ARIEL. Amor desesperado, sexo desaforado.
Final de la historia con sexo desaforado y pasiones encontradas.
ARIEL
Amor desesperado, sexo desenfrenado
Cápitulo 3
7.-
Después de aquella primera sesión de sexo salvaje, disfrutamos de quince días de libertad para afianzarnos en nuestra relación. Quince días durante los que su familia estaba de vacaciones en el pueblo y teníamos todas las tardes y noches para nosotros. Me recogía en su moto a medio camino de mi casa y nos desatábamos como fieras sedientas de sexo. Fueron quince días tan bestiales que nunca olvidaré. Lo peligroso de la situación era que, cuando nos veíamos en la central nos poníamos burros y se nos hacía difícil disimular nuestra tensión sexual... pero eso era lo que había... Santi no podía delatarse porque muchos de los mecánicos eran amigos de la familia y alguno podía irse de la lengua.
Por lo demás, mi situación con Salva era inmejorable. A parte de ser un tío guapo a rabiar, son sus ojazos negros, su menudo cuerpo marcando sus pequeños músculos sin un ápice de grasa, perfectamente depilado, era un ser humano como un pino y un amigo como nunca había tenido.
Vino a vivir conmigo después de una terrible paliza que le dio su padre. Le recogí en el hospital y le prohibí volver a vivir con semejante animal. Vivíamos como amigos, ensayábamos los números, me ayudaba con la coreografía y con el vestuario, nos relajábamos por la noche viendo pelis en la tele.
No digo que no tuviéramos acercamientos como ver la TV abrazados, a ratos divertidos, a ratos emocionados. No digo que en ocasiones no nos besáramos en los labios (cosa que se hizo habitual cuando nos despedíamos o nos encontrábamos...y sobre todo el beso de "buenasnoches". Pero nunca, nunca hicimos sexo.
- Ariel- me dijo un día que me estaba poniendo muy caliente - No Ariel...no... el sexo mata la amistad... la ensucia y yo quiero ser tu amigo para siempre.
Así quedó zanjado el tema. No sexo. Si amistad. Y así fue.
Nuestra relación era perfecta y me alegro que así fuera según se desarrollaron los acontecimientos (no quiero anticipar hechos).
Por otro lado estaba Román... jodido Román... Ese era harina de otro costal... que cabrón...
Román, ya os lo he contado, estaba como un tren: mulatazo, con un cuerpo de escándalo, seductor donde los hubiera, zalamero hasta conseguir lo que quería y simpático...muy simpático y divertido... muy divertido.
Román me tenía hechizado, no estaba enamorado de el, ni mucho menos, pero me gustaba a rabiar, pasaba ratos geniales con él y me encantaba seducirle... era bastante predecible en cuanto al sexo... de lo demás... no se que decir... Yo siempre creí que era un cabrón y luego fue lo contrario, osea que no puedo criticarle.
Pero estoy contando la historia cronológicamente, y en aquel momento yo pensaba que me estaba tomando el pelo y decidí aprovecharlo porque físicamente me gustaba un huevo.
Os voy a contar cómo fue la primera vez que tuve sexo con él.
Acababa de cantar en el escenario y, como siempre hacía, señalaba mis sentimientos hacia donde el se sentaba, me volvía loco seducirle desde el escenario. Terminé de interpretar "My lover, my friend". Después de recibir los aplausos me dirigí hacia su asiento favorito, me senté a su lado y pedí un gin-tónic con mucho hielo. - Te va a hacer daño tanto frío a esa garganta que tanto me gusta- Me dijo con aire seductor. Me reí y esperé a que me trajeran la bebida. Bebí la mitad de un trago hasta que se me empañaron los ojos por el frío.
- Ven - me dijo - siéntate encima mío mientras lo terminas- y se dio unos golpecitos en sus muslos. Le miré divertido, le sonreí - Si me lo pides así...- y me senté en sus rodillas, mi espalda contra su pecho, cerró las piernas y me senté en sus muslos.
Comenzaron a poner música caribeña que nos hacía mover el cuerpo a su compás. Román comenzó a mover las piernas y yo el cuerpo al ritmo de la música de manera que nos contoneábamos el uno encima del otro hasta que comenzó a abrazarme como si estuviéramos bailando y nos fuimos calentando, el me abrazaba los brazos y yo los subía cimbreándolos, me acariciaba las axilas y yo me reclinaba hacia su pecho mientras nos movíamos rítmicamente, era claramente un baile de seducción.
El calor y la música nos fue excitando hasta que comenzó a sobarme el pecho, el cuello, los pezones (uno de mis puntos eróticos), y me dejé hacer, dejé que se pusieran erectos y el aprovechó para pellizcarlos y cuando estaba en éxtasis, me mordió el cuello... y luego el lóbulo... y luego metió la lengua en mi oído... seguía masajeando un pezón mientras la otra mano bajaba peligrosamente hacia mi paquete en estado extremadamente excitado. Mi espalda se restregaba en su pecho, mientras echaba el cuello hacia atrás para dejarle libertad para que hiciera con el lo que quisiera con su boca.
Noté en mi culo cómo su polla crecía y se endurecía, cómo abría las piernas para obligarme a hacer lo mismo y que notara la dureza de su verga. Seguíamos el ritmo de la música a la vez que nos excitábamos más. Yo quería seguir provocándolo y el también lo quería. Giré la cara para encontrame con aquellos labios carnosos y oscuros que no me hicieron asco sino todo lo contrario, me amorró como si me fuera a escapar y abrimos las bocas para compartir lengua y fluidos. Le acaricié los brazos mientras me me masajeaba. La escena era la hostia, menos mal que había poca luz porque si no aquello era pura orgía caribeña.
La dureza de su miembro apretaba tanto mi culo que decidí dejar en libertad a intruso que pugnaba por liberarse de su encierro de lino. Bajé una mano y deshice la lazada del pantalón para dejar en libertad al animal y noté como es estrellaba contra mis nalgas, duro como una piedra y su cabeza babeante como Alien. Abrí más las piernas para que se acoplara y seguimos con el ritmo mientras me acariciaba eróticamente y yo le amarraba aquel enorme miembro suave y húmedo y me lo fui colocando en el sitio estratégico. Noté un movimiento extraño hasta que me di cuenta de que buscaba algo en su bolsa...
Me dio el sobrecito y, mientras lo rasgaba con los dientes, él me lubricaba con un masaje de lo más estimulante. Bajé la goma por su falo de ébano y se lo fui enfundando poco a poco dándole un masaje para que llegara al máximo de su tamaño. Me levanté hasta que el comienzo de su capullo tocó el centro de mi placer y me fui sentando en él al ritmo de la música que, según lo marcaba el ritmo, me lo iba tragando a bocanadas. Román me apretaba el cuerpo y los genitales cada vez que notaba una embestida y entraba en mi. La excitación era extrema y gemíamos a lo bestia (menos mal que la música mitigaba los sonidos porque, si no , hubiera sido un escándalo).
Noté su vello encrespado rozar mi culo y respiré hondo al notar que todo su miembro lo tenía ensartado y entonces... seguí moviéndome al ritmo de la música mientras lo cabalgaba y el me pajeaba bajo el tanga y me apretaba los pezones y me mordía el cuello fuera de sí, hasta que no pudo más y se corrió, como la bestia que era, dentro de mi, lo que provocó que yo también estallara en su mano. Nuestros cuerpos sufrieron espasmos y nuestros gemidos fueron aullidos de placer hasta que nos descargamos. Luego me ofreció sus dedos llenos de mi lefa que lamí y me los metí enteros en la boca.
Caí rendido en su cuerpo mientras notaba como su cipote se relajaba e iba saliendo poco a poco de mi agujerito produciéndome un placer añadido.
Me dio de beber mi gin que apuré hasta el fin. Algo de bebida cayó por mi cuello y el se apresuró a lamerlo.
Esa fue la primera vez que hicimos sexo en público y, después de esa experiencia, la repetíamos cada vez que le dedicaba una canción.
Le ponía que yo le cantara desde el escenario canciones de desamor, de abandono, de término de una relación...
- Se le va la olla contigo- me decía Salva - cuando te ve en el escenario solo tiene ojos para ti, el mundo desaparece y sólo sois los dos en el mundo. No te puedo decir si está enamorado de ti, pero en esos momentos no existe nada más. Hazme caso. Es así. Lo veo todas las noches.
Tenía que jugar esa baza con mi cubanazo si quería que me representara, fuera verdad o no. Yo no lo tenía claro. Estaba seguro que me estaba vacilando, pero lo pasaba en grande con él y mientras siguiera el juego, yo continuaría.
8.-
Me acordé de una canción que siempre me había puesto la piel de gallina y me parecía maravillosa pero muy difícil de cantar. Es "My man". La había cantado Billy Holliday, Diana Ross y, Barbra Streisand. He de decir que mi interpretación favorita es la de Barbra, que la canta sobre un escenario de Brodway al final de la película "Funny Girl" mientras se llevan preso a su marido.
(Es mi hombre, aunque sea un cabrón, aunque se acueste con otras, siempre será mi hombre y le recibiré de rodillas...)
Una imbécil, sumisa y adicta a los malos tratos, pero que en cabaret y dedicándosela a mi mulatazo cubano podría dejarlo a mis pies para toda la vida. Se lo comenté a Salva y se descojonó.
-Eres una auténtica puta, perdida, manipuladora y pérfida.
-Ya sabes que no me gusta que me hablen en femenino.
- Lo siento, pero no encuentro calificativos masculinos para definirte.
Ensayamos la canción y la preparamos para que quedara perfecta. Cuando estuvo pulida nos decidimos a representarla. Hicimos una coreografía tipo Bob Fosse (con todo mi respeto para el maestro), pero el ritmo ascendente de la canción lo pedía y los movimientos cortos y musculares nos parecieron los más indicados. Llamé a Román para decirle que le iba a dedicar una nueva canción que le iba a encantar y me aseguró que iría.
Oscuridad, un cañón de luz iluminándome y otro a Salva en el piano (se lo merecía). El pelo engominado hacia atrás, todo el cuerpo cubierto de purpurina dorada, el maquillaje de los ojos imitando lágrimas corridas de rimmel, una muñequera guerrear de metal dorado, uñas negras, tanga de pedrería dorada, medias a medio muslo con el elástico de encaje negro y unas botas de tipo militar negras enmarcadas con calcetines rojos. Comenzaba la canción sin casi moverme y con la cabeza baja y según iba subiendo el tono, los movimientos se hacían mas tensos y rítmicos hasta llegar al final que, señalando a mi mulato, le dedicaba la última frase: " Eres mi hombre para siempre jamás". En ese momento si me consideré un puta pérfida y manipuladora, pero nunca lo confesaría a nadie, ni a Salva.
Cuando llegué ante Román, sus ojos estaban enrojecidos (¡había llorado!, no daba crédito), me senté a su lado, como si nada y pedí mi habitual gin-tónic. Román me miraba extasiado. No hablaba. Sólo me miraba. Me inquieté. Estaba raro. Le miré y le sonreí.
- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida....- y se le quebró la voz....(¡A él!...¡A Román!)...- Ven - me dijo señalando sus muslos. Me senté en sus piernas, recosté mi espalda en su pecho, eché la cabeza hacia atrás esperando un beso. Me abrazó por el pecho y el vientre y me besó en el cuello y sollozó de emoción. He de decir que esa reacción me emocionó a mi también. Me giré, le limpié las lágrimas y le bese esos labios tiernos y calientes. En el fondo, mi cubano era un encanto.
Se desabrochó la transparente camisa azul celeste (el cabrón no se había puesto la camiseta de mis sueños) y noté en mi espalda la dureza de sus pezones. Le deshice la lazada de sus pantalones blancos y el alzó un poco el culo para que los deslizara hasta medio muslo, por lo que su polla y cojones se ajustaron en mis glúteos....Y aquello fue la follada del siglo, porque si me gustaba que me follara habitualmente, con el gesto de ternura que había demostrado, hizo que me perdiera en un; "hazme lo que quieras".
La follada fue tan intensa como inmensa y, cuando nos relajamos, me dejé caer en su cuerpo para que me abrazara y me acariciara. Me quedé traspuesto y cerré los ojos.
Cuando los volví a abrir, vi que un hombre me miraba fijamente. Moreno, alto, pelo ondulado, barba cerrada y ojos verdosos...¡Tor!...Dios mío...Tor me había observado mientras le cantaba y me follaba a Román.
De un salto me levanté y me fui al vestuario. Cerré la puerta y comencé a andar como un tigre enjaulado sin saber que hacer, que pensar...Hasta que unos golpes llamando en la puerta me devolvieron a la realidad y me quedé inmóvil.
Los golpes se hicieron más fuertes y yo inmóvil. Sabía quién estaba al otro lado de la puerta. Lo sabía seguro y no sabía como reaccionar.
La puerta se abrió de un golpe y aquel torrente entró en la habitación; alto, moreno, guapo a rabiar y con una ira reflejada en los ojos que me hicieron temblar. Me miró fijamente y se sonrió de medio lado con un gesto de asco.
- No sabía que eras tan puta - gritó - ni tan maricona...¡Me das asco!. ¡Asco!
Y se fue dando un portazo.
Estaba paralizado hasta que mis piernas comenzaron a temblar y mi cuerpo a tiritar.
Salva entró y fue directamente a mi para abrazarme. No sabía lo que había pasado, pero mi situación le preocupó. - Ari...Ari...que ha pasado... he oído gritos y...
En ese momento me derrumbé, las piernas me fallaron y me senté en el suelo y comencé llorar sin consuelo. Salva me recogió entre sus brazos y me acariciaba la cabeza y me besaba para que me calmara...- Mi amor...calma...calma...
Román entró de repente en la habitación y viendo la situación -¿Qué ha pasado?...¿Que coño ha pasado?...- Salva le miró con expresión de "no tengo ni puta idea" y mi mulato se agachó para abrazarme - Mi amor... que ha pasado... que te han hecho...
No podía hablar. Tenía un ataque de ansiedad, no podía respirar...solo llorar... llorar... llorar...
9.-
Me desperté a la mañana siguiente en mi cama y mientras me despertaba con una gran resaca, comencé a recordar lo que había sucedido la noche anterior y no pude remediar que las lágrimas fluyeran.
Salva, que estaba junto a mi en la cama, se dio cuenta que me había despertado y me besó la sien. -Mi amor, estás mejor?-
Cerré los ojos.
-Vamos, amor, ¿qué pasó?.
Se lo conté.
¿Era él?-
Si
Lo siento...¡Qué cabrón!...entonces era el quién llamó.
-(...)
-Ayer llamó un amigo tuyo diciendo que quería verte sin falta y que donde te podía encontrar. Le dije donde estabas, pero no sabía... ¡Dios mío!, que cagada...
Román entró en la habitación, debía haber pasado la noche en casa, pero cuando iba a comenzar a hablar le corté en seco y le hablé muy duramente - Román...Escúcha muy en serio lo que voy a decirte, quiero el papel que me prometiste, ¡Lo quiero ya!... o no me vas a volver a ver en tu vida... Te lo juro por Dios. Haz lo que quieras, pero lo quiero ¡Ya!.
Iba a decir algo, pero calló. Me abrazó y me besó la cabeza.
Al cabo de unos días tenía el papel.
Me sentía fatal, lloraba sin motivo y no tenía ganas de comer. Me sentía humillado y despreciado, como la protagonista de la ópera "La Traviata", cuando el protagonista le tira a la cara un fajo de billetes y la llama puta, o perdida, o lo que sea, delante de todo el mundo.
Menos mal que tenía a mis tres mosqueteros que me cuidaron durante los meses que duraron los ensayos y las pruebas para mi debut en los escenarios profesionales.
Salva me cuidaba y mimaba, dormía conmigo dándome abrigo, menos los días que Santi venía. Mi amor pasaba noches en casa (no se las mentiras que le contaría a su mujer), pero el hecho era que muchas noches estuvo a mi lado.
Estuvo preocupado por mi estado hasta que un día me recogió con la moto, fuimos a casa y le conté los hechos. Desde entonces casi no se separaba de mi. La dulzura y ternura que demostró hizo que le quisiera aun más. El contraste del físico duro con el cariño con el que me demostró, no pudo más que afianzar mi amor por él.
Por otro lado, Román se portó como un auténtico caballero, pendiente de mi, apoyándome en mi trabajo, en los ensayos, animándome cuando me venía abajo y dudaba de mi valía.
Y así fueron pasando los días, los meses, con mis chicos y con el trabajo de las mañanas en el taller y de las tardes-noches en el teatro.
Al fin llegó el día del estreno y fue todo un éxito.
La obra era una mezcla de teatro, musical y cabaret. Yo sólo tenía tres números, pero eran muy importantes porque con uno comenzaba la obra, el segundo era el comienzo del segundo acto y con el tercero acababa la función, por lo que debía dar todo de mi.
Era un espectáculo basado en "El sueño de una noche de verano" y se desarrollaba en un bosque mágico, llego de personajes imaginarios, míticos, humanos y con una gran carga sexual...Yo era un genio ambiguo en su sexualidad que dictaba el comportamiento de los protagonistas. Era ARIEL. El auténtico Ariel, El vestuario era espléndido y erótico, el maquillaje era una fantasía. La puesta en escena magistral. Al comienzo bajaba desde lo alto en un columpio cubierto de flores y al final subía en el mismo columpio hasta desaparecer el las alturas hasta que la gente rompía en ovaciones... y me identifiqué tanto con el personaje que durante los aplausos finales lloré.
Así pasó el tiempo...Trabajo, escenario, Salva-cariño, Santi-amor, y Román-exceso.
Pero un día...un jodido día...
10.-
Mientras me desmaquillaba en el camerino llamaron a la puerta
-Pase- dije con indiferencia. Se abrió la puerta y en la puerta apareció Tor. Lo vi por el espejo, me levanté de un salto, me di la vuelta, le miré e intenté hacerme el fuerte mientras le miraba aterrado a los ojos.
-Hola Ariel...
(....) ¿Qué haces aquí?... ¿Qué quieres?
- Verte...es un espectáculo público...
(...)
- Quiero pedirte perdón por lo que hice...por favor, perdóname.
-Te perdono, pero no quiero verte. Me hiciste tanto daño...
- Lo imagino
-No...no lo imaginas
- Ariel... déjame hablar por favor...
(...)
- Me he separado de Esther... Después de aquel día nada ha sido igual. Fue un ataque de celos que no pude reprimir. Me di cuenta de que siempre había estado enamorado de ti... desde siempre... y me lo había ocultado.
No he podido hacer el amor con ella. Has estado en mi mente desde ese día...Sólo estás tu... aquí - y se señaló la sien y el corazón.
Ver cómo le caían las lágrimas a ese hombre me destrozaba el alma. Mi querido Tor. Mi amado Tor llorando por mi y declarando su amor hizo que mis ojos enrojecieran. Le quería tanto.
Me acerqué a él, le puse las manos en la cara y le besé en los labios con ternura - Mi amor...
- Lo siento... - le dije con voz ahogada - ...llegas demasiado tarde...
THE END