Arena de playa

Porqué la arena de playa no tiene tanto glamour como parece

Había reservado una habitación en cierto hotel de Sancti Petri para descansar unos días del final de julio con la esperanza que siendo de la capital no encontraría a nadie conocido y poder desenganchar al menos unos días y efectivamente así fue, pues la primera semana pude perderme por la playas de caños con el culo al aire poniéndome moreno hasta en las partes que la sombra habita.

Pasados justos ocho días me encontré en la heladería a una vieja conocida de estudios y me invitó a una fiesta, ya podeis imaginar, desde hacía casi diez años que no la veía y me dijo que así nos pondríamos al corriente, como despues de tantos días de eremita en el hotel dije que si iría, no me quedaba lejos y podría ir andando, pues era en un chiringuito de playa que me quedaba a escasos diez minutos caminando por la playa.

Nos despedimos y quedamos para esa tarde noche, noche con luna llena por cierto, sólo pensar en unas sardinitas asadas en la playa y unos mojitos fresquitos me abrieron en apetito. Fui a mi habitación y me di una buena ducha, me afeité muy rasuradito por si acaso esa noche triunfase -cosa que dudaba- y me coloque esos pantalones blancos de lino que se atan en la cinturilla y una camisa blanca muy ibicenca que no me daba calor y me puse en camino.

El chiringuito estaba apartadillo de la zona de los hoteles y no estaba demasiado masificado, nada más llegar mi amiga Alicia me dio un enorme abrazo y rápidamente al oído me dijo, que alegria que hayas venido, tengo una amiga que estoy seguro que te va encantar conocer, seríamos unas sesenta personas en la playa y en ese momento creo que mi sonrojo debió notarlo hasta los del barco del estrecho amén de todos los invitados, Alicia me tomó de la mano y me llevó a un apartado donde una preciosa chica de pelo castaño de nombre Cristina estaba jugando con un crio pequeño, de existir amor a primera vista esa hubiese sido una buena demostración de tal.

  • Hola Cris, tengo que presentarte a mi amigo porque estoy segura que os vais a llevar genial, dijo Alicia.

  • Ays perdona Ali, es que mi peque me está volviendo loca porque quiere irse a jugar a buscar conchas a la playa, respodió Cris azorada.

  • No te preocupes, un placer, no te apures, respondí tratando de que no se nos notase lo sorprendidos que estabámos los dos.

  • Bueno os dejo que os entendáis vosotros que seguro que tendréis muchas cosas de las que hablar, además acaba de llegar Manu y quiero que me cuente como le ha ido buceando esta mañana.

Los dos nos miramos como buscando palabras con las que comenzar a hablar, pero no nos salían, ella preocupada por su peque y yo "idiotizado" por lo bonita que me parecía, creo que en esos minutos no le quité la mirada de los ojos y ella debió darse cuenta que no había mirado aún un biquini verde esmeralda que realzaba un precioso pecho con ese tono moreno que sólo el mar da y que sospecho se había operado y un pareo que cubría sus lindas caderas y unas piernas que tendrían que estar patentadas.

Forzados un poco por la ausencia de su hijo aproveché para preguntarle por él, de que si era bueno y otras cosas parecidas que sólo a las madres se les puede preguntar, no era una conversación para llevármela a la cama pues aunque me parecía preciosa realmente quería conocer a esa preciosa mujer que acababan de presentarme pero tras cruzar varias frases triviales el ciento de levante debió hacer que su mente se centrase en mi y no en su peque.

  • Me tiene loca, llevamos casi quince días y no he descansado ni medio, menos mal que Ali me dijo que viniese y gracias a que hay otro niños y puede jugar un rato y dejarme  respirar, pero bueno, háblame de ti y deja de mirarme a los ojos que me vas a borrar de tanto mirarme.

  • Está bien, miraré el resto, pero es que te prometo que me tienes hipnotizado y disculpa que sea tan directo, hacía mucho que no conocía a una mujer tan bonita y déjame que trague aire, que no se si será el sol, el levante o tu pero ......

  • Cálla y deja de lisonjearme, que todos sois iguales, jeje, psss no hagas mucho ruido y vente conmigo ahora que me dejan un ratito tranquila y charlamos más tranquilos en esa duna de allí.

La duna a la que nos encaminamos estaba cubierta con esas vallas bajas que evitan que la arena se meta más dentro de los pinares y hacía allí nos encaminamos, mientras sonreíamos como dos adolescentes idiotas, me tomó suavemente de la mano mientras con la otra acercaba el vaso de mojito a sus sensuales labios, nos sentamos cómodamente y no pude evitarlo y la besé suavemente, casi con temor, esperando que me hiciese la tan temida cobra, pero no fue así y ella aceptó mis labios llevando sus manos a mi espalda y mi cabeza para acercarme más a ella.

La valla nos ocultaba ligeramente de las miradas indiscretas y aunque no lo hubeira hecho creo que nos habría dado lo mismo, ella desabrochó mi camisa y tiró de la cuerda de mi pantalón hasta dejarme en unos boxer blancos ajustados que parecieron gustarla por la cara de satisfacción que dibujaron sus ojos y su boca; con un:

  • Hay que patentar ese cierre de pantalón, jeje, sonrió picaramente.

Diligentemente posé mis labios de nuevo en su boca y suavemente le solté el atado del bikini y desaté su elegante pareo, yo no creía mi suerte y tampoco quería despertar de ese sueño, besé su cuello lentamente mientras acariciaba con mis manos sus costados, mi lengua hambrienta de ese precioso cuerpo se entretenían  por entre los pliegues de su piel mientras mis manos acariciaban lenta y suavemente su arqueda espalda que parecái dotada de vida propia con cada caricia que la daba.

Puso sus manos sobre mi cabeza para que bajase a su sexo, como si pareciese tener prisa, como si no la hubiesen acariciado desde hacía meses y necesitase que alguien la amase y diligentemente alcance su sexo metiéndome entres dus suaves muslos y respirando cálidamente sobre la parte de abajo de bikini, mientras lo besaba por encima y dibujaba su dulce rajita con la lengua sobre el textil me  fui quitando el boxer hasta quedarme desnudo sobre la arena.

Su suave voz me reclamaba más, me decía que siguiese, que no parase con un hilo de voz apenas perceptible.

Su sexo estaba arreglado, sin llegar a esas depilaciones que parecen hacen parecer a un mujer a una muñeca Barbie y que tan poco me gustaba, pero su vagina era perfecta, casi me abalanzo como un lobo hambiriento sobre ella pero me contuve y preferí saborear ese dulce lentamente y me acercé a su sexo desnudo, abierto, oliendo a mujer lentamente, acariciando el interior de sus muslos con mi lengua y mis manos hasta que llegué a su vagina palpitante, la punta de mi lengua abrió sus labios que notaron su humedad y su calidez, metí mi lengua en su vagina antes de subir hasta su clítoris y llevándome sus jugos subí hasta él para acariciarlo y lamerlo suavemente, mis dedos acompañaron ese movimiento y metí mi dedo corazón a la vez que  lamía los costados de su clítoris.

Yo me agitaba en la arena desnudo sin apreciar que mi erección era considerable, como si mi pene no existiese, metía mi dedo levemente doblandolo un poco acariciando las paredes de la vagina de Cris y sin que mi lengua perdiese el contacto con su clítoris, instintivamente hice eso del abecedeario sobre él, dibujando las letras del alfabeto muy lentamente, con cada caricia que la proporcinaba Cris se crispaba aún más, su lengua se volvía entrecortada por momentos, yo sabía que faltaba pco para que se corriese pero yo insistía, a medida que su respiración se agitaba mi dedo que entonces eran dos entraban cada vez más deprisa dentro de ella, una de sus manos arañaba más que acariciar mi espalda mientras con la otra se tapaba la boca, sus gemidos entrecortados cada vez eran más elevados y sus piernas temblaban como si padeciese epilepsis; sin saber aviso previo un líquido suave y transparente mojó mis dedos y los musculos de Cris se pusieron rígidos como el acero, con un:

  • MMMMMMMMMMMMMMM, uf que rico Dios, MMMMMMMMMMMMMMMMMMM

Yo no parecía oir nada más y creo que hasta me estaba fortando las manos con lo bien que lo iba a pasar yo después.

  • MMMMMMMMM, que ricura eres, te voy a pedir para reyes, jeje, de decía mientras recuperaba la respiración lentamente.

Pasados unos breves minutos, incorporado buscando su boca oímos tras el vallado:

  • Mami, mami mira todas las conchas que he cogido  y en esta se escuchan las olas del mar.

Tapándose con el pareo como pudo se incorporó para ver a su hijo y yo un poco pudoroso, me tapé como pude.

  • Perdóname querido, debo dejarte un instante, luego te veo.

Sin dar crédito a mi desdicha me vestí como pude para incorporarme a la fiesta sin pareciar que tenía mi pene colorado como un tomate y no era sólo de la excitación y la erección, al estar rozándome con la arena me irritó el glande y yo no le di importancia, pero vaya si la tuvo y lo más gracioso fue cuando tuve que contárselo a mi médico, menos mal que no le conté toda la historia que si no.

No volví a ver a Cris pues volvió a Madrid dos días más tarde y si, creo que Ali tenía razón, ella era perfecta para mi, no se si ella lo tenía preparado o no, lo del crío no creo porque no me habló de protección ni nada por el estilo, me gustaria pensar que realmente yo le gusté y que en ese instante pasamos un rato completamente delicioso.