Aquí te pillo, aquí te mato.
¡la puerta se había cerrado! Quise manotear para buscar el tirador, pero una mano me atenazó la muñeca, y una respiración nerviosa junto a mi piel me hizo saber que había alguien allí conmigo . Intenté gritar, pero ese alguien me tapó la boca y me encajonó contra la pared....
-¡Maldita sea… me dejé el bolso en el cuartito! – dije, fastidiada. El "cuartito" es un pequeño trastero-habitación para todo que tenemos en el Instituto, dentro de la sala de profesores. Allí se cuelgan los abrigos, se meten las estufas cuando se dejan de usar en primavera, se olvidan los trastos viejos y las carpetas rotas hasta que alguien decide hacer limpieza… y muchas veces, alguien se deja algo olvidado en él. Con eso de colgar allí los abrigos, no pocas veces aparecen boletos de lotería premiados con un reintegro, cajetillas de tabaco medio llenas aún, o cosas similares. En mi caso, me había dejado el bolso entero.
-Precisamente hoy, con el cansancio que tengo… mira, cielo, no puedes ser así siempre… veeenga…. – me dijo mi novio, haciendo ademán de disgusto. No contesté, algo avergonzada, y eché a correr por el pasillo, hacia la sala de profesores. La verdad es que las cosas con Alfonso no iban demasiado bien últimamente… le notaba distante conmigo, muy poco cariñoso… es cierto que estábamos en época de exámenes de invierno, antes de las vacaciones de Navidad, y teniendo que corregir unos quinientos exámenes para dentro de tres días, cualquiera estaría cansado e irritable… pero aún así, le notaba tan apagado… no dejaba de preguntarle qué le pasaba, si le podía ayudar… pero sólo decía que estaba cansado, nada más que cansado. Llevábamos varias semanas sin sexo, siempre se dormía… a pesar de que aún no vivíamos juntos, las veces que dormíamos en casa de uno u otro, jamás le apetecía, siempre ponía excusas… por un lado, estaba pensando en hablarlo seriamente con él, y si se terciaba, darnos… una temporada de descanso. O hasta dejarlo si no había más remedio. Por otro, me sentía desleal y culpable por pensar así.
"No es más que una fase, eso es todo…" me decía a mí misma mientras caminaba hacia la sala. "Se le pasará y volverá a ser… como antes". Me detuve a abrir la puerta, cerrada ya con llave y volví la cabeza, me pareció oír algo… No. No era más que el eco de mis pasos en el pasillo desierto, concluí, mientras abría y me decía a mí misma, que la verdad, no es que Alfonso hubiera sido nunca muy dado a… a nada. No era el hombre más divertido del planeta, precisamente… sabía ser tierno y cariñoso, eso sí… pero cuando estaba de buenas, últimamente, no. Me hubiera gustado que fuese más… divertido. Más atrevido, más dado a hacer alguna que otra locura, o algo irreflexivo… pero en fin, yo me había enamorado de él. Entré en la sala de profesores y encendí la luz, me dirigí al cuartito, y aquélla luz no me molesté en encenderla, ¿para qué? Con la luz de fuera, bastaba…
Clap.
Espantada, me volví, ¡la puerta se había cerrado! Quise manotear para buscar el tirador, pero una mano me atenazó la muñeca, y una respiración nerviosa junto a mi piel me hizo saber que había alguien allí conmigo…. Intenté gritar, pero ese alguien me tapó la boca y me encajonó contra la pared. Me asusté, pero casi al mismo tiempo, todo mi miedo se fue de inmediato… ¡Alfonso…! ¡Eso fue lo que oí en el pasillo, había venido detrás de mí…! Mmmmmmmmmmmh…. La situación me ponía muy caliente… me dejé hacer, disfrutando de la subida de adrenalina que me producía el tener sexo totalmente a oscuras y en un espacio en el que podían descubrirnos, ya que los conserjes no se habían ido aún y tendrían que pasar a limpiar…
Mi novio, a mi espalda, me mordió el cuello, sin destaparme la boca… gemí sin poder contenerme… ¿Qué era ese ruido sofocado…? Oooh… era su respiración… jadeaba como un animal… Su mano libre se dirigió a mis pechos y los amasó, apretándolos sin ninguna delicadeza, ¡pero a mí me encantaba…! Loca de deseo, me subí el jersey, para que me tocase bajo la ropa. Él pareció encantado, me soltó la boca para tener las dos manos con las que magrearme… volví la cara cuanto pude, sentí su cálido aliento en mi mejilla, cerca de mi boca… saqué ligeramente la lengua y lamí su piel… áspera… me gustaba… casi al instante, noté su lengua acariciar la mía, y no pude reprimir un gemido, lo más bajito que pude, pero se me escapó… me llegó el sonido de una risita ronca y su boca casi violó la mía, agarrándome la cara casi con brutalidad, con ansia… Mmmmh… ¿porqué no era así por las noches, porqué se quedaba dormido….? ¿Qué le había pasado, que estaba tan hambriento, tan… tan vivo?
Sin perder tiempo, bajó las manos hasta mi falda, bajó el cierre de la cremallera y mi prenda cayó al suelo. Noté cómo su cuerpo se frotaba contra el mío con desesperación, mientras los dos intentábamos ahogar los jadeos y mi humedad empapaba mis bragas, al tiempo que una feroz erección, palpitante y tórrida, me golpeaba las nalgas… otro sonido de cremallera, y pude sentir la piel cálida, húmeda, de su pene erecto… Una de sus manos se dirigió a mi sexo… mmmmh… la correa metálica de su reloj me hizo sentir escalofríos cuando se coló dentro de mis bragas y empezó a acariciar y cosquillear mi sexo… pegué un respingo de placer, le deseaba, le deseaba con toda mi alma… sus dedos juguetearon entre mis labios, hicieron círculos en mi clítoris, y finalmente se introdujeron en mi cuerpo, produciendo un estremecimiento delicioso, que casi me hizo caer de rodillas…
-Por favor… por favor…. – susurré, casi inaudiblemente. ¡Quería tenerle dentro de mí, y no quería esperar más…! Habían sido muchos días, semanas de abstinencia… Él tampoco podía más… suavemente, deslizó sus dedos fuera de mi coño, y sin manos, simplemente guiándose por el calor que emitía mi cuerpo, orientó su polla y dio un profundo golpe de cadera para empalarme con ella. - ¡Mmmmmmmmh….! – se me escapó un gemido bastante evidente, rogué porque no hubiera nadie en la sala de profesores… pero a él, curiosamente, no pareció importarle…. Oh, Dios mío, ¿qué le había pasado? ¡Así es como yo quería que fuera, aunque sólo fuese por una vez…! Irreflexivo, divertido, lleno de travesuras, un poco de sal, de morbo…. Qué bien lo estaba pasando, no recordaba haber gozado nunca tanto con él, ¡ni siquiera la primera vez que lo hicimos fue tan bueno como ahora…! Estaba bombeando sin parar, como un poseso, como si no sólo le gustase… si no como si lo necesitase…
Me mordí el labio, intentando no gemir más, mientras su polla hacía mil delicias en mi sexo, y los feroces empujones golpeaban la pared en la que estaba apoyada, el estucado me arañaba los pechos, pero no quería que parase por nada del mundo, sólo quería más, más, más… Sus manos agarraron las mías, y tiró de mis brazos, ¡sí! Aquello me enloquecía, me sentía violada… era tan brutal…. Tan delicioso… no iba a aguantar más, era demasiado bueno después de tanto tiempo sin sexo… pero no era la única que estaba a punto de correrse…
Se ponía tenso, sus jadeos ya apenas podían ser ahogados, su sudor quemaba mi piel… no le faltaba nada, y el pensar en aquello, me hizo dispararme… mis rodillas temblaron violentamente, un quejido escapó de mis labios y el placer estalló dulce y salvajemente en mi coño, para extenderse por todo mi cuerpo, en oleadas cálidas de sensaciones febriles y traviesas… mmmmmmh…. Mi sexo se contrajo, y sólo unos segundos más tarde, una embestida más fuerte que las demás, y un jadeo mal ahogado… su polla se derramaba dentro de mí… podía sentirlo… ardiente, viscoso… un poco se deslizó de mi interior y goteó al suelo… Se apoyó en mi espalda y me beso la cara, buscando mi boca… aún jadeando, se la concedí, y nuestras lenguas se dedicaron infinidad de caricias, mientras sus brazos me apretaron con fuerza…
Me notaba húmeda y pringosa, pero feliz, tan feliz… oí el fru-frú de sus ropas cuando se las arreglaba de nuevo, y el chasquido de un beso que me lanzó desde la puerta, antes de salir…. Era mejor así, que saliéramos separados… me arreglé, cogí mi bolso y salí. Por el reloj, sólo habían pasado ocho minutos, pero a mí me parecía que hubiese durado media hora… y por mí, ojalá hubiera durado diez horas. Corrí por el pasillo, radiante de felicidad… frente a la puerta, estaba él.
-¡Hola, cielo! – le dije, tomándole de las manos.
- Ya era hora… ¿por qué estás tan contenta….?
-Hombre tú deberías saber… - y entonces, me fijé. No llevaba reloj de pulsera. La cara me cambió en un segundo… ¿quién….?
-¿Qué tendría que saber….? ¿Qué pasa….? Venga, por favor, adivinanzas no, estoy muerto… venga, vamos… ¿Qué pasa?
Eché a andar maquinalmente… ¿Aquello había sido… infidelidad… violación…. Una señal….?
-No… no pasa nada… ¿no llevabas hoy reloj de pulsera, o es que te lo has quitado ahora?
-No, no llevo. – contestó secamente.
"Tengo que dejarte" me dije "Acabo de… ser violada, o de follar, no lo sé todavía… pero sé que ha sido con el hombre de mi vida, y no eres tú… tengo que encontrarle, sea quien sea, tengo que saber quién es…."