Aquellos inicios tan inocentes

Deje de aparecer por miedo, pero el morbo y esa fuerte sensación me hace volver, donde volvemos a la rutina, me magrea… me obliga a magrearse, caricias, magreos, lamidas y muerdos… uuummm!!.

Aquellos inicios tan inocentes

Antes de nada, agradecer tantos a aquellos que me leéis como los que me ponéis un comentario, ya sea al portal de www.todorelatos.com como a mí correo  (jhosua1974@gmail.com), pues por vosotros me dais animo a continuar. Antes de comenzar con mi confesión, deseo invitaros a conocerme mucho mejor, quiero haceros participe de mi vida, pretendo que sepáis de mi día a día desde mi inexistente adolescencia, vale.

Comenzare respondiendo a todos aquellos que, vía email me preguntan por saber cuándo me inicie… y la verdad no quisiera faltar al respeto, pues parece que no me leéis, pues no hay confesión que diga… “Fui iniciado”, aunque si es cierto que ya había hecho mis primeros pinitos. Pudiendo decir que me deje embriagar por la curiosidad y el morbo que generaba, sabiendo que aquello estaba mal, pero era un subidón de adrenalina en cada uno de nuestros encuentros, encuentros que, no aun no viendo sexo, era totalmente satisfactorio.

Podría decir que yo era uno de esos chicos al que consideran buenos y obedientes, bueno puedo decir en parte al menos lo de bueno, aunque desobedecía a mis padres escasamente. Sobre todo, cuando me alertaban de los peligros que podrían traer ir por algunos sitios, sitios que os podría mencionar algunos, pero en estos momentos os diré uno, no siendo otro que el Parque María Luisa y aunque este en verdad no es tan peligroso, pues estos los originan algunas personas, lugares u horas.

Mirad, podría deciros que entre mi casa y el colegio había un parque, no un parque cualquiera sino uno de grandes dimensiones como el Parque María Luisa, aquellos que sean de Sevilla sabrán de lo que estoy hablando. Parque que en mis desplazamientos habitualmente hacia mi escuela podría rodear, pero eso sí, tardaría en el trayecto una media hora o algo más, cosa que sí lo atravesaba el parque el trayecto se acortaría de quince a veinte minutos. Trayecto que andaría por los alrededores del Museo de Artes y Costumbres populares, pasaría cerca del Monte Gurugú hacía la Glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero, tomando dirección hacia la Avenida de Isabel la Católica hacia la Calle Brasil, y de ahí finalmente hacía mi colegio, cerca del Porvenir. Trayecto que con el tiempo descubre en mi búsqueda de encontrar un lugar íntimo, lugar que no era otro que la Fuente de los Toreros, glorieta que estaba muy bien situada y oculta a la espalda de Glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero. Pues en mi camino, me desplazaba hacia dicha glorieta y tras divisar que no había moros en la costa, acababa por sentarme… sacaba del interior de mi maleta una bolsa que dentro había varias revistas porno… uuuffff!!. Tocaba disfrutar, ¡cogía y me ponía a visualizar estas al tiempo que me masturbaba… uuummm!!, aprovechando el tiempo que me ahorraba de mi trayectoria.

Bueno dicho está pequeña introducción, comencemos por los hechos… vale. Mirad, rondaría el mes de marzo quizás cuando lo conocí, tendría por aquel entonces doce años pues para cumplir los trece, aun me faltaban tres meses. La primera vez que lo vi estaba yo sentado en los bancos que rodean la fuente de los toreros, sentado visualizando una de mis revistas mientras me masturbaba… uuummm!!. Mano que aparte una vez que vi que este pedaleaba hacía mí, rápidamente guardé la revista bajo un libro de naturales.

Recuerdo esa primera expresión que me echo, sonriente bajo de su bicicleta, rostro que transmitía perversión, vicio y depravación, no haciéndose esperar, pues fue mirarme y dirigir una de sus manos hacia su entrepierna a modo de ajustársela. Lo miré con cierta ingenuidad e inocencia, rostro que le tuve que seducir a este, pues nada más mirarme durante unos minutos, acabo por acercarse y presentarse. Tras un breve silencio, me soltó…

  • “Bueno, vemos la revista o no, venga a que estamos esperando”.

Acabando por sacarla ante su comentario, lo cierto es que los primeros minutos eran un mal trago, pues el tenerlo allí tan cerca de mi mientras ambos veíamos aquella revista. Cuando llegaba la hora de marcharme, así se lo hice saber y antes de irme, este me soltaba…

  • “Mañana te espero aquí a la misma hora, vale que no se te olvide”.

Recuerdo que me marche hacia mi colegio algo confuso, pero eso sí bastante excitado, pues, aunque era algo bastante raro, quizás más por mi parte al haber permitido que ese viejo estuviera viendo la revista conmigo, bueno eso y que me cortara el rollo a masturbarme, mi ratito de placer. Pero también digo confuso, pues fue por la sensación que sentía, pues yo me consideraba hetero y muy macho a pesar de mi edad… a pesar de muchas contradicciones, pero aun así era masculino. Pero esa sensación que me excito y que de alguna manera me embriago… era extraño, pero tenía algo de morbo y los latidos de mi corazón llegue a pensar que iba a tener un infarto, no sé. Salí esa tarde del colegio hacia casa, no dejando de mirar hacia esa fuente, no dejando de pensar en lo ocurrido, y muy dentro de mí pensé que mañana no me detendría allí, me convencí a mí mismo a tomar otro camino.

Amaneces como un día cualquiera, realizando las tareas de un chico de la edad y época, sales a almorzar a casa y tras hacerlo rápidamente, todo nervioso me marcho justificando mis prisas con jugar con mis amigos en el patio del colegio. En mi trayecto acabé por tomar el mismo, aunque en mi mente martilleaba la idea de no detenerme, pero finalmente lo hice. Recuerdo que respire hondo al no verlo, me sentí liberado, pero al mismo tiempo triste, quizás fuera por esas sensaciones que me pusieron a mil y eso que no hubo nada. Pero cuando saque mi revista y comencé a verla, disfrutando de aquellas chicas desnudas, mi polla comenzó a reaccionar, tanto que tuve que introducir mi mano en el interior de mi pantalón e intentar neutralizarla… uuummm!!. Llevándome a los pocos minutos el susto del año, pues sin esperarlo y menos escucharlo este apareció tras de mí, apareció empujando su bicicleta, ese hombre de cabellos canosos y abundantes, hombre no muy alto y de físico corpulento, hombre con sonrisa perversa y maliciosa.

Desconocido que sin decirle nada, dejo su bicicleta aun lado y sin haberle invitado, acabo por sentarse a mi lado al tiempo que me saludaba, dejando que la revista continuara sobre mis muslos. Levantaba de vez en cuando la vista a modo de mirar a nuestro alrededor, volviendo con su expresión babosa a la publicación erótica, soltando algún que otro jocoso sobre las chicas, como…

  • “Uuuffff!!, menudas tetas tienen las chiquillas quien las tuviera en las manos, verdad”.

Expresión que aun siendo verdad callaba por no darle conversación, pues pensaba que acabaría por aburrirse e irse, pero hubo un momento de esos que surge. Un acto que no pude evitar, pues la revista se movió hacia arriba en un par de ocasiones, revista que subió levemente por mi miembro, pues mi erección era normal. Quizás eso fue lo que marco mi destino, momento que se inició con eso y que continuo cuando este poso su áspera mano en mis muslos, ese momento marco un antes y un después, momento en que ambos nos miramos. No dije nada… nervioso y confundido permanecí callado, quizás fuera porque esperaba que aquello fuera sin querer… un acto inesperado.

Permanecí callado e inerte, esperando una disculpa… una explicación por aquello, pero aun así no le aparte su mano, pero no llego ni una ni la otra. Sino nuevamente una sensación extraña, sentí como un chispazo… una descarga eléctrica cuando poso su mano, sintiendo algo tan extraño como la reacción de mi miembro, pues este se me endureció.

Pero no se detuvo hay, no dejaba de mirarme, tenía sus ojos clavados en mi rostro, pues avergonzado estaba con la mirada baja, nervioso y no saber reaccionar, quizás eso o que por alguna forma aquella situación me ponía. Estaba muy excitado y él lo sabía, quizás más cuando esa mano ascendió por mi muslo hacia mi entrepierna y no hice nada para impedirla, dándole mayor aprobación quizás y sin darme cuenta, cuando cogí y separe mis piernas. El viéndolo, sonriente continuo, sintiendo como esa enorme mano ascendía por el interior de mi muslo hasta llegar a mi entrepierna, notándolo y sobresaltándome, pues hasta ese momento no ha habido más mano que la mía que ha tocado ahí. Este sonríe nuevamente con esa cara de baboso, mirándome lujuriosamente y de depravado, mirándome mientras comienza a magrear mi miembro… ooohhh!!.

Siento con miedo y al mismo tiempo placer como esa mano recorre mi miembro sobre mi pantalón, mano de hábilmente descapulla mi glande… uuummm!!, proporcionándome mucho gusto… aaahhh!!. Mano que desciende hasta la base y con agilidad, introduce varios de sus dedos hasta palpar mis pequeños genitales, comenzando a masajear la zona del perineo… uuuffff!!. Pensé…

  • “Joder... me voy a correr como siga así… ooohhh!!”.

No pude aguantar mucho más y sin decir nada… acabe por correrme, descargue tres, cuatro o cinco chorros de semen, creo que nunca hasta ese momento había echado tanto. Nervioso intente disculparme, cosa que este gentilmente me ofreció un pañuelo, acabando por marcharme hacia el colegio. Marchándome confundido, intentando explicarme a mí mismo que había sucedido, no pudiéndome darme una contestación. Y mientras me alejaba, pude escuchar como este me decía…

  • “Te espero mañana aquí, no me tardes vale, no se te olvide”.

Me sentía extraño, quizás traumatizado, pensando como yo un macho había permitido que ese tío me haya hecho correrme, estaba confundido, pero al mismo tiempo entusiasmado… algo insólito. Aquello había sido un subidón de adrenalina, cuya peor parte era el estado de mis pantalones, pues gracias a la maleta ocultaba la gran mancha húmeda de mi entrepierna. Húmeda que me había dejado encima pegajoso y con ese olor inconfundible de semen. Esa tarde nada más llegar a casa, me duche y me limpie bien, recordando aquel momento, momento que me supuso tranquilizarme mediante dos pajas… ooohhh!!.

Bueno continuo. Los días se repitieron, pero con la diferencia que, sin esperarlo nuevamente, cogió este e introdujo su mano por dentro de mi pantalón. Mano que fue ahí donde pude notar de verdad lo áspera que era, mano llena de arrugas y callos, mano que permanecía a este hombre que por su edad podría ser hasta mi abuelo. Este comenzaba a acariciarme con mayor libertad, acariciándome mi miembro dándome gran placer, acariciaba mis diminutos genitales y sobre todo mi perineo… ooohhh!!. Maduro desconocido que poco a poco no se contentaba con haberme hecho correrme, sino que continuaba hasta hacerme lograr una segunda corrida… uuuffff!!. Marchándome aun peor a la escuela, pues ya no solo tenía esa gran mancha húmeda en mi entrepierna, sino por entre mis piernas.

Los días acababan y con ellas las semanas, días en que embriagado por el morbo y es subidón de adrenalina, dejaba a este hacer, viejo que comenzaba a acariciarme el cuerpo… uuummm!!. Deteniéndose sobre todo en mis pezones, cuyos chupeteos, lamidas o muerdos me llevaba… aaahhh!!. Viendo el gran placer que me proporcionaba estos, mientras este podía ver como se tocaba su entrepierna de vez en cuando, no pasando de ahí. A veces cuando estábamos con la revista, este soltaba alguna lindeza, como…

  • “Menuda polla saca este, sabes para nada tiene nada que envidiar a la mía”.

Me miraba lascivamente, para acabar por soltarme…

  • “La quieres ver y veras que no miento”.

Claro está, yo no dejaba de decirle…

  • “No… no hace falta, yo te creo”.

Pero claro esta no se contentaba con mi contestación. Pudiéndole ver como se bajaba la cremallera del pantalón, introducía su mano en el interior y acababa por sacar su miembro fuera, miembro que no mediría mucho más de quince o dieciséis centímetros. Lógicamente era mucho más pequeña que la de aquellos de las revistas, pero no estaba en situación como para decírselo. Mirándome me decía…

  • “Mira que gorda y caliente la tengo, tócala hombre… no tengas miedo”.

Y aunque volvía a reusar, este cogía y tras coger mi mano, me la conducía hasta su miembro, obligándome a cogérsela, obligándome a deslizar mi mano a lo largo de su miembro, sintiendo lo dura, caliente y palpitante que estaba. Soltándome sus lindezas…

  • “No vez como te gusta, no has apartado la mano de mi polla… uuummm!!”.

Continuando sin dejar que la retirara…

  • “Me gusta el tacto de tu mano, no es como el de otros chicos, tu mano es más suave como el de una chica, mira por dónde vas a hacer mi zorrita”.

  • “Uuuffff!!... maricona, sigue así… siiiiiiiiiiiiii!!”.

Recuerdo el tacto de como se le hinchaba, notaba como temblaba, sentí miedo y quise apartar la mano, pero este con fuerza me lo impedía, viendo como este acabo por descargar. Nada más soltarme, cogí mi maleta y salí corriendo, corrí como si me llevara el alma, no llegue a coger ni la revista. Y mientras corría intentaba limpiar mi mano, intentaba retirar los chorros blanquecinos de su corrida, aquello me impacto… uuuffff!!. Claro está no me traumatice… no era para tanto, pero si me hizo pensar en sus comentarios hacia mí, como me insultaba con eso de maricona… cuando no lo soy. Pero no pude evitar masturbarme con lo sucedido, quizás más cuando me soltó eso de… ‘mira por dónde vas a hacer mi zorrita’.

Deje de aparecer por miedo, pero el morbo y esa fuerte sensación me hace volver, donde volvemos a la rutina, me magrea… me obliga a magrearse, caricias, magreos, lamidas y muerdos… uuummm!!. Poco a poco dejamos las revistas sustituyéndolas por espiar parejas, observando como los chicos se ponían las botas. Fue en una de esas veces en la cual estas arrodillado observando a una pareja, cuando esté detrás de mí, comienza a acariciarme llevado por el morbo… la espalda, las caderas, los muslos y finalmente mis nalgas, eso sí sobre el pantalón. No se detiene, pues al no escuchar reproche por mi parte o protesta, esté continua… uuummm!!. Sentía su áspera mano recorrer mis nalgas, acabando por detenerse en la unión de mis glúteos… uuummm!!. Sintiendo como varios de sus dedos recorría de arriba hacia abajo hasta llegara a mi perineo… uuuffff!!, cada vez hacia más fricción… ooohhh!!.

Claro está… callaba porque me gustaba, … extraño sí la verdad, pues no me consideraba mariquita, ni homosexual ni nada parecido, pues aún no había hecho nada para serlo. Pero la verdad es que aquellas caricias me ponían cardiaco perdido, sentía un disfrute que en mi corta vida hasta entonces no había sentido, quizás por este motivo se lo fui permitiendo… uuummm!!. Este continuo unos minutos más, minutos en que piensas que en breve introducirá su mano por dentro… uuummm!!. Mano que finalmente introdujo y que continuo, ¡comenzó a realizarme lo mismo que me estaba haciendo sobre mis prendas… ooohhh!!, sensación inexplicable y totalmente placentera. Sugiriéndome de vez en cuando algo como…

  • “Acaríciate los pezones, pellízcatelo… venga”.

O como…

  • “Mastúrbate para mí, ¡venga quiero ver cómo te corres… uuuffff!!”.

Pero lo de masturbarme no me iba delante de él, ya que me gustaba más su mano… su tacto. Recuerdo el día que se atrevió a dar un paso más, día que, como cualquiera mira de un lado hacia el otro, acabando por bajarme los pantalones y calzoncillos. Yo asustado e impresionado quise apartarlo, pero finalmente se lo consentí, aquello me excito muchísimo… deseaba saber hasta donde llegaría. Sentí su mano izquierda apoderarse de mi miembro, mano que comenzó a masturbarme lentamente… uuuffff!!.

Aprovechando por tirar de mi suéter hacia arriba con su otra mano, acariciándome cuello, espalda y nalgas… uuummm!!. Sintiendo sus labios en mi cuello… uuummm!! (parte bastante sensible), cuando note su mano recorrer mis nalgas, mano cuyos dedos continuaron por deslizarse entre mis glúteos… uuummm!!. Cuyo algo húmedo y creo que fue mi propio liquido preseminal, líquido que unto en mi orificio y comenzar muy despacio a introducir uno de sus dedos… ooohhh!!. Gesto que más por lo que condiciona y por el dolor que sentía me rebele al instante, este entre caricias y demás ternura quiso tranquilizarme, eso y su palabrería. Acabando por sugerirme…

  • “Tranquilízate, estate quieto. Sí no, te va a doler aún más”.

Intentaba tranquilizarme algo difícil por lo que pretendía. Hizo algo que me repugno como escupir en mi cuerpo, acto que me explico al momento, pues no era para otra cosa que facilitar esos dedos. Volviendo este a intentar introducírmelo, mi miembro para esos momentos había perdido la erección. Poco a poco y a pesar de mis quejidos, comencé a notar su dedo dentro, dedo que dejo unos minutos dentro sin moverlo y que poco a poco comenzó a moverlo… ooohhh!!.

No dejo de penetrarme con su dedo mi orificio, sintiendo placer inexplicablemente, pues me imaginaba que con ese acto me había convertido en un homosexual, eso y que las caricias y magreos estaban haciendo su labor. Esté acabando por sacármelo… lo sustituyo por su dedo corazón, dedo más grueso y claro está más largo… ooohhh!!. Penetración que nada más sentirla y de forma incomprensiblemente… me hizo correrme, acto que no sabía a mí mismo explicarme, y que este me soltó…

  • “No vez como te gusta coño, mira cómo te estas hasta corriendo”.

Soltaba eso mientras notaba como taponaba mi glande con su mano, gesto que luego pude comprender, pues notas algo liquido viscoso y cálido caer por entre mis glúteos, líquido que vez al girarte. Y que te suelta de forma sosegado…

  • “Tranquilo que esto es tuyo y no mío, no te preocupes por esto, nos va a servirnos para que entre mejor mis dedos”.

Fue decir eso y pude sentir, ¡como ese dedo corazón fue entrándome poco a poco a pesar del dolor… ooohhh!!, dedo que a medida que entraba fue acelerando. Dejando de quejarme más por no ser pesado u otro motivo, sino por evitar que mis quejidos alarmaran a mirones, desistiendo este finalmente ante esto último, pues comenzamos a escuchar jaleo. Bueno lo dejo aquí, espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios. Mi email es (claro está, todo junto)… jhosua 1974 @ gmail . com