Ariel - prólogo

Inicio de Ariel. Segunda parte de la trilogia de Gerardo y Cinthia.

PRÓLOGO

A lo largo de mi vida he hecho muchas cosas de las cuales me arrepentí, como así también varias de las que no, pero jamás pensé que la decisión que tome aquel día iba a generar semejante conflicto con mi marido.

Por un lado, pensé que le iba a dar un escarmiento, quería que viviera en carne propia lo que yo viví durante diez largos años. No creí nunca que todo se me iba a salir de las manos. Cuando entré a esa red social y le conocí a Ariel me pareció una persona de lo más centrada, madura, él me dijo que no iba a ocasionarme problemas en mi matrimonio, que iba a ser discreto. Sobretodo porque le dije que amaba con locura a mi marido. Pero una charla llevo a la otra y esa a otra.... Y cuando me quise dar cuenta ya estaba atrapada en este mundo de las redes sociales de ligue de parejas y no podía salir, así como así. Iba a necesitar ayuda. Lo que nunca me imaginé que la ayuda iba a ser de parte de Gerardo, mi marido.... Y de que forma.

Aún maldigo ese día, el día que dió inicio al final de una etapa muy bonita.

Gerardo puede ser de todo, pero un cornudo, ¡jamás! No importa lo que digan de él. Para mi no será un cornudo. El es el amor de mi vida. ¿Lo lastime? Si. Y no se como hacer para curar esa herida. Desde que pasó lo que pasó ese día que se fue de nuestro hogar que ando devastada. El pensar en que le haya perdido y por una calentura del momento me hace sentir la mas tonta de todas las mujeres. Debo de hacer hasta lo imposible para demostrarle que el sigue siendo el amor de mi vida. La persona con la que quiero envejecer viendo como el sol se asoma y se oculta en una cabaña rodeada de montañas y a orillas de un lago. Ese es el sueño que tiene él, y quiero que se le haga realidad.

Hemos pasado muchas cosas a lo largo de nuestra vida juntos. Estando tan solo de novios pasamos por muchas situaciones de ruptura y reconciliación. Y durante nuestra etapa de casados, estuvimos un año separados por problemas ajenos a la pareja, pero los pudimos resolver y volvimos. Espero que el problema actual sea un mal sueño y que podamos rehacer nuestra relación.

Durante todo este tiempo que anduve sola y perdida, me sentí contenida por la persona que jodió todo. Si, se lo que dirán… “- ¿¿¡¡Qué carajos, Cinthia!!?? ¿Cómo es posible que te hayas visto con esa persona luego de que sea el culpable de la ruptura de tu matrimonio?” La respuesta a esa pregunta es muy sencilla. Al menos para mi lo fue. Por mas que haya sido la persona causante de mi ruptura marital, también era una de las posibles personas que fuera el padre del hijo que llevo en mi interior. Como yo no quería ir al hospital en los que me traté mis otros dos embarazos, esta persona me ofreció en el que él trabajaba y gracias a eso, el estuvo presente en las consultas con el obstetra y las ecografías.

Pero después de un tiempo esa persona cambió, se puso mucho más posesiva y todo el mundo que me conoce sabe que las personas de esa calaña a mi no me van. Asique hice lo que hice siempre, me aleje. Grave error. Cuando hice eso, se puso peor la cosa. Ahora mismo estoy yendo a un juzgado a hacer la denuncia pertinente hacia esta persona. Y voy en compañía de Gerardo.

Si, asi es, mi Gerardo. Ese Gerardo al que lastime miserablemente. Ese Gerardo que desapareció por casi dos largos meses. Ese Gerardo que amaba, amo y amaré con locura. Ese Gerardo que es el amor de mi vida.

Muchas personas pensarán que él no tuvo orgullo y que no tenía nada que hacer regresando a mi lado, pero no lo hizo por que no tuviera orgullo alguno, lo hizo por que la mujer que fue la madre de sus hijos y que aún es su esposa, ya que no nos divorciamos aún, necesitaba ayuda. Pero si, el me aclaro una cosa muy importante cuando regresó. Lo hacía por nuestros hijos ya que no le gustaría que los mismos se quedaran sin su madre, no por mí. Y solo por este día. Cuando me dijo eso mi mundo parecía desmoronarse nuevamente ya que me demostraba que le había lastimado mucho y que de haber una posible reconciliación iba a ser posible a largo plazo. Siempre y cuando hubiera una posibilidad, aunque mínima, de hacerse realidad.

Cuando lo miro a Gerardo, veo que se volvió a colocar la coraza que tenía cuando era adolescente, y me maldigo por dentro. El durante toda su vida sufrió mucho por su patología. Y se puso una especie de escudo para alejarse de todo y de todos. Y verlo así, con esa misma lejanía con la que le conocí me hace sentir que el Gerardo de antaño ha regresado. Ese Gerardo que no permite que nada ni nadie se acerque a él. El solitario. O como el me dijo una vez que el mismo se decía a si mismo: La Oveja Negra. Pero a pesar de esa regresión que tuvo, también veo que hay otro atrapado dentro de él. El que yo conocí durante toda nuestra vida juntos. El cariñoso, el compañero, el que da todo por todos, aunque no reciba nada a cambio, el que se preocupa por ti, el romántico, el salvaje y pasional que te hace sacar más de cuatro orgasmos en una noche. Pero está oculto dentro de esa maldita coraza. Una coraza que estoy determinada a romper.

Como dije anteriormente, voy a hacer una denuncia junto a Gerardo… y también estamos en compañía de nuestros hijos… ya que ellos tienen participación en los sucesos que desencadenaron esta decisión. Me importa poco que esta persona pueda ser el padre de mi tercer hijo, lo denunciaré por lo que hizo. Y más después de lo que descubrí. Además, la otra persona que puede pelear la paternidad esta a mi lado en este momento.

De repente, siento que el auto se detiene, lo que hace que salga del estado pensativo en el que estaba. Veo por la ventana, observo un edificio enorme y respiro profundamente para darme coraje por lo que estaba por hacer.

“- Llegamos, Cinthia. ¿Estás segura de esto?”

“- Si. Esa persona ya hizo mucho daño a nuestras vidas. Debe de recibir lo que le corresponde.”

“- Como tu digas. Entremos a hacer esa denuncia.”

Gerardo sale del auto, al igual que nuestros hijos, y luego se dirige a abrirme la puerta. Eso es algo que extrañaba de él. Su caballerosidad. Eso es un punto a favor que tiene Gerardo por sobre todos los hombres que conocí a lo largo de mi vida, esa caballerosidad. Siempre educado, atento, jamás dirá una grosería, ni haciendo el amor. El día que me llamo “Putita” fue una sorpresa incluso para mí. Lo más increíble es que dijo esa palabra de una forma que no sonó mal, sino con una especie de ternura que me derritió en ese momento. Ahora entiendo más que nunca lo que pudo pensar cuando se enteró de mi infidelidad. Él no es una persona agresiva en el sexo. Si, es cierto de que se pone apasionado durante el acto mismo, pero jamás lo inicia de forma salvaje. Es más bien una persona que le gusta el romanticismo, el hacer sentir a la otra persona amada y contenida. Da todo para que la otra persona disfrute más que el mismo. Ese no era el caso de Ariel. Ariel era más sexual en el tema relaciones íntimas. Desde el principio lo hace de forma salvaje y apasionada. Nunca se para a pensar dos minutos en si la otra persona está disfrutando del acto. Todo es para su placer. Y una vez saciado ese placer, te hace a un lado. Al menos eso es lo que vi en ese video que me mostró ese día de diciembre.

Puede ser que Gerardo pensase, en ese momento, que era menos hombre que Ariel. Sin embargo, es todo lo contrario, es mucho más hombre que esa persona. Es mi hombre y debo de recuperarlo a como dé lugar.

Finalmente entramos al juzgado en cuestión y se nos acerca un amigo nuestro que trabaja ahí.

“- Gerardo, Cinthia, chicos ¿cómo anda todo? Supe lo de su separación, muchachos. ¿A que se debe esta visita?”

“- Hola, Leandro.” Saluda Gerardo a su amigo mientras le estrecha la mano. “- Vinimos para elevar una denuncia.”

“- ¿Denuncia? ¿Qué paso? ¿Algo a los chicos? ¿A ti? ¿O a Cinthia?”

“- A Cinthia.”