Armas de mujer
La historia es extraña al principio, para ponernos en situación resulta que tengo un amigo que tiene su novia, éste se tiene que machar por trabajos dos semanas fuera. En esto otro chico pretende a esta chica, que la verdad aunque no sea del todo mi tipo está muy, muy buena, y decide invitarla a una cena, ella se niega a ir alegando que tiene pareja estable, cosa que la otra persona no cree y piensa que lo está rechazando.
Y aquí es donde yo entro en la historia, ante la insistencia me pide el favor de que haga de su novio (mi amigo) por una noche y solamente para una cena. Le dije que como iba a ser eso, si era una broma, pero ella me insistió en que no me ocurriría nada que solo era para largar al moscón, y que solo me pediría una condición: que me porte como tal en la cena. Tras muchas deliberaciones y risas, accedí sin condiciones.
Llegó la noche en cuestión, y pasé a recogerla en el garaje donde ella tenía el coche. Apareció guapísima, muy atractiva, y aunque antes he dicho que no es especialmente mi modelo de mujer, reconozco que es una hembra muy deseable que en ocasiones ha levantado el comentario entre nuestros amigos, sobretodo de uno que decía que era su inspiración para masturbarse. Buena altura, cabellera castaña con media melena, ojos verdes, y buenas tetas, aunque no enormes, de pequeña aureola con pequeños pezones apuntando para arriba, pero destacaba por sus portentosas piernas y su sugerente culo trabajados el gimnasio. Era verano, estaba tostadita por el sol, lucía taconazos rojos y vestía un escotado, fino y corto traje blanco de tirantas estampado con flores rojas con la falda un poco más arriba del medio muslo, ¡cortísima vamos!, sabedora de sus armas le gusta mostrarlas, y sus piernas eran sus favoritas.
Al sentarse en el coche, se le subió la falda de forma espontánea dejando ver parte del triángulo de su tanga rojo, ella ni se inmutó, parecía acostumbrada a esto, pero imaginaos el panorama que yo veía desde mi asiento de copiloto, unas largas y exuberantes piernas con fuertes muslos y su tanga. Con la confianza que tenemos le dije que la podían ver, y me comentó que no había problemas, era de noche y no pasaría nada, y al mirarme observó que se me estaba empinando, le resultó divertido e hizo bromas sobre, sobretodo porque no era la primera vez que le veía las piernas. Eso era evidente, no era la primera vez que la veía, pero en estas circunstancias sí, a solas, de noche, con esas hermosuras de piernas al aire y dejando ver su ropa interior, si era la primera. Cada situación tiene su contexto.
Durante la cena y previos, no ocurrió nada en especial, salvo algunos toqueteos inocentes, y algún que otro beso que ella me dio. Creo que pasamos con nota la situación. En el camino de vuelta hacia el coche, vino el cambio de rumbo, entre bromas sobre la situación vivida, empecé a notar que coqueteaba y se insinuaba, me preguntaba que me parecían sus pechos, se deslizó las tirantas y me los mostró para conocer mi opinión bajándose el vestido hasta la cintura, en ese momento llegué a pensar que era algo exhibicionista, que orgullosa de su cuerpo le gustaba enseñarlo; acto seguido hace nuevamente indicación a mi anterior erección y si me había vuelto a pasar al enseñarme las tetas; escurrí el bulto negando pero me echó mano y notó que había hecho efecto; y ya para finalizar me toma la mano introduciéndola debajo de su falda para situarla en el coño, por debajo del tanga, palpé que tenía algo de vello en el pubis y debo admitir que en mi interior me sentía alagado y con ganas de liarme con ella, pero había que guardar la cara. Le reproché sus acciones pero me dijo literalmente que “eso la ponía más perra” .
Nos montamos nuevamente en el coche para volver, se sentó y se quitó los tacones, esperó un rato, me miraba esperando una respuesta y arrancó camino de la ciudad. Mientras conducía se levantó el resto de la falda sentándose sobre el culo solamente, con lo que la visión era más impresionante, estaba prácticamente desnuda de ombligo para abajo, utilizando sus armas de mujer, hizo todo tipo de gestos con las piernas, las abría y cerraba, las cruzabas, se las restregaba, se tocaba, al momento me preguntó como seguía teniendo la polla a la vez que me la atrapaba evidenciando que estaba completamente dura y tiesa como una estaca, me tomó una mano y la restregó en su vagina, cambió la dirección y me dijo “quieras o no quieras esta noche vamos a follar” . A partir de aquí pensé que lo mejor era dejarse llevar y que pasara lo que pasara, aunque para quedar bien insistía en mi negativa, me dijo que nadie tenía porque enterarse y que quedaría entre nosotros. Lo típico.
Tomó un camino forestal y a los cinco minutos aparcó en el terraplén de un bosque cercano a la ciudad. Se despojó del corto vestido y se inclinó hacia mí, me bajé los pantalones y me quité la camisa y ropa interior, y en la incomodidad del coche se sentó de espaldas sobre mi pecho e inclinándose buscó mi polla, mientras yo abatía el asiento para atrás buscando mayor comodidad, me lo agradeció y logró su objetivo, conseguir chuparme y comerme con entusiasmo toda la polla, sin duda sabía comer pollas por como la trabajaba, en su excitación al echarse hacia adelante puso su culo a la altura de mi cara, estábamos en el característico 69 , le elevé un poco el duro trasero cogiéndole las nalgas y entonces pude ver su gran culo, era el famoso culazo de la novia de mi amigo, le baje el tanga y vaya asombro, tenía ante mi su enorme coño, vaya abertura con gruesos labios, acompañado por las duras nalgas y las cachas de sus potentes muslos, cuya parte interior comencé a recorrer lentamente con las palmas de las manos, para acto seguido meter el dedo corazón y más tarde la lengua en su coño masturbándola tocando el clítoris, ella gritaba de placer, gemía, notaba sus jadeos y estremecimiento, estaba fogosa, con tanta sobreexcitación me corrí lanzándole un golpetazo de esperma en la boca que se tragó, en realidad ya había comenzado a eyacular poco a poco cuando pude ver su coño.
Nos detuvimos, se sentó de espaldas sobre mí, comenzando a bromear sobre lo que me hubiese perdido, mientras abría el salpicadero para coger un preservativo, al momento arrastró el trasero por todo mi torso esparciendo su corrida por el abdomen y ombligo, y a la altura de la polla se detuvo, se colocó en cuclillas y ella misma me puso el preservativo, introduciéndose mi polla en el coño, comenzando a botar primero suavemente para ir cada vez más rápido, todo sudorosa gemía sobrexcitada, bombeándome intensamente con lujuria, al mismo tiempo que permanecía tumbado le masajeaba la espalda con la yema de los dedos no quitando ojo de cómo ingresaba y emergía aquella vagina de mi pene, la dejaba hacer, así estuvo un tiempo hasta que nos corrimos nuevamente llegando al orgasmo. Fue una gran follada, sobre todo por como se movía, verdaderamente la chica sabía lo que hacía.
Reposamos un rato, abrió las puertas del coche para airearlo, en ese trance se sentó por primera vez frente a frente colocando sus piernas sobre las mías, mi nabo empinado y su coño estaban juntos, ambos lubricados se tentaban, charlamos un rato, sobre lo que estábamos haciendo, como una media hora, y ella reía y reía sin parar quitándole importancia, en ese tiempo yo le hacia cosquillas en su felpudo, cosa que agradecía y la estimulaba y replicó jugando con mi pene tieso. Al rato le comía los pechos y pellizcaba los duros y empitonados pezones, mientras le acariciaba los rígidos muslos interiores desde la rodilla hasta las ingles o entrepiernas, cosa que me ponían y la ponían mucho, le gustaba y le excitaba que lo hiciera, gemía de placer con las caricias, y no pudo más, reclinó su espalda sobre mis piernas, y alzó las suyas atrapándose los muslos con las manos, ofreciéndose ansiosa para que la penetrara de nuevo, algo que ocurrió evidentemente, pero esta vez fui yo quién introdujo la polla en el coño, y comencé a bombear apresuradamente, masajeándole a su vez el abdomen y a comerle las tetas al tiempo que me la follaba, inmediatamente me incorporé, le tomé la piernas y se las abrí en cruz sosteniéndolas sobre mis hombros mientas le cosquilleaba con la punta de los dedos los muslos y costados, mientras ella echando los brazos para atrás hacia el salpicadero me dejaba hacer, únicamente levantaba una y otra vez ligeramente su cadera a la vez que mis huevos chocaban con su culo, de nuevo eyaculamos los dos llenándose el cuerpo de leche. Fue otro buen polvo.
Entre una cosa y otra, nos habían dado en el bosque las cinco de la mañana, no había prisas al día siguiente era domingo, pero estábamos ya cansados, salimos al exterior desnudos para vestirnos con comodidad y emprendimos el retorno a casa. No sucedió nada más, ya de amanecida en mi casa antes de acostarme me fui al baño, me encontraba sucio y pegajoso, no quería acordarme de mi amigo cornudo, pero en cambio si me acordé del que la tenía como musa y se hacía pajas pensando en ella, así cogiéndome la polla me hice una despacito bajo el agua caliente recordando, mientras esbozaba una sonrisa triunfal, las mejores jugadas de la noche, una noche sin duda para el recuerdo.