Aquellas braguitas rojas (2)

Cada vez que veo esas bragas rojas me pasa algo muy excitante.

Aquellas braguitas rojas II

Como ya sabéis el pasado día os conté la historia que me ocurrió cuando encontré aquellas bragas de encaje, creo que el destino existe y esta prenda íntima tiene poderes sobrenaturales.

Cuando las robé del tendedero tuve un encuentro con la misteriosa nieta de la Señora Rosa, y ahora que las volví a encontrar en mi desván he experimentado otras sensaciones muy gratificantes.

El pasado día mientras escribía mi relato para vuestro deleite y con las bragas encima de mi mesa, me volví a excitar demasiado, pero esta vez no me masturbé porque llamaron a mi teléfono casi al terminar la narración, se trataba de un proveedor que quería que me acercase a su almacén para retirar una mercancía y para hacerme un regalo por tan fiel relación de trabajo.

Nunca había ido a su almacén aunque llevo comprando mercaderías a esta empresa por cinco años así que me invitaban a ir y acepté gustosamente. El problema es que era en otra ciudad, a unos quinientos kilómetros de mi residencia, pensé que me tomaría unos días libres y conocería tan mítica ciudad.

Terminé de escribir mi relato, mi erección había bajado por la amena charla con este señor y me dispuse a preparar todo para mi viaje.

Preparé el papeleo para que mis empleados no tuviesen ningún problema en mi ausencia y también preparé la maleta, en la que introduje las bragas rojas porque tenía el morbo de masturbarme con ellas.

Reservé el hotel y partí con mi automóvil hacia mi destino, cuando estaba próximo a la capital llamé al móvil de Antonio (mi proveedor), y le dije que pronto llegaría, quedamos en que iría a recogerme al hotel para saludarme. Llegué al hotel de noche y allí estaba ya esperando, solté mi equipaje y nos invitamos en la cafetería del hotel para pronto irme a dormir porque estaba muy cansado, nos veríamos mañana para conocer el almacén e invitarme a una comida de empresa, donde irían todos sus socios y familia.

Me fui a mi habitación, me duché y caí rendido en la cama, no sin antes hacerme una paja porque encontré las braguitas al deshacer la maleta.

Por la mañana me encontraba estupendo, me arreglé y me fui a la empresa de Antonio, comenzaron a llegar muchas personas, todos empresarios que tenían la misma recompensa por comprar mercancía a estos señores, vimos las instalaciones, nos dieron nuestros regalos y nos fuimos a comer a un restaurante.

Allí había mas gente aún, mi amigo Antonio, me presentó a su esposa María, su hijo Pedro Y su hija Rosa. Esta última me miraba muy fijamente a los ojos como si me conociera. Yo me parecía conocerla y no se de que.

Nos sentamos en la mesa y casualmente esta chica se sentó en frente de mí en una mesa larga y rectangular. Sinceramente esta chica me llamó mucho la atención, y nuestras miradas se cruzaban a veces sin poder evitarlo.

Era una chica blanquita, su pelo era castaño con brillos, su cuerpo era muy espectacular porque tenía un trasero precioso y un par de dos buenas razones por las que mirar a su blusa.

Me resultaba muy familiar, y pensando le busqué similitudes con la nieta de la Señora Rosa, a su vez esta se llamaba también rosa y los rasgos de su cara eran muy parecidos, aunque su cuerpo no era nada igual al que tuve en mis manos hace diez años.

Mientras pensaba no podía de dejar de mirar a esta chica, ella no se cortaba y miraba también, yo tenía que hablar para disimular un poco, y comentaba cosas de trabajo con su padre y familia.

Me levanté para ir al servicio, al salir de este veo que Rosa está esperando a que salga una chica del servicio de las chicas y no puedo evitar charlar un momento con ella para no parecer descortés.

Le dije que su cara me era familiar y ella también, le pregunté que si conocía la ciudad donde yo estudié, y ella me dijo que si que tenía allí a su abuela. Entonces até los cabos y era la pelirroja, que se había teñido el pelo, pensé.

Ella más astuta que yo, me dijo que ya sabía de qué me conocía, se metió en el servicio y me retiré a mi mesa. Ella vino un poco después con una mirada penetrante, se sentó y pronto noto su pierna chocar en mi zapato. Yo me hice el despistado y continué en la conversación de la mesa.

Al poco rato noto que su pie está descalzo y acaricia mi pierna, debí ponerme rojo, porque me preguntaron que me había subido la temperatura, se lo achaqué al vino.

Pronto su pie llegó a tocar mis muslos e incluso mi paquete que aumentaba por segundos, me estaba poniendo a mil esta tía.

Continuó durante toda la comida moviendo su pie con mucha soltura sobre mi cuerpo, por momentos pensaba en ir al servicio a sofocar mi calentón pero aguanté.

Su mirada estaba fija en mí y yo no podía mirarla tanto porque su padre lo notaría, así que me hacía el distraído, ella movía se comía las cosas como si acariciase una polla con su boca.

Una vez finalizado el banquete, nos levantamos y propusieron ir a bailar un poco con una orquesta que había en el restaurante, así que comenzó a bailar la gente y yo quedé un poco al margen.

De pronto la mujer de Antonio me agarró de la mano y me sacó a la pista, yo soy un patoso y me negué un poco pero no quería hacerle un feo y decidí bailar con ella. Era una mujer de unos cincuenta años bien entrada en kilos y muy simpática, pronto me dijo que quería que bailase con su hija a lo cual acepté gustosamente.

Cogí a Rosa por la mano y la rodeé con mi otro brazo por la cintura, comenzamos a bailar y le dije que lo que había hecho en la mesa me había excitado mucho, ella dijo que cuando me vio supo quien era porque dice que no ha pasado el tiempo para mí. Yo le dije que no había olvidado la noche que pasamos en mi piso, y que aún conservo sus bragas rojas.

Ella se rió con una sonrisa de picarona y me dijo que daría lo que fuese por verlas, casualmente le dije que las había encontrado hace unos días en mi desván y que me las había traído aquí.

Se sorprendió mucho al decirle esto y me dijo que cuantas veces me había pajeado con ellas, le dije que el año que ocurrió nuestro encuentro me pajeaba todos los días pero que ya no. Aunque le dije que anoche me hice una paja pensando en la pelirroja que me folló hace diez años.

Se rió y me dijo que notaba mi polla en su cintura, a lo que le hacía tener deseos de mamármela, yo me puse encendido y mi pene parecía estallar, no quería despegarme de ella porque notarían todos mi gran paquete, así que le dije que cambiásemos de tema para menguar mi erección.

Me dijo al oído que le siguiese sin que nadie me viera, se dirigió hacia los servicios y yo la seguí cerciorándome que no levantaba sospechas. Me esperó en la entrada de los servicios y me dijo que me introdujese en el retrete que pronto iría ella a verme, hice lo que me ordenaba, tardó un poco y de pronto ella se metió en el servicio de los tíos y en mi retrete, cerró la puerta y me miró, me dijo que conocía un método muy eficaz para bajar la erección, así que sin más dilación tocó mi paquete lo cogió de un puñado y masajeó con suma delicadeza. Quitó mi cinturón y desabrochó mi pantalón y bragueta, aparecieron mis calzoncillos abultados por un gran pollón. Se puso en cuclillas bajó mis pantalones y calzoncillos, dejando al descubierto mi buen falo, al que ella envistió con su boca despacito y con mucha soltura. Sus labios rojos de carmín se quedaban marcados en la suave piel de mi pene, ella mamaba mi polla muy bien y daba masajes a mis huevos con su mano, era una mamada increíble.

Mi orgasmo no tardó en venir, ella al notarlo se levantó y me pajeó para estrujarme la leche que brotaba de mi interior. Me dejó seco.

Me dijo que si me había quedado con más ganas, le dije que sí

Ella rió y me obligó a salir del servicio, cerró las puertas y me dijo que esperase, pronto comencé a oírla gemir, me dijo que se estaba haciendo un dedo. Sus gritos eran muy vergonzosos, temía que viniese alguien así que me puse en la puerta, y en el pasillo veo venir a Antonio, su padre. ¡Dios mío, que viene tu padre!, exclamé, ella calmó sus gemidos.

Que pasa Marcos, me dijo Antonio

Estoy esperando a que salga un señor del inodoro porque me estoy descompuesto. Le dije

Muy bien, yo voy a mear

Se fue muy pronto, y dije a Rosa que saliese de allí, ella me dijo que ya se había corrido y que salía en un momento.

Salió y se fue al servicio de las chicas, yo me fui con los demás, ella volvió un poco después.

La fiesta acabó pronto, Antonio nos propuso a los hombres ir al almacén para tratar unos negocios, nos despedimos de la familia y fuimos a la empresa.

No podía quitarme de la cabeza a esta chica, estaba distraído y muy caliente, me venía a la cabeza la escena del servicio y mi pene se ponía morcillón, ¡que gozada!.

Una vez tratados los negocios con estos señores me fui a mi hotel para descansar, era noche y mañana partiría para mi casa, así que no volvería a ver a esta chica.

Ya en el hotel me duché, y me pongo a ver televisión porque a pesar de estar cansado no concilio el sueño. Entonces suena la puerta de mi habitación, toc toc

Me asusté un poco porque a estas horas, ¿quién me vendría a buscar?, abrí la puerta y allí estaba Rosa, mi alegría fue desbordante y la recibí muy cortésmente. Su vestido era largo de color negro, sus zapatos compañeros tenían unas agujas impresionantes, su pelo estaba recogido en un moño y desprendía un olor a perfume muy agradable.

Hola, ¿te acuerdas de mí?; me dijo

Creo conocerte, le respondí

¿Me invitas a una copa de champagne?, me preguntó.

Por supuesto, pasa y pido una botella a recepción. Dije esto mientras daba un suave beso a su mano derecha.

Pedí la botella de champagne, apagué la televisión y puse música romántica, para comenzar a charlar. Llegó el camarero con una botella metida en una cubitera y dos copas, le di la propina y se marchó. Ahora si estábamos solos, entonces brindamos mientras entablábamos una bonita conversación.

Decía que tenía un novio que estaba estudiando en Francia, y que ella había estudiado ingeniería, me comentó que había vivido en un piso de estudiantes y me contó alguna aventura muy subida de tema. Esto comenzó a excitarme, sus palabras eran groseras cuando se refería al sexo, sus palabras fueron a más hasta contarme con pelos y señales una orgía en su piso con sus compañeras y amigos.

Me puse muy cachondo y le dije que me moría por besarla, ella se prestó a besarme, en mis dos encuentros nunca había besado a esta chica, y cuando me acercaba a ella sentía como mi estómago se movía. Sus labios eran muy sugerentes, me dirigía hacia su labio superior, que suave beso le di, de pronto nuestros labios se mezclaron como si se conocieran desde siempre, y nuestras lenguas jugueteaban entrelazándose.

Yo me encontraba erecto como una vela, y ella lo notó enseguida, me dijo que tenía una polla muy grande y dura y que quería que hoy se la metiese como nadie. Me pidió también que le enseñase las sus bragas rojas porque a ella también le ponían cachonda.

Busqué tan preciada lencería y se la mostré, ella con una sonrisa en su cara me dijo que le gustaban mucho, y que al igual que su padre me iba a premiar ella por haberlas guardado.

Obligado por ella me desvestí, mi cuerpo había cambiado, me encontraba más fuerte y musculoso, ella se sorprendió mucho porque tenía en su mente una imagen de chico delgaducho. Mi polla ya la conocía y esta estaba esplendorosa mirando hacia arriba.

Ella se desnudó también muy lentamente, mi sorpresa fue tremenda cuando vi que llevaba una lencería de color rojo, y la acompañaba un ligero también de encaje compañero al tanga y al sujetador. Que morbo me daba verla vestida así, sus medias eran también de color rojo, estaba para comérsela enterita, su cuerpo era precioso, esa chica feúcha de hace unos años se había convertido en un bombón.

Nos sentamos en el sofá y cogió la botella de champagne, entonces agarró también mi pene con la otra mano y empezó a verter el líquido de la botella en mi miembro a la vez que lamía este cuando chorreaba por mi falo.

El frío del líquido y el calor de su boca hacían un cóctel fatal para mí, esto provocó un orgasmo. Como me había chupado la polla esta tía, era única moviendo su boca, después de esto ella me pidió que fuésemos a la cama y me pidió que le derramase también champagne en su coño, yo sin dudarlo quité su tanga, agarré la botella y echaba pequeñas cantidades de este en su conejito, me bebía la mezcla de champagne y flujos. Parecía disfrutar mucho porque gritaba como una loca, hasta el punto que me avergonzaba.

Se me ocurrió meter el gollete de la botella en su papita, mientras mi lengua acariciaba su clítoris, ella se puso como embravecida y me agarró del pelo mientras me insultaba con palabras obscenas como cabrón, hijo de puta… su orgasmo no tardó en llegar y me obligaba a meter la cara entre sus piernas.

Nos besamos un rato para descansar de nuestros orgasmos, pero pronto ella me obligó a ponerme con el culo en pompa, me asusté un poco, empezó a besarme los cachetes, los huevos, y el mismo culo, nunca nadie me ha tocado con su lengua el culo, siento un poco de vergüenza pero el placer es inmenso, pronto metió su dedo en mi ano ayudado por un gel lubricante que sacó de su bolso, ¡Dios!... que placer ella parecía que le gustaba y mientras se tocaba su vagina.

Se incorporó y me obligó a meter mi polla en su precioso chocho rasurado, no he comentado como era tan lindo manjar, estaba totalmente depilado excepto una pequeña fila de bello que partía del centro de los labios mayores, el color del pelo era rojo, como recordaba.

La puse boca arriba tumbada en la cama, me coloqué encima y metí mi miembro en aquella húmeda cueva, el soneteo de mi bombeo era algo así: clac, clac, clac,… que gozada, amasaba sus tetas mientras seguía con mi vaivén. Notaba como mis huevos golpeaban su ano, ella me dijo que le encantaba que la follaran, levanté sus piernas y las puse en mis hombros, todo ello sin parar de darle caña. Se tocaba su clítoris para percibir mas placer y esto a mí me ponía mucho, decidí ponerla a cuatro patas, mi sudor se hizo presente cuando comencé a acometerle con mi minda, ella gemía y gritaba: más, dame más

Aceleré mi ritmo, no sabía si estaba dentro o fuera, de pronto la respiración de Rosa se aceleró y comenzó a decir que se corría yo notaba como su coño se contraía, pero no paraba de darle. Se calmó un poco pero me decía que no parara, porque quería correrse una y otra vez, yo como su fiel criado seguía con mi trabajo, humedecí mi dedo índice con saliva y me dirigí a su ano, ella lo notó, movió su cuerpo para hacerme verlo completamente, parecía que le gustaba que le tocasen el culo.

Le metí el dedo entero y lo moví con suma delicadeza, ella gritaba otra vez, pidiéndome otro dedo, me puse nervioso y creo que le hice daño al meterle el otro dedo porque estaba muy seco, así que ella cogió el lubricante y se echó este líquido abundante en su culo, me dijo que no parase de bombear y que le metiese los dedos.

Estaba muy excitado, pensé en penetrarla por el culo, así que saqué mis dedos, apunté con mi poderoso miembro, jugueteé con el pene en su ano hasta que se lo clavé como una punta en la madera, que gustazo, su cuevecita era dura y daba mucho morbo saber que le daba por atrás.

Ella se tocaba con su mano derecha en su clítoris, le agarré por el pelo para acercarla a mi, ella gritaba de placer, veía un brillo de sudor en su espalda, señal de su gozo.

Mi bombeo en su ano era cada vez más fuerte, ella no podía gritar más, sus palabras eran tremendas y su orgasmo fue inminente, esta vez su placer se continuó por unos segundos, fue más extenso y sus flujos eran abundantes.

Me ordenó que dejase de darle con la polla, me tumbó boca arriba en la cama, y puso sus preciosas tetas en mi verga, me estaba haciendo una cubana que acompañaba con su boca, entonces me corrí, le puse llena de leche las tetas esto hacía deslizarse mi pene entre estas con mucha facilidad, y mi glande me daba mucho placer.

Inmersos en sudor me dijo que fuésemos al baño, allí llenamos la bañera con espuma y pasamos un buen rato jugueteando y charlando.

Se nos pasó la noche muy rápido, recibí mucho placer con la hija de mi proveedor, nos despedimos por la mañana prometiéndome que la volvería a ver, yo me sentía muy bien con esta chica.

Dejé aquel hotel, me vine a casa, deshago mi maleta y veo las bragas rojas otra vez, las cojo, las miro y observo un número de teléfono escrito allí, ¡no os lo digo porque podéis llamarla y os puede dar mucho placer!....

Creo que le gusta follar conmigo y por eso:

¡La llamaré!