Ariel, el angel del basurero

John encuentra una cosa muy interesante entre las basuras...

Ariel, el ángel del basurero

Había encontrado tirado entre las basuras. Al principió lo ignoró pensando que fuese un vagabundo ebrio. Pues estaba en apuro. Tuvo que haber llego hace media hora a su oficina sino no fuese por su pereza de levantarse por las mañanas. Pero la verdad, él no estaba obligado a llegar a la hora fijada. Eso era el punto bueno de ser un jefe. Y era la razón que volteó su volante para regresar de nuevo en aquel sitio.

Como era un día lluvioso, había pocas gentes en la calle. Estacionó en la vereda y se bajó del auto maldiciendo por dentro.

-¨Por qué debo hacer esto?¨ - pensaba mientras se acercaba.

  • Oiga, se encuentra bien?

Agitó el cuerpo que padecía estar sin vida.

  • Oiga, necesita ayuda? – y volteó el rostro del sujeto, lo cual dejó sin palabras.

Era un muchacho que aparentaba tener uno 16 años. Tenía el rostro fino y delicado, con cabello marrón oscuro que caía hasta su hombro. Por a través de su ropa empapada, podía apreciar lo cual delgado era. Era casi un esqueleto.

-¨Dios...¨

Simplemente lo dejó sin palabra. Era como ver un ángel caído. Cuando escuchó el gemido del chico, John volvió a la realidad. Agitó de nuevo sutilmente para ver si se despertaba mas no respondió. Agarró el joven entre sus brazos y lo llevó hacia su auto. Mientras se dirigía de nuevo a su casa, llamó a su secretaría diciendo que llegaría más tarde y que cancelara la junta que estaba prevista dentro de una hora.

Cuando el chico abrió sus ojos, vio que estaba en una cama bien confortable. Tenía puesto una bata de baño blanco que le quedaba algo grande para él. Llevó sus manos hacia su cabeza donde inducía un fuerte dolor.

-Te duele tu cabeza? - preguntó alguien.

-... si.... – dijo mirando al hombre quien se acercaba junto a él.

Era un hombre maduro, de aspecto gentil y educado. Aparentaba tener un poco más de 30, pero la verdad lo veía más joven. Tenía cabello negro corto algo mojado. Era alto, con un cuerpo atlético y bronceado como si fuera un jugador de deporte.

  • Toma, te relajará un poco – dijo el sujeto dándole una pastilla con un vaso de agua.

El chico obedeció como si se tratara su padre.

  • Me llamo John Brown... y tú? – preguntó el sujeto mirando los ojos del muchacho. Realmente tenía un color muy interesante, castaño carmesí, como uno esperaría de un rostro tan bello como él.

  • ... Ariel...

  • Bueno, Ariel... Qué estuviste haciendo ayer para que te encontrara tirado entre las basuras? – preguntó riendo un poco. – Fiesta... Alcohol... Drogas?

-Qué? – preguntó con un rostro sorprendido – Qué diablos insinúas?

  • Bueno, casi todos los jóvenes que amanecen en las calles, son los que tuvieron una noche bien agitada...

  • Disculpa, pero yo no soy esos jóvenes que tú estás pensando, mucho menos un drogadicto... – expresó con una voz irritada. Solo faltaba esto, que un extraño lo trate como un adicto a las drogas.

  • Sorry, sorry... – y continuó riendo – es que pensé que era... Ba!... No importa. Ahora, me puedes explicar por qué estabas en el basurero?

  • Y si me niego a decirte... – dijo Ariel con una cara juguetona. Ciertamente el hombre era muy apuesto.

  • Bueno, creo que merezco una explicación por sacarte de allí... Además perdí un día de trabajo y mojé mi gabardina preferida – expresó sentándose a su lado – o piensas pagarlo de otra manera? – y sujetó su barbilla.

De verdad, estaba totalmente hechizado por aquellos ojos de color rubí que brillaban inocentemente. Era una belleza extremadamente deslumbrante, difícil de encontrala en otros rostros. Sin perder tiempo, buscó su labio para robarle un beso cual pronto se convirtió en una guerra de besos.

  • Es así como quieres el pago? – preguntó Ariel aspirando el aire como si estuviera apunto de asfixiarse por tantos besos.

  • Bueno, creo que aun no estoy conformado sin una explicación concreta – dijo besando esta vez su cuello. – Quiero detalles... todos los detalles...

  • Hablas como si fuera un jefe militar – dijo Ariel quedándose acostado para que su oponente tenga mejor acceso a su cuerpo.

  • Bueno, la verdad, soy jefe de una compañía – continuó besando su cuello – y me gusta mandar... soy bueno en eso – y desató el nudo de la bata. Al ver el cuello desnudo del chico, silbó. Inclusive podía contar sus costillas por lo delgado que era.

  • Veo que te gusta dominar a las gentes...

  • Digamos que es mi punto fuerte – y continuó besando mientras sus manos exploraban sutilmente en cada rincón de su piel como si fuera un terciopelo.

Movió su boca desde el cuello de Ariel a su pecho, y de ahí al pezón izquierdo, dolorosamente erguido por sus mordiscos y luego repitió con su otro pezón. En cada lamido, beso, succión dejaba escapar el suspiro de Ariel quien ya estaba muy excitado. John continuó bajando por su esternón, y su lengua podía sentir cada costilla como si no hubiera piel que las cubriera. El chico estaba demasiado delgado.

  • Estas demasiado flaco... – manifestó John.

  • Y qué esperabas? Un gordinflón? Recuerdas que me encontraste en el basurero... recuerdas? – expresó Ariel entre risas.

  • Cierto, pero eso no justifica tu estado – contestó con una voz algo enfadado y continuó su trabajo. – Este detalle lo discutiremos más tarde, pero por ahora estaré satisfecho...

Y se concentró esta vez en su vientre, una pradera tan plana que parecía como si fuera de un niño desnutrido. Debajo de él Ariel se estremecía y retorcía como si cada beso volviera loco. John saboreó el sabor salado del sudor que transpiraba su piel y de su pareja. Empezó a sentir algo impaciente, al menos su miembro erecto que estaba atrapado en la prenda, exclamaba algo de atención. Bueno, también necesitaba algo de lubricante.

  • Quitame la ropa – ordenó John acostándose a su lado.

El muchacho lentamente desbotonó utilizando su boca dejando a John aun más excitado que lo que estaba. Ver como aquel chico con rostro tan inocente haciendo la cosa más atrevida, simplemente lo excitaba. Aun más cuando bajó la cremilla de su pantalón utilizando sólo con su boca. Cuando quitó la última prenda, Ariel pudo apreciar el enorme miembro que apuntaba hacia el techo. Maravillado como si hubiese encontrado algo inesperado, agarró con sutileza con sus dos manos.

  • Hazlo con tu boca... eso me gusta más – dijo John entre gemidos.

  • Ya que lo pides... – y se rió.

Primero lamió con su punta de lengua como si fuera algo acaramelado y luego lo metió a su boca, aunque solo fuese una parte por grande que era. Succionó cada vez con más intensidad dejando que John gimiera de placer. Simplemente era sensacional. Aquella lengua lo volvía loco. Por poco terminaba en la boca del muchacho.

  • Ya basta... No quiero terminar así – dijo John alejando la cabeza de su miembro. Bueno, no sería malo que fuera así, pero él tenía otros planes. Acostó al chico de nuevo posesionándose encima de él y acercado sus dedo: - chupalo...

Ariel obedeció extendiendo la lengua para mojar las yemas detenidas a la altura de sus dientes y luego succionó deleitándose en el sabor extraño que poseían, quizás una mezcla entre su propio sudor y el de su amante. Cuando la cosa estaba bien mojaba, lo dirigió sobre la estrecha entrada mientras lo besaba desesperadamente. Ariel jadeó rompiendo el beso intentando protestar algo.

  • Tranquilo... tranquilo... – decía John mientras seguía jugando con su dedo.

Cuando el segunda falange ingresó, Ariel manifestó su dolor con un grito desesperado lo cual fue sellado con un beso. John podía sentir la presión caliente y palpitante, que no lo defraudaría por dejar su trabajo por aquello que estaba haciendo. Con mucha paciencia, metió el tercer dedo, esta vez con mayor facilidad. Ariel se tensó menos, y notó como su cuerpo se acostumbraba a esa penetración digital, reaccionando con menos rechazo y dolor. Abrió más sus piernas para facilitar los movimientos de su oponente. Mientras con una mano exploraba su entrada, con la otra ocupó su sexo. Empezó a masturbarlo dejando que Ariel gimiera como un bebé. Se podía apreciar por su rostro el placer que estaba gozando.

  • Ah... Ah... John… más.. rápido – suplicaba en cada movimiento.

  • Veo que eres muy exigente – expresó metiendo aún más profundo sus dedos.

  • AH!... – gimió como si hubiera clavado un cuchillo en su cuerpo.

Y siguió así durante un buen rato, masturbando y penetrando al mismo tiempo. Después que el muchacho se meneara por última vez, corrió en su mano su semen lo cual se acercó a su boca para probarlo... Tenía un sabor dulce, dulce como su dueño.

  • Pruébalo, tiene un gusto a miel – dijo John acercando su mano hacia la boca de Ariel quien lo chupó desesperadamente mientras aun gemía reaccionando ante los movimientos de los dígitos.

Cuando pensó que todo estaba listo, agarró sus piernas y las colocó en sus hombros para tener mejor acceso. Y de un solo golpe, lo penetró dejando que el chico gritaba desesperadamente sujetando su cuerpo con sus uñas. John permaneció así quieto, besando sus labios. Estaba ansioso de mover, pero primero debía esperar que el chico se acostumbrara a su tamaño. Solo era cuestión del tiempo. Luego se deslizó hacia fuera y lo empujó de nuevo... siguió así poco a poco acelerando su ritmo, dejando escapar a cada empujón los gemidos de ambos. En el amplio cuarto solo se escuchaba el jadeo de ambos. Cuando llegó al clímax, John aulló y vibró durante unos segundos, liberando todo su esencia dentro del muchacho. Cayó exhausto sobre el cuerpo sudoroso de Ariel quien tenía los ojos cerrados. Ambos respiraban bruscamente como si le faltara el aire.

  • Fue sensacional... – dijo John buscando su mirada.

  • si... Ahora si no te debo nada... – dijo Ariel abriendo sus ojos.

  • No, aun me debes mucha cosa... Como el pago de la tintorería, el remedio que haz tomado... por usar mi auto... Y aun me debes muchas respuestas – dijo John saliéndose sutilmente de Ariel para no hacerlo daño, pero no pudo evitar que éste gimiera del dolor.

  • Bueno, eso ya no lo sé...

Dándole un beso tierno en su mejilla, agarró el teléfono que estaba en la mesilla. Marcó el número y dijo:

  • Hola... Si soy yo... Te aviso que no podré asistir hoy a la oficina. Que suspenda todas las juntas y encuentros que tengo marcado para hoy y mañana. Bueno... Si... Si... No... no estoy enfermo... Es que encontré algo en el basurero que me está gustando tanto. Creo que necesito más tiempo para explorarlo y estudiarlo... Si... Chau – colgó el teléfono. Con una sonrisa, continuó: - Bueno, comeremos algo. Sinceramente ya no me está gustando tu cuerpo tan magro... ya me daba miedo que algo de tu cuerpo rompiera.

  • Recuerdas que me encontraste en el basurero – dijo Ariel riéndose como un chiquillo.

  • Si, pero ahora estarás en mis brazos... Hasta que pagues todo lo que hiciste – y le dio un beso en su labio. – Ariel, eres un ángel... Un ángel del basurero...

Fin...

NOTA: bueno, como no estuve inspirada de seguir con la novela anterior, escribí esta historia corta. Eso no significa que he abandonado completamente el BLACK BLOOD. Solo necesito más tiempo... le pido un poco de paciencia (eso si aun lo tienen conmigo n_n)... Gracias por leer mis tontas historias.