Aquella invitación de fin de semana
Todo sucedió en el mes de mayo de hace nueve años, cuando fui invitado por una chica a pasar el fin de semana en su casa de la ciudad donde trabajaba.
Todo sucedió en el mes de mayo de hace nueve años, cuando fui invitado por una chica a pasar el fin de semana en su casa de la ciudad donde trabajaba. No la conocía personalmente, solamente la había tratado durante un mes a través del chat y el correo electrónico, nuestra empatía fue tal que me propuso visitarla para así poder conocernos y echar un buen rato al tiempo que me enseñaba la ciudad.
Evidentemente, para que les voy a engañar, esperaba algo más que una visita cultural a la ciudad, algo que también me atraía todo sea dicho, pero la idea de tener sexo con esta chica me rondaba de la misma manera, éramos prácticamente dos desconocidos y por lo demás estaríamos solos en su domicilio, aparte de que por chat habíamos mantenido algunas conversaciones un poco subiditas de tono. Tenía 27 años y físicamente se había descrito, pero uno siempre duda en estos asuntos, que le vamos a hacer, aunque ya por la sola invitación algo me decía que no mentía, me dijo que era rubia y resultona de cara y cuerpo, que seguramente me gustaría no en vano tenía suerte con los hombres. En fin, a pesar de que no esperaba un pibón decidí aventurarme y visitarla.
Para colmo se lo comenté a Ángel, uno de mis mejores amigos, me animó a aceptar la invitación y me preguntó si podía ir el también, que si no le importaba a esta chica, “no te preocupes, no os molestaré, je je je…” . Sería mi inseguridad pero al menos no iría solo y si pasara algún contratiempo tendría compañía conocida, se lo pregunté a ella y accedió gustosa, había camas de sobra en la casa.
Nos pusimos en camino un viernes por la tarde, con la incertidumbre que tiene este tipo de viajes extraños, llegamos a eso del anochecer, comprobamos la dirección y llegamos no sin perdernos durante un rato, aparcamos en un lugar próximo, y llamamos al portero, “¿María…?” pregunté y contestaron, “¿siiii…?, soy yo, os estaba esperando, subid” contestó de inmediato, era una voz dulce y muy melosa. Dicho y hecho, subimos en el ascensor, llegamos al tercer piso, y llamamos al timbre en una puerta que vimos entreabierta, “entrad, entrad, pasad sin miedo…”, escuchamos de nuevo la voz dulce que se acercaba, asomando en el pasillo una chica bien mona. A ver, no era un pibón como me imaginaba, pero apareció ante nosotros una mujer que gustaba sola al verla, me acordé de lo que me dijo que gustaba a los hombres aunque al advertirla pensé que no a todos les gusta este tipo de chica; vamos a ver era bajita, en torno al 1,55 ó 1,60 metros, sin ser delgada pero tampoco gorda sino en su justo peso, sus kilos estaban muy bien repartidos; para mí estaba muy buena, se la veía muy carnosa, el resto era una agradable y graciosa carita de muñeca, de piel blanquita, ojos castaños, con una larga melena rubia lisa que le llegaba casi al final de la espalda, y unas caderas anchas que le hacían un formidable culo y buenos muslos, tenía al mismo tiempo unos pechos que sin dificultad alcanzaría la talla cien, por lo demás vestía una camisa roja y un pantalón vaquero ajustado, calzando unos zapatos negros de medio tacón. Me gustó.
Tras las presentaciones con los besos de rigor en las mejillas, quedamos instalamos después de enseñarnos la casa, era un pequeño y coqueto piso en el centro de la ciudad, bien amueblado y con todo tipo de comodidades. Tras darnos una merecida ducha, salimos a dar una vuelta para así invitar a nuestra bella anfitriona. Esa noche no ocurrió nada, cenamos y después de tomar una copa en un bar cercano nos fuimos a acostar, cada uno en su cama. Mi amigo y yo dormíamos en la misma habitación, a solas me comentó que en la ducha se la había meneado bien pensando en las cachas y tetas de María, y en como tenía que follar meneando ese culo. No había duda, le había gustado y me dio su aprobación.
Al día siguiente pateamos la ciudad y nada del otro mundo, teníamos lo que se dice un buen rollo con María, resultó ser bastante simpática y divertida. A la noche decidimos salir a divertirnos y, después de cenar, marchar a una discoteca que se encontraba en las afueras, apareció muy hermosa con un corto y vaporoso vestido negro de tirantas, algo escotado mostrando su canalillo, y cuya longitud únicamente le cubría poco más abajo del culo dejando apreciar unas recias y jugosas piernas, tras piropearla se da una vuelta levantándose la falda un tanto dejándonos ver su ropa interior, un escueto tanga negro.
En la discoteca nos presentó a su grupo de amigas y amigos con los que departimos, eran simpáticos, bueno había de todo naturalmente, no faltaba el típico gilipollas. Pasaron varias horas entre copa y copa cuando me quedé a solas con María en un lugar oscuro y apartado del local; la conversación entre bromas subió de tono pasándole el brazo por encima del hombro, de repente me besó metiéndome la lengua hasta la campanilla, aprovechando el subidón, la oscuridad del momento, y las mareantes luces de neón azules comencé a tentar y sobarle los muslos interiores, muy apretados por cierto, frotándolos delicadamente, para poco a poco subir la mano enterrándola en su entrepierna, frotándole el coño en redondo por fuera del diminuto tanga hasta que resolví introducirla por un lateral pajeándola con los dedos, no me acuerdo cuantos, dándole en el clítoris mientras nos comíamos la boca, al rato emitió varios gemidos, me cogió la otra mano con fuerza, y salimos del local marchando hacia la parte posterior, tras caminar un poco nos detuvimos junto a unos coches y árboles, “cariño, me he corrido…mira…que gusto…” , enseñándome excitada sus dedos pegajoso de flujos; la mimé, acaricié y besé achuchándola, de repente de manera muy, muy erótica se quitó el tanga, estaba empapado como toda su entrepierna, volvimos a comernos la boca entrelazando las lenguas al tanto que le apretaba las nalgas levantándoselas, “vamos, no perdamos más tiempo” , le dije apresuradamente, algo cortado por el lugar me bajé los pantalones y dejé al aire la verga, me la sobó dándole varias friegas dejándomela como la de un caballo, cuando ocurrió algo inesperado, “uhhhh, espera…, me han entrado ganas de orinar…”, se levantó el vestido dejando ver su chochito depiladito y se agachó en cuclillas entre dos coches, observé y escuché caer el chorreo del líquido amarillo, aquello me excitó excesivamente, recuerdo como me masturbé un poco viéndola hacer aguas menores, con la lengua me animaba a que le acercara la polla, cosa que hice dándome varias mamadas, “no sabía que eras tan guarrilla…” le comenté entrecortado, cuando finalizó buscó algo para limpiarse pero le dije que me daba igual si estaba impregnada de orín y flujos, “te voy a follar igual” , así dándose la vuelta apoyó sus manos en un árbol inclinándose abriendo el compás de sus piernas, levanté el vestido y acto seguido me puso un hermoso culazo de infarto casi en pompa, durito y con buenas nalgas, la aguanté por la cintura y no esperé más mi polla estaba bastante dura mirando al norte, tanto que me costó algo terciarla, entrando bien con toda su dureza hasta el fondo ayudada por la lubricación de sus flujos, emprendiendo un rápido mete y saca por su depilado chochito apretadito, las embestidas fueron fuertes tanto como nuestros gemidos, mi polla entraba y salía resplandeciente empapada por los líquidos, seguramente alguien nos escuchaba y veía como fornicábamos en la oscuridad de los aparcamientos en mitad de la noche, nos buscamos nuevamente la boca hasta la campanilla, ella llegó muy rápido al orgasmo en el instante que saqué las tetas del vestido, apretándole los pezones, ¡que tetorras!, eran grandes y blanditas en contraposición con la dureza de otras zonas de su cuerpo, con unas amplias aureolas rosadas, con la excitación acrecenté la intensidad del bombeo advirtiendo como chorreaba sus jugos por los muslos, estaba teniendo un segundo orgasmo, y no pude aguantarme más, llegaron los espasmos por lo que apresuradamente decidí sacarla para no correrme en su interior al no haberme encapuchado, eyaculando a borbotones en el suelo. Lástima no haber podido descargar todo el semen en su interior, no era cuestión de preñarla, es lo que tienen las dichosas precauciones. De todas formas fue un polvazo rico, para recordar siempre, por como era María y por lo imprevisto del lugar en el que se produjo, donde supongo se la habrían cepillado en más de una ocasión pues conocía perfectamente el sitio.
La noche no acabó allí sino que más bien comenzó, nos podíamos quedarnos con el calentón, por lo que decidimos marcharnos apresuradamente para seguir con la faena, no sin antes avisar a Ángel que se quedó departiendo con los amigos y amigas de María, indicándole María donde le dejaría escondida la llave para poder entrar. En el piso muchos y muchos besos con arrumacos, nos desnudamos mutuamente iniciando los preliminares, María apoyó la espalda en la cama con los pies en el suelo, me eché sobre ella comiéndole la boca y sobándole los pechos, descendiendo inmediatamente recorriéndole y lamiéndole todo el cuerpo con la lengua desde el cuello, pechos, vientre, pubis, parte interna de los muslos, hasta acercarme al coño, que estaba chorreando, deslizando toda la lengua por todos los rincones de la vulva hasta detenerme y estimularle especialmente el clítoris, jadeaba y se revolvía apasionadamente de la excitación que sentía. Estaba a mil, mi porra larga y dura ansiosa por penetrar nuevamente aquel conejo que ya me había brindado un gran polvo en los aparcamientos, se había corrido varias veces, nos acomodamos mejor colocándome las piernas sobre los hombros clavándole acto seguido la polla en el coño, comenzando a bombearla primero lentamente para ir acrecentando poco a poco las embestidas, tenía sus piernas en mis hombros y mis manos se agarraban a la cintura para después pasar a las tetas, para más tarde inclinarme a comerle los pezones y a besarla mientras pletóricamente eyaculaba esta vez dentro del preservativo
La noche continuó con un magnífico 69 en el que nos comimos todo, y otra penetración con ella cabalgándome de frente terminando en cuclillas, ¡cómo se movían sus tetas!, María follaba bien y con mucha pasión, fueron buenos polvos. Acabamos rendidos, y decidió darse una ducha en mitad de la madrugada, opté por acompañarla y, desnudos dentro de la bañera, con el roce con su cuerpo me volví a poner burro dándole pollazos en el culo y muslos, esto la puso muy, muy perraca y, acercándome al oído, le planté follarla a cuatro patas dentro de la bañera, accedió sin rechistar tocándose el chocho dándose friegas por fuera, estaba toda calentona, y en seguida su pequeño cuerpo adoptó tan lasciva posición a la vez que me pedía guerra, incitándome, zarandeando el culo de arriba abajo, mientras me colocaba el preservativo. Me situé tras ella y tras masajearle los muslos y lamerle un poco el coño, la agarré por las caderas y la ensarté bien fuerte hasta el fondo dándoles importantes vaivenes escuchando sus jadeos y gemidos junto con el chapoteo del agua. Cuando estábamos en pleno frenesí, ella gimiendo a cuatro patas con las tetas colgando moviéndose adelante y atrás, y yo sacando y metiendo la engrasada polla dándole enérgicas embestidas, de repente entró en el lavabo mi amigo que había vuelto al piso, ninguno de los tres había percibido nada, ni nosotros que había llegado ni el que hubiese alguien en el servicio, detuve los embates dejándola encajada dentro, “per… perdón, je, je, je…lo siento iba a mear…no sabía… enhorabuena a los dos…” nos dijo e hizo ademán de marcharse cuando María sofocada lo llamó “ A … Ángel…, hazlo si quieres, no nos molestas…” , mi amigo no podía aguantar más y sacó la tranca todo empalmado, la taza del wáter coincidía con el lugar hacia donde María estaba orientada por lo que le veía perfectamente la buena polla que tenía Ángel al mismo tiempo que estaba siendo follada por mí, no le perdía ojitos y sacaba su lengua chupando sus propios flujos que yo le acercaba con los dedos, en ese instante intuí que quería comerle la tranca a mi amigo y le comenté “Ángel, María quiere hacerte algo…¡comerte el nabo!” , Ángel todo caliente y erecto arrimó su miembro a la boca de María que no dudó en chuparla y tragársela hasta donde pudo, aquello me puso torito más cuando ella estaba teniendo un nuevo orgasmo, inicié, apreté e intensifiqué el bombeo saliendo la polla toda brillante de flujos, terminé corriéndome abundantemente al mismo tiempo que mi amigo descargaba el semen en la boca de María tragándose todo. Aquella noche María se acostaría contenta, había tenido no se cuantos orgasmos, había sido follada hasta en cuatro ocasiones en diferentes posturas, y por lo demás se había comido dos pollas.
Le tuvo que gustar porque al día siguiente, después del almuerzo, nos lo volvió a proponer, Ángel y yo nos miramos y asentimos rápidamente aunque con algunas dudas. Fuimos a su habitación y nos sentamos desnudos uno a cada lado de ella, cogió las pollas y comenzó una ligera masturbación mientras nos la comíamos a besos y chupetones, especialmente la boca y las tetorras, ¡cuánto de puta había en aquel cuerpecito!, nos corrimos abundantemente en sus manos y comenzó a chuparlas tragándose los restos de semen, se arrojó en la cama y ángel se la folló en misionero; cuando terminó llegó mi turno cabalgándome de espaldas apasionadamente; más tarde Ángel se la tiró a lo perrito a la vez que me comía el plátano corriéndome en su boca; al finalizar quedamos los dos exhaustos en la cama y ella comenzó a juguetear con el miembro de Ángel hasta que consiguió enderezarlo de nuevo, tragándoselo realizándole una mamada, fue en ese momento cuando dejó el culazo en pompa con forma de corazón moviéndose al ritmo de la felación que le estaba haciendo a mi amigo, con su vulva y su ano expuestos ante mis ojos, comencé a pajearme mirándolo pero ¡que caramba! resolví follarle el culo, seguramente no tendría otra oportunidad de hacerlo, tenía que intentarlo y por si fuera poco a pelo, comencé primero por comerle el chochito, algo que agradeció, y después a juguetear con la minga en el exterior del ano, se lo abrí un poco, al ver que al sentir el manoseo en el esfínter no me puso reparos apunté mi verga hacia el orificio, ingresando la cabeza de mi dura polla lentamente en el estrecho recto para terminar por dar un fuerte empujón entrando entera follándola apasionadamente a la vez que acrecentaba el ritmo la felación como poseída por la excitación, opté del mismo modo por estimularle el clítoris, Ángel se incorporó de rodilla, aguanto su cabeza y comenzó a follarle la boca hasta que acabó dentro de ella corriéndole el semen por la barbilla, en este momento le llenaba de leche caliente el interior, estaba recibiendo casi al unísono dos corridas, además ella estaba teniendo orgasmos continuados…, tenía la boca y el culo llena de semen además de estar manando flujos a mares por el conejo, me gustó llenarle el culo de leche caliente mientras gritaba de dolor y placer, gemía y jadeaba como una perra, no en vano la estaban sodomizando, le estaban estimulando el clítoris, y realizaba una mamada descomunal…, en definitiva estaba en éxtasis como más tarde nos reconoció. Le gustó que le follase el culo aunque no era una apasionada del sexo anal de ahí lo estrecho que lo tenía.
Esta fue la primera vez que tuve un trío, mi primera experiencia en este campo, curiosamente con otro hombre aunque ni nos tocamos. En la vuelta a casa teníamos una sonrisa de oreja a oreja comentando lo lasciva y buena folladora que era María, “lástima haber perdido la primera noche” , comenté, a lo que Ángel me dijo que era normal “no iba a estar esperándonos sentada con el chocho abierto” , nos reímos intensamente asintiendo que había sido un magnífico fin de semana, inolvidable para nosotros y supongo que ella también lo recordará.