Aquí te pillo... aquí te mato

Lydia presenta así su micro en el Ejercicio:Aun estoy pasmada de la locura que acabo de hacer.Hoy ha sido uno de esos días en los que me apetecía romper las normas, saltarme el protocolo y vaya si lo he hecho.

Me sentía observada... como esas veces que sin verlo, lo presientes. En aquella cafetería a pesar de estar abarrotada, había unos ojos clavados en mí. Giré ligeramente la cabeza y en una mesa del fondo, una pareja parecía charlar animadamente, sin embargo los ojos de él estaban recorriendo mi anatomía. Naturalmente en ese instante saltaron todas las válvulas y mi propio cuerpo entró en transformación... No sé por qué, pero saber que un hombre acompañado se fija en mi, con mirada de deseo, provoca que yo misma reaccione mostrando mi mayor sensualidad, como respuesta al cortejo, salvo que esta vez, era yo la que quería ir más allá.

No me fijé demasiado en el físico del chico, pero tampoco importaba, sino saber si ambos podríamos llegar a esa locura, él con su atracción hacia mí y yo ganadora ante su hembra de que podría llevármelo a mi terreno en un instante. Así lo hice. Pagué mi café y esperé a que su novia, mujer o lo que fuese, desapareciera de escena,  en el momento en que se dirigía al baño.

Me levanté llegando decidida hasta su mesa diciéndole: "En el parking de enfrente, H-36". Apenas una corta frase y una mirada felina. Se quedó sin palabras... Nada más hacerlo me sentí poderosamente excitada, sin saber por qué había podido hacer una cosa así. Llegué hasta mi coche, me senté en el asiento posterior y me deshice de mis braguitas... Después, esperé. Apenas en tres minutos le vi llegar... también parecía nervioso, sabedor de que aquella debía ser su única oportunidad, incluso para evitar que una hembra caliente que le había atraído y retado, pudiera escapársele

Se limitó a callar, algo que agradecí… no hicieron falta palabras, sin ellas nos centramos en compartirnos sexualmente, sin conocernos de nada, sin prepararlo ni planificarlo... sin preámbulos... ¡A saco! Nos besamos, nos acariciamos con urgencia, con desesperación, con deseo... follamos y gemimos... Fue rápido, casi sin tiempo para entenderlo...  Un instante después él se bajaba del coche y yo desaparecía de aquel parking a toda prisa sin mirar a atrás... solo me detuve un instante, miré por el retrovisor. Él ya no estaba... solo mis braguitas tiradas en el suelo. Fue una locura… sí… pero me encantó

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