Arreglando el PC de Linda

Fuí para arreglar su PC y acabamos masturbándonos.

Eran las 15:00 y acababa de abrir mi PC y mirar el correo electrónico. Entre todos ellos me encontraba uno de Linda, una amiga con la que hacía poco tiempo que me mandaba mails. No la conocía personalmente, pero desde los mails que nos habíamos enviado tenía suficiente información para saber que era una mujer ardiente y con mucha experiencia.

Me llamaba la atención el asunto del mail que me acaba de enviar: Necesito tu ayuda.  Así que dejé los demás mails, muchos de ellos de publicidad, y me abrí el suyo. El contenido era el siguiente: “Hola: Estoy teniendo una serie de problemas en mi PC, a veces me falla, otras no me responde, otras veces se me apaga sin saber porqué… si sabes a qué se debe y puedes, me gustaría que me dijeras cómo arreglarlo”. Inmediatamente, le mandé un correo respuesta diciendo que me pasaría a lo largo de esta tarde por su casa para arreglarlo. Tenía un supermercado cerca de su casa y tenía que pasarme por allí puesto que tenía mi nevera vacía. Dudaba de que leyera mi correo electrónico antes de pasarme por allí, pero al menos la había avisado.

Apagué mi PC y me dispuse a salir para comprar y arreglar el PC de Linda. Antes debía darme una ducha.

Mientras me duchaba no dejaba de pensar en Linda y en lo que me podía ofrecer. Sin conocerla físicamente, no podía dejar de imaginármela. Estaba en esto cuando note que mi erección no se podía hacer esperar. Hacía unas horas que me había estado pajeando antes de levantarme de la cama a la mañana, pero la imaginación era muy potente y me erección también. Así que sin darme demasiado fuerte, agarré mi polla con la derecha mientras me frotaba el pecho con la esponja en mi mano izquierda. Mi movimientos eran lentos, muy lentos… no tenía intención de acabar esa paja, solo de tranquilizar mi rabo juguetón.

Al finalizar la ducha decidí cambiar un la temperatura de la ducha para bajar tan inquieta erección. Puse el agua más fría y poco a poco mi enorme polla fue haciéndose más pequeña y bajar su cabeza hasta ponerse mirando al suelo.

Me sequé, me puse ropita cómoda deportiva y me dispuse a coger mi coche para acercarme a casa de Linda para ver ese PC. Era un poco pronto, así que decidí acercarme al super que habría poca gente y no tendría que esperar las insoportables colas antes de pagar. Es algo que no me gusta nada.

Entre en el supermercado y efectivamente, había muy poca gente. Coge una cesta y en ella metí las cosas que necesitaba: unos cartones de leche, unas piezas de fruta, verduras, unas latas de cerveza, café, galletas, algún plato prefabricado ligero, unas latas de conserva de pescado y unas toallitas de papel higiénico.

Mientras hacía la compra no hacía más que pensar en qué podría fallar el PC de Linda. Le daba vueltas a la cabeza y empezaba a valorar los posibles errores con todas las opciones de solución. ¿Daría con ello?

Metí toda la compra en el maletero del coche y me dirigí a la dirección que Linda me había dado de su domicilio. Aparqué el coche y después de cerrarlo, me acerqué a la puerta de entrada de su vivienda. Llamé al timbre y esperé a que alguien me abriera. Habría leído Linda el correo que le envíe. En ese momento, me empezó a dar un vuelco el corazón y a latir con más fuerza. Después de tantos y tantos mails, muchos de ellos con tonos calientes, iba a conocer a Linda, toda una mujer de 32 años.

Al cabo de un tiempo mínimo, pero que a mí me resultó eterno, abrió la puerta una mujer de la edad calculada (32 añitos). La verdad es que aparentemente podría ser de menos edad. Calculaba que entre 28 y 30. No me fijé excesivamente en su físico, pero si puedo decir que tenía unos ojos preciosos, yo diría que incandescentes, arrolladores, encantadores… y que me regalaban nada más mirarme, una mirada ardiente de deseo, lasciva. Me saludo y me dijo: “Acabo de leer tu mail. No has tardado nada en venir”. Me dio dos besos y me invitó a entrar.

No puede dejar de mirar sus labios mientras me hablaba. Eran unos labios carnosos, muy bien puestos, con una sonrisa incipiente pero, igual que su mirada, llena de intranquilidad y deseo.

Ya en el hall de la vivienda me dijo lo mismo que  me decía en el mail: El PC se le apaga con bastante frecuencia, se le queda bloqueado, se le abren programas… vamos, el caos. Y me lo contaba con un tono de asustada. Confesó que de informática conocía lo justo y esa forma de comportarse su PC no era normal. Le respondí: “Pues veamos ese PC a ver qué podemos hacer”. Dicho esto me invitó a entrar en el interior de la casa.

Atravesamos una puerta y accedimos al salón principal de la casa. Era una sala enorme con un gran sofá en medio. Sobre el sofá había un hombre, supuse que era el marido de Linda. Así me lo presentó ella instantes después. El marido de Linda se levantó amablemente y me saludó. Intercambiamos dos frases y continuó con su tarea. Estaba viendo la TV. Hice todo lo posible para que no notara que su mujer me había mandado algunos correos electrónicos subiditos de temperatura.

Linda y yo nos dirigimos a la parte trasera del sofá, al fondo del salón. Allí tenía una mesa con su PC encendido. La mesa del PC estaba colocada de tal forma que podíamos ver a su marido y la pantalla de televisión. Estaba viendo un partido de futbol, al parecer bastante interesante.

Acercó una silla a la mesa y nos sentamos los dos, uno junto a otro. Comenzó a contarme desde cuando le fallaba y qué tipo de programas se habrían y se cerraban. Comencé a indagar a ver si daba con el error. Mientras me hablaba no dejaba de pensar en los mails que me mandaba algunas veces. Le miré mientras me hablaba y nos cruzamos sonrisas.

No pasaron tres minutos cuando su marido cogió el mando de la TV y subió el volumen. A lo cual, Linda le respondió: “No subas la tele que aquí no nos oímos”. Su marido contestó: “Es que aquí tampoco oigo yo el partido”. Linda no se hizo esperar. Se levantó y cogió unos cascos auriculares de una caja que había junto a la mesa del PC, se los acercó y le dijo: “Toma anda, conecta estos cascos y así puedes escuchar la TV tranquilamente”. Con una mirada fría, su marido cogió los auriculares, los conectó a la TV y se los colocó en las orejas.

Linda se volvió a sentar junto a mí mientras yo indagaba en su PC. Al poco, tomó el teclado y abrió su correo electrónico. Yo no sabía que estaba haciendo pero abrió el correo que me había enviado al comienzo de nuestra “relación”. El contenido del email decía: “…en este momento, siento mi cuerpo ardiente y unas ganas de sentirme penetrada, y mi marido prefiere la TV. (la T.V es mi peor enemiga jajajajaja).

Pero en serio, si ahorita empezara a tocarme tendría mínimo tres orgasmos seguidos, (soy multiorgásmica) (…)”.

Estaba todavía leyéndolo, cuando noté su mano sobre mi pantalón deportivo. Cruzamos nuestra mirada y me sonrió. Yo le indiqué que su marido estaba justo delante, aunque estuviera sentado de espaldas a nosotros. Ella contestó: “No nos va a oir, está con los cascos puestos”.

Ella siguió tocándome mientras yo quería hacer el mínimo caso a su interés. Seguí mirando su PC a ver si daba con el error que le estaba dando. Notaba como iba creciendo mi polla al ritmo de toqueteo de Linda. Le miré y vi el enorme tamaño de sus pechos bajo su blusa, noté que no llevaba sostén y que sus pezones duros empezaban a marcarse en su blusa.

De nuevo cruzamos la mirada y fue la excusa que Linda encontró para decidir meter su mano dentro de mi pantalón. Con un susurro silenciado le dije: “Linda, me encanta, pero tu marido nos puede pillar”. Ella solo hizo un gesto de que me callara.

Mi erección no podía más. No cabía en mi pantalón. Así lo entendió Linda y bajando la goma de mi pantalón y de mi calzón me dejo la polla al aire. La tenía fuertemente agarrada y empezó un vaivén rítmico que me estaba encantando. El líquido preseminal en la punta le daba un brillo especial a mi polla, cosa que le debió de gustar a Linda. Lo sé porque empezó a meter su otra mano bajo su blusa y se empezó a acariciar los pezones.

No quería dejar sola a Linda en esta faena, así que separé ligeramente mi silla de la mesa del PC dejando más libre su camino hacia mi polla y tener acceso a su cuerpo.

Su marido seguía pendiente del partido en la TV. Los auriculares impedían que oyera los ruiditos que hacía Linda, jadeos, respiración fuerte… Pronto me puse yo a la faena metiendo mi mano en su pantalón. Tenía un pantalón deportivo holgado con un cordón en la cintura. Solté el cordón para tener mayor facilidad para meterle mano. Así lo hice, pero cual fue mi sorpresa que cuando metí la mano bajo el pantalón noté que no tenía ropa interior. Linda no llevaba bragas. Por lo que pude tocar directamente su pubis. Un pubis bastante arregladito, con pelo recortadito (muy corto). Noté la humedad y en ese momento, Linda bajó la mano que tenía en sus pezones, agarró mi mano y me la llevó hacia su rajita. No hice más que extender mi dedo corazón y ella lo metió con todas sus ganas mientras me bajaba el pellejo de mi polla con la otra mano hasta abajo dejando todo mi glande al aire.

Se acercó a mí y me susurró al oído: “Qué bien me estas arreglando el PC”. Yo no pude decir nada, solo suspirar.

Empezó a masturbarme con todas sus ganas, con un subeybaja de impresión. Una paja en toda regla, como nunca me la había hecho ni yo mismo. Y volvió a susurrarme: “Méteme más”. Y así lo hice, le metí dos dedos. Estaba empapada y me estaba empapando los dedos. Le dí con fuerza al metesaca de los dedos al ritmo de su subeybaja.

Su humedad era impresionante y no podía dejarla pasar. Saqué los dedos y me los llevé a la boca. No quería dejar de perder la oportunidad de probar esos jugos tan ricos. Mientras, Linda hizo lo propio con mi polla. Mojó sus dedos en la punta de mi polla, haciendo círculos con la yema de los dedos sobre él. Después de los llevó a la boca.

Volví a meter mis dedos y ella a mojar los suyos en mi glande. Ahora fui yo quien lleve mis dedos a su boca para que probara sus jugos. Ella hizo lo mismo con sus dedos para que probara mi líquido preseminal.

Miré hacia su marido que seguía pendiente del partido y pensé: “Lo que te pierdes, hijo”.

Retomamos la faena y seguimos masturbándonos. Ella dándome duro haciendo una paja de infarto y yo con el metesaca de mis dedos en la raja de Linda.

Llegó el momento. Notába como las piernas de Linda se ponían duras, como su jadeo era casi ahogado y en una de ellas… se endureció su raja intentando atrapar mis dedos dentro. Agarró mi brazo para que no parara de masturbarla. Yo seguí dando movimiento a mis brazos y ella seguía haciéndome la paja. Con la otra mano se dirijió a su clítoris y se lo acarició con ganas… Un orgasmo, después otro y después… otro. Hasta tres veces noté como el cuerpo de Linda se deshacía saliendo en forma de jugo por la raja de su entrepierna.

Yo ya no podía más. Ver tanto placer no me dejó otra opción. Avisé a Linda de que iba a correr y me dijo: “Córrete, cariño, córrete”. Y fue oírla y notar un borbotón de lecha caliente saliendo de mi polla. Los bombeos fueron bajando en intensidad.

Toda mi leche sobre el suelo bajo la mesa del PC de Linda. Guardé mi polla semiflácida dentro de mi pantalón y Linda se bajó a suelo para dar unas lamidas a mi lefa tirada en el suelo. Le dije: “¿Pero qué haces?” A lo que ella me respondió sonriendo y mirándome desde abajo: “No puedo dejar el suelo sucio. Lo estoy limpiando”. Mi sonrisa no se hizo esperar, pero pensé para mí: “La próxima vez te lo echo en la boca directamente, así no lo tienes que limpiar del suelo”.

Después de todo esto, Linda se colocó la blusa y el pantalón y sacó un pañuelo de papel de un cajón para limpiarse los labios que tenían todavía algo de mi leche.

Volvimos al PC a ver de dónde venían todos los errores y Linda me susurra de nuevo: “Al PC no le pasa nada. Era una excusa para conocerte y creo que te he conocido. Puedes irte”. Sonreí de nuevo y me levanté de la mesa con intención de irme. Me despedí de su marido según salía. Esta vez, ni se quitó los auriculares. Me dirijí a la puerta de salida y Linda me despidió con un beso en la boca. Pasó su lengua por mis labios y noté el sabor de mi leche en su boca. Esa fue su despedida. No me dijo más.