Aquella noche cambié de ruta

A veces elegir un camino diferente de camino a casa, te puede regalar situaciones muy morbosas.

Tras finalizar mi jornada laboral (pasaban unos minutos de las tres de la madrugada) tocaba regresar a casa. El recorrido que hacía habitualmente discurría por las calles principales de la ciudad costera donde vivo, aunque aquella noche en mi camino me topé con varios coches de policía en aquella zona y es que seguramente habrían detenido a alguien que la había liado, así que decidí irme por la zona de playa.

El sonido de las olas y mis pasos por la arena me ayudarían a desintoxicarme del ambiente del bar donde trabajaba. Aquel lugar donde acudían parejas y chicas de buen ver. Mi trabajo me gustaba, pero era frustrante y es que en el año que llevaba trabajando allí no había logrado congeniar con ninguna fémina. Se ve que no atraía ninguno de mis aspectos: cabello oscuro (no muy frondoso), ojos verdes, 1.70 de alto y de peso correcto, para mis treinta años recién cumplidos.

Mientras estaba andando vi que no había ni una sola alma y eso que estábamos a finales de agosto, pero tras aquel pensamiento noté como algo se movía y eso me intrigó. Entre las hamacas y los chiringuitos había alguien, comencé a acercarme con la mayor discreción posible y fue entonces que vi que era una pareja que se estaban besando con una gran pasión. Cerca de mi curro estaba acostumbrado a ver multitud de parejas morreándose, pero la forma en que lo hacían me daba a entender que aquello iba a desembocar en algo más que un simple morreo. Estaban tan enfrascados en lo suyo que era imposible que me vieran.

Ahora tenía varias opciones ante mí: me incorporaba a la fiesta (llevaba tres meses sin echar un polvo), me quedaba allí como un mero espectador o seguía con mi camino. Al final me pudo la tentación de quedarme a ver cómo iba avanzando todo aquello.

En aquella tenue oscuridad no podía verlos a la perfección, pero se intuían bastantes cosas: Ella tenía una melena larga y rubia, llevaba un top superajustado y una minifalda negra. Él iba vestido de forma casual. El tiempo iba avanzando y parecía que aquello se iba a quedar en un simple morreo, pero aquello cambió cuándo ella se subió el top dejando unos generosos pechos al descubierto. El chico no lo dudó ni un solo instante y se abalanzó sobre ellos para chuparlos con un ansia desmesurada.

Los gemidos de ella iban en aumento y no tardo en hacérselo saber.

  • Así...así, joder cariño, chúpamelas más fuerte así, así.

Aquella escena de sexo en vivo me encantaba, pero también podía notar una fuerte presión dentro de mí pantalón.

Aquel chico intentaba abarcar con su boca aquellas tetas, pero era incapaz, cuando estuvo bien saciado, fue recorriendo el cuerpo de ella hasta llegar a su minifalda.

  • ¿Quieres que te chupe tu coño? -le dijo él chico-.

  • Comédmelo de una puta vez.

Le subió la falda y se abalanzó sobre su coño, por lo que comprendí que esa chica no gastaba ningún tipo de ropa interior.

  • Me encanta como me metes la lengua cabrón...oohh...oohh.

No sabía a ciencia cierta que le estaba haciendo con la lengua, pero la forma en que ella se pellizcaba sus tetas me hacía entender que lo estaba disfrutando. La respiración de ella iba en aumento y la forma en que gemía sabía hacía prever que no tardaría mucho el llegar al orgasmo, yo en aquel momento sentía unas ganas inmensas de pajearme...y mientras estaba en aquella tesitura, ella se corrió.

  • Ohhhh dios...sí.

Aquella sesión intensiva de lengua la había vuelto loca y tras aquello. Ambos se volvieron a morrear y a posteriori él le dijo algo al oído que no logre entender. Al ver que él se bajó los pantalones lo entendí a la perfección, ella empezó a lamer su miembro y acto seguido lo empezó a engullir de una forma frenética, ahora el que no paraba de gemir era él.

  • Ohh...así mi pequeña, trágatela toda...no pares.

Ella lo estaba haciendo tal y como decía él. La mamada que le estaba dando era espectacular, mientras yo me acariciaba por encima de mi pantalón, ya que tenía miedo de que alguien viniera.

Estaba tan enfrascado en la situación, que en un momento en que ella se sacó la polla de su boca, se giró hacia donde estaba yo, entonces nuestras miradas se cruzaron, yo sentí un pequeño escalofrío dentro de mí ser. Ahora pensaba que aquel espectáculo había llegado a su fin, pero no fue así ya que ella continuó con aquella magnífica felación. A la chica le importaba un bledo que la mirarán (se ve le excitaba).

Tras sacársela de la boca nuevamente, levantó la vista para mirarlo a él.

  • Venga métemela hasta que me revientes mi coño.

  • ¿Es lo que quieres?

  • Tengo el coño muy mojado, pero lo quiero aún más.

La puso en pompa y apoyada contra las hamacas empezó a penetrarla de forma salvaje. Todo aquello me estaba volviendo loco y no aguanté más y ahora sí que me saque mí polla y me la empecé a cascar, mientras el tío la penetraba como si se fuera a acabar el mundo.

  • Así cabrón, me encanta como me follas, eres el mejor cariño -mientras ella no paraba de gemir-, así me gusta que me metas hasta tus huevos.

  • Venga puta, dilo más fuerte.

-! Me encanta sentirte dentro, pero no pares hijo de la gran puta ¡.

Mi masturbación iba al ritmo de lo que estaba viendo y ahora sabía que a ella le excitaba aquella situación tan morbosa.

  • Cabrón no pares que me corro otra vez...oohhhh.

Mi miembro me quemaba entre mis manos disfrutando de todo aquello, pero sabía que ellos no tardarían mucho en acabar con semejante faena.

  • Venga Puta, es hora de beber un poco.

Él se desacoplo de forma violenta y ella se arrodillo al instante, buscando la corrida de él. Tras varios meneos de su polla, empezó a disparar lefa sobre ella. Vi como ella no paraba de lamer todo el miembro de él totalmente entregada.

Viendo todo aquello no pude aguantarme más y comencé a soltar varios chorros que cayeron directamente en la arena y de una forma que yo no recordaba. Todo aquello había sido espectacular y encima la muy guarra mientras lamía toda la corrida de él no dejaba de mirarme. Vaya tía.

Tras aquella intensa sesión de sexo, ambos empezaron a vestirse y sabía que era el momento de irme cuánto antes, ya que no quería que el chico me viera.

Me fui alejando y empecé a pensar con lo que había disfrutado viendo aquel espectáculo único e irrepetible. Tenía ciertas dudas de que me encontrará otra vez ante esta situación, lo que sabía es que ahora si me aburría de mi ruta habitual, esta tenía ciertos alicientes para mí.

Mientras regresaba hacía el centro pude divisar en unos columpios a Cynthia, era la hija de unos amigos de mis padres y estaba acompañada por un hombre mayor que ella y no con su inseparable amiga Carol. Ahora me preguntaba que hacía en aquellas horas allí, pero claro aquello cómo bien sabéis ya es otra historia.