Aquella profesora del instituto. realidad y ficció
Hace varias semanas publiqué un relato corto contando una experiencia sobre un hecho completamente real que me sucedió en mi adolescencia...
Hace varias semanas publiqué un relato corto contando una experiencia sobre un hecho completamente real que me sucedió en mi adolescencia, sin que hubiese relaciones sexuales la situación me resultó muy erótica, supuso uno de mis primeros contactos con el sexo opuesto, y el primero con una mujer mayor y casada para darle más morbo al asunto.
Bien, el objeto de esta nueva narración sobre el mismo tema es solo el de contar lo que me hubiese gustado que pasase aquel día, para ello comenzaré relatando lo ya conocido, lo verídico, para posteriormente en una segunda parte dejar volar mi imaginación con lo que me hubiese gustado hacerle a aquella profesora del instituto.
Dicho esto comenzaré esta breve historia, centrada en un hecho puntual en un día cualquiera, fue hace muchos años durante la década de los ochenta, no recuerdo la fecha pero por detalles recuerdo que era primavera. Estaba yo en el instituto cursando lo que entonces era primero de bachillerato, tendría unos catorce o quince años, no más, unos años de adolescente en los que ya el interés por el sexo comenzaba a despertar. Me sentaba en las primeras filas de la clase y desde el comienzo del curso una profesora me pidió que la ayudase a transportar el material de clase que utilizaba consistente en un proyector de diapositivas, remotamente quedaban las actuales presentaciones en PowerPoint que se suele emplear en las aulas.
Sin ser una mujer despampanante se puede decir que la profesora estaba muy buena, gustaba a todos por su atractivo morboso, especialmente por su culo y el par de tetas que poseía, solía sacar mucho partido de su físico. Estaría entre los 30 ó 35 años, casada con dos hijos, no muy alta, en torno a 1,65, morena con media melena o bien solía lucir el pelo recogido y vestía muy coqueta para la época siempre muy conjuntada en sus complementos, me gustaba especialmente cuando lucía pantis o medias siempre transparentes de color negro, marrones, y sobretodo unas burdeos. Debía de ser muy fogosa pues no eran pocas las veces en que restregaba el coño con los picos de las mesas, especialmente de la mía por aquello de la proximidad, no por otra cosa, en más de un día resultó que donde estaba el pico tenía puesta mi mano haciendo lo propio, aun recuerdo como me empalmaba.
Una tarde, como tantas de tantos otros días durante el curso la ayudé a transportar el referido proyector al departamento que estaba situado en la planta alta del edificio, las más de las veces subía delante de mí de esta forma desde mi inocencia podía observar como meneaba aquel culazo mientras ascendía las escaleras, algunos días cuando la falda era más corta le veía hasta el ligero y parte de los muslos interiores. Aquel día vestía falda negra un poco más abajo del medio muslo y una fina camiseta blanca con rayas rojas tipo gondolera, y además llevaba las referidas medias burdeos transparentes .
Como de costumbre en el departamento nos encontrábamos solos, cerró la puerta como hacía siempre y me pidió ese día que si no me importaba me quedara un poco más de tiempo para ayudarla a colocar las diapositivas en su lugar exacto. No me pude negar y comencé a depositarlas cada una en su sitio cuando a los cinco minutos advierto como se me acerca frotando todo el frente de su cuerpo contra mi espalda, clavándome sus grandes tetas en la misma notando como las tenía blandas y como a pesar de llevar sujetador me hundía sus pezones empitonados a través de la fina camiseta rayada, me masajeaba la espalda con los pechos así como me restregaba contra las nalgas su coño y el pubis mientras apoyaba su cabeza en uno de mis hombros rodeando mi cintura con sus brazos.
Me quedé paralizado y muy nervioso, era entonces un pipiolo, advirtiendo el roce de sus partes más íntimas y percibiendo su calor corporal, así estuvo un buen rato hasta que sin perder su posición movió sus brazos para ayudarme topándose a menudo sus manos con las nerviosas mías, para colmo con la parte externa de sus pulgares ocasionalmente palpaba mi pene plenamente empalmado como sospecharán. Yo notaba como tenía clavado los pezones en la espalda, el calor de sus pechos y de su coño pegado a mi culo.
Hasta aquí el relato real conocido por todos los lectores que se animaron a leerme, a partir de estos momentos abandono la realidad para centrarme en la ficción.
Estaba excitadísimo y un poco asustado por las circunstancias que estaba viviendo con aquella mujer masajeando su cuerpo contra mi espalda, me preguntaba si pretendía sexo conmigo al tener ese comportamiento tan inusual, no me atrevía a tocarla y mucho menos a dar el primer paso, por suerte en uno de sus movimientos con las manos ya no me tentó el pene sino que se detuvo en el paquete y me lo manoseo desde los huevos al tiempo que me susurraba al oído que no dijera nada y la dejara hacer porque me iba a agradar en demasía y me iba a ir del instituto ese día muy, muy contento. Subió hasta el nabo completamente erecto y, tras apreciar agradablemente su estado, recorrerlo con su mano bajándome la cremallera y el botón del pantalón quedándome completamente desnudo de cintura para abajo, cogió el duro y largo miembro quinceañero todo vigoroso tomándolo desde la base empezando a masajearlo con los vaivenes habituales de abajo hacia arriba, mi corrida no tardaría en llegar girándome, besándome en los labios, y agachándose poco a poco hasta poner su boca en el rosado capullo recogiendo mi semen con la lengua mientras seguía sosteniendo la polla por el tronco continuando frotándolo hasta introducirlo en la boca absorbiendo el resto de leche caliente que me quedaba.
Acabó de mamar y se incorporó con una sonrisa lasciva felicitándome por lo deliciosa que estaba y por como la tenía, se acercó y me comió la boca restregando su lengua con la mía, al tiempo que me cogió las manos poniendo una en el culo y la otra en uno de sus pechos. Por mi parte comencé a tocarle el culazo por todos lados, sobándoselo hasta la saciedad, me lo pedía el cuerpo. Se apartó un poco y se quitó el sujetador sacándolo por debajo de su camiseta gondolera, con este gesto tan erótico sus tetas quedaron muy sueltas marcándose en demasía sus pezones bajo la fina tela transparentándose inclusive bajo la misma dejando apreciarlos, me ordenó que le sobara los pechos a través de la tela porque le daba un gusto especial, con tanto frenesí optó por despojarse de la camiseta, era cuestión de tiempo, saltando al aire aquellos blandos y magníficos senos redondos con pezones afilados y oscuras aureolas, en aquel instante cayó en la cuenta de que podría entrar alguien, se dirigió hacia la puerta y echó el cerrojo, “ahora estamos mejor…más tranquilos…” me expresó avanzando al trote botándole las tetas, debo admitir que ver aquella escena espectacular con aquella falda negra, las susodichas medias, y desnuda de cintura para arriba me estímulo aun más y comencé a hacerme una paja incitándome ella al mismo tiempo, “…así, así, así me gusta…, tócate por mí…, ahora no soy tu profesora…, soy una puta para ti…porque…¿sabes que me vas a follar?...” , oír aquellas palabras me aseguraba que la iba a penetrar tarde o temprano, acentué mi masturbación corriéndome otra vez, estuvo rápida al ver la leche que salía colocando mi polla entre sus tetas realizándome una inolvidable cubana tragándose de nuevo todo los chorros de pegajoso y viscoso esperma. Me resultaba insaciable a la vez que muy guarra.
De pie ante mí, relamiéndose los restos de semen que le colgaban por las comisuras, se quitó la falda y las bragas quedándose desnuda en todo su esplendor, únicamente con el ligero y las medias burdeos transparentes, ¡vaya visión!, en aquellos instantes pude apreciar el buen coño que tenía, un coño fabuloso negro y velludo, muy propio de los ochenta, con una amplia raja con gruesos y carnosos labios. Metiéndose dos dedos de su mano derecha en el interior me señaló “…mira bien lo que te vas a comer…” , antes hizo que le manoseara las blanditas tetas en todas las posturas comiéndoles aquellos pezones enfilados y duros como piedras, acto seguido hurgue en el exterior de su chochete completamente mojado y por primera le metí vez los dedos en la vagina masturbándola siguiendo sus instrucciones como buena profesora que era, estaba deliciosa y la estaba gozando muchísimo y con mi inocencia estaba ya ansioso por penetrarla, máxime con un coño como el suyo si bien no había visto muchos, antes quería gozar de aquella golosina y le metí la lengua en medio de sus piernas moviéndola en el interior del coño en todas direcciones tocándole el clítoris rompiendo ella en un intenso orgasmo como me hizo saber chillando desesperadamente, estábamos ardiendo.
Cuando se recuperó, toda cachonda me dijo por fin “…Y ahora…me vas a meter esa tranca…no te asustes…déjame hacer a mí…” , “…quiero sentir ya tu polla dentro de mí...” . Me sentó en un cómodo sillón, sabía que había llegado el gran momento, me excitaba sobradamente verla desnuda con aquellas medias, aunque asustado me creía preparado para follarla o dejarme follar depende del punto de vista. Se acercó contoneándose y sentándose a horcajadas encima de mí me cogió el nabo y poco a poco lo introdujo en su fabuloso coño hasta el fondo, “…Ahhhhh… Ahhhhh… siii… siii… que placer…” expreso empezando pronto a cabalgarme pausadamente moviéndose en círculos, me gustaba escuchar como jadeaba para mi era una señal de que todo marchaba bien y me estaba disfrutando, a medida que pasaban los minutos aumentaba el ritmo frenéticamente botando sobre mi pelvis, sus pechos en mi cara brincaban con cada embestida, iban a cada lado, a izquierda y derecha, hacia arriba y abajo, no me podía estar quieto y la tomé primero por los muslos y más tarde por las caderas acompañando su movimiento a la vez que le comía las tetas, pezones y la boca, me iba a correr y me dijo que aguantara un instante hasta que con un excitante y entrecortado “…Ahooorrraa…, Ahooorrraa… me viene…Ahhhhhhhh, Ahhhhhhh…. que guuusto……sigue follándome…sigue follándome...” nos fuimos los dos al unísono continuando con las acometidas por parte y parte.
Estaba bastante agotado pero ella era insaciable, cuando me vio recuperado me insistió en que me la follara por donde quisiera, que la saboreara y me complaciera, “…soy tu puta… ¿recuerdas?...” , como me gustaba mucho su culo anhelé metérsela de espaldas de nuevo por el coño. Ver aquellas piernas abiertas con las mencionadas medias exponiendo el culo abierto en pompa y la vulva mojada me incitó a una nueva paja que duró poco ante su reprimenda, “…para nada, la leche me la echas dentro…cabrón…o te suspendo…” , mi tranca estaba pletórica como una estaca tanto de largo como de dura y gorda, para ayudarme se abrió el coño con sus manos, otra visión excitante, y situándome de pie detrás de ella le empotré poco a poco la tranca para una vez dentro empezar con fuertes acometidas hasta el fondo sujetándola por la cintura entre gritos y gemidos de placer por parte de ambos, se la metía y sacaba rápido muy excitado viendo las tetas colgando y sobretodo ese culazo moviéndose en aquellos instantes porque se la estaba metiendo a mi profesora, el mismo culo que veía tres veces por semana ascender por las escaleras, todo resultaba un regalo inesperado para mi y mi polla, cada vez que la sacaba estaba más empapada, resolví inclinarme para agarrarle aquellas tetas que colgaban zarandeándose a cada lado por causa de la follada que le estaba metiendo a la profe, era todo un deseo de adolescente cumplido, aunque quería no pude contenerme más y estallé llenándole todo el interior de mucha, mucha, muchísima leche caliente entre el regocijo que salía de su boca, evacué el resto, terminando mezclándose con los flujos abundantes que ya había y los del nuevo orgasmo que estaba teniendo, me sentía muy satisfecho, tenía pocas experiencias y sobretodo porque no había hecho el ridículo y había puesto a mil a mi morbosa profesora provocándole varios orgasmos.
Mientras nos vestimos no dejaba de mirarme sonriéndome, yo sin articular palabra hacía lo propio observando por última vez aquel cuerpo. Me dijo que no contara a nadie lo sucedido, mucho menos a mis compañeros, se podía meter en un buen lio. Abrió la puerta y al no descubrir moros en la costa me dijo que saliera, al rato lo haría ella. No ocurrió nunca más, yo continué llevándole el proyector como hasta la fecha, pero siempre pensaba que podía follármela de nuevo… lamentablemente nunca sucedió.
Nuevamente gracias por leer el relato de mi experiencia y de la ficción añadida que introduje. De todas formas espero comentarios y opiniones sobre la actitud de esta mujer en la primera parte del relato, lo verdaderamente real de toda esta historia con aquella profesora de la que nunca me olvida a pesar de los años transcurridos.