Aquel Verano (I)

Una tarde de piscina desemboca en una orgia familiar sin tabúes con mamá, papá, mi hermana y yo

Aquel verano, mis padres alquilaron por un par de semanas una casita cerca de la playa. Se preocuparon mucho de que tuviese piscina, ya que nuestra familia tenía cierta vena nudista y preferían que, además de en la playa, pudiésemos tomar el sol y bañarnos desnudos con tranquilidad, alejados de miradas extrañas.

Una de las primeras  tardes de aquellas vacaciones, mientras yo me bañaba en la piscina, mi hermana y mi madre tomaban el sol. Mi madre, Lucía, se acercaba ya a los cincuenta, pero tenía un bonito cuerpo, con unos pechos generosos y caderas amplias que la hacían un buen culo. Mi hermana Paula, por su parte, había heredado las tetas de mamá, aunque su delgadez juvenil la hacía más atractiva.

No era ni de lejos la primera vez que se mostraban desnudas delante de mí. Ver sus cuerpos tostarse al sol era algo natural para mi, no les hice mayor caso y me dedique a nadar, largo tras largo en la piscina. .

Mi padre, tras levantarse de la siesta llegó hasta ellas.

-Bueno, idos a la habitación – oí decir a mi hermana al cabo de un rato.

Cuando miré, una de las manos de mi padre estaba sobre el pecho de mi madre. Ella acariciaba su pene erecto. Esa visión sí me excitó. Sentí que mi polla endurecía.

-Perdóname por dejarme llevar por la pasión -respondió mi padre con burla.

-A lo mejor es que le da envidia – añadió mi madre entre risas.

-Si, lo que no se es quién le da envidia – dije yo desde el agua.

Hacia unos meses, mi hermana había confesado a mis padres su bisexualidad. Toda la familia la apoyamos, por supuesto. Mientras fuese feliz, a nosotros nos daba igual con quien compartirse su vida, siempre que la tratase bien. Incluso, de vez en cuando, nos permitimos hacer una broma, como yo acababa de soltar.

Ella me miró furiosa mientras mis padres seguían besándose. Me fijé en que mamá comenzaba a pajear a papá con lentitud.

En casa el sexo siempre ha sido algo normal, hablábamos libremente de ello y de nuestras experiencias. Incluso nuestros padres nos aconsejaban sobre tal o cual práctica, si salía el tema. Pero esa era la primera vez que veíamos a nuestros padres así.

-Bueno, vale ya, ¿no? -dijo mi hermana.

-La niña tiene razón, Pedro -dijo mi madre. Su voz sonaba excitada-. Vamos a la habitación.

-Vale. ¿No os queréis venir? -dijo mi padre medio en broma.

Aquello nos chocó. Yo estaba con el pene a punto de reventar por ver a mis padres así. Tan excitado que ni me lo pensé.

-¡Vale!

Mi padre sonrió. Mi madre, supongo que demasiado caliente para dejarse llevar por el remordimiento, nos hizo un gesto y se encaminó al interior de la casa.

-Bueno, yo también iré – dijo mi hermana.

Mientras íbamos a la habitación aproveché para secarme.

En cuanto llegamos mis padres se tumbaron en la cama y comenzaron a besarse y sobarse. Sus gemidos me ponían casi más que sus gestos. Empecé a acariciar mi polla de pie. Mi hermana se sentó junto a ellos en la cama, acariciaba con suavidad su raja.

-¿Quieres venir, cariño? -dijo mi madre mirando los ojos de mi hermana entre jadeos.

Por respuesta, Paula se acercó retando hasta la boca de mamá. Ambas se besaron apasionadas, jugueteaban con sus lenguas, se lamian cariñosamente la cara, acariciaban sus pechos y los apretaban con suavidad. Mi padre se apartó y apoyó la espalda contra la pared del cabecero de la cama. Comenzó a pajearse mirando a las chicas.

-Ven, siéntate aquí -me dijo.

Me senté a su lado, apoyado en la pared. Los dos nos pajeamos mirándolas. Mamá se puso sobre Paula y frotó su cuerpo con el suyo. Sus tetas aplastaban las de Paula, ambas gemían fuera de si.

-¿Nos hacemos una paja el uno al otro? -susurró papá.

-Valee -No me hubiera podido resistir a nada en aquel momento. Estaba demasiado caliente.

Agarré con delicadeza la polla de mi padre. La sentía latir bajo mis dedos. Comencé a subir y bajar al mismo ritmo con el que él me masturbaba a mi.

Paula abrió los muslos de mamá y, con una sonrisa pícara, entrelazó sus piernas con las de ella hasta que los coños de ambas quedaron pegados. Luego las dos se movieron lentamente, sin dejar de gemir. Oía el chapoteo de sus rajas al frotarse y unos jadeos tan intensos que no pude controlarme.

-Ufff -solté. No aguanté más y me corrí.

-Qué pronto -dijo mi padre decepcionado.

-Es que eso me ha puesto mucho -me excusé. Con los ojos señalaba a las dos chicas, que hacían la tijera, ajenas a nosotros.

-Te la podía haber comido -soltó mi padre como si tal cosa.

Me excitó pensar en eso. Habría tiempo para aquello, pero decidí tomar yo la iniciativa. Me agaché frente a su pene y comencé a lamerlo. Oí sus gemidos de placer y, al fondo, a Paula y mamá follándose.  Cerré los ojos para concentrarme mejor. Lo metí en mi boca, sentí el calor que manaba de él. Moví mi cabeza hacia delante y hacia atrás para chupar. Era la primera polla que me comía, pero estaba tan poseído por el deseo que ni siquiera pensé en eso. Mi único objetivo era mamar, me aseguré bien de ensalivar su polla.

Pegué un respingo cuando sentí a mi madre junto a mí. Ella me besó. Nos comimos la boca con el rabo de mi padre entre muestras lenguas. Con el rabillo del ojo vi que Paula se morreaba con papá.

Mamá acarició mi polla, que volvía a ponerse dura, sin dejar de chupar.

Yo bajé por el cuerpo de mamá. Me detuve a lamer sus tetas. Mordisquee sus pezones hasta hacerla gemir. Luego me encamine a su coño. Lamí sus labios. Como con papá, me aseguré de dejarla bien ensalivada.

Ella corrigió su postura. Se tumbó junto a papá. Mi hermana comenzó a chupársela a él. Me excitó mucho pensar en cómo estábamos. Papá y Mamá juntos, besándose, mientras Paula y yo les hacíamos oral.

Escuchaba los chupeteos llenos de saliva de mi hermana en la polla de papá mientras mamá me apretaba la cabeza. De reojo vi como Paula chupaba sin usar las manos, solo con la boca. Mamá movía enloquecida sus caderas contra mi. Yo no dejaba de lamer, la vida me iba en ello. Sentí como se corría bajo mi lengua hasta quedarse extasiada.

Lógicamente, yo ya estaba duro de nuevo. Busqué con la mirada a Paula, que me guiñó un ojo con la boca llena. Me puse detrás de ella y acaricié su rajita con mi glande. Ella gimió cuando se la metí. Poco a poco.

Fui subiendo el ritmo. Ella movía su culo contra mi cintura, nuestras carnes chocaban y emitían un plas-plas, solo ahogado por los gemidos que dejábamos escapar..

-Mmmm me corroo -dijo mi padre.

Paula dejó que el semen entrase en su boca y siguió chupando hasta que papá terminó. Luego, sin que mi polla saliese de ella, se incorporó un poco y, mirándole a los ojos con cara llena de vicio, dejó escapar el semen de su boca. La leche resbalaba por su barbilla y caía, gota a gota por sus pechos.

Yo, loco de excitación agarré sus tetas y la llevé contra mi. La bese desde atrás, nuestras lenguas juguetearon con el semen espeso de mi padre entre ellas.

-Joder con los jóvenes -dijo mi madre entre risas.

Todos sonreímos.

-Uff os habéis corrido todos menos yo -dijo Paula con un falso lamento que no disimulaba lo caliente que estaba.

-La niña tiene razón, Lucía -dijo papá.

Con un gesto me indicó que me apartase. Aunque estaba follando como loco, obedecí. Papá y mamá abrieron sus piernas y comenzaron a lamer entre los dos su coño. Paula lanzaba gemidos y jadeos bestiales.

Mamá me miró cómplice y movió su culo para ofrecérmelo. No lo pensé y clave mi polla en su coño desde atrás. Estaba tan mojado que se deslizó con suavidad hasta el fondo. Me centré en el precioso culo de mi madre, lo acaricié y le di un azote suave que respondió con un gemido de satisfacción.

-Uff jodeeer. Me corroo -dijo mi hermana cuando los espasmos invadían su cuerpo.

Quedó rendida durante un rato. Tanto que parecía dormida.

En cuanto terminó con mi hermana, mi madre se recolocó. Se puso encima de mi y comenzó a cabalgarme. Yo apreté  su culo. Ella se movía al ante y atrás con la maestría que otorga la experiencia. Sus tetas se bamboleaban tanto que no pude resistirme a apretarlas con fuerza. Ella gimió extasiada al sentir mis manos en sus pechos.

-¿Te gustan mis tetas, cariño? -dijo ella con una voz tan excitada que casi hizo que me corriese.

-Mmmm si, mamá -me puso mucho llamarla así mientras me follaba.

A ella también debió ponerla a cien, porque me respondió con un largo gemidos y un jadeo que anticipaba un orgasmo inminente.

Se tumbó sobre mí. Sus movimientos eran más cortos. Pero sentir sus tetas contra mi pecho y cómo buscaba mi boca, desesperada me puso demasiado. Volví a poner las manos en su culo y me moví, como pude bajo ella. Nos morreamos con las lenguas fuera de la boca, lamiéndonos el uno al otro.

Papá puso su polla en medio y gimió como loco al sentir nuestras lenguas en ella. Sentí como se ponía dura de nuevo.

-Venga, cabrón, fóllame -dijo mi madre fuera de si. Me quedé sorprendido, pero vi que se dirigía a mi padre. Ella, mientras tanto, se separó de mí. Dio la vuelta y puso su coño encima de mi cara. Yo abrí la boca para sacar la lengua, pero al ver de pronto el rabo de mi padre entrando en ella, por un segundo dudé.

-No, hijo. Tu chupa tranquilo -dijo papá mientras comenzaba a embestir a mamá.

Sentí como mamá me la comía. Su boca cálida en mi polla, llenándome de saliva. No me lo pensé y comencé a chupar como un loco. Busqué su clítoris, abultado por la polla de mi padre dentro de su vagina. Luego pasé mi lengua de arriba abajo hasta llegar al pene de papá, empapado por los flujos que manaban del coño de mamá. Estuve así un rato, dejándome guiar por la reacción de mi madre. Cuando sentí en su cuerpo que el orgasmo estaba cercano, redoble mis esfuerzos con la lengua. Papá hizo lo propio y la clavó más duramente. Un gemido entero y el temblor de su cuerpo nos hizo saber que se había corrido. Papa entonces sacó su polla por un instante y me la ofreció.

Sin dudarlo abrí la boca y la metí dentro. Oí sus gemidos de placer y sentí una lengua más que acariciaba mis testículos. Supuse que Paula ya habría descansado y quería volver a la fiesta.

Papá volvió a follarse el coño de mamá y durante unos minutos estuvimos los cuatro compartiendo placer.

-Me corro, putaa– advirtió papá al cabo de un rato.

-Si, cabrón. Córrete dentro -respondió mi madre.

Sentí como la dejaba en lo más profundo de mamá y, durante unos segundos no la movió. Sólo dejó que latiese. Luego la sacó y mamá se incorporó un poco.

Un chorro del semen de papá cayó directamente sobre mi cara. Mamá, que había dejado de chupármela para dejar toda mi polla a Paula, abrió su raja con los dedos y dejó que más leche me manchase la cara antes de retirarse.

Yo me quedé, por un momento, quieto. Sentía la cara pringosa, manchada. Paula subió por mi torso. Sentí sus peones duros en la piel. Cuando llegó hasta mi cara, me lamió viciosa. Sentí que me pajeaba, así que yo también busque su coño con las manos. Ella abrió las piernas para que pudiese llegar mejor.

Cuando recogió suficiente semen con la lengua, me besó. Yo lamí su lengua pringosa como un cerdo. Nos intercambiamos nuestra saliva y algo más.

Conseguimos corrernos más o menos juntos. En cuanto noté que era presa de los espasmos, me excité tanto que no pude evitar correrme al poco. Nos quedamos un minuto en silencio, con las caras pegajosas, uno al lado del otro, jadeando al unísono.

Papá y mamá nos miraron durante aquel rato complacidos.

Aquella fue la primera tarde de un verano que jamás podré olvidar.