Aquél puente, aquella película.
Ficción sobre la 1a vez con una amiga mía.
Habíamos quedado para cenar, yo no paraba de darle vueltas a lo que podía esconder aquella cita. Una noche de un puente, ella sin clase 3 días y pudiendo irse a su casa, sin nada que la retuviese en la ciudad y con los compañeros de piso ya en el pueblo menos 1 que saldría esa noche. Pero en definitiva estaría sola, y lo sabía, y en lugar de marchar de vuelta a casa de sus padres decide cenar conmigo, llevábamos unas semanas tonteando pero nunca había mostrado signos claros de querer algo conmigo, había quedado claro que me gustaba, y había seguido quedando conmigo a solas pese a ello sin decirme nada para bien ni para mal, y ahora me hacía este plan para cenar juntos, solos, y en su casa vacía, todo cuadraba demasiado bien.
Yo tenía una reunión con los compis de la organización cultural en la que participo así que llegaría tarde pero ya iría perfectamente arreglado. Cuando llegué a su casa la noté igual que siempre, sin ningún matiz de una cercanía particular pero muy risueña y alegre en general. Mientras preparamos la cena no paraba de observar el rubio de su pelo emitiendo reflejos dorados bajo la luz de la cocina, cuando charlabamos uno al lado del otro me perdía en el marrón miel de sus ojos y en su sonrisa. Cenamos charlando amistosamente, sin nada especial en la conversación que hiciera imaginar lo que vendría después hasta que planeamos vernos una peli en su cuarto cuando acabaramos, ahí parecía que la cosa se orientaba bastante bien.
Terminada la cena, recogimos y fuimos a su habitación, pusimos la peli y nos acurrucamos cerca el uno del otro, sin estar pegados, pero sintiendo al otro. Lo recuerdo como uno de los mayores momentos de tensión de mi vida, lo mucho que me gustaba esa chica entonces, mi virginidad, mi inexperiencia en general ligando, y sobretodo la acumulación de los 3 hacían parecer que se me salía el corazón del pecho. Pero en aquella tensión levanté una mano y se la llevé al pelo, comencé a hacerle caricias delicadamente en la cabeza como sabía que le gustaban. El contacto físico, sentir como su respiración se alteraba, toda la situación me despertó una excitación palpitante en todo el cuerpo, conforme pasó el tiempo esta me empujó a ir más alla, deslicé mis dedos por su cuello y comencé a acariciarla desde el hombro hasta la nuca, podía sentir como su piel cambiaba de temperatura, como su tacto se calentaba con el mío, su excitación se hacía latente en la yema de mis dedos y me estaba volviendo loco, me costaba hasta respirar y liberaba la tensión en puntuales resoplidos que valieron su interés más de una vez:
+Nietzche, estás bien?
-Sí sí, tranquila. Tú estás agusto?
+Sí, mucho
-Te gusta el masaje?
+No está mal jajaja
Escuchar aquello me hizo pensar que quizás me daba permiso para algo más, así que tenía que probar. En una caricia que volvía desde su nuca hasta su cuello no me detuve al principio del hombro como había estado haciendo, sino que deslicé las yemas de 4 dedos muy lentamente hacia abajo, sobre su clavícula, sorteandola lentamente para llegar a su pecho, iba muy lento, pidiendo permiso para avanzar cada milímetro de su piel candente, que su respiración me otorgaba conforme se aceleraba al acercarme a sus pechos, rocé con las llemas de los dedos su camiseta, y empecé a juguetear en el borde deslizandolos suavemente por debajo. En ese momento hizo un gesto con el brazo para recoger todo el pelo y apartarlo hacia atrás. Me quedé un poco parado porque pudiera estar echándome de su pecho pero cuando me vio parado me dijo
+Sigue sigue, empezaba a ser interesante el masaje
Si para entonces mi excitación ya había comenzado a petrificar mi entrepierna, aquellas palabras que me invitaban a seguir, dispararon la situación. Decidí acercarme a ella, casi pegarme. Quería que sintiera mi pecho tras el suyo, hinchándose con la excitación que estaba levantándome, deje la cadera un poco distante de la suya, no quería arrimarle mi miembro hinchado y pétreo bajo el pantalón todavía. La postura me daba una vista brillante de sus turgentes pechos, la camiseta, aunque grande, había dejado al descubierto al juguetear con ella, aquellos 2 preciosos montículos que se alzaban en su pecho. Me fijé detenidamente en ellos, observé su forma tan suave y perfecta, me deleite en cada grado de la curva tan delicada que describían cayendo contra el sujetador y repare en un llamativo bultito rosa que se alzaba en su cima, pequeño y duro, coronaba como la mejor guinda aquel pastel.
Devolví mis dedos a su curso y me dirigí lentamente a escalar esa montaña, pasé los dedos por su canalillo y me acerqué a la base de su pecho, comencé a juguetear allí mientras sentía como su respiración se disparaba. Ya no pude evitarlo más y me lancé a su cuello, me puse a besarlo delicadamente de arriba a abajo. Llevó su mano a mi nuca invitándome a seguir y empecé a dar besos más largos e intensos. Mis dedos se habían hecho ya con su pezón y jugaban con él apretandolo delicadamente y acariciandolo.
+Nietzche, bésame la oreja. Usa la lengua para ponerte mi lóbulo en la boca y muerdeme, no tengas miedo.
Me quedé absolutamente parado, pero me arrimé a ella en una postura mas cómoda, ahora mi pelvis se encajaba entre sus nalgas apretadas por los leggins y el tanga que llevaba. Y deslicé lentamente mis labios a su oreja, hice como me pidió y empecé a lamer delicadamente su lóbulo, lo puse entre mis dientes y lo mordisquee muy poco a poco pero con intensidad, ella me llevó una mano a la cintura estrechandome contra su culo y yo apreté me entrepierna contra ella para sentir cada centímetro de sus nalgas. Saqué mi mano de su pecho y comencé a recorrer su vientre hacia su pelvis. Sin pensarlo 2 veces metí la mano dentro de los leggins y el tanga. Pese a mi inexperiencia sentía que sabía perfectamente lo que tenía que hacer, me sentía seguro y eso me excito aún más. Su respiración se tornó en gemidos vagamente ahogados. Las yemas de mis dedos alcanzaron la entrada de su sexo. Estaba tan húmeda. Tan caliente. Introduje un dedo dentro con delicadeza y se revolvió ligeramente de placer. No me lo pensé e introduje un segundo, como había visto en internet tantas veces. Haciendo el famoso "Spider-man". Le metí los 2 dedos hasta el fondo y comencé a jugar en su interior, acariciaba la parte superior de su vagina desde dentro, acercandome a su clítoris por detrás, haciendo presión donde sabía que estaría, mientras con el pulgar lo acariciaba por fuera en círculos, después de haberlo mojado bien.
Ahora gemia sin control. Me pedía más y que siguiera y no parara, me dijo que nunca la habían tocado así y que estaba cachondisima, así que me pegué más a su culo, me llevó la mano a la entrepierna y empezó a desabrocharme el pantalón, conforme acabó me agarró el pene dentro de lo calzoncillos y empezó a recorrerlo entero, de la base al glande.
Yo estaba durísimo, sentía que me iba a reventar el miembro, cada vena hinchada al punto de estallar, y el glande palpitando de excitación y de gusto ante el masaje.
Saqué mi mano de su interior húmedo y me incorporé un poco en la cama. Me puse sobre ella y le quité la camisa. Bajé hacia sus piernas para quitarle la ropa por completo mientras ella se quitó el sujetador. A la vuelta deslicé mis labios besándola ávidamente por su muslo izquierdo hasta llegar a su entrepierna chorreante, me detuve allí en su clítoris para lamerlo delicadamente, lo recorría con mi lengua en círculos o lo envolvía con mis labios para apretarlo. Introduje de nuevo 2 dedos en el interior de su cavidad más íntima, esta vez los coloqué en la manera en que los niños imitan una pistola cuando juegan, pero con todos los demás plegados, buscando llegar al fondo, al fondo y abajo donde la musculatura de la vagina levanta un suave montículo que iba a ser mi lanzadera para llevarla a la Luna. La masajeaba recorriendo cada pliegue por dentro cada vez más fuerte mientras lamia su clítoris deleitandome con el en la lengua, no tardé mucho en sentir sus espasmos, sus dedos se tensaron enredandose en mi pelo y sus piernas se devolvía de placer, sus gemidos ya no escondían nada y eran gritos pidiéndome que siguiera hasta que las convulsiones se conviertieron en una fuerte sacudida que la recorrió entera, con varias réplicas acompañadas de jadeos.
Tras su primer orgasmo me levanté para desvestirme por completo, me había puesto tan cachondo que mi glande estaba también húmedo. Cuando estuve desnudo me deslicé sobre ella hasta quedar encima de su pelvis. Con la cadera juguetee con el pene en su entrada mientras sentía como se estremecía cuando me adentraba en su sexo. Finalmente me deslicé lentamente dentro sobre los flujos del orgasmo que acaba de tener.
Empecé a penetrarla delicadamente mientras con las manos me envolvía el torso y con las piernas me atrapaba para que no saliera, quería sentirme dentro, cada centímetro grueso y duro atravesando su cavidad más íntima.
Nos besabamos apasionadamente, separó una mano de mis espalda para buscar y apretar la mia.
Pero el romanticismo dejó lugar a la pasión y la lujuria, arremeti contra ella más duramente, sintiendo su gemido en mi cuello, seguí aumentando la intensidad, y seguían sus gemidos, se le dibujó una mueca de placer en el rostro y me desate en un ritmo atrevido y duro para penetrarla completamente, no emitió queja alguna sólo gemidos y exclamaciones para que siguiera y seguí, seguí envolviendome en ella una y otra vez como si aquella noche mi alma se escapara de mí en ese acto, aunque estaba dentro de ella aún no daba crédito a lo que estaba viviendo y sólo queria sentir cada centímetro de su piel en contacto con la mia, allí donde nuestros cuerpos se estaban haciendo uno.
Seguimos largo rato, cambiamos de postura, la tuve a cuatro patas, con los muslos en el pecho, con una pierna sobre mi hombro, y se puso encima, se puso sobre mí introduciéndose lentamente mi miembro para sentirme completamente. Y empezó a mover la pelvis de una manera indescriptible, sabía recorrerme acariciando cada milímetro, estimulando cada punto de mi pene, y dejándome al borde de acabarle dentro con cada arremetida. También empezó lento para deleitarse, para deleitarme, recuerdo como me miraba mi sonrisa de gusto se reía, se llevaba la mano al pelo y al pecho y aumentaba el ritmo, y aumentaba el ritmo más, y seguía. Empezó a gemir más y más fuerte, yo me agarré a su culo para que no se escapara, y la movía para qie siguiera exactamente como lo estaba haciendo. Y cuando se desató la lujuria, su pelvis se volvió un automatismo de dsr placer, a los 2, ella no podía contenerse y yo hacía esfuerzos para no irme, y seguir disfrutando cada instante. Y aguanté lo que pude pero llevo el momento en que todo gue en vano, se llevó la mano al clítoris y llevó la pasión a un ritmo insostebible para mí, poco después sentí como me recorría el miembro uba sacudida de placer que se extendió a mi cuerpo dejándome gélido, agarrado a su culo y su pecho mientras eyaculaba chorros y chorros dentro de ella en el momento en que los espasmos de su 2o orgasmo me exprimieron ahora de forma incontenible.
Después de la tempesta, llego la calma, desencaje mis articulaciones congeladas por el placer y la envolví con los brazos mientras se acurrucaba lentamente sobre mi pecho. Así nos quedamos unos instantes. Aún unidos, chorreando, hasta que ella se levantó para ir al baño, volvió se abrazó a mi pecho, y nos durmimos después de una noche de sexo que había confirmado nuestra pasión.