Aquella tarde de cine
Una tarde cualquiera nos llevó a realizar una tarde anormal.
Joshua y yo habíamos platicado meses atrás lo de ir al cine porno. Lo conversamos después que una pareja de amigos, que no eran swingers, nos platicaron que habían ido a al recién complejo Sex Capital, o vulgarmente dicho, la Capital del Sexo. Nos dijeron que había un cine, donde pasaban películas porno, pero que no habían entrado. Nos detallaron casi todo, que había strippers, tables, sex shops, etc. Pero el cine fue lo que llamó más nuestra atención. Lo platicamos por semanas, lo planeamos, pero nunca íbamos, hasta que un día nos decidimos.
Aquel día nos despertamos temprano, decidimos que vestiría ropa entallada, así que me lleve un pantalón de traje sastre rosa, que en aquellos días me gustaba mucho, una blusa blanca sin mangas con encaje en la espalda y zapatos de tacón corrido color rosa. Salimos de casa temprano y viajamos de Tecámac hasta el DF con muchas expectativas y supuestos, tanto positivos como negativos. En el camino planeamos casi todo, teníamos plan A, plan B, plan C. Todo lo que nos venía a la mente lo mencionabamos. Llegamos al centro a las 10 de la mañana. Recorrimos las calles, y sentía las miradas de todos los hombres en mí. Era extraño, me sentí acosada, pero no perdí la calma, le tome con fuerza la mano a Josh y le dije que no me soltara. Preguntamos por Sex Capital a unos policías y nos dijeron que se encontraba calles más adelante. Después de buscar con insistencia lo encontramos y al entrar nos percatamos que se encontraba casi vacío, nos dijeron que muchos comercios abrían después de las 11, incluyendo el cine, así que recorrimos casi toda la plaza mirando los pocos locales que se encontraban abiertos.
Cuando Josh miró el reloj ya pasaban de las 12.10 de la tarde, así que fuimos directo al cine. Para nuestra sorpresa ya estaba abierto, y un chico joven se encontraba cobrando el importe. No recuerdo cuanto pagamos, pero no fue caro. Tomamos nuestros boletos y me percaté que el chico me miró fijo y me sonrió, fue una sonrisa burlona, como si supiera lo que me aguardaba. Eso me dio un poco de temor, pero al mismo tiempo me excitó. Antes de entrar a la sala, Joshua me dijo que actuara como si ya hubiéramos ido. Abrimos la cortina y la oscuridad era demasiada, sólo destellos de luz nos hacían ver lo poco que aquel recinto nos ofrecía, hombres a granel, algunos escondidos en sus butacas, otros sentados con normalidad, otros mirando hacia la parte de atrás. Vi poco, porque Josh me tomó de la mano y me llevó por el pasillo lateral izquierdo hasta la parte de arriba, en donde un hombre maduro y feo nos recibió. Tiró de una cadena, y cuando pasamos, la volvió a colocar. Nos escoltó hasta donde Josh eligió sentarnos y se colocó frente a nosotros. Nos preguntó si era nuestra primera vez, le dijimos que sí, entonces nos dijo las normas del lugar y las indicaciones de como estaba la cosa ahí. Nos explicó que donde estabamos era la zona de parejas, que a partir de la cadena que tiró comenzaba la zona de singles (hombres solos) y que ellos no podían pasar, pero que si deseabamos uno, él lo traía. Nos dijo también que podiamos tener sexo y que en cada cierto número de asientos había papel de baño. Josh y yo nos miramos y supimos que la cosa iba en serio. Cualquier cosa que necesiten, me dicen, dijo el guardia. Nos miramos y estuvimos un rato largo mirando la sala, no se veía mucho, y tener en la pantalla grande una película porno era intimidante, pero poco a poco comenzámos a acostumbrarnos. Llegaron dos parejas, pero eran cada vez más chicos los que ingresaban.
-¿Y si se saltan? - dije.
-No creo, amor - dijo Joshua.
-¿Qué hacemos?
-Porque no me la mamas y vemos que onda.
Eso hice. Comencé a mamarsela, cerré los ojos y comencé a disfrutar al tiempo que le preguntaba a Joshua que pasaba en la sala.
-Están mirando entre las butacas, por los resquicios.
Un rato más tarde volví a preguntar.
-Algunos ya se la comenzaron a jalar - dijo Joshua sorprendido.
-¡Neta!
-Sí nena, casi todos se la están jalando e intentan mirar por las butacas.
Mamé más rico porque aquello me calentó horrores. Me acomodé mejor hasta quedar casi recostada boca abajo. Así continuamos un rato hasta que comencé a sentir una mano en mi pierna izquierda.
-Amorts... -dije-, amorts... ¡amorts chingao!...
-¡Qué!...
-Alguien me está tocando la pierna.
-¿Neta?
-Sí, cabrón... ahora el muslo...
-Es el cuidador.
-¡No mames!...
-¿Le digo que se quite?
-Mmm, no, déjalo, a ver que hace...
Eso me excito mucho. Me estuvo fajando durante largo rato, para después, con una maestría que aún no logro comprender, me desabrochó el pantalón.
-¡No mames!, ya me desabrochó el pantalón - le dije a Josh sorprendida.
-¡No mames, neta!... ¡qué huevos!
El que me haya desabrochado el pantalón fue un acto que me gustó mucho, en verdad sentí una sensación muy fuerte, como si una droga recorriera todo mi torrente sanguíneo. El cuidador me bajó el pantalón un poco, me hizo a un lado mi tanga blanca y comenzó a dedearme. Fue lo máximo. Lo amé de inmediato. Entonces, en cierto momento se levantó y caminó por el pasillo hasta llegar a donde estabamos. Se sacó la verga, me tomó del cabello y me la enseñó. Aquella era una verga hermosa, en reposo estaba muy gruesa, morena, viril. Miré por debajo al cuidador y me dijo que se la mamara. Ni lo pensé. En un segundo mi boca estaba en su pene, apenas me cabía y cuando la agarré, mi mano ni siquiera podía cerrar bien. Pero se la mame rico porque cerró sus ojos mientras su mano derecha me tenía tomada de la nuca. Se acerco a Joshua y le dijo que si me podía coger. Joshua le dijo que debía decidirlo yo. Por supuesto que me voy a coger esto cariño , dije con la verga del cuidador en la mano. El cuidador me tomó de nuevo del cabello y me tumbó a un costado de Joshua, me abrió las piernas, me hizo a un lado la tanga y aquella verga brillosa y lagrimentante me penetro muy lento. Sí, me dolió, pero sabía que así sería, pero me aguanté. Poco a poco el cuidador fue aumentando el ritmo, hasta que en un momento me tenía ahí, en medio de las butacas, abierta de piernas, con mis tacones en el aire y mi cuerpo tumbado entre los asientos, penetrandome fuerte, sin parar. Así me dio un rato, mientras me decía cosas soeces y me daba cachetadas leves. Estás bien bonita cabrona , me decía, y tienes unas nalgas bien ricas . Yo sólo lo miraba y le sonreía. Después de un rato me volteó y me puso en cuatro, me hizo a un lado la tanga una vez más y me penetro con fuerza. Era suya, mi cuerpo era suyo y él lo sabía. Me jaló del cabello y me penetro una y otra vez hasta que comencé a quejarme y me converti en película porno real para muchos. Gemí hasta que se vino y sentí como aquel trozo de carne inmenso lentamente dejo mi cuerpo. El guardia me soltó el cabello, se abrochó su pantalón y se levantó. Se acercó a Joshua y le dijo que me quería seguir cogiendo, nos dijo que por las tardes era taxista y quiso darnos su teléfono, pero sólo le respondimos que luego regresaríamos. Ahora me arrepiento por no haber guardado su número. Se despidió de Joshua pero no de mí, eso me hizo necesitarle más. Cuando me levanté, Joshua me dijo que me subiera el pantalón dandoles la espalda a los demás. Así lo hice y todos me veían con adoración. Aquello fue adictivo. Me senté a un lado de mi esposo, todavía estuvimos un rato ahí, mirando y disfrutando de aquella escena decadente. Le conté a Josh como aquel maduro era mejor amante que él. Todavía mi nuevo amor nos hizo la oferta de traernos a un chico, pero la hora no nos permitía quedarnos más. Tuvimos que irnos. Cuando salimos, todos me miraban, los de la puerta reían y me miraban como a un trofeo conquistado, maltrecho. Me gustó más. Caminamos por los pasillos y un chico nos siguió hasta que nos perdimos entre la gente y el metro. Aquel era un testigo de aquel encuentro casual entre tres desconocidos.