Aquella tarde con el Plomero
Diario abierto. Aquella vez que me cogí al plomero y lo volvería a hacer. Servicio 10/10
Aquella tarde con el Plomero
Si alguien me hubiese dicho que una tarde decidiría ponerme aventurera con el hombre que había venido a arreglar las distintas pérdidas de agua en mi casa, me habría sorprendido hasta de mi misma.
Estoy segura que los siguientes eventos sucedieron por una mezcla de falta de contacto debido a la cuarentena, un absoluto cansancio mental por estar cursando mi último año de carrera universitaria y porque el hombre en cuestión era apuesto.
¿Necesito excusarme por lo que hice?
La respuesta es: claro que no, no cuando la experiencia fue tan placentera.
Para llegar a aquella tarde en particular y para que yo haya considerado hacer lo que hice los eventos sucedieron en tres encuentros.
Mi padre fatigado por las constantes fugas de agua del termotanque que luego se unieron a las pérdidas de agua del bidet y la ducha en el baño hizo que terminara teniendo que llamar a alguien para que las arreglara.
Aquel mediodía abrí la puerta, un hombre de contextura mediana y aun así sumamente imponente por su altura, de piel dorada por el sol, de cabello marrón claro y mirada tranquila me observó desde el recibidor. Vestía ropa normal y tenía una caja de herramientas bajo el brazo. Me informó que buscaba a mi padre y yo me moví de la puerta para buscarlo.
Mi padre lo atendió y ambos bajaron hacia el lavadero donde estaba el termotanque, el plomero le dio una lista a mi padre de cosas que necesitaba si es que deseaba arreglarlo en ese instante. Mi padre decidió ir a la ferretería y buscar lo necesario.
Yo me quedé en la cocina preparando el almuerzo, el plomero subió nuevamente hacia el comedor buscando hacer conversación y lo miré enrarecida, me vengo haciendo cargo de mi hogar desde que mis padres se divorciaron y mi madre se mudó de casa así que me llamó la atención porque los hombres que vienen a realizar algún tipo de arreglo en general no buscan conversación y casi no te prestan atención.
Le conversé por pura amabilidad sin en realidad mirarlo mientras picaba distintos vegetales con dedicación.
- ¿Tiene arreglo el termotanque?- inquirí sin saber que más preguntar.
- Sí, no se preocupe, no habrá problemas, no tendrá que seguir retando a su marido- dijo haciéndome reír por lo que había asumido.
- Es mi papá…- expliqué mirándolo.
- Ya me parecía- asintió, algo apenado riendo ligero- me parecía que era muy joven para él - reí abiertamente y él también lo hizo. Antes de que hubiese un silencio incómodo, el plomero volvió a bajar hacia el lavadero.
Luego de que mi padre volvió no pasó mucho más ese día, el plomero se dedicó a arreglar el termotanque aunque no finalizó.
Lo que nos lleva a nuestro segundo encuentro.
Esta vez vino a la tarde y mi padre no se encontraba en casa, solo mi hermana menor estaba ahí.
Cuando golpearon la puerta fui nuevamente atender y nos encontramos con la misma escena. Lo dejé pasar y él solo me miró de soslayo haciendo camino hacia el lavadero, yo me senté en la mesa del comedor frente a mi laptop mientras hacía tarea.
Después de unos segundos, asomó su cabeza por el marco de la puerta llamando mi atención.
- Necesitaré cerrar la llave de paso del agua ¿Sabes dónde está?- terminó inquiriendo. Yo solo me levanté de mi lugar asintiendo y le dije que la cerraría.
Salí por la puerta principal e hice camino recorriendo el largo de mi casa porque la llave de paso está hasta el final de ésta. Mientras mi mano cerraba la llave, me di cuenta que él me había seguido y sorprendiéndome puso su mano sobre la mía cerrándola juntos. Sintiendo aquello totalmente innecesario, solté mi mano de la llave y lo dejé solo haciendo que él terminara con eso.
Regresé haciendo camino contrario.
- No me esperaste- me dijo cuándo me encontró nuevamente sentada en el comedor. Sonreí confundida causándome gracia su frase.
- ¿Acaso tenía miedo de perderse?- pregunté sarcástica.
- No, pero podrías haberme esperado…- mencionó casi coqueto y yo abrí mis ojos frente al laptop sin tratar de fingir calma.
Una sonrisa ladina se posó en su rostro como si estuviera satisfecho por mi reacción y pasó nuevamente hacia el lavadero.
No pude evitar seguirlo con mi mirada, no estaba segura si estaba pasando lo que creía.
¿El plomero de verdad estaba coqueteándome?
Esa tarde terminó por fin con el termotanque y me lo informó volviendo hacia el comedor, pasé a buscar el dinero que mi padre había dejado para pagarle.
Extendí mi mano para darle el dinero y él lo tomó mirándome a los ojos, me moví junto a él hacia la puerta para despedirlo pero el plomero sintió la necesidad de hacerme conversación antes de marcharse.
- Me dijo tu padre que quería arreglar algunas cosas del baño ¿Sabés algo al respecto?
- Estaba perdiendo agua la ducha pero no me dijo si lo arreglaría todavía...
Él asintió en entendimiento y se acercó a mi chocando su mejilla con la mía haciendo el ruido de beso, no pude evitar sorprenderme por el gesto.
Tuvo el descaro de sonreírme al verme ofuscada.
Este plomero de verdad que no era profesional, de por si las veces que lo había visto siempre usaba ropa normal, no de trabajo y solo traía consigo una caja de herramientas.
Abrí la puerta y él solo se despidió diciendo que cualquier cosa arreglaría con mi padre para volver y solucionar lo que faltaba.
La tercera vez que nos vimos estaba sola en mi casa, estaba nuevamente frente a mi laptop realizando tarea. Repetimos el mismo ritual de las otras veces.
Me saludó besando mi mejilla cuando lo dejé entrar a la casa, esta vez lo guié hacia el baño mostrándole donde debía arreglar y no sé por qué pero me sentí realmente consciente de que estábamos solos, tal vez porque el espacio era reducido.
Cuando él se hincó en una rodilla para sacar algo de su caja de herramientas, me retiré de ahí.
- ¿No te quedas?- preguntó y yo resoplé viéndolo descreída.
- Tengo que hacer tarea- mencioné, aunque no hubiese tenido nada para hacer, no tenía ningún asunto quedándome al lado del plomero.
Me senté con mi laptop mientras hacía mi tarea, después de una hora él apareció saliendo del pasillo. Parece que recién se había dado cuenta que no sabía mi nombre y me lo preguntó.
Lo repitió llamándome para que lo siguiera al baño. Una vez más nos encontramos en el reducido espacio, él me mostraba que ya no había fugas de agua y yo solo asentí.
Algún tipo de anticipación fluía pesada en el pequeño cuarto de baño mientras él me miraba de manera innecesaria y yo le correspondía el gesto.
Me retiré caminando por el pasillo para salir al comedor, éste guardó sus cosas y salió momentos después.
Cuando apareció yo ya tenía el dinero para pagarle en la mano y se lo extendí, en vez de agarrarlo posó su mano bajo la mía sosteniéndola. Y se tomó un tiempo para retirar el dinero de ésta.
Su caja de herramientas fue a parar sobre la mesa del comedor, miró de reojo sobre mí apuntando con la mirada hacia mi laptop preguntándome qué tanto hacía y decidió darme charla al respecto que por alguna razón yo decidí seguir, cuando el tópico pareció haberse acabado, se acercó para besar mi mejilla despidiéndose. Atrajo mi cuerpo hacia el suyo haciendo que me apoyara levemente sobre él, mi mano sobre su pecho y nos separamos solo ligeramente mientras nuestras miradas se conectaron.
Y decidí actuar sin pensar, volviéndome hacia él para presionar mi boca con la suya y sin inmutarse tomó mi rostro entre sus manos besando con fuerza y necesidad. Mis manos se aferraron a su suéter, había algo en la manera en que besaba que se sentía ruda y posesiva.
Me hizo retroceder hasta la pared cercana a la puerta y me apoyó contra ésta, mis labios se partieron y su lengua recorrió mi labio inferior para explorar mi boca, nuestras salivas mezclándose. Buscando aire nos separamos, sus labios recorriendo mi mejilla, la línea de mi mandíbula y luego mi cuello, sentí la fuerte presión de sus labios succionando mi piel expuesta.
- Sin marcas…- balbuceé agitada.
Él se retiró mirándome y me besó nuevamente mientras sus manos se colaban debajo de mi remera, tenia los dedos fríos y la piel se me erizó al instante, sin dejar de besarme ahora sus manos aferradas en mi cintura me apretaron contra su cadera provocando y ungiendo. Gemimos contra la boca del otro, su voz sonaba tan gruesa invadida completamente por la lujuria.
Podía sentirlo endureciéndose contra mi cadera y un calor pulsante latió entre mis piernas.
- ¿Tienes algo para cuidarte?- cuestioné poniendo mis manos en su pecho separándolo de mí.
Al parecer algo aturdido la pregunta tardó en llegar a su cerebro, se enderezó buscando en su billetera y sacó un preservativo de ésta, lo tomé entre mis manos inspeccionándolo. Cuando le di el visto bueno, mi mente consideró rápido donde hacerlo; mi padre estaba trabajando así que no debía preocuparme por él, pero mi hermana había salido y no sabía cuándo volvería.
Pensé en el altillo dentro de casa, era un lugar aceptable porque hace poco lo habíamos arreglado.
Guardé el preservativo dentro de mi remera y lo tomé de la mano conduciéndolo por el pasillo para hacerlo entrar en una de las habitaciones, cerrando la puerta detrás de mí él volvió a apretarme contra la pared y nos besamos un poco más.
Dentro de la habitación había una escalera que guiaba hacia el altillo.
- Por aquí- mencioné quitándome los zapatos para pisar los peldaños de madera y éste me siguió después de hacer lo mismo.
El lugar estaba limpio así que tiré uno de los colchones extras en el suelo y lo cubrí con una sábana, me giré pensando que me cuestionaría algo.
Pero bueno…no pretendía ser descubierta cogiéndome al plomero y sabía que en el caso de que mi hermana llegara, sino me encontraba en casa, ella creería que había salido así que ese era el lugar más seguro.
Pero el plomero no me dijo nada, solo se fijó de no golpearse la cabeza por el bajo techo y terminó acercándose a mí para besarme ansioso haciéndome suspirar, tiró de mi ropa quitando mi remera, se quitó el suéter el mismo mientras yo desprendía mi brasier, sus manos grandes me atrajeron hacia él, mis senos apretando contra la planicie de su suave pecho, su piel se sentía tibia y agradable, su perfume se había desprendido por el lugar, era fuerte casi como algo especiado y picante.
Con una mano bajo mi rodilla trajo una de mis piernas hacia su costado y comprendiendo lo que quería me sostuve a su cuello mientras ahora ambas piernas se enredaban alrededor de su cintura y sin aparente esfuerzo simplemente se arrodilló sobre el colchón para recostarme con cuidado sobre éste, me sentí pequeña bajo su cuerpo. Lo acerqué hacia mí besándolo mientras mis manos le recorrían los hombros, los brazos y su amplia espalda.
Se apartó de mí para tomar un pecho en su mano, masajeándolo, el otro lo tomó en su boca, succionando mi pezón con más brusquedad de la que hubiese querido aun así gemí con deseo y posó un beso ligero sobre éste, su boca ahora en mi otro pecho, tratándolo con más cuidado.
Cuando su mano soltó mi seno recorrió camino por mi abdomen y me palpó sobre mi ropa, su mano apoyada en mi entrepierna, levanté las caderas apretándome contra su firme mano.
Se arrodilló en el colchón y me quitó los pantalones cortos junto con mi ropa interior, abrió mis piernas y volví a sentir su mano apoyada contra mi entrada, sintiendo mi humedad intentó introducir un dedo, mi mano lo detuvo.
- Así…- murmuré haciendo que sus dedos gruesos solo me masajearan subiendo y bajando a lo largo de mi entrada haciéndome gemir mientras cerraba los ojos, continuó con dedicación motivado por mi respuesta, su mano libre sosteniendo mi seno, con su pulgar masajeó justo en el momento correcto mi pezón, haciendo que mi espalda se arqueara.- No pares- pedí aunque él no se había detenido, sentía un calor abordándome y moví mi cadera acompasándome a sus dedos mientras se movían contra mi entrada.
Sus dedos se sentían ásperos, eran las manos de alguien que obviamente habían hecho trabajos manuales una buena parte de su vida. Trabajos manuales distintos a este.
Mi mano fue buscando la cintura de su pantalón de grafa, deshice el primer botón y bajé el cierre de la bragueta para sentirlo sobre la tela de su ropa interior, embistió lento contra mi mano y su frente descansó al lado de mi cabeza, sostuvo su peso con su brazo mientras su mano se seguía moviendo contra mi entrepierna, sus dedos se movieron con urgencia cuando tomé su miembro en mi mano masturbándolo y fue justo lo que necesitaba para llegar a mi orgasmo, me estremeció tan fuerte que no pude detener el reflejo involuntario de mi mano cerrándose alrededor de su hombría.
- Mierda- se quejó grueso.
- Perdón- dije moviendo mi mano subiendo y bajando esta vez con más cuidado, el líquido preseminal haciendo todo más sencillo, él solo negó con la cabeza para besarme con fervor.
- Mierda- repitió murmurando haciéndome reír. - Me estás volviendo loco- dijo sacándome otra risa. Lo empujé haciendo que se acostara contra el colchón y terminé tirando de sus pantalones desnudándolo completamente.
Miré a mí alrededor tratando de descifrar donde había ido a parar el preservativo, lo encontré perdido entre mi remera.
Él estaba medio sentado apoyando su peso en ambos brazos, me vio abrir el envoltorio con mi mano y lo puse sobre la punta de su pene desenrollando solo un poco para terminar el trabajo con mi boca, echó la cabeza hacia atrás exhalando fuerte. Terminó cruzando las piernas a lo indio para hacerme asiento y me apoyé en sus hombros mientras me alineaba con su cuerpo, él me sostuvo con sus manos en mi cintura y comencé a caer con lentitud uniendo nuestros cuerpos.
- Mierda- dijimos los dos ahora al unísono resoplando para soltar una corta risa.
Todo en él era grande y grueso. En esa posición podía sentirlo todo, se sentía jodidamente perfecto, mi cabeza estaba echada hacia atrás, me besó el cuello como dándome tiempo para acostumbrarme a su tamaño.
Mis piernas rodearon su cintura baja, mi pecho y el suyo completamente pegados, con sus manos firme en mis nalgas me atrajo hacia él penetrándome más profundo, una sensación me recorrió el cuerpo intensa y afilada como si me partiera al medio, mi cuerpo entero se estremeció mientras el continuaba de manera lenta y tortuosa, casi de manera agónica, me mordió la base del cuello y pude sentir como algo se iba formando tan intenso que me quejé a gusto sin reparo.
Mis manos se pasaron por su nuca y lo besé desprolijo, con mi boca abierta jadeé cerca de la suya y las respiraciones pesadas de ambos se fueron mezclando, me sentí impaciente ante aquel ritmo lento y retrocedí apenas poniendo fuerza para empujarlo y que se recostara sobre el colchón completamente, me meneé un poco y terminé por apoyar mi peso con mis manos sobre sus pectorales, sus manos grandes se cerraron en mis muñecas mientras subía y bajaba mis caderas con desesperación, él gimió grueso, su cuerpo entero tenso mientras me dejaba montarlo a gusto tratando de satisfacer la irracional exigencia que mi cuerpo me pedía para llegar a mi orgasmo que me sacudió tan fuerte que no me abstuve de gemir alto completamente perdida en el momento.
- Me estás ciñendo- se quejó sensual sintiendo como mis paredes lo estaban apretando.
Y sin previo aviso levantó sus caderas levantándome con él sin ningún esfuerzo, no paraba de excitarme la fuerza que poseía, bajó y subió sus caderas haciéndome brincar, su pene saliendo y entrando de mí, cada embestida era dura, intensa y veloz mientras buscaba su propio placer.
- ¿Vas a terminar?- gemí mientras me arqueaba ante la violencia de sus envites.
- Sí- gruñó con desesperación sin detenerse, lo apreté con mis paredes y relajé al instante- mierda- se quejó en voz alta y no tardó mucho para terminar mientras profanaba más groserías mientras eyaculaba y su orgasmo lo sacudía con vigor.
Sus caderas se desplomaron sobre el colchón y mi cuerpo junto a él, sus manos en mis brazos me sostuvieron y me atrajeron hacia sí para que me recostara sobre su cuerpo. Sus brazos se enredaron alrededor mío y como pude le devolví el abrazo.
Nos quedamos así por un rato hasta que el martilleo de su corazón y nuestras respiraciones se calmaban.
Sentía su cuerpo y el mío pegajosos por el sudor y deseando tomar una ducha, me alejé de él para comenzar a ponerme mi ropa y éste hizo lo mismo, antes retirando el preservativo de su miembro ahora flácido para terminar haciéndole un nudo.
Le ofrecí una pequeña bolsa que encontré entre medio de los cachivaches en el altillo. Después me haría cargo de desaparecer las pruebas.
Con las piernas temblorosas bajé la escalera y él hizo lo mismo. El plomero sabía que el momento había terminado y sin ofrecer resistencia me siguió hasta la puerta principal de la casa.
- ¿Será que podemos repetirlo algún día?- preguntó y yo lo miré esbozando una sonrisa débil.
- Fue divertido pero creo que ya estuvo- dije mirándolo y él asintió casi con una mueca de aprobación y respeto. No era necesario transformar esto en algo que no era, había sido una tarde de buen sexo.- Pero… si algún día vuelve a romperse algo en mi casa y nos encontramos los dos solos… quién sabe- me encogí de hombros dejando abierta las puertas a cualquier oportunidad por sí acaso.
El plomero no respondió y solo rió cansado, se acercó a mí besándome aún con deseo.
Nos alejamos y yo abrí la puerta para despedirlo.