Ariel - capítulos 07-08 y epílogo
La historia de esta segunda parte llega finalmente a su final.
Ariel - Capítulos 07-08 y Epílogo
Jueves 31 de Diciembre de 2020
Hace dos días que mi matrimonio con Gerardo llegó a su final. Y todo por mis estúpidos celos y decisiones erróneas que tomé para darle una lección. Durante toda la segunda mitad de este fatídico mes, las cosas con él fueron de lo más caóticas. Por momentos parecía que todo estaba bien… y por momentos que todo estaba como el demonio.
Tras lo que pasó ese día en dónde Gerardo se arañó todo el rostro, viví cuatro días muy negros. Gerardo no me dirigía la palabra para nada. Y cuando nos íbamos a dormír, el se daba vuelta, me daba la espalda, se ponía unos auriculares y se dormía escuchando música. Cuando notaba que ya se había quedado dormido, comenzaba a llorar en silencio y alargaba mi brazo para tocarle la espalda y así poder sentir el contacto de su piel con la mía.
Pero al quinto día… al quinto día pasó algo que no me esperaba. Al despertar como siempre, baje a desayunar y me encuentro con el desayuno preparado y una nota de Gerardo dirigida a mi. Leí la nota y me alegré. En ella decía que desayune lo que me preparó y que me ponga lista para salir todo el día.
Cuando estoy acabando de desayunar el desayuno americano que me hizo mi marido escucho la puerta de entrada abrirse y veo aparecer a Gerardo junto con nuestro hijo Javier. Los dos riéndose de algo. Y la verdad, era algo que no me esperaba presenciar. Últimamente Javier estuvo muy resentido con su padre por un tema que jamás aclaró, y verlos a los dos riéndose y volviendo de algún lugar juntos era algo que espere que pasase hace tiempo.
Mi hijo, al verme, me da un beso y un abrazo y se marcha a meter a su cuarto como es la costumbre, dejándome sola en presencia del amor de mi vida. Gerardo al verme me saluda con un hola y me da un beso en la frente y me dice que si ya había terminado de desayunar. Le digo que si y me dice que me vaya a preparar y que luego vaya al auto. Subo las escaleras a nuestra habitación mientras veo como Gerardo sale y se mete en nuestro auto, un Sandero Stepway. Salgo, tras tardar una media hora en estar lista y me subo al auto. Gerardo arranca y salimos en dirección a la Costa. Le pregunto sobre que si es seguro el ir a la costa por el tema de la pandemia y Gerardo me dice que ya está resuelto eso.
Durante el viaje a la ciudad de Mar del Plata hablamos de todo. Desde cosas bien idiotas, hasta cosas importantes, como cosas que eran concernientes a nuestra pareja, pasando por temas relacionados a nuestros hijos. Y si, tocamos el tema que tanto temía. Nuestro futuro como pareja tras todo lo vivido. Gerardo me dice que está listo para dejar todo eso atrás siempre y cuando no haya consecuencias de esos hechos. Yo me quedo pensativa y le pregunto que ¿qué hechos? Mi marido me mira como diciéndome que no me haga la boluda, que el sabía muy bien de mi desliz. Que había visto todos los mensajes de mi WhatsApp en esos días en que pasó todo. Y así fue como descubrí que mis sospechas eran ciertas. Gerardo había visto los mensajes de mi WhatsApp ese día que regresé a nuestro hogar y luego de ir a cenar. Y la razón de que no haya dicho nada en ese momento se debió a qué esperó a que yo dijera algo. Pero como no lo hice, decidió revelarlo él. Así es él, aunque descubra tu mentira, él no dirá nada. Esperará a que vos termines por decir algo. Y si no lo haces en el tiempo que el te da para que digas la verdad, la terminará por decir él. Y cuando el lo haga, ya no habrá marcha atrás con la decisión que tome. Tendrás que atenerte a las consecuencias de tus actos. Asique jamás trates de engañar a Gerardo, si no querés enfrentarte a las consecuencias de tus actos si le haces un daño.
Sin tener ninguna posibilidad de nada, tuve que admitir lo de mi desliz. Obviamente no lo tomo bien. Y seamos honestos. ¿Quién lo haría? Pero tuvo que mantener el control por qué estaba manejando en plena ruta. Luego de revelarle todo a Gerardo el viaje se concluyó en un silencio incómodo y absoluto.
Nos hospedados en un departamento que perteneció a un primo de la madre de Gerardo. Una vez establecidos, salimos a comer una pizzas a un sitio llamado Don José 1968. Grave error. Gerardo tuvo una intoxicación que recién se dio cuenta de ella al llegar al departamento. No me dijo nada al principio, pero a mitad de la noche se levantó corriendo en dirección al baño y se la pasó vomitando por media hora. Al salir dijo que no se podía mantener en pie y se en el suelo. Asustada, lo levanté como pude y lo llevé a un hospital cercano. Le pusieron un suero y comenzamos la lenta espera para que se mejorara. Nos fuimos del mismo hospital al día siguiente cuando era el mediodía.
La primer noche fue un desastre, pero fortaleció nuestro lazo roto. O eso creía yo en ese entonces. Ya ese segundo día fue diferente. A la salida del hospital, decidimos ir al mismo departamento y Gerardo se dio cuenta que la intoxicación no fue toda culpa de la comida, sino que encima había una fuga de gas en la cocina. Una fuga que no nos hubiéramos dado cuenta de la misma si Gerardo no se hubiera preparado un Cachamai para poder dormir. Llamamos a alguien para que se encargue de la fuga. Una ve arreglada, nos fuimos a la playa a pasar lo que quedaba del día. Nos la pasamos de maravilla. Comenzabamos a re-enamorarnos como cuando éramos novios. Esa noche, Gerardo y yo hicimos el amor como nunca antes. Sentir sus caricias por mi cuerpo hicieron que todo mi ser sintiera oleadas y oleadas de placer. Si algo debo de aceptar es que Gerardo sabe cómo acariciar a una mujer y hacerla sentir especial. Esas caricias, junto con sus besos hacen maravillas. Cuando estoy íntima con él siento sensaciones que describirlas sería no darles el valor real que tienen. A veces me pregunto del por qué hice lo que hice con Ariel, si con Gerardo tenía todo lo que necesito. Jamás me voy a perdonar si por esa estupidez pierdo a mi marido.
Pasamos unos días maravillosos y parecía que todo iba a mejorar. Regresamos un día antes de nochebuena para pasar las fiestas con nuestros hijos. La noche del 24 y todo el día de Navidad la pasamos en familia con nuestros hijos y con una prima mía y su hija. Pero todo iba a cambiar a partir del día 26 de Diciembre. Ese día a la mañana, mientras Gerardo estaba preparandose para sacarme una foto con mi celular llega una notificación que le cambia la cara. Yo me alertó y me acerco y veo como él clickea en dicha notificación y de repente sale la pantalla de mi g-mail. Y lo próximo que veo es un mini Video que me envió Ariel de el masturbándose y con una leyenda diciendo:” -Como me gustaría que estuvieras acá conmigo.” En ese momento quería morirme. Lo mire a Gerardo y en vez de ver bronca o irá, lo que ví fue un rostro sereno. La verdad no entendía nada. Jamás me imaginé que esa serenidad de Gerardo era la antesala al final de nuestro matrimonio.
Esa misma noche del día 26 de Diciembre fue el momento en que todo dio un giro de 180°, ya que fue cuando vomité antes de ir a dormir. Al día siguiente, me levanté temprano, fui a la farmacia a comprarme una prueba de embarazo y me la hice. El resultado es el día de hoy que me persigue como una maldición. Dio positivo. El problema era… que ese hijo que estaba esperando podía ser tanto de Gerardo como de Ariel. ¿Cómo darle esta noticia a mi marido, sin también decirle esa duda que tenía? Iba a ser el final de todo. Tardé tres días en tomar el coraje suficiente para decirle y ese día fue el final de todo.
Miércoles 30 de Diciembre.
El día amaneció con nubarrones muy oscuros para mí. Debía de decirle a mi marido de esta noticia que había descubierto hace unos días atrás. Sabía que se iba a emocionar y justamente era lo que quería evitar, ya que si el niño que venía el camino no era de él, sería un problema enorme. Cuando abrí los ojos ví que Gerardo no se encontraba en la cama. Ni estaba en el baño. Cuando terminó de asearme me percato que en el sitio en dónde dejé la prueba de embarazo, ya no había nada. En ese momento me asusté. Salí del baño y me dirigí a nuestra habitación. Al agarrar mi celular veo que tengo un mensaje de WhatsApp de la esposa de Santiago felicitándome por la buena nueva. Ahí quise que la tierra me tragara. Gerardo le había comunicado a nuestros amigos sobre la noticia de mi embarazo.
Cuando baje a desayunar me encontré con que Gerardo me había preparado un desayuno espectacular. Waffles, Pancakes Americanos, Tostadas Francesas, dos jugos exprimidos, de Pomelo y de Naranja, un café con leche, 3 medialunas, un gran surtido de galletitas dulces y dos budines. Todo para 4 personas. Aunque los chicos agarraron sus respectivas tazas y cosas que querían comer y se marcharon a sus habitaciones a desayunar. Yo le quedé con Gerardo, el cual me dijo que cuando le iba a dar la buena nueva. Que se enteró cuando fue al baño. También me preguntó sobre por qué el Evatest con el positivo estaba escondido. Verle la cara de emoción me destrozó y comencé a llorar. Gerardo al ver que comencé a llorar, de seguro pensó que eran de emoción y comenzó a llorar también, pero de felicidad, y ahí fue cuando no pude más y le confesé que no sabía de quién era el niño. Y fue cuando todo cambio otra vez.
El rostro de mi marido cambió completamente. De llorar de felicidad, se volvió serio y apagado. Me miró y me preguntó que qué quise decir con eso. Y le dije que cuando había tenido ese desliz, Ariel no uso preservativo y había acabado dentro. Gerardo al escuchar eso se levantó de su silla y se marchó de la casa sin decir ni una palabra. Recién regresaría a la noche y en ese momento sería cuando todo se iría al demonio.
Tras que Gerardo se marchara caí en una depresión, la cual me obligó a mandarle un mensaje a mi prima, la cual vino inmediatamente. Ni bien llegó, le conté todo y tal cual como hizo mi madre, se enojó y me dio su opinión de todo lo sucedido, pero, me dijo que como éramos primas iba a ayudarme a qué resuelva las cosas con mi marido. Y también me advirtió que de joderla mal con Gerardo se iba a enojar mucho conmigo. La razón era muy sencilla. Fue ella la que nos presentó a Gerardo y a mí. Ella era amiga de Gerardo mucho antes de yo ser la novia y luego esposa de él. Ella conoció a Gerardo en los tiempos que Andrea era parte de la vida de mi marido. Y fue testigo fiel de todo el cambio que sufrió Gerardo a lo largo de toda su adolescencia. Antes de conocerme a mí, mi prima fue la piedra de la cual Gerardo se aferró para mejorar. Fue gracias a su amistad que él empezó a curarse de todo lo que vivió. Si pasó algo entre ellos durante ese tiempo jamás lo sabré. Tampoco pregunté. Pero todo indica a qué no paso nada de nada. Tan solo fueron amigos y nada más. Ella y Gerardo son el claro ejemplo de que un hombre y una mujer pueden ser amigos sin problemas.
Pasamos toda la tarde charlando de varios temas hasta que se hizo de noche y llegó Gerardo. Él al darse cuenta de la visita de mi prima la invitó a cenar y ella aceptó con gusto. Tuvimos una cena tranquila y placentera. Al final de la misma, mi prima decidió irse y dejarnos solos para conversar. La casa para ese momento estaba en silencio. Nuestros hijos en sus respectivas habitaciones pronto se enterarían de lo que se estaba por venir. Le digo a mi esposo que vayamos a nuestra habitación para charlar, a lo que él acepta.
Una vez en nuestra habitación la conversación se vuelve en una discusión con Gerardo recriminandome lo que tendría que ser una noticia alegre. Cómo no sé cómo explicarle que las cosas sucedieron como sucedieron se enoja… y no lo culpo. Siempre pensé que sería él el que me metería los cuernos y dejaría embarazada a la amante, pero en su lugar fui yo la que resultó embarazada y no sé si es de mi marido o de la persona con la cual le metí los cuernos.
La discusión llega a un punto en el que mi marido comete algo que jamás hizo en su vida y es darme un sopapo. Para haber llegado a ese punto se que algo en él se había roto. Gerardo nunca le levantaría la mano a una mujer. Lo tiene grabado en su mismo ADN. Obviamente ese golpe me regresa a la realidad y le oigo decir que soy una… a lo que le termino su frase con que me diga lo que soy … que se atreva a decir esa palabra. Puta. Pero el no la dice.
En ese instante trato de acercarme a él suplicándole perdón por todo, pero el solo me dice que en este momento no quiere ni puede verme a los ojos. Y se marcha a ver a nuestros hijos. Yo para ese momento no puedo hacer ya nada. Algo se había roto en nuestra pareja. Corro a su encuentro una vez más cuando lo veo retirarse de la habitación de nuestro segundo hijo. El me mira y me pregunta que ¿Por qué? ¿Acaso lo nuestro ya no funcionaba? Yo aún sigo sin saber que responderle y eso es todo. El se acerca a mi y me besa la frente. Y con unas últimas palabras se marcha en dirección al auto. Lo último que veo de mi esposo es a él desde la ventanilla del auto diciéndome que en unos días iba a venir a buscar sus cosas de la casa y que quería que ese día yo no estuviera en la misma.
Luego lo veo marcharse de mi vida.
Y hasta ahí todo lo que viví en esta segunda mitad del mes de Diciembre. Ahora tengo que ir a la casa de mi madre para pasar el pase al año nuevo. La verdad no tengo ninguna gana de ir, pero es mi madre y era una reunión que había sido planeada con anterioridad.
Una vez que llegué a su casa, al entrar me sorprendo de ver a Gerardo con mi familia. La verdad no me esperaba su presencia. El se acerca a dónde estoy y me dice que solo vino por qué era lo correcto. Era una reunión que él estaba invitado y por eso vino. También me informa que no dijo nada de nuestra situación actual para no generar problemas. Le agradezco ese gesto y me acerco a lo que se volvería la última cena junto con quién había sido hasta unos días atrás, el amor de mi vida.
Ya habría tiempo para decirle a la familia del futuro divorcio en puertas y del niño o niña que está viniendo.
Continuara….
Epílogo
Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo y Costilla
El viaje desde Buenos Aires fue bastante cansador. Lo único que quería hacer era llegar a dónde lo de mi amigo, acostarme y levantarme en una semana. Estaba absorto en mis propios pensamientos mientras esperaba que me prepararán una especie de torta cuando oigo una voz inconfundible a mis espaldas:
“- ¡Ya deja de estar gusgueando, que te vas a poner bien panzón!”
Solo había una sola persona que conociera con esa voz. Me doy vuelta y la veo. Una mujer de más o menos mí misma altura, tan solo unos dos o tres centímetros más baja, piel trigueña, labios bien apetecibles y rojos furiosos, unos ojos que te quitan el aliento con solo verlos y para complicar aún más las cosas, la futura esposa de mí amigo Mariano.
“- Algo me decía que te ibas a aparecer, Katerina.”
“- ¿¡Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así, pinche pendejo cabrón!?
“-¿Y cómo querés que te llamé? ¡Es tu nombre!”
“- Prefiero que me llamen por mí segundo nombre.”
“- ¿¡Guadalupe!? A mí me gusta más Katerina.”
“-¡Que no me llames así! ¡Aaarrrghh! ¡Ustedes los argentinos a veces son bien melolengos! Con que me llames Lupe es suficiente.”
“- Jajajajajaja. Cómo vos digas. ¿Está Mariano con vos?”
“- No. El tenía otros asuntos, me pidió que te recogiera y te llevará a nuestra casa.”
“- Bueno, pues vamos entonces. Espera que me acabo esta torta que me compré y podemos partir.”
“- No tendrá algo picoso, ¿No?”
“- Pues… ni idea. ¿Por qué lo decís?”
“- Nada. Nada. Solo digo. No me hagas caso. Tu come sin dramas.”
Muerdo el primer bocado de la torta que me había comprado mirando extrañado a Lupe y….
Lupe y yo nos vamos del Aeropuerto Internacional de Guadalajara tras una visita mía al baño de una hora de duración.
“- Ay, Gerardo. Cómo me voy a divertir mucho contigo.”
Miro a Lupe con cara de pocos amigos. “- Ya me la veo venir. Vas a hacerme la vida imposible en estos meses, ¿No?”
“- Tenlo por seguro. Cuando Mariano y yo acabemos contigo, serás un mexicano ciento por ciento. Por cierto… ¿Cómo andan tus críos?”
“- Con 19 años ya no son tan críos. Más bien son dos grandulones huevones que dan más de un dolor de cabeza.”
“- Si, estos meses en México van a ser de lo más interesante.” Pienso para mis adentros mientras cruzo el umbral del aeropuerto en dirección al lugar en dónde está estacionado el auto de Katerina.
Continuara…
Pequeño diccionario Tapatio:
“-Ya deja de estar gusgueando ¡te vas a poner bien panzón!”: Y es que con tanta comida deliciosa y típicamente tapatía es imposible dejar de gusguear, o sea, comer entre comidas, picar… se entiende, ¿no?
Melolengo/Melolenga: Persona tonta, estúpida.
Crío/Cría: Niño/Niña.