ARIEL. Amor desesperado, sexo desaforado.

Ariel y Tor tienen amistad desde pequeños pero cada uno tiene planes distintos para su vida...pero...

Loprimero, gracias a Elbotija porque siempre eres el primero en comentar mis relatos, también a Javier, Elías y Katnnis porque sois los únicos en dar vuestra opinión entre miles de lectores. A estos últimos gracias por leerme, siempre se agradece que te lean ¿no?.

Saludos a todos.

ARIEL. Amor desesperado y sexo desenfrenado

Capítulo 1

1.-

Nací muy menudo, de piel blanca y de pelo rubio. Mis padres, que eran muy cultos (esto lo digo en serio, mi padre era catedrático de Historia del Arte y mi madre de Literatura Inglesa), al verme, decidieron llamarme Ariel, como el genio del aire de la "Tempestad" de Sakespeare. Cosa que siempre les agradecí porque me encantaba mi nombre.

Mis padres eran íntimos amigos y vecinos de otra pareja que tuvieron un hijo con poca diferencia de fechas. Nació de piel oscura, como su madre, y cubierto de vello, como su padre. Por el aspecto y por la ascendencia, decidieron llamarle Aitor, como supuesto patriarca de los vascos.

Aitor y yo nos criamos juntos, íbamos al mismo parque, celebrábamos los aniversarios juntos. Según crecimos, asistimos al mismo colegio, yo veraneaba con sus padres y él con los míos.

Según crecíamos, las diferencias entre nosotros se hacían más patentes. Aitor crecía y se desarrollaba mientras yo seguía siendo un chaval muy menudo (nunca fui frágil, pero si menudo), pero entre nosotros había un hermanamiento que era difícil romper. Creo que éramos más hermanos que los que lo son de verdad.

Con el tiempo, Aitor fue decantándose más por los deportes y el ejercicio, mientras a mi me gustaba más el arte, la literatura, los cómics etc. Así descubrí al dios nórdico Thor, el dios del trueno y de la protección, así que decidí llamarle así y acabó aceptándolo, y hoy todo el mundo le llama Tor.

Tor...mi Tor... acabó convirtiéndose en el hombre mas guapo del mundo (para mi, claro, porque he de deciros que estaba locamente enamorado de él), su tendencia era claramente hetero, mientras que la mía...no tengo que decirlo...creció y se desarrolló. Se hizo un auténtico hombre. A los 18 años medía casi uno noventa, su cuerpo se había ensanchado y desarrollado gracias al deporte y al ejercicio. El vello le cubría las zonas justas de su anatomía y con la longitud exacta. No es que le espiara, pero por nuestra relación de amistad e intimidad, había visto como se convertía en un auténtico macho que clamaba al cielo por su belleza.

Vamos a ver: su pelo era ondulado y negro al igual que el resto de su vello corporal, sus ojos eran marrones tirando a verdes y (como es obvio) estaban enmarcados por pestañas y cejas pobladas y negras como el carbón. Se afeitaba todos los días pero el color oscuro de su barba siempre destacaba, en cuanto a sus genitales... eso lo dejo para más adelante.

Comenzó a salir con una chica preciosa que se llama Esther. A parte de ser guapa a rabiar, es simpática y alegre y entre nosotros se desarrolló un auténtico cariño. No había posibilidad de celos porque yo sabía que con Tor no tenía nada que hacer en ese aspecto, por lo que me dediqué a conservar la amistad y mi amor hacia el.

En sus momentos libres, nos veíamos, charlábamos, nos contábamos nuestras intimidades, en este punto, él, por supuesto sabía que yo era gay. Lo sabía hacía tiempo. Nunca permitió una burla o un desprecio hacia mi, en más de una ocasión, ante una frase despectiva o insultante, sin mediar palabra, había dado una hostia al responsable dejándole en el suelo con el labio partido. Poco a poco, la gente dejó de meterse conmigo por miedo a la represalia de mi protector Tor. Por todo esto teníamos tal amistad que nos contábamos todos nuestros secretos.

Mi amigo estudió la carrera de Ingeniero Medioambiental, mientras yo me decanté por la rama de Automoción de Formación Profesional de Grado Superior.

Aunque parezca mentira, me entusiasmaban los coches, las motos, la velocidad y quería dedicarme a ello. Aparte de que necesitaba emanciparme, necesitaba un lugar propio en el que me sintiera solo y a gusto para desarrollar mis vicios ocultos.

2.-

Confesión.-Me encanta la lencería femenina. Siempre me gustó, desde pequeño, tocaba la suavidad de los tejidos, metía los brazos dentro de las medias, acariciaba las bragas más caras de mi madre, pero nunca me atreví a probarme ropa mientras viví en casa de mis padres, por eso necesitaba un lugar que fuera mío y poder dar rienda suelta a mis fantasías.

Cuando acabé los estudios, tuve la inmensa suerte de superar las pruebas para trabajar en la central de una de las marcas de coches más conocidas.

Como es normal, no comencé siendo un ejecutivo, sino que me encomendaron la gestión del taller central de reparaciones.

Tuve la suerte de que con el sueldo que me pagaban pude alquilar un amplio apartamento en una zona céntrica de la capital.

Me busqué por Internet y al final encontré un local que me pareció el apropiado.

-¿Si te puedo ayudar en algo?... Te veo un poco despistado.

Un chico joven, algo afeminado, pero no mucho, se había dirigido a mi. Yo enrojecí pues estaba mirando prendas de lencería femenina. - Es... Es que...- tartamudeé.

Los enormes ojos negros me observaron y sonrió - Es la primera vez...y no sabes que hacer...- bajé la mirada)- ni sabes tu talla, ni sabes nada- Me di la vuelta para irme muerto de vergüenza cuando noté que su mano se apoyaba en mi hombro - Venga... no seas tonto...¿Como te llamas?.

-Ariel - dije sin mirarle.

  • Cómo me gusta ese nombre... siempre me ha gustado desde que leí La Tempestad... y desde que me enamoré de Ariel Rot...platónicamente... está claro. Ven, que te voy a ayudar...y por Dios no seas tan tímido. Aquí estoy para algo ¿No?.

Desde aquel momento y desde que en el probador se bajó el jean y me mostró unas bragas de seda que llevaba, se forjó una gran amistad entre Salva y yo. Me enseñó a elegir lencería. Me invitó a su casa para enseñarme a llevarla y lucirla, me dio las primeras instrucciones en el maquillaje para resaltar mis ojos y labios y que parecieran naturales. Me cambiaba en su casa para luego ir a locales en donde chicos como nosotros se lucían en paños menores femeninos y ligaban con caballeros de alto estanding.

Salva era algo más menudo que yo, con el pelo moreno rapado al uno, depilado totalmente, tenía unos enormes y hermosos ojos negros y unos labios perfilados y carnosos. La verdad es que era una preciosidad y, cuando se maquillaba y se arreglaba, era una preciosidad...y además él lo sabía.

Nunca follamos. Tuvimos una de las amistades más bonitas que yo he tenido nunca. Nos queríamos, nos respetábamos, éramos confidentes y colegas. Alguna vez nos abrazábamos viendo la televisión, bailábamos juntos en los locales, nos cogíamos de la mano, pero nunca...nunca...follamos...¿porqué?...no lo se... pero sí que fue la amistad mas limpia y entrañable que yo he tenido.

3.-

Ya he contado que yo había terminado mis estudios y trabajaba. Tor había terminado sus estudios en junio y en octubre me contó que le había salido un trabajo buenísimo en Chile al que no podía renunciar por lo que había decidido casarse lo antes posible con Esther y quería que fuera testigo de su matrimonio, le contesté que sí con los ojos empañados y nos dimos un cálido abrazo. Esa noche lloré amargamente.

Unos días antes de su boda, un pariente suyo se puso en contacto conmigo para decirme que habían preparado una despedida de soltero y que sabían que a Tor le haría ilusión que yo estuviera. Le dije que allí estaría. No me gustan nada las despedidas de soltero pero era Tor.

No voy a contar la despedida porque cualquiera que haya asistido a alguna sabe de que hablo y, además, lo importante fue lo que vino a continuación.

Yo conducía. Volvíamos a nuestro barrio (yo conservaba la habitación de soltero en casa de mis padres). Paré en la puerta de su casa y girándome hacia él me despedí deseándole un buen día.

Tor se giró hacia mi en silencio. Me miró fijamente como solo el sabía hacerlo. En los ojos se notaba el efecto del alcohol. -Ariel... no nos vamos a ver en mucho tiempo... y te voy a echar mucho de menos porque te quiero mucho... mucho...

  • Tor, ya sabes que yo te quiero con toda mi alma.

  • De eso se trata chiquitín, que lo se. Que lo se y que quiero hacerte el regalo mejor que te puedo hacer.

Silencio

  • Ariel... quiero hacerte el amor- di un respingo, eso no me lo esperaba y además era una equivocación -...Ariel...escúchame, se que estás enamorado de mi desde siempre... ( en ese momento quería morirme), se que lo único que no hemos hecho es follar juntos y... te lo debo...chiquitín...te lo debo y quiero hacerlo contigo...por favor...dime que sí.

Juro que quería decirle que no, pero mis cojones querían lo contrario, la cercanía de su cuerpo, el olor de su sudor, su aliento alcohólico y tabacoso, y esos ojos suplicantes...

Me acerqué y le besé en los labios, cosa que nunca había hecho. Su suavidad me desconcertó más de lo que estaba y unas lágrimas se asomaron a mis ojos.

  • ¿Eso quiere decir que sí?

  • Vamos a mi casa, que mis padres no están y estaremos más tranquilos-. Le dije entre sus labios.

En la oscuridad de mi habitación, frente a mi, tiró de su corbata hasta deshacerla y lanzarla a un lado, luego comenzó a desabrocharse la camisa, le paré con mis manos - Ya que es la primera y única vez que lo vamos a hacer, déjame que te desnude-. Me acerqué a el y le besé en los labios. Un beso tierno y dulce, quería volver a sentir esos labios en los míos. El instinto hizo que sacara la lengua pero me aparté porque quería desnudarle como si fuera un rito.

Deslicé su chaqueta por sus hombros hasta que cayó al suelo, luego comencé a desabrochar su camisa botón a botón dejando al aire su velludo pecho. Un escalofrío me recorrió la entrepierna cuando vi que iba descubriendo su camiseta banca de tirantes. Me deshice de la camisa mientras le besaba los hombros y el pecho. Luego bajé hasta el pantalón y le acaricié la bragueta con mi cara, con mis labios, con mi mano. Tor estaba excitado y eso hizo que mi ano se encogiera así como mis huevos. Le desabroché el cinturón y de un tirón se lo quité para tirarlo por ahí y luego le desabroché el pantalón y le bajé la cremallera. Su boxer de tela banca se tensaba por le tensión de su polla. Le bajé el pantalón para poder tener acceso a lo que más quería y apreté mi boca contra el rabo tenso que ocultaba la tela y me rebocé en el para excitarle más aún. Notaba la excitación de Tor. No hacía falta decir ni hacer nada. La excitación era latente en él y en mi.

Metí la mano por la bragueta para poder tocar el trofeo que nunca hubiera podido pensar en tener y que ahora podía disfrutar. Lo conocía pero no lo había disfrutado y ahora era el momento. Metí la mano para acariciarla (suspiró), le acaricié su miembro de arriba a abajo y luego bajé la mano hasta sus huevos para sobarlos y apretarlos (no pudo contener un gemido de placer). Yo estaba salido como una bestia pero quería disfrutar paso a paso de algo que no volvería a tener. Le bajé el bóxer y me quedé mirando el miembro querido. Erguido, duro, tenso, oscuro, con el capullo rosado y perfecto... y lamí su frenillo (soltó un gemido agudo), y lo volví a lamer con la punta de la lengua. Luego le lamí el agujero haciendo presión y volvió a gemir, me regodeé lamiendo su capullo en toda su extensión mientras notaba que Tor se revolvía de excitación, y me la metí entera en la boca para mamar hasta donde llegara, me la metí y luego, haciendo presión, la saqué, así una y otra vez mientras le acariciaba los huevos con la intención de que llegara al límite para luego cortarle la excitación.

No...todavía no...todavía queda mucho que hacer.

Subí hasta su boca. Ahora si. Ahora que estaba como un semental quería su lengua y no me la iba a negar de ninguna manera. Acerqué mis labios a los suyos, le cogía la cara con mis manos y le apreté a mi. Su boca se abrió para sacar la lengua que entró en mi boca y se encontró con un músculo húmedo y lujurioso que la abrazó una y otra vez, mientras notaba que el calor de Tor subía por segundos y no sólo nos lamíamos sino que nos mordíamos los labios con fuerza, con pasión, con fiereza. La fuerza de la naturaleza hacía por fin presencia en nuestra relación de machos desbocados por el sexo.

Le tiré sobre la cama, le descalcé, le quité los calcetines y luego le arranqué los pantalones y los calzoncillos de un tirón. Le miré desde abajo. En primer plano los huevazos, después su polla totalmente erecta y mas arriba su cuerpo cubierto aún de la camiseta...y aquella visión...me volvió loco

Me desnudé en un segundo y subí hacia el cuerpo más maravilloso del mundo, hacia el hombre más esplendido que nunca iba a tener entre mis brazos y debía disfrutar como el fruto de edén, aunque supusiera mi condena eterna.

Mis manos subieron hasta meterse por la suave tela blanca que cubría el torso de mi amado y acariciaron el vientre, el abdomen, el pecho y tocaron sus pezones que estaban ya erectos, los apreté, los pellizqué hasta que volvió a gemir de dolor-placer, luego le fui subiendo la camiseta para dejar a mi vista el cuerpo que ya conocía, pero que me estaba prohíbido, lo fui subiendo hasta que llegó a su cara, dejandole a mi disposición, me tumbé sobre él para que nuestros sexos se conocieran y nuestros cuerpos se acariciaran mientras mi nariz olía sus axilas sudadas de todo el día y mi lengua lamiera su vello sudado. Tor me apretó el cuerpo por el placer que le estaba dando, le saqué la camiseta y le amorré como una piraña.

Mi polla húmeda resbalaba con la suya y se enredaba en el matojo de su vello negro. Me fui levantando hasta que su tranca resbaló y se alojó entre mis nalgas y apretándolas se la acaricié haciéndo que sintiera tal placer que se revolviera entre las sábanas.

Entonces encendí al luz de la mesilla dando a la habitación una luz tenue y cogí un condón y lubricante. Tor cerró por un segundo los ojos. - ¿Qué haces?...

  • Verte... - le dije en voz susurrante y lascivo -quiero verte...quiero ver tu cara de placer cuando al fin te corras dentro de mi.

Sus ojos verdosos me miraron y sonrió dejando a la vista sus hermosos dientes blanco. Me incliné para besarle tiernamente mientras mientras le colocaba el condón, luego me lubriqué el ano y masajeé su miembro con gel, puse su maravilloso glande en mi entrada y me fui irguiendo mientras me follaba su tronco poco a poco, disfrutando, degustándolo, saboreando el placer que me producía el saber que era penetrado por mi amor.

Y fue entrando y entrando hasta que llegó a su tope. Yo escuchaba sus gemidos según le absorbía el falo y lo hice con tal maestría que en su cara se reflejaba el éxtasis que sufría. Yo le follaba y el se dejaba hacer mientras yo miraba su expresión, su cuerpo sus brazos bajo su cabeza exhibiendo sus sobacos que me volvían loco. Poco a poco se fue excitando de tal manera que se revolvía hasta que su cara se congestionó, la vena de su frente se hinchó y su boca se abrió para dejar paso a un gemido grave, que parecía más un gruñido de un león que otra cosa. El cuerpo se le quedó rígido menos su pelvis que tenía espasmos producidos por los trallazos de su inmensa corrida.

Todo ese cúmulo de sensaciones hizo que me corriera a lo bestia sobre su abdomen y su pecho, dejando un reguero blanco sobre su vello moreno. Tor se derrumbó y yo me tumbé sobre él. Nos besamos con auténtico amor y guardamos silencio.

  • Si hubiera sabido que esto era follar contigo, lo hubiera hecho hace mucho...mucho tiempo...

Una sonrisa de amargura se dibujó en mi cara y cerré los ojos dejando que surgiera alguna lágrima de tristeza.

La boda fue maravillosa pero me fue imposible despedirme de él. Me contaron que preguntó por mi preocupado porque quería despedirse, al fin y al cabo no nos veríamos en mucho, mucho tiempo.

Continua .