasarse un pañuelo de papel por la vagina se lo puso—. ¿Quieres el pañuelo también?

—Estoy servido, gracias —contesté llevando el tanga húmedo a la nariz. Su olor era embriagador.

Seguimos el mismo ritmo durante casi un mes. Vicki se tiraba a papá y yo a mamá. La relación en casa entre ellos parecía haber mejorado algo. Papá parecía sospechar que mamá había cumplido su amenaza pero no se atrevía a preguntar. Vicki y yo nos veíamos cuando no había peligro y mi relación con mamá siguió su curso. A veces me pedía que la acompañase a hacer alguna compra y un par de veces acabamos en un motel. Cuando eso sucedía procuraba ponerme en contacto con Vicki para comprobar que no había peligro de encontrarnos.

Los encuentros eran fantásticos. Mamen había perdido todo pudor en cuanto a nuestra relación y disfrutaba del sexo como nunca lo había hecho según ella misma me confesó. No teníamos límites en nuestros apetitos. En casa era algo más complicado. Me confesó que más de una vez estuvo tentada a venir a mi dormitorio durante la noche. Pero el miedo a que mi padre se despertase la frenó. La convencí de que era mejor no correr riesgos. Más que nada porque temía que encontrase a Vicki en mi cama, aunque por supuesto eso no se lo dije.

Faltaban un par de días para cumplir el mes de la conversación con Vicki en el parque cuando se presentó la ocasión. Papá había tenido que irse a la otra punta del país por trabajo y no volvería en una semana. Vicki y yo nos organizamos. Ella diría que se iba de fiesta con sus amigas y la casa quedaría para mamá y para mí. Vicki nos dejaría un margen de media hora y después me enviaría un mensaje por whatsapp. Si no le contestaba antes de cinco minutos era que estábamos ya en faena. Entonces ella volvería a casa y nos pillaría follando.

Mamen parecía un tanto nerviosa mientras Vicki se acicalaba para salir. Estaba sentada en el salón y su pierna no dejaba de moverse, inquieta. Yo me acerqué por detrás y puse mis manos en su cuello. Ella dio un respingo cuando las sintió.

—Tranquila —dije en voz baja—. Solo voy a darte un masaje. Te noto tensa.

—Joder. Es que tengo unas ganas tremendas de que se marche. Llevamos casi una semana sin poder follar y estoy que me subo por las paredes —confesó Mamen.

—Solo es un momento. Después tendremos la casa para nosotros hasta las tantas que vuelva. Y vendrá tan cansada que se meterá en cama y no se enterará de nada. Podemos dormir juntos.

—Eso me encantaría —confesó sonriendo mientras cerraba los ojos y se abandonaba a mi masaje.

Un momento después Vicki salía de su dormitorio. Estaba espectacular. Aunque no lo dijo, yo sabía que se había vestido así para mí. Para cuando regresase estar lo más bella posible.

—Yo me voy. No sé a qué hora volveré. ¿Tú no sales, Nesto? —preguntó mirándome.

—Dentro de un rato llegarán los colegas —dije mirando el reloj distraído—. Pásalo bien tú también.

—Que te diviertas, cariño —dijo Mamen levantándose para besarla—. Hoy más de uno se va a tirar la copa por encima cuando te vea —dijo con picardía.

—Así tampoco se emborracharán —bromeó Vicki. Lanzándonos un beso se dio la vuelta y se marchó.

Mamen esperó un momento en el sofá. Muy rígida. En cuanto escuchó que se cerraba la puerta del ascensor se levantó como un rayo y se tiró a mi cuello.

—Joder. Por fin se marchó. Acompáñame, que tengo una sorpresa para ti —dijo tirando de mi mano hacia el dormitorio.

La sorpresa la tendrás tú dentro de un rato, pensé yo.

En cuanto llegamos al dormitorio me tumbó sobre la cama. Encendió tan solo las lamparas de las mesillas para crear un ambiente cálido. Yo llevaba un pantalón vaquero recortado y una camiseta. Me dejé hacer, muerto de curiosidad. Mamen se giró y entró en el baño. Desde allí me tiró un beso sonriendo.

—Espera un segundo —pidió enigmática.

Cuando salió llevaba puesto una especie de uniforme de colegiala y el pelo recogido en dos coletas a los lados de la cabeza. Unas medias cubrían sus piernas hasta el muslo. Un palmo más arriba comenzaba una falda de color azul que a duras penas tapaba su sexo. Una camisa un par de tallas más pequeña de la suya aprisionaba sus generosos pechos mostrando un precioso escote. Los pezones se marcaban en la tela a punto de agujerearla. Se notaba su excitación ante la perspectiva de tener la casa para nosotros solos y la noche de pasión que venía por delante. Se acercó a la cama contoneándose hasta llegar a mi lado.

—¿Te gusta? —preguntó ronroneando. Mi polla no mentía. Estaba extasiado ante el espectáculo que tenía ante mí.

—Y tanto que sí —dije disimulando una ligera decepción. No dejaba de ser un simple uniforme de colegiala.

—Y no lo has visto todo —continuó sugerente levantando el borde de la falda lo suficiente para mostrarme que no llevaba ropa interior.

—Cada momento que pasa me gusta más —le sonreí.

—¿Y por detrás? —preguntó insinuante. Cuando se giró y levantó el borde de la faldita mostró un plug anal rematado en una graciosa cola de conejo.

En ese momento mi polla pegó un bote al tiempo que mis ojos se abrían como platos.

—Joooooodeeeeer —exclamé asombrado—. Ahora sí que me has dejado sin palabras.

Soltando una carcajada se acercó a mí contenta por haberme sorprendido.

Alargué una mano y tomé la suya. Me puse de rodillas sobre la cama y la besé con suavidad. Ella correspondió metiendo su lengua hasta mi campanilla al tiempo que se apretaba contra mí como si intentase que nuestros cuerpos se fundiesen.

—¿Entonces te gusta, mi amor? —preguntó de nuevo sonriendo sensualmente.

—Me encanta. Aquí tienes la prueba —admití señalando mi paquete.

Ella llevó su mano a mi entrepierna y acarició la polla sobre la tela. Estaba de rodillas como yo pegada a mí. Se incorporó y tiró de mí.

—Ven. Siéntate en el borde de la cama —pidió. Yo hice lo que me pedía.

—No sabía yo de esa faceta tuya. No sabía que te gustaba el anal.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí. Y hoy te enseñaré unas cuantas dijo separándose.

Mamen se arrodilló en la mullida alfombra. Sin dejar de mirarme fue soltando los botones de la camisa empezando por abajo hasta dejar solo uno. Sus tetas peleaban por romper la tela, aprisionadas por un solo botón. Dejó ese botón y echó sus manos hacia mi pantalón. Con habilidad soltó el botón y bajó la cremallera. Cuando tiró hacia abajo, levanté un poco el culo para ayudarle. Mi polla, ya tiesa como una barra de acero, saltó liberada al fin de su prisión. Mi madre sonrió golosa al verla. Se inclinó hacia delante y se la metió en la boca despacio pero sin pausa hasta tragarla entera. La mantuvo así unos segundos, apretándola ligeramente con la lengua contra su paladar. La sensación era fantástica. Después la sacó de la boca y se incorporó un poco. Yo le dejaba hacer, intrigado.

Agarró mi polla con una mano y acercándose a mí la guió bajo sus tetas. Cuando pude sentir el contacto con su pecho sentí como comenzaba a bajar sin soltarla. Mi polla asomó al poco por la parte de arriba, aprisionada entre sus generosas tetas. Mamen me miró satisfecha.

—¿Te gusta, cielo?

—Ufff. Esto es una maravilla.

—Pues hoy puedes follarme las tetas. ¿Te apetece?

—Por supuesto —admití excitado al máximo.

Ella comenzó a moverse despacio. Apretaba sus tetas contra mi polla para evitar que el botón saliese disparado ante la presión a que estaba sometido. Cuando la polla sobresalía por arriba del todo, inclinaba la cabeza y pasaba la lengua por el glande. Unos minutos después soltó el botón liberando su presa y se metió la polla en la boca.

—Agárrame por las coletas —pidió juguetona. No me hice de rogar.

Mientras ella movía su cabeza arriba y abajo yo acompañaba su movimiento con mis manos en su pelo.

—Más fuerte —pidió.

Si eso era lo que deseaba, eso le daría. Dejé de limitarme a acompañar sus movimientos y comencé a ser yo quien marcaba el ritmo, tirando de su pelo como si fuese una muñeca. Literalmente me estaba follando la boca de mi madre. Por momentos se atragantaba pero no parecía molestarle lo más mínimo. Vi que llevaba una mano hacia su sexo y comenzaba a masturbarse mientras comía con deleite mi polla. Estaba claro que le gustaba el sexo duro y sentirse como una puta usada por su hombre.

Cuando creí que iba a correrme tiré de ella hacia arriba. No quería correrme todavía. Sabía que me esperaba mucho trajín y temía no estar a la altura.

Sorprendida, obedeció sin chistar. La senté a ella en el borde de la cama y ocupé su lugar. Dio un respingo al sentir el plug pero se limitó a sonreír y acomodar el culo para estar más cómoda.

—Yo no tengo coletas. Pero puedes cogerme del pelo —le sonreí. Ella agradeció el gesto con una sonrisa mientras abría las piernas levantándolas todo lo posible para mostrarme su depilado sexo brillante de fluidos. Por debajo asomaba la cola de conejo.

Me amorré a su sexo y lamí la raja desde abajo hacia arriba. Un largo gemido por su parte agradeció la caricia. Sentí que una mano agarraba mi cabeza para que no me separase de allí mientras la otra aguantaba una pierna en alto.

Jugué con sus labios, mordiendo, acariciando, hurgando cada rincón. Quería que se corriese ya. Quería que esa noche tuviese todos los orgasmos que le habían faltado los meses anteriores. La follé con un dedo y luego con dos. Sus gemidos eran cada vez más fuertes hasta que explotó en un gran orgasmo mientras apretaba mi cabeza contra su sexo.

—Cada día lo haces mejor —me sonrió desmayada dejándose caer hacia atrás—. Ven.

Me tumbé a su lado jugando con el pecho que tenía más cerca. Dibujaba círculos alrededor del pezón acariciando la areola. Podía ver como el pezón ganaba en tamaño y la piel alrededor de la areola se erizaba como si tuviese frío. Mamen en silencio cerraba los ojos y disfrutaba de las caricias mordiéndose el labio inferior.

—¿Te ha gustado? —pregunté besando el pezón.

—Me ha encantado. Eres un genio con la lengua —contestó suspirando.

Alargó una mano y agarró mi miembro todavía duro como una piedra.

—Me toca —dijo llevando la cabeza a mi polla y engulléndola golosa.

Se tragó todo mi aparato hasta el fondo y la fue sacando despacio. Cuando la tuvo toda fuera de la boca, acarició el glande con la punta de la lengua recorriendo cada centímetro mientras me miraba directamente a los ojos. Yo estaba en la gloria. Esperaba que Vicki se retrasase todavía un poco más. Quería disfrutar de la mamada hasta el final. Por suerte pareció sentir mis deseos a distancia y esperó. Unos minutos más tarde me descargaba con un grito en la boca de Mamen. Ella sonrió satisfecha al lograr sacarme hasta la última gota. Cuando ya mi polla había terminado, siguió chupando hasta dejarla impoluta y lograr que recuperase parte de su firmeza. Cuando dio por terminada su faena se acercó a mi boca reptando por mi cuerpo.

Sus pezones rozaban mi pecho y yo estaba en la gloria.

—¿Qué tal? —preguntó juguetona.

—Decididamente mi padre es imbécil por no hacerlo contigo cada noche. Eres una diosa hecha carne.

—Zalamero. Olvida a tu padre. Hoy estamos solos tú y yo. Y tenemos toda la noche por delante.

—Me encanta el plan —dije antes de besarla de nuevo con pasión. Ella se abrazó a mí para devolverme el beso como si temiese perderme.

Tras descansar un rato mientras hablábamos, se echó sobre mí buscando mi polla con su coño. Una vez que lo tuvo en la entrada, se deslizó por mi cuerpo poco a poco disfrutando de la sensación. Mi polla ardía de deseo y placer ante el calor y la humedad que sentía. Cuando estuvo totalmente empalada cerró los ojos y soltó un prolongado gemido al sentirse empalada por ambos lados. Yo podía sentir el plug presionando la parte baja de mi miembro. Era una sensación que nunca había sentido.

—Que maravilla de polla tienes, Nesto. Y que ganas tenía de tener los dos agujeros llenos —dijo con los ojos cerrados. Yo agarré sus pechos y retorcí sus pezones arrancando un nuevo suspiro. Mamen tenía los pezonessumamente sensibles y cualquier caricia parecía llevarla al cielo.

—¿Nunca lo habías hecho? —me parecía raro que mi padre nunca hubiese aprovechado que Mamen era tan ardiente para usar juguetes en sus sesiones de sexo. Desde luego yo ya estaba planeando alguna cosa en ese sentido.

Despacio comenzó a cabalgarme mientras apoyaba sus manos en mi pecho y echaba la cabeza hacia atrás y yo jugaba con sus pechos. Poco a poco fue ganando velocidad mientras sus gemidos ganaban en intensidad.

Por el rabillo del ojo pude ver que la puerta se abría suavemente y la cara de Vicki asomaba sonriente. Se quedó quieta un momento mirando con los ojos como platos el plug de Mamen. Nuestras miradas se encontraron y me guiñó un ojo. Mamen no se había enterado de nada, entregada como estaba a la cabalgada. Yo me concentré en ella y en sus tetas mordiendo sus pezones para que su cara no se pudiese girar a la puerta mientras Vicki entraba.

Vicki abrió la puerta del todo y se quedó en el hueco sin hacer ruido. Intentó, y casi logró, componer un gesto de sorpresa.

—¿Pero esto qué es? —gritó mientras encendía la luz.

Mamen pegó un grito fruto de la sorpresa mientras se separaba de mí. Su cara estaba roja como una amapola fruto del calor del polvo y de la vergüenza. Intentó taparse con los brazos mientras balbucía excusas incongruentes.

—Mamá, no me digas que esto no es lo que parece. Que no cuela.

Yo decidí disimular un poco para no descubrir nuestro juego y salté de la cama por el mismo lado que Mamen mientras tapaba mi rabo con las manos.

—Vicki, por favor. No hagamos un drama de esto —dije poniendo voz de intentar apaciguar las cosas—. Podemos hablar como adultos.

—No voy a hacer ningún drama. Y ya que así lo queréis, hablemos como adultos —contestó cruzando los brazos bajo su pechos. Parecía una diosa con los pechos tan altos a punto de salir disparados de la blusa.

Mamen dio la vuelta a la cama y se sentó sin recordar el plug. Dio un grito al sentir la presión en su culo y se levantó de nuevo de un salto.

—¿Qué pasa? —preguntó Vicki aunque sabía de sobras lo que había sucedido.

Mamen enrojeció hasta la raíz del cabello y echó una mano hacia atrás. No pudo evitar morderse el labio inferior al tirar del plug y sentirlo como salía. Lo dejó caer sobre la cama y se sentó de nuevo.

—Vicki. Lo siento —dijo bajando la cabeza con los ojos arrasados en lágrimas—. Te he decepcionado y no tengo perdón. Yo no sé cómo he llegado a esto. Perdóname hija.

—La culpa no es solo suya, Vicki. Los dos lo sabemos. Y yo tengo tanta culpa como ella —dije para defenderla aunque todo estaba ya pactado con Vicki.

—Lo sé, Nesto. Lo sé —dijo sentándose al lado de Mamen y tomándole una mano en un gesto lleno de cariño—. Los dos sabemos lo que sucede con papá. Y entiendo que hayas buscado satisfacción en otro hombre.

Mamen la miró sorprendida. Creyó que le caería una bronca de campeonato y recibía comprensión. Miró a los ojos a su hija y un tímida sonrisa asomó a sus ojos que se abrieron como platos el sentir una caricia de la mano de Vicki en un pecho.

—Eso sí. Me pudisteis avisar y no salía a perder el tiempo con mis amigas —sonrió mirando a Mamen que la miraba sorprendida.

—Pero Vicki. Soy tu madre —alegó sorprendida.

—¡Anda coño! ¿Y Nesto es el butanero?—bromeó Vicki.

—Yo encantado —intervine alegre—. ¿Con dos monumentos así quién podría decir qué no?

—¡Nesto! —protestó Mamen alarmada.

—Vamos mamá —dijo Vicki acercando su boca a la de Mamen—. ¿O es que nunca has probado con una mujer? Te advierto que puede ser maravilloso.

Mamen se dejó besar sin atreverse a moverse. Cerró los ojos como si así pudiese esconderse pero Vicki la rodeó con sus brazos y poco después correspondió al abrazo. Madre e hija se fundieron un un abrazo mientras se besaban con pasión. Mi polla había perdido firmeza pero ante ese espectáculo revivió de golpe. Me acerqué a ellas y me uní al abrazo. Las dos se giraron y me besaron en ambas mejillas.

—Hijos —dijo Mamen con los ojos llorosos—. Esto es la mayor sorpresa que podía imaginar. Sabía que mis hijos eran maravillosos. Pero no podía imaginar que lo eran tanto.

Vicki se enfrentó a Mamen para comerle la boca. Mientras tanto yo me coloqué a su espalda y comencé a soltar su blusa. Ella me ayudó separando su cuerpo un poco de Mamen para dejar espacio a mis manos. Su blusa no tardó en caer al suelo. Entonces solté el cierre de su sujetador y lo dejé caer también mientras cogía sus pechos con ambas manos y comenzaba a amasarlos disfrutando de la suavidad de su piel. Después fui bajando mis manos por su vientre y al llegar a la falda bajé la cremallera dejando que cayese en la alfombra.

A continuación bajé su tanga mientras me agachaba tras ella y besaba sus nalgas. Pasé una mano por su sexo que ya estaba húmedo. Me puse en pie y me abracé a ambas dejando mi polla entre las nalgas de Vicki.

Mi hermana se giró y me empujó sobre la cama. Yo me dejé hacer y Mamen se arrodilló sobre la cama. Vicki cogió el plug y se lo llevó a la altura de los ojos.

—Mamá. ¿Me lo prestas?

—Claro cariño. Deja que te lo pongo yo —dijo tomándolo en su mano.

Se llevó el plug a la boca y lo humedeció con su saliva. Después puso a Vicki en cuatro en mi dirección. Vicki caminó un paso para tener mi polla al alcance de su boca y esperó. Mamen, con mucho cuidado y cariño empujó el plug contra el esfínter de su hija. Vicki abrió los ojos sorprendida.

—Con cuidado, mamá. Ahí todavía no entró nada por ahí —dijo contrayendo el culo.

—Relájate cielo. Lo haré despacio —dijo Mamen antes de pasar la lengua por el culo de su hija y detenerse un momento en el ano.

Después, despacio pero con firmeza, fue empujando el plug hasta que la parte más ancha abrió la entrada. Ahora solo restaba empujar un poco y estaría colocado. Vicki soltó un gemido mezcla de placer y dolor y cerró los ojos dispuesta a soportar como fuese el castigo en su esfínter. Enseguida en plug estuvo en su sitio. Un suspiro de alivio indicó que el dolor había pasado y ahora lo que sentía era una sensación de placer nunca experimentada. Mirándome a los ojos me guiñó uno satisfecha de cómo había salido nuestro plan. Le correspondí de la misma manera y entonces se tragó mi polla de golpe hasta el fondo arrancándome un gemido ronco e intenso.

Mamen se colocó entre las piernas de Vicki y llevó su boca al sexo de su hija. La maestría de Mamen se puso de manifiesto enseguida. Los ojos de Vicki se abrieron de nuevo al máximo por la sorpresa y no pudo evitar sacarse la polla de la boca para soltar un alarido de placer.

—Joder mamá. Nunca me lo habían comido así. Eres la mejor —exclamó sorprendida.

—Gracias Vicki —dijo agradecida Mamen parando un segundo—. Pero llámame Mamen, cielo.

—Claro. Pero no pares Mamen, por dios. Que gustoooooo.

Yo podía ver que mientras tanto Mamen se llevaba una mano a su propio coño y se masturbaba con frenesí, alegre de disfrutar del sexo con sus propios hijos, las personas que más amaba.

Víctima de las atenciones de Vicki y de lo excitante del momento no tardé en estar a punto de correrme, así que las avisé.

—Me voy a correr. Estoy a punto.

Mamen dejó su lugar y se colocó al lado de Vicki. Compartieron los últimos lametones a mi verga hasta que esta soltó el primer chorro que ellas recibieron en sus caras sonrientes. Se volvieron a turnar para chuparla mientras seguía soltando chorros. Cuando la última gota salió de mi polla, se besaron mientras se limpiaban la una a la otra los restos de sus rostros.

Los tres caímos rendidos en la cama recuperando el aliento con Mamen en el medio mientras nosotros la abrazábamos y la cubríamos de besos arrancando sus risas. Ella nos abrazó a ambos y nos devolvía los besos agradecida.

—Sois los mejores hijos que podía desear una mujer. Os quiero mucho.

—Nosotros también a ti, Mamen —contesté en nombre de los dos.

—Nesto. Nos debes un orgasmo a cada una —me amenazó Vicki llevando su mano a mi polla—. Así que ya te puedes ir poniendo las pilas.

—A sus órdenes. Será un placer —bromeé—. ¿Quién quiere ser la primera?

—Creo que dejaré ese honor a Mamen, por haberla interrumpido antes —dijo Vicki.

Mamen se estiró en la cama esperándome. Me subí sobre ella y la besé con suavidad. Después comencé a bajar por su cuello, su pecho y su vientre dejando un beso en cada sitio donde antes había hecho una caricia. Llegué a su vulva y vi que estaba húmeda por el castigo que antes se había prodigado ella misma. Su aroma me embriagó y paseé la lengua a todo lo largo de los labios arrancándole un suspiro. Mientras tanto Vicki se había colocado a su lado y le sobaba las tetas al tiempo que se besaban. Yo me apliqué a comer el coño de mi madre besando, mordiendo, hurgando cada rincón de aquel sabroso coño. Las manos de Mamen apretaban mi cabeza contra su coño para que no me detuviese.

Mamen tiró de la cadera de Vicki y le indicó que se colocase sobre su cabeza. Vicki no se hizo de rogar y situó sus piernas a los lados de la cabeza de Mamen. Esta volvió a repetir las caricias al dulce coñito de su hija que se retorcía de placer mientras se agarraba los pechos y tiraba de sus pezones extasiada de placer.

Mi madre arqueó la espalda indicándome que estaba a punto de estallar en un orgasmo. Introduje un dedo en su culo que se cerró de inmediato sobre el como si tirase hacia dentro del intruso. Tal vez eso provocó que su boca se aplicase con fruición en el coño de Vicki que anunció a gritos que estaba a punto de correrse también. Sin dejar de chupar el duro clítoris de Mamen introduje también un par de dedos y la follé duramente para lograr que estallase al fin en un prolongado orgasmo. Un par de segundos después era tambiénVicki quien soltaba un alarido al lograr su propio orgasmo mientras tiraba de sus pezones como si pretendiese arrancárselos.

Las dos mujeres quedaron tendidas una sobre otra rendidas y satisfechas. Vicki se dejó caer a un lado y aproveché para besarla para dejarle saborear los fluidos de su madre.

Mi polla ya estaba lista para un nuevo asalto. Estaba deseando follarme el culo de Vicki. Pero debía dejar que se recuperasen y a decir verdad el de Mamen también despertaba mi deseo. Solo de pensarlo mi polla despertaba lista para el servicio.

Nos juntamos de nuevo abrazados y charlamos un momento mientras las mujeres recobraban el aliento. Yo jugaba con sus pezones alternativamente mientras notaba que una mano, no sabría decir a quién pertenecía, acariciaba mi pecho y otra mi polla como investigando si estaba ya repuesta.

—¿Qué tal el culo, Vicki? —preguntó Mamen.

—En la gloria. Nunca creí que diese tanto gusto —respondió la hija.

—¿Crees que podrás con una polla? —preguntó juguetona Mamen.

Vicki miró hacia mi rabo y pareció dudar.

—Uff. Es muy grande. Ya me costó este chisme…. Creo que me rompería —reconoció Vicki un tanto asustada.

—Entonces lo iremos acostumbrado. ¿Te parece? Mientras tanto quiero darle una sorpresa a Nesto.

—Me encantan las sorpresas —dije animado ante la perspectiva de follarle el culo a mi madre.

—Entonces ven —dijo ella colocándose en cuatro ofreciéndome el culo abierto.

Sin dudar me coloqué tras ella. Vicki se acercó a mí.

—Espera. Eso necesitará un poco de lubricación —dijo.

Sin más preámbulo se metió mi polla en la boca llenándola de saliva. Satisfecha, se la sacó de la boca y acercó la cabeza al culo de Mamen. Ésta no la esperaba y dio un respingo al sentir la lengua de su hija en el culo. Vicki lo lamió con deleite dejando una buena cantidad de saliva en la entrada.

Ya listo, apunté la cabeza de la polla en la entrada de su ano y empujé con firmeza pero despacio. Estaba claro que no sería la polla de mi padre, pero seguramente el plug había entrado más de una vez allí. Con relativa facilidad entró el glande. Mamen soltó un gemido de dolor pero no se retiró. Me detuve un momento y dejé que fuese ella quién marcase el ritmo. Un par de segundos después fue ella misma quien empujó sus caderas hacia atrás buscando empalarse con mi rabo.

El pene fue entrando poco a poco sin detenerse haciendo que sus gemidos fuesen cada vez más fuertes. Sus manos estaban aferradas a la almohada, la cabeza hundida entre ellas. Jadeaba con fuerza pero estaba decidida a enterrarse toda mi polla en sus entrañas.

—¿Falta mucho? —preguntó deteniéndose con voz nerviosa.

—Unos cinco centímetros —dije preocupado.

—Joder, que tranca. Me partes, cabrón —protestó antes de volver a empujar.

—Métela toda. No pares. Rómpeme el culo, Nesto. Aunque no me pueda sentar en un mes.

Me agarré con firmeza a sus caderas y empujé con fuerza. Un alarido salió de su boca apagado por la almohada. Vicki me miró con preocupación en la mirada. No sé si por Mamen o por miedo a tener aquella polla en su propio culo a la vista de lo que le costaba a una veterana como Mamen.

Por fin mis huevos tropezaron con el culo de Mamen. Me detuve dejando que el culo se acostumbrase al tamaño del intruso.

Al cabo de un minuto fue Mamen la que comenzó a moverse.

—Que grande —dijo—. Pero ahora empieza lo bueno. Ahora es más placer que dolor. Fóllame duro, cariño. Dale duro a la puta de tu madre.

Vicki me miró sorprendida por el vocabulario de nuestra madre y sonrió. Mamen gritaba y jadeaba pidiendo más y más.

—Dame duro, cielo. Quiero correrme con tu polla en el culo. No pares de follarme, por favor.

—¿Te gusta, Mamen? ¿Te gusta que te folle el culo?

—Dios. Me encanta. No pares por favor. No pares que me falta poco. Lléname el culo con tu leche.

Seguí follando con violencia el grandioso culo de Mamen sintiendo como el corazón amenazaba con salirme disparado del pecho. De seguir así no tardaría en correrme de nuevo a pesar de ser ya la segunda descarga. Vicki se acercó a Mamen y comenzó a magrearle las tetas. Daba fuertes tirones de sus pezones arrancando gritos de placer de la boca de su madre. Apenas unos segundos después Mamen explotaba en un inesperado orgasmo. Seguí bombeando cada vez con más fuerza dispuesto a correrme yo también. Mis movimientos alargaban el orgasmo de Mamen que parecía no haber experimentado nunca un orgasmo parecido.

Segundos después me corría yo. Mamen se giró para mirarme sonriente.

—Así cariño. Llena mi culo con tu leche. Joder, que delicia sentirla dentro.

—¿Te ha gustado? —preguntó Vicki sonriendo al ver la cara de felicidad de Mamen.

—Es una pasada, cielo. Tienes que probarlo.

—Uff. Me da miedo. No creo que en mi culo quepa semejante cosa. Me rompería al medio —confesó asustada.

—Yo te ayudaré, cielo. Te lo prometo —contestó Mamen besándola.

Mi polla no podía más. Me dejé caer al lado de Mamen, agotado. Vicki se tumbó a mi lado y me besó. Acercó su boca a mi oído.

—No me olvido de mi promesa. Pero comprende que antes debo preparar mi pobre culo —dijo en voz baja para que no nos oyese Mamen.

—No te preocupes. Puedo esperar. Merece la pena —contesté guiñándole un ojo.

El resto de la noche transcurrió igual. De vez en cuando parábamos para charlar y recuperar el aliento. El resto del tiempo follamos todo lo que pudimos. Madre e hija me deleitaron con un par de bonitos cuadros lésbicos que me pusieron muy burro mientras yo me recuperaba después de follarlas a ambas.