Armando una trampa
Silvia descubre que su amiga del alma ha cambiado y eso le mueve la sexualidad
ARMANDO UNA TRAMPA-
Marisa ha cambiado, Silvia se da cuenta cuando va a visitarla a la vuelta del viaje de su amiga a España. Lo primero la ropa, una musculosa sin nada debajo, los pezones duros de los senos turgentes se marcan bajo el algodón blanco y las calzas que le ciñen las nalgas prietas, las piernas que parecen moldeadas. No está maquillada, tiene un hermoso bronceado. Pero lo
más importante es la sonrisa, el aire de triunfadora, algo que había perdido desde los primeros años de matrimonio, cuando nacieron sus hijos y pasó de esposa a madre.
Silvia lleva un vestido de lana fría beige de manga larga que le llega a la rodilla, botines, el final del invierno bonaerense viene con bajas temperaturas. Hace calor en el departamento. Tiene todo el tiempo del mundo para sonsacarla, para saber que ha ocurrido en ese viaje, en que Santiago
la ha llevado a conocer a su familia, pero en el que también ha habido reuniones con la cúpula de la empresa donde ella trabaja. Conocer que pasó en Madrid angustia a Gastón, el director local y su amante esporádico. (Ver La infiel) A Silvia le preocupa menos, ya tiene el puesto de ayudante ejecutiva de dirección, pero cree que se lo debe, sobre todo después de ir enfriando sus relaciones ya que no le conviene que Santiago descubra que era la amante del Director local.
- Anda, ¡cuéntame! Que tienes que tener miles de historias. Por la cara que tienes ya veo que te ha ido muy requetebien.
- No sé por donde empezar....Bueno lo haré por lo más fácil, lo menos ...íntimo.
Y comienza a contar las reuniones con la dueña de la empresa donde trabaja su pareja, lo amable que fue, cómo le gustaron las carteras que ella, Marisa, usaba, la sorpresa al enterarse que las había hecho su hija Daniela.
Marisa para de hablar , mira a su amiga, le sonríe , se levanta, le da un pico en los labios y le dice con voz cantarina:
-Te voy a preparar unos gin – tonics, me he hecho una experta en España, porque para lo que viene no vale el mate. Y mientras ponte cómoda, que con ese vestido te vas a asar en cuanto el alcohol haga su efecto. Ven y te dejo algo para ponerte.
La toma de la mano llevándola al dormitorio, abre un armario y saca una túnica blanca bordada , la deja sola, mientras va a buscar hielo, pero desde la cocina casi le grita.
- No seas pazguata y disfruta de la seda en tu piel. ¡ Quítate la ropa interior que la túnica esta limpia!
Silvia le hace caso, desnuda bajo la prenda nota el suave roce en su piel, no puede evitar que se le pongan los pezones erectos. Cuando vuelve al salón, Marisa está preparando las bebidas. Lo hace como si fuera una experta, unas rodajas de limón, usar el resto en recorrer los bordes, el hielo, la ginebra Bombay y luego la tónica, todo en un vaso ancho de fino vidrio que luego le ofrece.
- Por nosotras- brinda chocando los vasos. Y sigue contando.
Cayetana , la casi dueña total de la empresa donde trabajan Santiago y ella , Silvia , le ofreció montar una empresa en el grupo dedicada a venta de carteras y cintos exclusivos. Tendría la mayoría de las acciones pero la gestión la llevaría ella: MARISA.
Le dio unos consejos: que contara con la infraestructura del holding , con lo que Santiago iba a participar, que no intentara hacer una producción en masa, era mejor poco, muy bueno y muy caro, que tampoco hubiera muchos modelos, de modo que a verlos se supiera quien los había fabricado, que iban a empezar a vender en España, Argentina, Uruguay, Chile ( donde Santiago iba a ser el gerente general) , en Colombia y Panamá donde la empresa tenía actividad.
Silvia la mira impresionada, su amiga Marisa, a la que siempre ha considerado una pobre chica, una mujer que sólo busca vivir con un hombre en pareja, jugando a mamá y a señora de, resulta que se iba a convertir en empresaria.
- Tengo que montar el equipo, yo de eso no sé mucho y me gustaría contar contigo como mi mano derecha...bueno mas que mi mano derecha como mi cómplice, mi otra yo.
A Silvia las últimas palabras, cómplice y otra yo, hacen que le de un vuelco el corazón, porque ya ha jugado el rol de Marisa, y ha sido cómplice sin que su amiga supiera nada.
Desde el jardín habían sido más que compañeras, casi hermanas, todos los días juntas, no se separaron ni cuando Marisa se puso de novia con Daniel y en una nada se casaron. Silvia era a la que se contaba, se informaba, se decía, se compartía los avances, los encuentros de un amor recién nacido.
Y Daniel le caía muy bien, era guapo, divertido, muy buena persona, verle con su amiga le hacía feliz como espejo de la felicidad de la pareja.
Marisa se quedó enseguida embarazada. Tenía miedo, era apenas una niña y engordó. Silvia se dio cuenta que algo pasaba, Daniel no andaba con el buen humor de siempre, hablando con Marisa lo entendió: apenas cogían, ella estaba incómoda y además preocupada con que la polla de su marido pudiera dañar al bebé. Intentó convencerla de que cambiara, no pudo, los prejuicios de su amiga estaban clavados en los más profundo de su ser.
Y empezó a entender las miradas de Daniel que la desnudaban, que rezumaban lujuria. Ella no quería jugar ese papel de objeto de deseo, pero la excitaba el ansia del hombre. Los besos de bienvenida y adiós se iban cargando de lascivia, cada vez más próximos a los labios, cada vez más largo el abrazo sintiendo la respuesta en la verga endurecida, en los pezones erectos y en la humedad de su concha. Hasta que ocurrió.
Habían almorzado juntos los tres, Marisa se fue a dormir la siesta, ellos recogieron los platos, fueron a la cocina, ella lavaba, él secaba. Fue apenas un roce, sus nalgas contra la mano del hombre y todo estalló.
Daniel la agarró, la pegó a él para que sintiera su erección , la besó el cuello mientras le acariciaba posesivo los pechos, ella se apoyó en el lavadero y ofreció su grupa al macho. Él le levantó la pollera, le bajó la bombachita. Silvia temblaba, estaba tan caliente que la pija del marido de su amiga entró deslizándose como un pez hasta el fondo de su vagina. Fue rápido , llevaban mucho tiempo deseándolo, se vinieron como dos torrentes. El abrazo post coito apenas duró unos segundos, ella usó el papel de cocina para evitar que chorrera el semen.
Durante los dos meses últimos del embarazo y la cuarentena cogieron catorce veces, lo recuerda con una sonrisa, volviendo a la realidad de su amiga que no para de hablar.
- Te necesito para que seas ….no sé...¿ mi codirectora...mi adjunta..? De verdad mi guía en la empresa . No se lo puedo pedir a Santiago.
- Estate tranquila. Cuentas conmigo para todo. Entre las dos y tu hija sacamos seguro el tema adelante. Y ¿ cómo es la familia de Santiago?
- No tiene más que una hermana : Beatriz . De nuestra edad...pero diferente. Más libre, más ….Mira.
Marisa se levanta, y se quita la musculosa. Silvia se da cuenta que tiene los pechos totalmente bronceados.
- ¿ Has hecho topless?
-Más- y se baja las calzas y la tanga. Toda morena.- He hecho nudismo. Es lo más. Bañarme sin nada es algo maravilloso. Te da una sensación de libertad que...Al principio me daba vergüenza , pero Bea me animó. Más que una cuñada..una hermana..una cómplice. Anda, ven que te quiero dar los regalos que te he traido.
Marcha desnuda hacia el dormitorio y Silvia le sigue. Abre un armario y saco dos bolsas, una de Natura y otra de Mango.
- Anda , pruébate.
Silvia se despoja de la túnica, las dos mujeres quedan desnudas, se da cuenta que aunque han estado así más veces, hay algo que flota en el ambiente que le resulta raro y la excita.
Saca un vestido, es verde musgo, sin mangas, se lo prueba, las dos van a espejo de cuerpo completo, le sienta muy bien, le rejuvenece y le da un aire naif encantador.
Se vuelve a desnudar para probarse una blusa blanca de manga larga. Es ideal para salir de fiesta y para todos los días. Los pezones los tiene erectos y se marcan bajo la tela suave.
- Estas preciosa. Y ahora ….tatachán ...tatachán. Algo impensado, un regalo de amiga a amiga, de mujer a mujer.
Marisa va a la mesilla de noche y saca dos pequeñas cajas rosas.
- Una es mía, la otra para vos. Ábrela.
Cuando lo hace Silvia ve un pequeño lápiz de labios. Mira a su amiga, que tiene el suyo en la mano.
- No es lo que imaginas. Mira.
Da un giro a la base y surge un sonido de vibración. Se tumba en la cama y se lo aplica en el monte de venus.
- No seas boba y pruébalo. Anda , ven a mi lado.
Le gustaría decir que no , pero se deja llevar, se acuesta junto a Marisa y la imita.
Se giran para mirarse a los ojos, una frente a otra, el vibrador jugando con sus conchas, disfrutando de un placer compartido.
Marisa lo tiene sobre el clítoris inflamado, comienza a gemir. Silvia se da cuenta que está fuera de sí, que quiere venirse, descargar toda su lujuria. Le gustaría cerrar los ojos, pero le calienta ver a su compañera y que ella la vea.
- Yo ya me vooooyyy..
- Y yo.
Llegan al orgasmo casi a la vez, los temblores del placer las hacen temblar. Cuando acaban, se ríen nerviosas, y se abrazan. De la manera más natural se besan en la boca, en un beso que se mezcla lo tórrido, lo perverso y el descubrimiento de un nuevo camino en su amistad.
Se levantan desnudas, vuelven al salón, los gintonics están aguados. Marisa prepara otros. Brindan: -
Por nosotras.
Apenas hablan, sólo se miran, se estudian con ojos nuevos, han dado un paso, no saben a donde las llevará.
- Es hora de volver a casa. Me espera Héctor
- Ahora te pido un taxi.
Silvia se viste como ha ido, guarda todo en una sola bolsa, el vibrador en la cartera. Les avisan que está el taxi, se despiden con un beso en los labios, marcando un cambio en su relación.
Silvia llega a casa, necesita hacer el amor con su marido. Le ocurre siempre que se desvía de la fidelidad conyugal. Tiene suerte, está en casa, ha llevado al niño a un cumpleaños y lo ha dejado. Tienen un tiempo solos.
- Hazme el amor.- suplica a su hombre, cuando se pega a él y busca con su boca ansiosa la del hombre.
Héctor hace caso al ruego femenino. Se separa y comienza desnudarse. A Silvia le sigue impresionando la belleza de su marido. Ella le imita quitándose la ropa con movimientos sensuales. La verga del hombre está en alto.
Ella se tira al suelo, desea que la posea y verle cuando lo hace. Él se arrodilla entre sus muslos abiertos, le agarra los tobillos y le levanta las piernas hasta que prácticamente queda apenas apoyado el culo de Silvia y entonces la penetra. No dejan de mirarse a los ojos mientras Héctor bombea en su vagina. Se siente llena de macho, no necesitan decirse nada, se conocen muy bien, saben los ritmos del sexo que les gustan , avanzan tranquilos pero apasionados hacia el final del trayecto. Es Silvia la que llega primero.
- Ya, mi vida.
Y entonces él acelera , su mete y saca se vuelve un torbellino y estalla inundando la de semen. Se abrazan, se besan con una mezcla de pasión y dulzura.
Marisa enciende un cigarrillo, está desnuda, sus dedos buscan el botón rosado, comienza a acariciarse, no busca el orgasmo, sólo quiere calentarse, ponerse cachonda. Piensa en Silvia, piensa que es un buen regalo para Santiago, seguro que le volverá loco un trío con su amiga. Ya ha dado el primer paso, ahora todo consiste en acabar de cerrar la trampa.