Araceli seduce a Alicia 11

Óscar estaba sentado en el borde de la bañera con el bañador bajado y Helen, de rodillas ante él, se metía su miembro hasta la campanilla. Me hizo un gesto de silencio llevándose un dedo a sus labios y yo debí marcharme, pero me quedé viendo cómo disfrutaba de la mamada de su chica, que subía y baja

Había llegado el buen tiempo y … ¡habíamos limpiado la piscina! Requería mucha valentía bañarse porque el agua estaba muy fría y tampoco es que hiciera muchísimo calor. Estábamos a finales de primavera y a mediodía hacía calor aunque por las noches refrescaba. En cualquier caso habíamos comprado cuatro tumbonas y tomábamos el sol en cuanto podíamos. En pelota picada, claro. Se acabaron las marcas del bikini en nuestro perfectísimo bronceado.

Era sábado e íbamos a estrenar la barbacoa. Habíamos comprado un montón de colesterol, es decir chorizo, panceta, chuletas, etc. y habíamos invitado a nuestras hermanas preferidas, Elena y Marta, a Lucía la vecina, a Cristina la prima de Araceli y a Óscar, su hermano. Habíamos llenado el frigorífico de cerveza y preparado unas ensaladas para que no fuera todo carne.

Como venía tanta gente había permitido a mi juguete que se pusiera bikini, lo que me estaba dando más morbo que verla desnuda como normalmente iba por casa. Llevaba un minúsculo bikini blanco que estaba deseando empapar para transparentar sus pezones, la braguita era tipo brasileña y la hacía uno culo precioso, que no dejaba de acariciar cada vez que lo tenía a mano. Yo llevaba un bikini rojo parecido pero la parte de arriba algo más grande para tapar mis grandes pechos.

Estábamos tumbadas tomando el sol cuando sonó el timbre. Araceli fue a abrir y volvió acompañada por Lucía. Nos saludamos, la dimos un botellín y se quitó el vestido veraniego que llevaba para quedarse en bikini como nosotras. ¡Guau! Qué cuerpazo tenía. No me extraña que trabajara como modelo, piernas larguísimas, culo respingón, cintura diminuta y tetas perfectas, todo ello iluminado por unos ojos verdes preciosos y una melena negra negrísima. Me fui a la cocina a por un plato de queso y unas patatas fritas antes de empezar a babear.

Enseguida llegaron las hermanas, que nos trajeron unos pasteles para el postre. Araceli puso el carbón para que se fuera haciendo y yo puse música. Esperamos charlando entre nosotras a que llegara el resto. Luego llegó Óscar, el hermano de Araceli, que venía acompañado por una inglesita muy simpática, Helen. Óscar era muy parecido de cara a Araceli, mediría como 1,85m. y se le veía en forma. Sonó otra vez el timbre y apareció Cris, que nos sorprendió al ir acompañada de Ana, a la que nos presentó como su novia.

Ya estábamos todos, subí la música y fui con mi juguete a la cocina para sacar las ensaladas y más cerveza.

—Me cae bien la novia de tu hermano — le dije a Araceli mientras cortaba el pan en rebanadas.

—Él dice que no es su novia, que solo son buenos amigos. Yo creo que se acuestan pero sin compromiso.

—Jajaja, qué cabrito. ¿Y de Cris, tú sabías algo?

—Qué va, no tenía ni idea.

—Hola chicas, ¿necesitáis ayuda? — Cris entraba por la puerta.

—Estábamos hablando de ti, — la dije — no sabíamos que tuvieras novia.

—Llevamos un par de meses. Mi padre no lo sabe. Espero que no digáis nada.

—Tranquila, prima. Seremos discretas — dijo Araceli —. Por cierto, muy guapa Ana, pero tú más — la abrazó y la dio un besazo en la mejilla — Ayúdame a llevar cerveza, anda.

Salimos con las provisiones y lo dejamos sobre una mesa. Ya estaban todas las chicas en bikini y Óscar en bañador. Éste era el único que se había atrevido a darse un baño, y ahora estaba removiendo el carbón. Con un poco de suerte apelaríamos a su habilidad masculina y nos haría él la barbacoa. Estuvimos charlando entre todas y bailando un poco. Al final engatusamos a Óscar y nos hizo él la carne. De vez en cuando nos traía una bandeja y cada una cogía lo que le apetecía, al cocinero le atendía su amiga Helen, que le llevaba cerveza y montaditos acompañados por algún morreo ocasional. Cuando acabamos de comer sacamos refrescos, whiskey y ron, por si alguien quería beber algo más fuerte. Seguimos bailando, admirando todas la forma de moverse que tenía Lucía. Yo bailaba con Araceli, aprovechando para acariciarla el culo cuando podía. Las demás bailaban todas juntas salvo Cris, que también se centraba en Ana, su novia.

Óscar cambió la música y puso boleros, para agarrar a su chica de la cintura y empezar a moverse con ella. Marta enseguida sacó a bailar a Lucía, a la que no le pareció mal bailar con otra chica. Elena se quedó sin pareja y fue a ponerse una copa. Yo bailaba con mi juguete con una mano en su cintura y otra en su culo, le quedaba genial el bikini y no podía resistirme. El que no se cortaba un pelo era Óscar, le estaba dando un sobo a Helen de cuidado, que parecía encantada. Al rato Helen fue a servirse una copa y Óscar nos interrumpió a su hermana y a mí.

—¿Puedo bailar con mi cuñadita?

—Claro, cuídamela bien — dijo Araceli yéndose con las chicas que no bailaban.

Óscar me agarró de la cintura y yo le pasé los brazos por el cuello, apoyando mi cabeza en su hombro. Bailaba muy bien.

—Habéis preparado una fiesta estupenda — me dijo.

—Y lo mejor el cocinero, jajaja. No te quejarás con tantas chicas guapas.

—Desde luego no podría pedir más, pero la chica más guapa está bailando conmigo.

—Yo también estoy bailando con el chico más guapo, jajaja. Oye Óscar, ¿no deberías subir un poquito la mano? — el caradura me estaba tocando el culo.

—Qué va, mi mano y yo estamos encantados.

—Pero como te vea tu hermana, te la va a cortar.

—Como quieras, pero que conste que mi mano va a estar muy triste — subió la mano a mi espalda.

—¡Que cara tienes! Jajaja.

Bailamos hasta que acabó la canción. Nos fuimos a tomar una copa y yo volví a bailar con mi juguete.

—¿Sabes que tu hermano me ha tocado el culo? — la pregunté.

—No me extraña, siempre me dijo que le gustabas mucho, antes cuatro años de diferencia eran muchos para que intentara algo contigo, ahora ya no tiene tanta importancia. ¿Te ha molestado?

—Para nada, se ha convertido en un hombretón muy guapo y me ha tocado el culo con mucha amabilidad, jajaja.

—Con el bikini que llevamos lo que me extraña es que no te lo haya mordido.

Nos reímos las dos y bailamos hasta que tuve que ir al baño. Por no subir la escalera entré en el de abajo y me llevé una buena sorpresa. Óscar estaba sentado en el borde de la bañera con el bañador bajado y Helen, de rodillas ante él, se metía su miembro hasta la campanilla. Me hizo un gesto de silencio llevándose un dedo a sus labios y yo debí marcharme, pero me quedé viendo cómo disfrutaba de la mamada de su chica, que subía y bajaba la boca recorriendo su dura polla. No sé por qué no me fui, estaba como hipnotizada, mis ojos oscilaban entre su enorme miembro y sus ojos, que me miraban fijamente con una sonrisa en los labios. Helen se dio cuenta que estaba yo ahí porque se levantó bruscamente.

—Perdona Alicia, no debimos …

—No te preocupes, — la interrumpí saliendo del trance — pero echad el pestillo, o mejor, id a una habitación de arriba, ¡pero que no sea la mía! Jajaja.

Les dejé allí cerrando la puerta y volví con Araceli.

—¿Qué te pasa que vienes colorada?

Le conté lo que había pasado y se rio de mí todo lo que quiso.

—¿Y qué tal la tiene mi hermanito?

—Pues tu hermanito es todo un hermanazo, ya querrían muchos.

Bastante rato después volvieron Óscar y Helen, por lo que habían tardado debieron hacerme caso y subir a una habitación.

—Chicas, nos tenemos que ir, he de devolver el coche a papá — nos dijo vistiéndose.

—Qué lástima que tengas que irte tan pronto, ¿cuándo te vuelves a Inglaterra? — Araceli le abrazó.

—Mañana por la noche cogemos el avión, me faltan los dos últimos exámenes, pero el jueves estoy aquí otra vez.

—Pues ven a vernos pronto.

—Creo que me tendréis que echar, mientras tengáis piscina te voy a querer mucho, hermanita, jajaja.

Las hermanas y Cris y la novia aprovecharon para irse con él. Nos agradecieron mucho la barbacoa y quedamos en repetirla pronto. Se apretaron en el coche para que fuera dejando a cada una en su casa. Lucía se despidió también muy cariñosa y nos quedamos solas mi chica y yo.

—Vamos a recoger, juguete, pero antes quítate la parte de arriba del bikini. Cuando acabemos tengo un regalo para ti.

—¡Qué bien! Tú toma el sol un rato que yo recojo, ama.

Me estuve quietecita en la tumbona sin poder ayudarla, no quería que me regañara otra vez por no portarme como su ama. Cuando terminó se sentó a mi lado.

—Ya he terminado, ama — esperaba con ilusión su regalo.

—Quítate el collar, esclava.

—De eso nada, el collar no se quita.

—Esclava, obedece a tu ama y quítate el collar. — Araceli con mucha reticencia me obedeció — Ahora espérame aquí.

Subí a la habitación y saqué de debajo de un montón de ropa del armario una caja plana y cuadrada. Cuando bajé con mi juguete se la enseñé.

—Date la vuelta, esclava.

Abrí la caja y la puse el collar. Era un collar de plata como una gargantilla con dos bandas entrelazadas, hacía la forma del cuello y hombros para que fuera cómodo de llevar.

—Este es tu nuevo collar, juguete. No hace falta que te lo quites nunca.

—Quiero verlo, ama, ven conmigo.

Me agarró la mano y me arrastró hasta el espejo del salón, donde lo admiró y toqueteó hasta quedar conforme.

—Me encanta, ama, me encanta. Me haces muy feliz, ¿has grabado algo en él?

—Sí, lo mismo que en el otro : “Esclava de Alicia”. Lo lleva escrito por dentro para que no lo tengas que ocultar en el trabajo o con la familia, y la argolla es tan chula que parece un adorno del collar, haciéndolo más bonito.

—Estoy muy contenta, ama, tanto que te pido permiso para complacerte.

—Permiso concedido, juguete, vamos arriba.

Cuando llegamos al dormitorio la pedí que se pusiera el arnés. Me despojé del bikini y me tumbé en la cama esperándola con las pierna abiertas.

—¿No estará mi ama cachonda por verle la polla a mi hermanito? — me preguntó la cabrona con picardía. ¡Qué bien me conocía!

—No sé de qué me hablas, pero fóllame, esclava.

Araceli se lanzó a mis tetas partida de risa, me las mordisqueaba haciéndome el daño justo para que quisiera más, pasó a mis pezones apretándolos entre el índice y el pulgar, mordiéndolos suavemente y chupando de ellos. Bajó lamiendo mi tripa hasta que llegó a mi rajita, a la que dio varios lametones comprobando que estaba mojada. Metió dos dedos en mi coño y los sacó varias veces, cuando estuvo satisfecha los lamió ronroneando y me levantó las piernas juntándome las rodillas con mis tetas. Estaba totalmente expuesta para ella.

—Ahora, ama, voy a follarla como me ha ordenado. Si en algún momento quiere que pare dígamelo, aunque puede que no la oiga.

Colocó el consolador en la entrada de mi agujerito y empujó despacio hasta que entró todo. Yo grité anta la intrusión y el placer que me produjo. Araceli estaba de rodillas inclinada sobre mí con sus manos en la parte trasera de mis rodillas. Empezó a bombearme con el arnés metiéndolo y sacándolo completamente en mi coño cada vez. Oleadas de placer me recorrían mientras agarraba su pelo, la postura hacía que la penetración fuera muy profunda.

—¿Te gusta, ama?

—Sí, sigue.

—¿Te gusta cómo te folla la puta de tu esclava?

—Sí, no pares, no pares nunca de follarme.

—Sí ama, estoy para obedecer.

Araceli aumentó el ritmo de la penetración haciéndome ver las estrellas, mi coño se estaba derritiendo de placer y yo no podía dejar de mirar su preciosa carita y su collar en el cuello.

—Sigue, juguete, sigue, me falta poco.

Aumentó el movimiento de sus caderas volviéndome loca, veía sus tetas balanceándose de atrás a adelante al ritmo con que me follaba. Me tenía en el borde del orgasmo.

—Ya, esclava, haz que me corra, por favor.

Araceli me dio tres empujones todavía más fuertes que me precipitaron a un intenso orgasmo.

—Me corro, juguete me corro … aaaahhhh.

Me bombeó lentamente mientas disfrutaba del placer y acabó tendida sobre mí. Mis piernas seguían dobladas y cuando las fui a estirar mi juguete las agarró impidiéndomelo.

—Quizá mi ama todavía no esté satisfecha, creo que debería seguir.

Se incorporó sacándome el consolador del coño y lo apuntó a mi agujerito posterior, me miró como pidiéndome autorización.

—Hazme gozar, juguete — la dije con una sonrisa.

Me lo metió hasta la mitad de un solo empujón, lo sacó con cuidado y me lo metió otra vez, lo repitió hasta que tuve el consolador embutido completamente en mi culo. La sensación era muy distinta a la anterior, pero aun así me excitaba de igual manera.

—Dame por culo, juguete, hazme tuya.

—Sí, ama, será un placer.

Estuvo follándome el culo hasta que me volví a correr gritando mi placer. Me abrazó y se quedó muy pegada a mí hasta que me levanté y abrí el cajón de las sorpresas.

—Mira juguete, mira lo que tengo para ti — la enseñé el consolador doble, el que parecía unos cuernos.

—No, mi ama, me he portado bien, he sido una esclava muy buena.

—¿Qué has sido buena? ¡Si no has parado hasta darme por culo! Ahora me vengaré, JA, JA, JA — me reía como un malvado de Disney.

—No, piedad ama, piedad — me suplicaba mientras se ponía prestamente a cuatro patas en la cama, la muy cabrona.

Me situé tras ella y la di unos mordisquitos en las nalgas, luego lamí su agujerito e introduje mi lengua, metiéndola y sacándola hasta que oí los primeros gemidos, sustituyéndola por un dedo que metí hasta el fondo. Mi lengua se ocupó de su rajita y otro más de mis dedos se sumó al asedio de su culito. Cuando estuvo bien lubricada le metí lentamente el consolador por los dos agujeros a la vez. Una vez todo dentro empecé a bombear suavemente, provocando de nuevo sus gemidos, que se incrementaban al acelerar yo la penetración. Llevé una mano a la teta que tenía más cerca y la di un apretón, acariciándola luego suavemente, pellizcando su pezón. Cambié la mano a su boca, metiéndola dos dedos para que me los lamiera. Desde luego tengo una fijación con la lengua de mi chica, me encanta chuparla, besarla, cogerla con mis dedos, verla fuera de su boca goteando saliva en el momento culminante …

Volví a su teta acelerando los movimientos del consolador, la apreté fuertemente el pezón con mis dedos y la dije :

—Córrete para mí, juguete. Hazme feliz.

—Me corro, ama, aaaaaaaggghhhhhh, me corro …

No la dejé recuperarse mucho tiempo, sin sacarla el consolador lo activé con vibración moderada y empezó a temblar dentro de su coño y su culo, lo metí hasta el fondo y lo dejé ahí quieto.

¡Plas! La azoté el culo suavemente.

—Esto te pasa por darme por culo, juguete.

¡Plas! ¡Plas!

—Te voy a torturar como castigo, perrita.

¡Plas! ¡Plas!

—Sí, ama, castígame más, me lo merezco —dijo jadeando.

¡Plas! ¡Plas!

—Esto es un castigo, espero que no te esté gustando, juguete.

Araceli negaba con la cabeza y la puse el vibrador al máximo, yo lo había probado y era una pasada, la dejé un minuto así y la ordené nuevamente :

—Córrete para mí, juguete. Hazme feliz.

—Aaaaaaaaaaagggggggghhhhhhhhhhh.

La saqué el consolador de su interior y nos abrazamos tumbadas en la cama. Le daba besitos mientras se recuperaba.

—Ama, ¿sabes una cosa?

—Dime, juguete.

—Voy a encularte cada vez que pueda, así tendrás que castigarme después — una sonrisa enorme brillaba en su carita.

—Con lo que me gusta castigarte creo que voy a tener el culo dolorido permanentemente.

Los días fueron pasando y el agua de la piscina se caldeó lo suficiente para que resultara agradable estar dentro, en cuanto volvíamos del gimnasio nos quitábamos toda la ropa para tomar el sol y cenar en el jardín desnudas.

Una tarde vinieron Cris y su novia y compartimos piscina y cena con ellas. Lucía se pasaba casi todos los días y, cuando estábamos solas, también se desnudaba del todo, decía que era mejor para su trabajo no tener marcas de bronceado. Llamó Leticia y nos dijo que volvía a Madrid la semana siguiente, nos alegró un montón y la obligamos a aceptar quedarse con nosotras. Pensé inmediatamente comprar un segundo arnés, sería muy divertido probarlos las tres a la vez. El jueves cenamos en casa de los padres de Araceli para dar la bienvenida a Óscar, lo pasamos muy bien y quedó en visitarnos el viernes después del trabajo, nos saltaríamos el gimnasio para que pudiera aprovechar el sol.

Le esperamos en bikini tomando el sol, nos daba corte a las dos quitarnos siquiera la parte de arriba. Cuando llamó fue mi juguete a abrirle y le llevó al baño para que se cambiara. Entraron al jardín hablando entre ellos.

—No seas tonto, —decía mi chica — deja aquí un bañador, me da que vamos a verte mucho este verano.

—Jajaja, tienes razón hermanita y más viendo tan bello panorama — me miraba a mí con mi pequeño bikini.

—No seas golfo. Elige tumbona y toma un poco el sol, que vienes muy blanquito de Inglaterra. Dile a Alicia que te de crema o te vas a poner como un cangrejo. Voy a sacar algo de picar.

Se tumbó a mi lado y le di crema en la espalda, charlábamos mientras se la extendía, tenía una espalda ancha y fuerte, le di también por las piernas y, cuando acabé le dije que se diera la vuelta. Se volvió y pude notar que el bañador se había convertido en una tienda de campaña, él con todo el desparpajo del mundo no intentó ni disimularlo.

—Jajaja, toma, date tú por delante que te estás emocionando mucho — le di el bote.

Mi juguete volvió con unas patatas y algo de queso y nos trajo una cervecita. Se fijó en el paquete de su hermano y me guiñó el ojo sonriente. Nos bebimos la cerveza y nos metimos en la piscina, estuvimos jugando un rato con una balón hasta que nos apoyamos en el borde a descansar. Óscar estaba entre nosotras y nos agarraba por la cintura, nos estuvo contando historias divertidas que le habían pasado en Londres. La mano que tenía en mi cintura bajó hasta mi culo, apretándome una nalga y acariciándola. Al principio pensé en quitársela pero ¡qué demonios! me gustaba la sensación.

—Araceli, cariño — dije — tu hermano me está tocando el culo.

—Es que mi hermano chiquitín es muy cariñoso.

A Araceli le hacía gracia, pero a mi tanto sobeteo me empezaba a calentar. La mano se deslizó dentro de mi bikini, tocándome el culo directamente, le dejé un rato antes de decir :

—Araceli, cielo, tu hermano ha metido la mano dentro de mi bikini.

—Tendrá frio el pobre, necesitará calor.

Óscar se envalentonó al ver la permisividad de su hermana y metió la mano entre mis muslos, acariciándome la rajita, moviéndolos de adelante a atrás, me estaba poniendo a cien, se me escapó un gemido que oyó Araceli, porque se puso frente a nosotros y nos dijo :

—Sois las dos personas a las que más quiero, me salgo a tomar el sol que tengo frio.

Besó en la mejilla a su hermano, me dio un corto morreo a mí y me abandonó en manos de su hermano y nuestra lujuria. Óscar no perdió el tiempo y me pegó contra su cuerpo buscando mis labios, yo me subí a él rodeándole las caderas con las piernas y abrí la boca ofreciéndosela. Me dio un beso apresurado y profundo, lo que le faltaba de habilidad lo compensaba con fuerza y pasión. Sus manos fueron a mi espalda y me desató la parte superior del bikini, lanzándolo fuera de la piscina.

—Araceli, tu hermano me ha quitado la parte de arriba del bikini.

—Será para que no se te arrugue, mira qué considerado.

Sus grandes manos abarcaron mis tetas, apretándolas como si fueran de goma, me tenía tan caliente que enviaba corrientes eléctricas a mi centro cada vez que las apretaba. Me agarré a su cuello dejándole espacio para que las disfrutara como quisiera.

—No sabes Alicia, el tiempo que he querido hacer esto — me dijo.

—Pues hoy son para ti, ahora quítate el bañador.

Me bajé de su cintura y me quité lo que me quedaba del bikini mientras él se bajaba el bañador. Me volvió a pegar contra él rozando con su miembro entre mis muslos, yo movía mis caderas buscando meterle en mi interior, me agarró con una mano del culo y con la otra de las tetas llevándome contra el borde la piscina. Yo solté una mano de su cuello, agarré su polla y la coloqué en mi entrada.

—Métemela, Óscar, fóllame ya.

Empezó un lento bombeo en mi interior llenándome completamente, yo me dejé llevar con la cabeza en el hueco de su cuello y mis manos aferradas a su espalda, disfrutando de su fuerza.

—Araceli, amor — dije de forma entrecortada — tu hermano me está follando.

—Ya te he dicho que es muy cariñoso, eso es que te quiere mucho.

Sería inexperto pero me estaba matando, su miembro grande y duro entraba y salía de mi coño haciéndome gemir de placer, me apretaba los pezones y las nalgas haciéndome desear que no acabara nunca. Aceleró la penetración agarrándome el culo con las dos manos, follándome casi con desesperación. En un breve momento de lucidez le dije :

—Córrete fuera, cariño. No tomo nada.

Arreció el movimiento en mi interior y bajé una mano a mi clítoris provocándome el orgasmo que tanto deseaba. Me corrí como una perra gritando su nombre.

—Aaaaghhhh … Óscar … Óscar … me corro …

Él me dio tres o cuatro enviones más, sacó la polla de mi coño y la pegó a mi tripa descargando varios chorros en ella. A pesar del agua de la piscina sentí su caliente semen contra mí, prolongando mi orgasmo.

Cuando pude volver a hablar la dije sin soltarle todavía :

—¡Joder, niño! qué polvo me has echado, ¡cómo follas!

—Es que no sabes las ganas que te tenía, toda mi juventud deseándote, eres una diosa, eres perfecta.

—Jajaja, tú sí que eres un dios, el dios de la polla enorme, jajaja.

—Araceli, amor — la dije mirándola — por si no lo sabes tu hermano ha hecho que me corra.

—Es que es muy servicial, y sí lo sé, ¡como para no oírte! Yo me voy arriba que tengo que bajarme la calentura.

—Espera que te acompaño.

En la habitación la comí el coño hasta que se corrió en mi boca. Me tumbé un ratito con ella y la pregunté :

—Oye, juguete, ¿tú sabías que esto iba a pasar?

—Claro, sé que mi hermano te desea desde hace mucho y no me negarás que se ha puesto buenísimo.

—Ya lo creo, y tiene una polla increíble, pero me ha parecido que tenías interés en que follara con él. ¡Lo primero que me has dicho cuando ha llegado es que le diera protector solar!

—Sí, un poco sí. Sabes que a mí no me gustan los hombres, pero a ti sí y creo que necesitas una polla de vez en cuando, mi hermano es muy bueno y solo va a estar en verano. Échale un polvo de vez en cuando sin complicaciones ni compromisos, creo que será bueno para nosotras, además, me pone muy cachonda veros juntos. No te olvides que es mi hermano pequeño y para mí siempre ha sido mi pequeñín, verle follándose a mi ama … uff ¡qué morbo!

—¡Qué buena eres conmigo!, juguete. Ahora lo que hay que conseguir es que tu hermanito pequeñín no me quiera follar cada vez que me vea, jajaja.

—Ya hablaré con él pero tú no te cortes, ahora sí, me tendrás que compensar luego, jajaja.

Como si mis palabras hubieran sido proféticas Araceli nos encontró en la cocina cuando su hermano me embestía desde atrás conmigo doblada sobre la mesa, corriéndose en la hendidura de mi culo. Luego nos volvió a pillar en el sofá del salón haciendo un 69, esta vez se arrodilló junto a mí y me acarició y apartó el pelo hasta que Óscar se derramó en mi boca. Desde luego para mí había sido una tarde cojonuda, ya ni me molestaba en ponerme el bikini. Había disfrutado de cinco orgasmos cuando por fin pudimos mandar, con mucha dificultad, al hermanito para su casa. Eso sí, quedó en volver la tarde siguiente. Compensé a Araceli esa noche masturbándola lentamente, la dediqué algo más de una hora para conseguir un orgasmo calidad bomba atómica, que la dejó dormida para toda la noche.

Estuve un buen rato viéndola dormir, dándole suaves besos que no la despertaran, agradeciendo a Dios que fuera mía.