Aquellos camioneros de un área de descanso

Fueron tres o cuatro embestidas la que me dio este, cuando sacándola de mi orificio y dejo su lugar a otro. Este antes de ocupar mi orificio, se me presento al tiempo que me hizo sentir como esos cinco centímetros de diámetro entraba, era tal la excitación que comencé a correrme sin poder evitarlo.

Aquellos camioneros de un área de descanso

Debo de decir que dentro de mi empresa se me considera un trotamundos, pues no dejo de ir de lugar a otro, siempre a punto y aunque eso fue en mis inicios, y la verdad es que cuando necesitan mandar a más de uno, al primero que miran sin preguntar es siempre a mí, me tienen como un fijo en sus quinielas de salidas. Y de este hecho hace años, echas una mirada hacia atrás en el recuerdo, y caes en lo sucedido con amargura, no porque lo sucedido haya sido malo o traumático, sino porque este suceso no se me repitió más. O al menos como se dio, pues te encuentras con algunos similares, pero es distinto, bueno mejor vamos a lo que vamos, vale...

Mirad, regresaba de haber inspeccionado una serie de emplazamientos cerca de Trujillo, instalaciones a las cuales fuimos una serie de personas, pero ante por mi forma de ser, acabe por cerciorarme del cerramiento, quedándome hasta entregar las llaves al dueño. Obviamente se me había hecho muy tarde, ya conducía por la carretera nacional N-521 hacia Cáceres, no deseando retrasarme más que lo necesario, pues cabezota de mí quería regresar a Sevilla. Cuando me dio por mirar los indicadores del cuadro del coche, dándome cuenta de que el indicador de la temperatura había subido mucho. Mire con precaución mi GPS, mirando un área de servicio cerca, y este indicarme unos pocos, decidiéndome por el primero. No me lo pensé dos veces, decidí tomar la primera salida de servicio posible, saliendo a la altura ‘río Tamuja’ con el cruce de Santa Marta Magasca (Cáceres), acabando tras unos kilómetros en un área de servicio.

Pues eso, llegue al área y detuve mi coche a un lado, salí del interior y abrí el maletero, sacando del interior el líquido refrigerante, y no quedándose otra que esperar a que el radiador se enfríe para abrirlo. Ante la hora, cogí el móvil e informe a mi compañero que iba a tardar en llegar, explicándole los motivos y tranquilizándole que estaba bien. Ante su ofrecimiento en acercarse... como si este paraje estuviera a la vuelta de la esquina, acabe por haciéndole saber que no viniera por mí, pues antes me cercioraría que podría continuar, no deseando dejar mi coche allí. Tras colgar, llame a mi novia para trasladarle la misma información, tranquilizándola y hacerle saber que llegaría lo más posible al día siguiente.

Tras volver a colgar, fue cuando me fije donde estaba, ya que, al estar preocupado por mi coche, ni me percate exactamente de donde estaba, simplemente me note de los numerosos camiones que había estacionado, pero ya os digo que no había una gran cantidad. Pues eso, mire de un lado hacia el otro, viendo que estaba en medio del área de servicio, entre una vieja gasolinera y no muy lejos, una especie de bar/restaurante/hostal o quizás un club de ocio de carretera. Acabando por dirigirme hacia este último, no precisamente porque lo tuviera más cerca, sino por poder comer algo, caminé en dirección a este, sin saber dónde ‘coño’ me iba a meter, aunque mis opciones no eran precisamente muchas.

Recuerdo que cuando llegue y entre, pregunte de primera por los aseos, haciéndome saber uno de los que estaban por detrás de la barra donde estaban, dirigiéndome hacia estos que estaban al fondo. Fue llegar y topándome con cuatro puertas, donde dos reflejaban que eran para mujeres y otros dos para hombres, extrañado me quede, pero opte por la primera de la derecha. Entre, encontrándome como a mi derecha hay una hilera de lavabos, mientras que a mi izquierda hay duchas cabinas con váter, quedando al final una especie de vestuario y aun lado orinales. Me extrañé la distribución, pero no me iba a quedar a discutirla con el dueño su decoración, por lo que acabé por dirigirme hacia el fondo donde estaban los orinales, ocupé el segundo de los cuatro que había.

Me solté el cinturón, el botón del pantalón, baje la cremallera y tras introducir mi mano en el interior de mi short, acabe por sacar mi flácido miembro, disponiéndome a orinar mientras pensaba en cómo voy a solucionar mi coche. Y en minutos, cuando estaba aún orinando, aparecieron detrás de mí dos hombres, venían riendo y manteniendo una conversación sobre un tercero, dándome por mirarlos más por curiosidad que otra cosa. Quedándome mirándolos más de lo necesario, quizás porque su pinta llamo mi atención, ya que di por hecho que estos eran camioneros, llegando a pensar que me podrían ayudar con el coche.

Mirada que estos percibieron y que ambos se me quedaron mirando con descaro, acabando por unirse a estos dos un tercero, hombre que daba la sensación que había salido de una de las duchas, pues venía con tan solo una toalla religada a la cintura. Preguntándome uno de estos dos...

  • “Que te pasa, ¿Te gustamos o qué?”.

Viéndome cogido, avergonzado volví a fijar mi vista en los blancos azulejos, intentando ignorarles, no dejando de mirar hacia el frente. Y tras escuchar nuevamente la misma pregunta de uno de ellos, fui a intentar contestar, ya que deseaba dejar claro mi mirada, cuando el otro me interrumpió, preguntándome...

  • “¿Eres maricón?”.

Insulto que me hizo girar mi cabeza con rapidez, clavar mi mirada en ese tío, hombre corpulento como si fuera de gimnasio, cuyo metro ochenta y muchos centímetros imponía, calvo y con barba de semanas. Persona que finalmente no le conteste, pensé que quizás estos busquen pelea o incluso están de cachondeo, buscando en mi persona a un pelele con quien desfogarse.

Deje de orinar, guarde mi miembro en el interior de mi pantalón, me gire con la intención de salir de los servicios, mientras esos dos me decían cosas que no eche cuenta. Fui a salir de la zona orinales/vestuarios (si era esa mala gestión la que te hace quedarte con ese lugar), cuando uno de ellos con rapidez me lo impide, quedándose inmóvil delante de mía como si fuera el portero de una discoteca. Mientras miro como el que lleva tan solo la toalla, va hacia la puerta de entrada, y fijándome como este echa el pestillo. Fueron momentos en que se pusieron de corbata, no creo que haga falta especificarlo. Eran momentos de tensión al menos por mi parte, dándome por pedirles explicaciones con voz temblorosa. Quise justificar mi presencia en esos baños, mediante lo causado a mi coche, argumentos que, por su forma de mirarme, me dio a entender que a estos les importaban muy poco.

Y mientras les intentaba hablar, veo como uno de ellos se me coloca detrás de mí, mientras el calvo corpulento aun continua delante, y al fondo caminando hacia nosotros el de la toalla. Asustado les pregunté sus intenciones, respondiéndome precisamente este último...

  • “Vamos a comprobar cuanto de maricón tienes”.

Dice y siento la mano del de detrás, colocarse sobre mis nalgas, apretando y soltar a estos...

  • “Que buen culo que tiene, joder”.

  • “Y seguro que lo tendrás bien estrechito”.

Siendo perro viejo, y viendo la actitud de estos tres di por sentado lo que pretendían, dándome por hacerles saber que lucharía y gritaría, soltando el calvo corpulento...

  • “No esperaba menos”.

Respondiéndome el que tenía delante, tercero que tendría mi altura (metro ochenta y tres), cabellos castaños y no muy largo, cuya fisionomía era normal a simple vista. Coge y este dice...

  • “Pero vamos a ver mamón, no sabías que esta área de servicio es un ‘picadero’, pues vas a pecar más de gilipollas, pero vas a salir como maricón”.

Acabando por replicar el de la toalla...

  • “Gritar puedes gritar todo lo que quieras, los únicos que van a escucharte son los de afuera, que estos pensarán lo mucho que estás disfrutando y querrán incluso unirse, ya verás tú como quieres salir al final”.

Este último que parece el mayor de los tres, mucho más bajo de estatura que los otros dos, diez centímetros al menos, pero no por eso menos corpulento, moreno de cabellos largos y barba, ciertamente atractivo la verdad. Hombres que escuchándoles hablar, doy por hecho que no son de la zona (extremeños), sino más bien los encajono entre que son gallegos o incluso portugueses. Pues este último, coge y sin decir nada más, acaba por quitarse la toalla, quedándose totalmente desnudo, dejándome a la vista su miembro, cuya longitud me deja ruborizado (menuda tranca, cerca de los veinte centímetros por cinco de diámetro). Hombre que se me acerca, y soltarme...

  • “Mira, podemos hacerlo por las buenas o por las malas, pero te aseguro que por las buenas vamos a disfrutar mucho más, aunque tengo la sensación que a ti te va por las malas”.

Y aunque no le replique, pude ver como el calvo se quitaba su camiseta de tiranta blanca y sacaba su miembro fuera, vergón que para nada tenía que envidiar el primero. Mareado veo como el tercero, comenzaba a desvestirse y quedarse con tan solo sus gayumbos (calzoncillos), sacándose también un vergón de al menos dieciocho centímetros, ennegrecida y con un capullo rojizo. Riéndose los otros dos al ver mi rostro asustadizo, haciendo menciones a mi boca, manos y culo, acabando por pedirme que me desvistiera, y ante mi falta de colaboración. Me vi en medio de estos tres, viéndome superado en número y en fuerza, no quedándome otra que dejarme desvestir por estos. Y se aprovecharon del momento, pues si sentía las cosquillas del de las barbas mientras devoraba mi pecho y pezones. El calvo intentaba comerme la boca, cosa que rehusaba y se contentaba con mi cuello, al mismo tiempo que tras coger mi pene intentaba masturbarme. Y el tercero fue directamente a mis nalgas, acariciándome mis glúteos, separando estos e intentar meter sus dedos dentro de mi orificio. Y darse cuenta lo estrecho que soy, soltando...

  • “Pues va a ser verdad que eres un ingenuo gilipollas, pero no te preocupes de que aun así te vamos a follar, mira por donde nos vamos a saciar contigo”.

Este se me presento como Manu, como queriendo entablar amistad, pero todo esto mientras se había embadurnado la mano con jabón líquido de un dispensador, mano cuyos dedos no dejaron de perforar mi orificio. Acabando los otros dos por arrodillarme, colocándome sus pollas en la cara, buscando mi boca e intentar metérmelas. Fingí ignorancia, chupé como pude y lamí sus grandes, alternándolas, tiempo que masturbaba la otra y magreaba sus genitales, siempre siguiendo sus instrucciones. Mientras el de las barbas que parecía el más mayor de los tres, no me dejaba de decir...

  • “Cuanto antes colabores antes vas a disfrutar, piensa que en momento en que nos corramos, habremos acabado”.

Y escuchar al calvo, replicar...

  • “Pero esto no lo debes de tomar como una violación, no vamos a obligarte, cuando tú digas basta, nosotros pararemos y te dejaremos marchar”.

Dice y acaba...

  • “Todo está en tus manos”.

Y sin responderle, acabe por colocarme a cuatro patas, dándoles a entender que continuaran, cosa que continúe chupando las pollas de estos dos, alternando las vergas del calvo y de la barba mayor. Mientras el tercero continuaba insertando sus tres dedos, quejándome en su momento del primero... mostrando malestar, luego dolor con el segundo y el tercero para que mencionar. Y en nada, sentir como algo grueso comenzaba a entrarme, no eran sus tres dedos... eso era obvio. Este tras alojar su glande en mi orificio, coloco sus manos en mis caderas, una por cada lado y tiro de mi hacia él, soltando un casi silencioso suspiro, digo casi silencioso pues la polla del calvo lo evito. Y comenzó a embestirme lentamente, soltándome eso de...

  • “Ves, es justo como te dije, si pones de tú parte... disfrutaras”.

Fueron tres o cuatro embestidas la que me dio este, cuando sacándola de mi orificio, dejo su lugar al calvo. Este antes de ocupar mi orificio, se me presento como Kike, como si ese nombre me importara algo. Y mientras sentía esos cinco centímetros de diámetro entrarme, era tal la excitación que comencé a correrme sin poder evitarlo. Corrida que este mismo recibió en su mano, y que encargo que la degustara e impregnara mi cuerpo, mientras sentía su polla entrar lentamente. No dejándome de hablar, como si no deseara que me concentrara en el placer, acabando por hacerme saber que son ‘apeleros’, palabra que no sabía su significado hasta que de un solo embiste, me la metió hasta los mismos cojones. Y decirme su significado, diciéndome...

  • “Apelero significa que te vamos a follar a pelo, dejándote bien preñado”.

Y mientras Kike me embiste como alma lleva el diablo, Manu y el tercero, me follan la boca por turnos. Sacándola con brusquedad el calvo de mi interior, dejando su sitio al tercero, y este presentarse como Joao al tiempo que me l introduce. Y mientras me folla, le da por explicarme el significado de su nombre, como si vayamos a hacer buenos amigos, diciéndome...

  • “Como abras deducido por mi nombre soy portugués, mi nombre es la variante portuguesa del hebreo Juan, y significa ‘Dios está lleno de gracia’, pero tu tranquilo que yo te voy a llenar de otra cosa”.

Durante un tiempo que no os sabría precisar, estos tres me follan la boca por turnos, y alternativamente penetran mi orificio, no distinguiendo ya sus pollas. Mi entrega es total, comienzan a correrse en mi boca, corridas que las dos primeras no pude evitar, ya que me obligaron a tragar, y seguramente llevado por la excitación del momento. Corridas que también vertieron en mi orificio, dejándome bien preñado, y que esas pollas luego me toco limpiar, volviendo al tajo y continuar, asegurándome éstos dos corridas como mínimo. Hay estaba yo en un momento dado, tendido en el suelo boca arriba, mientras esas pollas entraban y salían de mi orificio dolorido. Tendido y embadurnado con los restos de sus corridas mezcladas con las mías y el sudor, por su ímpetu era evidente que tenía muchas ganas, pues gemían como locos y soltaban obscenidades.

Y tras haberse corrido los tres, satisfechos me lo hacen saber, cogiendo y por turnos van a ducharse, limpiándose todo resto de sudor y semen, mientras yo continúo tirado en el suelo intentando reponer fuerza. Antes de marcharse, me ayudaron y esperaron a que yo terminara, incluso Kike se ofreció a meterse en la ducha conmigo a ‘jabonarme’ la espalda, cosa que se lo impedí pues sabia por donde iba.

Horas más tarde, salí del local, dirigiéndome hacia mi coche, me fijé como había un camión aparcado junto a este, llegué y me puse a revisar mi coche, dándome cuenta que el radiador estaba casi vacío, rellenando con rapidez este y revisando el resto del coche. Todo esto ante la atenta mirada del conductor del camión, camionero que se ofreció a ayudarme en varias ocasiones pero que impedí su ayuda más sabiendo de como acabaría, bueno eso y porque me dolía mi orificio. Pero este no dejaba de hablar, no dejaba de intentar conversar, incluso fue directo, pidiéndome...

  • “¿Me la comes?”.

Le mire extrañado, pero este me miraba con descaro, como si no se arrepintiera de lo que me había dicho, minutos más tarde, veo como este se baja de la cabina del camión, dirigiéndose hasta donde estoy. Sacándose del interior de uno de sus bolsillos un paquete de tabaco, ofreciéndome un cigarro que rechace, me miraba y me decía lo extrañado que estaba por donde estaba, refiriéndose precisamente a esa ‘Área de servicio’. No dejando de hablar y le da por sacarse su miembro del interior de su pantalón, miembro que con desfachatez comienza a masturbarse. Acabando por alargar mi brazo hasta que se la cogí con la mano, comenzando a masturbársela, mientras este comenzaba a acariciar mi pecho, finalizando por volver a pedirme...

  • “Cómemela”.

Y eso hice, cogí y me agache hasta quedarme en cuclillas, la cogí y me la lleve a la boca, comenzando por restregármela por los labios, jugueteando un poco antes las suplicas de este, metiéndomela en la boca poco a poco, dándome cuenta que no era tan grande como los otros tres. Yo estaba en lo mío, un dale que dale, cuando noté que este buscaba algo en los bolsillos de su pantalón, viendo de reojo sacaba su mano y de esta llevaba un condón. Nervioso me hizo levantar e intentar volverme, pero tras detenerlo y pedirle calma, me gire con la intención de coger algo de lubricante del interior de mi coche. Inclinándome sobre el asiento del conductor, apoyando mis rodillas sobre la parte baja de la estructura del coche (marco de la puerta), intentando llegar a la guantera.

Cuando siento como desde atrás, tira de mis prendas hacia abajo, bajándome pantalones y calzoncillos, y escuchar el sonido inequívoco de un par de salivazos. Finalizando por insertarme su glande en mi orificio, comenzar a empujar y claro esta... penetrarme, embestidas precisas y bien profundas, sacándome fuertes gemidos. Comenzando este a desnudarme, o al menos en parte, ya que me saco por la cabeza mi suéter, dedicándose a juguetear con mis doloridos pezones. Su polla seguía taladrando mi orificio sin compasión, cambiando de ritmo y eso me gustaba, alternando el compás con aceleraciones y profundidad, me empotrada firmemente e incesantemente. Era tal el placer que sentía mis constantes vitales a mil, estaba gozando como antes, pero en esta ocasión si podía gemir y jadear, era tan intenso que sin llegar a tocarme comencé a correrme. Y segundos después, mientras intentaba recuperarme de mi orgasmo obtuve un segundo, mientras este teniéndome sujeto por los hombros me embestía con fuerza. Acabando por gritar a los cuatro vientos, mientras se estremecía y teniendo convulsiones...

  • “Aaahhh!!... ¡Que me corro!”.

Fue venirse, y este se quedó un momento sobre mi espalda, sintiendo el peso de su cuerpo y su respiración agitada, y claro esta como su polla perdía la erección. Minutos que paso y se incorporó, eso sí, una vez que el ritmo de la respiración se normalizaba, ayudándome a sentarme sobre mi asiento, mientras él se quitaba el condón, viendo como le hacía un nudo y lo tiraba hacia los arbustos. Y mientras comenzaba a vestirme, sentía mi culo muy dilatado, no precisamente por esta última verga, pues las anteriores tres habían ayudado. Tiempo en que me fije mejor en ese camionero, tan diferente físicamente que los otros tres, pero igual de directo y brusco. Tocando despedida, no sin que este antes, me invitara a pasar la noche en su cabina, tentándome con llamar a algún amigo, pero no insistiendo mucho más. Diciéndome...

  • “Bueno ha sido un placer... hasta la próxima, cuídate y ten cuidado”.

Y mientras conducía, me lleve el resto del viaje pensando en lo que me había pasado, debo decir que no era la primera vez que pasaba por ahí, pero sí que era la primera vez que me detenía. Obviamente desconocía por completo que en esa área de descanso se hiciera “cruising”, pensando en que no tardaré en volver. Bueno os dejo, espero que os haya gustado. Mi email es:

jhosua 1974 @ gmail . com

(obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).