Aquellos dedos (2)

Ana continúa aprendiendo a conocer el sexo.

Aquellos dedos (segunda parte).

El curso pasó rápidamente, en compañía de mi amiga Carol, cuyas notas, como ya he contado, mejoraron en progresión geométrica. No sé si es que yo era buena profesora o que nuestras técnicas de relajación funcionaban a las mil maravillas.

El principio del verano, coincidió con el regreso a casa de mi hermana, tras terminar su primer curso de universidad. Carol había aprobado todo y se había marchado de vacaciones con sus padres. Empecé a echar de menos las largas tardes de "estudio". Mi vida sexual se seguía limitando a unas buenas sesiones de dedo casi diarias que, por supuesto no eran tan placenteras como compartir los orgasmos con Carol. Llegué a la conclusión de que disfrutaba tanto masturbandome como viendo a mi amiga hacerlo, así como sentirme observada en ese acto tan íntimo.

Una de las primeras noches, tras el regreso de mi hermana, mientras ella dormía, aproveché para proporcionarme una buena dosis de dedo. Mientras disfrutaba del post orgasmo, oí la voz baja de mi hermana:

Veo que no has perdido las buenas costumbres...

Al contrario, cada día me gusta más.

Yo hace un tiempo que no practico, pero creo que este verano voy a tener que retomar la costumbre... sobre todo, teniendo que dormir con una hermana tan escandalosa como tú.

No me digas que ya...

Bueno...la verdad es que últimamente estoy bastante satisfecha en cuanto al sexo. Ya te contaré, que estoy muerta de sueño.

La mañana siguiente, mi hermana me obsequió con la siguiente sorpresa. Al entrar en el baño, ella salía de la ducha. Me quedé con la boca abierta. Aquella mata de pelo de su conejito, que tanto había admirado, había desaparecido. Mi hermana lucía su conejo completamente depilado, como las actrices de las películas de Carol.

¿No te gusta?

Si...está precioso. Pareces una actriz porno. ¡Con lo que yo envidiaba de pequeña esa mata de pelo!.

Digamos que fue un regalo para mi novio. Se puso muy pesado con el tema del depilado, hasta que un día decidí darle una alegría. La verdad es que ahora me parece muy sexy.

Desde luego, me tienes que enseñar cómo lo haces.

Uff, no te acostumbres, que cuando empiezan a salir los pelillos pica que es un horror. Pero también te tengo que decir una cosa: no hay nada que le guste más a mi chico que comerme el coño recién depilado .Además, lo hace tan bien que te hace olvidar las molestias y los picores

Ya veo que has aprovechado bien el tiempo en la universidad- me moría de ganas por que mi hermana me siguiera contando mientras notaba mis pezones erizados y esa humedad tan familiar en mi conejito-.

También lo he aprobado todo, no te creas. Me imagino que alguna experiencia tendrás también para contarme.

Pues muy poquito… a mis casi dieciséis años, mi único amante sigue siendo mi dedito

Mejor sigue así, que es el amante menos problemático- rió mi hermana.

El tiempo de verano invitaba a ir a la playa. Estaba bastante blanca y mis piernas y la línea del bikini necesitaban un buen depilado, lo que me dio la excusa perfecta para dejar mi coñito sin un solo pelo. Preparé el momento a conciencia: había comprado unas maquinillas desechables, una buena crema hidratante y tenía toda la tarde para mí, sola en casa. Llené la bañera de agua calentita. Disfruté de ella largo rato. Empecé por afeitar las piernas y los muslos. Con mucho cuidado procedí con mi conejito, siguiendo las indicaciones que me había dado mi hermana. La ducha tibia acabó por retirar los restos de pelillos y de jabón. Me sequé y me dí una buena dosis de hidratante en las piernas y el conejito. Estaba impaciente por ver el resultado, así que me fui a la cama , provista de un pequeño espejo de mano, para observar el resultado: estaba precioso; no parecía nada irritado ni enrojecido. Separé un poco los labios mayores y contemplé muy contenta el resultado: Ni que decir tiene que estaba empapada, pero me faltaba un detalle para empezar a disfrutar del mejor dedo de mi vida.

Corrí hacia el armario de mi hermana y me puse una de sus bragas negras, que el aquel momento me parecían pequeñísimas, comparadas con las que yo usaba. La suavidad de mi coño recién depilado competía con la del sedoso tejido que acariciaba el dorso de mi mano. La tensión era demasiado grande y el orgasmo llegó de forma explosiva, casi sin anunciarse. Casi sin interrupción, ya buscaba mi segundo orgasmo, con las bragas de mi hermana metidas en mi raja y tirando arriba y abajo. Como ya te he contado, es una de mis técnicas preferidas. Mucho más relajada, retardé el orgasmo lo máximo posible para explotar en el momento justo, cuando las fuerzas amenazaban con abandonarme. Estaba empapada en sudor, así que decidí disfrutar del dulce sopor que sigue al orgasmo metida de nuevo en la bañera.

Faltaba una semana para que mi amiga Carol regresara de sus vacaciones y tenía tantas cosas que contarle….