Ardiente Sexilia (4)

La madre de Cecilia logra tener sexo con su hermano y se entera de que deberá compartirlo con su hija.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

La ardiente Sexilia

4: El turno de la hermana

Ricardo acudió al llamado de su hermana con cierta preocupación, pues hacía tres días que no sabía nada de su sobrina Cecilia, desde esa tarde en que la hizo suya, y tenía inquietud por la posibilidad de que la muchacha le hubiera contado a su madre de su aventura clandestina con su tío. Si la chiquilla había hablado entonces debería enfrentar la furia de una madre a la cual le habían seducido su hijita de 16 años recién cumplidos y eso significaría romper definitivamente con ella y con la muchacha. Bueno, reflexionaba, por lo menos se había dado el gusto de poseer ese hermoso cuerpo que tanto deseaba. Lastima, eso si, que no pudiera seguir disfrutando de esa muchacha tan ardiente, con una increíble disposición para el sexo. Su hermana no sospechaba lo caliente que era su hijita y lo mucho que gozaba con una verga en su cuerpo, no importando en qué parte la tenía.

El recibimiento de su hermana fue mucho más acogedor de lo que esperaba. Había en ella una actitud ambigua, que Ricardo no pudo calificar, pero que no era de enfrentamiento, lo que le tranquilizó momentáneamente. Pasaron al living y se sentaron en el sofá, con un vaso de licor en la mano cada uno. Después de un par de tragos ella abordó el tema para el cual le había llamado.

"Hermano, quiero pedirte un consejo"

"Encantado de poder ayudarte en lo que sea", respondió él con alivio.

"Es que para mí es muy incómodo lo que debo decirte"

"Por favor, habla con confianza"

"Tu eres la única persona con la que puedo hablar de esto, pero. . . "

"¿Pero?"

"Es que eres hombre"

"No te entiendo, Susana"

"Si tu fueras mujer sería mucho más fácil para mi"

"Mira, piensa que soy tu mejor amiga y dilo ya"

Ella calló un momento, con la cabeza gacha. Suspiró y levantando su rostro le miró a los ojos y le largó su confesión.

"No aguanto más"

"¿Qué es lo que no aguantas más?"

"No tener un hombre, eso es lo que no aguanto más"

De todas las confesiones que esperaba, Ricardo nunca pensó que su hermana le largaría una de este tipo, por lo que quedó mudo unos instantes pero intentó sobreponerse y reaccionó de la manera más natural que pudo.

" Si no tienes varios a tus pies es únicamente porque no quieres"

"Si, podría tenerlos si es que me lo propusiera, pero. . ."

"¿Pero qué?"

"No me interesa cualquier hombre"

"¿Y qué tipo de hombre es el que te satisface?"

"Alguien muy diferente a los hombres que conozco"

"¿Y cómo es ese hombre que deseas?"

"Alguien como. . . tu"

Ricardo quedó helado con la confesión de su hermana y no pudo reaccionar. Ella le miraba directamente a los ojos y sin quitarle los ojos continuó.

"Ricardo, siempre te he visto como alguien muy especial. Siempre te tuve como el hombre ideal, tal vez por mi amor de hermana, no sé, el asunto es que inconcientemente busqué en mi marido un remedo de ti y esa fue la razón por la que nos separamos".

"¿Y después?"

"¿Te imaginas pasando de hombre en hombre buscando a aquel ideal, ese que encarnara todo lo que había visto en ti? No, Ricardo, habría gastado mi vida en ello y mi reputación se habría ido al suelo"

A estas alturas Ricardo se había desecho de la imagen que tenía de su hermana y ahora la estaba viendo como una mujer. Y lo que veía le tenía muy entusiasmado.

"¿Pero, cómo puedo ayudarte, hermanita?"

"Por eso te llamé, pues esta situación no puede continuar así"

"Te comprendo"

"No, no me comprendes. No aguanto más sin tener sexo. No es natural ni bueno para mi salud"

"Es cierto, entonces. . ."

"Lo que quiero es que me presentes un amigo que tu sientas que puede cumplir con mis expectativas"

"¿Yo? Pero. . ."

"Nada de peros, he llegado a esta situación por culpa tuya. Es tu responsabilidad sacarme de esto"

"Bueno, si lo pones así, cierto. Pero nunca supe que esperabas un hombre con mis condiciones. A todo esto, ¿Cuáles son esas condiciones que tu viste en mí y que no has encontrado en los otros?

"Tal vez te he idealizado, hermanito, el asunto es que para mí eres mucho más caballero que los demás, más atento, comprensivo, inteligente, dedicado y podría seguir enumerando tus cualidades"

"Por favor, hermanita, lo que pasa es que tu ves solamente lo bueno en mí. Y lo que ves lo has aumentado al punto de convertirlo en algo ideal"

"Probablemente, pero eso no cambia la situación en que me encuentro ahora"

Ricardo miraba a su hermana y veía una hermosa mujer, de exquisitas formas, que podría hacer feliz a cualquier hombre. Una mujer plena de deseos insatisfechos, esperando que un macho la satisficiera. Y el podría ser ese macho. Es más, le gustaría serlo. Total, si había tenido a la hija, ahora podría ser el turno de la madre.

Se acercó a su hermana y le puso una mano en la rodilla, mirándola fijamente.

"¿Estás segura de lo que me pides?"

"Si. Es que en estos días he estado especialmente sensible y esto me tiene al borde de los nervios. Debo ponerle remedio ahora, ya"

"Me pregunto. . . "

"¿Si?"

"¿Para qué buscar sustitutos si puedes tener el original?"

Cuando dijo esto, su mano había subido y ahora estaba apoyada sobre la rodilla de su hermana, donde empezaban sus muslos. Y apretaba transmitiéndole calor.

Ella se percató del apretón de su hermano, pero no dijo ni hizo nada. Se limitó a devolverle la mirada.

"No entiendo"

"Si, entiendes bien, hermanita" y siguió subiendo su mano por el muslo de ella.

"No, por favor", respondió ella tomando su mano, impidiendo su avance. Pero Ricardo sabía que su hermana no tenía defensa posible. Su confesión anterior le decía que estaba indefensa ante un hombre que supiera usar las herramientas de la seducción. Y el era un maestro en esta materia. Con la otra mano abrió su blusa y agarró sus senos. Susana estaba demasiado sensible como para oponer mucha resistencia. El lo sabía.

"Yo puedo darte todo lo que buscas"

"No. Que eres mi hermano. No"

"Soy tu hermano, pero soy el tipo de hombre que siempre has buscado, ¿o no?"

"Pero eres mi hermano"

"Y también un hombre"

Ella no respondió. Cerró sus ojos, hecho su cuerpo hacia atrás y soltó la presión sobre la mano de su hermano, en una muda rendición. El comprendió que su hermana estaba a su disposición y que podría hacer de ella lo que quisiera.

"Abre las piernas" le ordenó con suave pero firme voz y ella lentamente fue abriendo sus piernas, en tanto su hermano subía su mano hasta alcanzar su sexo. Era un paquete formado por los labios vaginales hinchados de deseo y los pelitos que los cubrían, todo cubierto por la tela del bikini rosado que mostraba manchas de la humedad que salía de su interior.

"Vas a ver a tu hermanito en acción, hermanita"

Se puso entre las piernas de Susana y haciendo su bikini a un lado se dedicó a meterle la lengua dentro de la vulva, tan aceleradamente que su hermana soltó casi de inmediato sus jugos, delatando con ello el estado de excitación que tenía. Sin detenerse, Ricardo siguió mamando los labios vaginales de su hermana y logró que ella tuviera otro orgasmo.

Se puso de pie y sacó su verga, la que le exhibió en su mano, para que Susana viera lo que iba a recibir. Se desprendió de la ropa y le pidió a ella que hiciera lo mismo, pero su hermana, en un gesto de pudor, solamente se desprendió de su bikini y quedó esperando la embestida. Ricardo le abrió las piernas y puso su herramienta a la entrada de la vulva. La miró a los ojos y sin quitar sus ojos de ella fue hundiéndole el trozo de carne, que con ciertas dificultades logró finalmente encontrar el camino. Hacía tanto tiempo que ningún hombre incursionaba entre las piernas de Susana que su vagina se había estrechado tanto que Ricardo tuvo que empujar con fuerza para hacerse paso. Afortunadamente no era no virgen, por lo que no hubo tanto dolor como el que sintiera Cecilia cuando fue desflorada.

Instintivamente, Susana subió sus piernas por sobre la espalda de su hermano y le abrazó, empezando a mover su cuerpo al compás de las metidas y sacadas que este hacía sobre su vulva. Después de tantos años volvía a sentir la exquisita sensación de un pedazo de carne, arterias, venas y sangre entrando y saliendo de su interior. Creía que nunca volvería a sentir lo que su hermano le estaba brindando ahora, pero todo lo que había planeado le había salido a pedir de boca y ahora tenía un amante para que le diera lo que tanto anhelaba. Desde ese día que viera su herramienta en la mano y en la boca de su hija sintió que debía ser para ella también, que deseaba compartir con la muchacha los favores de su hermano. Toda la conversación previa había sido minuciosamente planeada, pues suponía que Ricardo, si era tan caliente como lo era ella y su hija, sería fácil de inducirlo al incesto. Y así fue pues su hermano no necesitó mayores incentivos para desearla, una mujer bella, joven y deseable. Todo le había resultado perfecto. Ahora sólo quedaba gozar del triunfo.

Finalmente tuvo un orgasmo en toda la línea, rindiéndose al ataque de una verga formidable como lo era la de su hermano. Y con grititos soltó su cuerpo y su esperma, pero Ricardo se contuvo y prefirió guardarse, sacando su herramienta del interior de su hermana y pidiéndole que se pusiera en cuatro pies. Susana hizo lo que le pedían y pronto la barra de carne se introdujo dentro de ella nuevamente, mientras su hermano se apoderaba de los senos que le colgaban. Sus movimientos se hicieron desesperados y finalmente ambos soltaron lo que guardaban dentro para confundir sus jugos en una acaba increíble que les dejó agotados, tirados en el suelo.

"Vamos al dormitorio" le dijo Susana y partieron al segundo piso, donde ella se desprendió de su vestido, quedando completamente desnuda delante de su hermano, que la miraba con la boca abierta: nunca pensó el hermoso cuerpo que tenía su hermana. "Eres exquisita" le dijo mientras recorría con los ojos cada rincón de ella. " Bueno, ahora podrás disfrutarme las veces que quieras, ¿o no?" le respondió ella con una sonrisa de complicidad.

Ricardo se acostó en la cama y se puso de espalda, exhibiendo su verga en todo su esplendor, erguida como un palo apuntando al cielo. Le miró y la dijo: "Súbete y montate en mi polla". Ella hizo lo que le pedían y se puso de frente a su hermano, con los pies a cada costado y empezó a agacharse lentamente sobre la herramienta que se veía amenazadora bajo suyo. Cuando la punta de la verga quedó alojada a la entrada de la vulva de Susana, esta lo miró y con una sonrisa pícara se dejó caer para que el trozo de carne se perdiera en su interior. Quedó sentada sobre su hermano, con su polla completamente alojada en la vagina.

Ricardo la tomó de las caderas y empezó a subirla y bajarla, a lo que ella se prestó de buen grado, mientras la excitación se apoderaba de su cuerpo.

"Siiii, siiiiiii"

"Mijitaaaaa, ricaaaaaa "

"Eres rico, hermanito, ricoooooooo"

"Y tu, hermanitaaaaaaa"

"Cómo deseaba tenerte, mijitooooo"

"¿Te gusta mi polla"?

"Ricaaaaaaaa"

"La tendrás cuando quieras, hermanitaaaa"

"Siempre, la quiero siempre"

"Toma, toma, tomaaaaa"

"Aghhhhhhhhhhhhh"

"Siiiiiiiiiiiiiiiiii"

Sus orgasmos fueron simultáneos, confundiendo sus líquidos en la cama. Sus cuerpos quedaron desmadejados, producto de la agitación que precedió a la acabada increíble que tuvieron.

Cuando se hubieron calmado, Ricardo se dio vuelta y mirándola fijamente le preguntó: "Hermanita, ahora dime ¿cómo es eso de que siempre deseaste tenerme?" Susana quedó helada, pues en ese momento comprendió que en medio de la refriega amorosa había cometido la indiscreción de revelar sus pensamientos y eso no había pasado desapercibido a su hermano. Creía que lo mejor sería decir la verdad y así las cartas estarían sobre la mesa para que decidieran como llevar adelante el juego.

"Te ví la otra noche en el cuarto de Cecilia y desde ese momento deseé que fueras para mí"

"¿Nos viste y no dijiste nada?"

"¿Y que habría sacado con llamarles la atención?. Creo que habría sido para peor, ¿no crees?"

"Tienes razón, una muchacha encaprichada haría todo lo contrario de lo que le ordenaras".

"La pregunta es ¿y si ella quiere más de ti?"

"Bueno, para que lo voy a negar, lo tendría"

"A decir verdad, serías tú u otro. Y tu eres un diablo conocido"

"Y tu prefieres que sea yo, ¿no es cierto? Quedaría todo en familia"

"Cínico. Pero tienes razón, pues tu sabrías cuidarla"

"Gracias. Pero quiero seguir contigo"

Mientras decía esto, se montó sobre su hermana y abriéndole las piernas empezó a jugar con su verga en los labios de su vulva.

"¿La madre y la hija?"

"Así se han dado las cosas, yo no lo busqué"

"Desgraciado"

Susana, sonriendo, movía su pelvis de manera que sus labios vaginales acariciaran la cabeza de la polla de su hermano, logrando que esta adquiera las dimensiones necesarias como para un nuevo combate.

"Piensa lo que quieras, pero para tu tranquilidad tu hija perdió la virginidad conmigo"

"¿Cuándo?"

"Al dia siguiente que nos viste. Ella me lo pidió"

Mientras le hacía esta revelación, le metía poco a poco la verga en la cavidad húmeda de Susana, que lo esperaba ansiosa.

"Mi hija salió tan ardiente como su madre, por lo visto"

Dijo ella mientras sus piernas se abrían y se apoyaban en los hombros de Ricardo, con lo que su verga entraba más aún, permitiéndole a el mayor liberad de movimiento.

"Y como su tío. Es mal de familia, parece"

"Aceptemos los hechos. Tendremos que compartirte"

"Eso creo"

Callaron para dar paso a una copula intensa, que les hizo sentir que estaban hechos el uno para el otro y que tenían mucho que descubrir en esta nueva ruta que estaban emprendiendo.