Aquel era un barrio tranquilo… 04

De pronto me entran unas ganas enormes de visitar a los vecinos, para ver qué pasaba esta vez, aunque estaba claro que lo que realmente quería era ser follado otra vez.

Estaba agitadísimo esa noche por los sucesos del día y cuando nos acostamos le insinué a mi mujer que no se pusiese la camisa de dormir, que quería verla un poco al natural. Tuvimos un polvo de escándalo, yo estaba súper excitado, caliente pensando en lo ocurrido en la mañana y creo que ella se asombró y disfrutó de ese estado de excitación que yo llevaba.

Seguimos así dos o tres días más, y luego se fue tranquilizando la cosa, hasta volver a su ritmo normal, y yo me dediqué de nuevo en mi trabajo y saludaba a los vecinos si nos encontrábamos, pero no volví a pensar en un nuevo encuentro, hasta aquel día que los oí retozar en la piscina.

Tenía la ventana abierta, era temprano de un día de verano y sentir entrar en la habitación el aire fresco era agradable. Oí las voces, el movimiento y chapotear en el agua y me asomé a ver qué pasaba, más que nada por curiosidad, ya había dejado de pensar en ellos y en el sexo, pero me extrañaba esa especie de diversión a esas horas y aunque no hacían demasiado ruido, no podía concentrarme en lo que hacía.

No sé porque dejé la bata en la silla, para asomarme sin ropa, tal vez evocando el día anterior cuando me pillaron desnudo al levantarme, pero no se veía nada de su patio ni de su casa, los ruidos, risitas y movimientos, persistían, pero no podía ver a los que los protagonizaban.

Regresé a mi trabajo ante el ordenador, pero no me vestí, no esperaba a nadie y se estaba mas fresco, pero… no había manera de concentrarse: imaginaba a los dos en pelotas en la piscinita, húmedos y brillantes, retozando y tocándose, jugando sensualmente, y me veía yo en medio siendo protagonista de esos juegos y esos tocamientos.

No parecía que fueran a parar, pero se oía menos, así que me asomé de nuevo, con la polla enhiesta y dura, chocando contra el cristal más frio, golpeando y manchándolo, con ganas de guerra, pero no se me ocurría ninguna excusa para ir, si no nos veíamos y me invitaban como la otra vez.

De nuevo me senté a trabajar, pero era inútil. Deseaba estar allí en medio, entre los dos y que me tocasen, sentir sus pollas en mi cuerpo, su deseo al acariciarme y besarme por todos lados y que yo fuera objeto de su deseo, de su excitación. Imaginaba mil escenas de sexo, mil posiciones, sentía sus pollas rozarme, mojarme, sus manos en mi cuerpo, amasar mi culo, chuparme la polla, tal y como estaba ahora, y me calentaba solo con estas escenas que mi cabeza imaginaba y recreaba.

Empecé a tocarme y masturbarme despacito, con los ojos cerrados, no veía sus caras, pero los sentía y eran ellos, o alguien, ahora una mujer, ahora de nuevo un hombre, hasta que lo dejé y me fui a dar una ducha, intentando que mi subconsciente abandonase esas ideas y me volviera a la realidad y a mi trabajo.

El agua fría me hizo bien, pero no me liberó de mis ideas y mis visiones eroticas, mi polla estaba en reposo, ligeramente morcillona, pero ya no necesitaba un desahogo, aunque estaba seguro de que intentar sentarme y seguir con mis cosas era algo imposible de momento.

No lo intenté, me prepare un café e intenté no pensar, solo me acerqé a la ventana a tomar un poco el aire, refrescar mi cuerpo y mi mente con el aire que entraba fresco y agradable.

Los ruiditos habían cesado, se oían voces dentro de la casa, alguna conversación en voz baja y movimientos, por lo que me retiré ligeramente de la ventana, no quería que me vieran de nuevo desnudo y que pareciera que estaba buscando otro encuentro, provocándolos, pero oía los rumores de los dos al hablar, y al final una puerta cerrarse, la de la calle y pensé que se habían ido a trabajar y que ya no había peligro de asomarse.

Pero no, una sombra cruzó por delante de la ventana, y se notaba movimiento en la cocina, de modo que solo se había ido uno, el otro permanecía en la vivienda y volví a retirarme ligeramente de su posible visión, escondido detrás de la cortina, pero asomando un poco la cabeza, pudiendo ver de reojo sus ventanas.

Si, allí estaba el mayor, plantado desnudo delante de la ventana de la cocina y haciendo algo que no se veía en la mesita de la misma,  y de pronto se me ocurrió que podía ser una buena ocasión, iba a su casa, llamaba al timbre, él se pensaría que era su compañero que se había olvidado algo, saldría desnudo a abrir, o miraría por si acaso a ver, pero al verme a mí abriría igual. Estando yo en short y el desnudo, frente a frente, siempre podía ocurrir algo.

No se me ocurrió que podía ser una gran tontería, ni que pudiera ser meridianamente claro a que iba, porque no quería pensar, no podía dejar pasar el momento tan oportuno, de modo que me puse el short que andaba por allí, una camiseta y las chanclas y salí de casa a toda velocidad.

Llamé al timbre y efectivamente, tal y como había pensado, abrió desnudo con un trapo de cocina solo por delante y no sé qué en la otra mano. Nos quedamos mirando el uno al otro sin decir nada, el esperando que explicase a que iba, que quería y yo de pronto dándome cuenta de que no sabía que decir, no podía explicarle que era lo que quería, porque no quería nada en especial, o si, pero como decirlo?

Fue un momento muy embarazoso, por lo menos para mí, porque el enseguida reaccionó, me invitó a pasar y me dio un beso que me dejo algo paralizado, mas atontado de lo que ya estaba, pero le seguí hasta la cocina, viendo desde atrás su culo desnudo moverse al andar e imaginando su polla cuando dejase el trapo por ahí.

  • No tienes calor?

  • No, estoy bien.

  • Anda, quítate toda esa ropa y ponte cómodo, estás en tu casa.

Me desvestí como un zombi y dejé todo sobre una silla, luego le pregunté si le podía ayudar en algo, porque me pareció que estaba justo preparando algo para cocinar y la verdad es que yo en esos temas soy un experto, sin ánimo de presumir, pero estando solo en casa y teniendo que preparar la comida cuando mi mujer venía tarde de trabajar, había conseguido aprender miles de trucos y recetas.

  • La verdad es que sí, es mi compañero el que más sabe de esto, pero ha tenido que salir a comprar algo y no sé cómo poner este pescado para el horno.

  • Es muy fácil, déjame a mí.

Por fin había vuelto a una situación normal, por lo menos desde mi punto de vista, estaba allí para echar una mano en algo que sabía, como otras veces, y además al estar ocupado y entretenido me relajaba un poco y dejaba de pensar en la metedura de pata al presentarme allí sin ningún motivo y razón.

Agarré el trapo que tenía en la mano, me lo puse sobre el hombro y con un cuchillo me acerqué a la fuente donde tenía dispuesto ese pez listo para ser preparado y metido al horno y me olvidé de todo lo demás. Era muy fácil si lo habías hecho un par de veces, así que en unos minutos estaba listo, pero le advertí que no debía ponerlo hasta media hora antes de la comida, para que estuviese justo a su hora y en su punto.

De pronto, según estaba absorto mirando mi obra de arte, sentí como su cuerpo se iba pegando al mío, retiraba el trapo de mi hombro y su boca se acercaba a mi cuello. Estaba caliente cuando empezó a besarme y darme mordisquitos desde atrás, y un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentirlo tan cerca y hube de reconocer que era a eso precisamente a lo que yo había ido allí.

  • Te vas a quedar a probar el pescado, o prefieres antes un aperitivo de carne?

Me quedé quieto mientras me decía estas y otras cosas, disfrutando de sus caricias, de sus manos sobre mi cuerpo desnudo, se pegaba a mi y se restregaba contra mi espalda, dándome besos desde atrás, tocándome las tetillas, amasando mis glúteos, y recorriendo en fin todo mi cuerpo, y se le veía disfrutar con el contacto, con sus manoseos, y a mí me estaba gustando cada vez mas.

Volvió a preguntarme si no quería un aperitivo antes de comer y yo no respondí, solo eché un poco hacia atrás el culo, exponiéndoselo mejor, ofreciéndome a las claras y entonces sentí su pene ardiendo y húmedo restregarse al fin en mi espalda, luego bajó hasta el culo y lo restregó entre medias, haciendo amago de entrar, poniéndome cada vez mas cachondo.

Y yo lo deseaba más cerca, quería que me penetrase ya, tenía el pene enorme por sus caricias y sus manos seguían sin parar, me apoyé todavía más en la encimera de la cocina, mi culo estaba ahí, esperando que se animase, y al fin lo hizo.

Primero me abrió bien los glúteos con las manos, separando ambos cachetes para que el orificio quedase bien abierto y a la vista, se acercó entonces, colocando la punta del capullo en el centro y cuando ya lo sentía a la entrada, me soltó para hacer fuerza mejor con las manos en las caderas, y comenzó a empujar.

Sentí el primer dolor del obstáculo que el glande debía traspasar, hasta que se introdujo y sentí como ocupaba bien toda la entrada, para a continuación y ya sin esfuerzo ni dolor, tirar de mi hacia atrás e ir metiéndola bien dentro, cada vez más, hasta que noté sus bolas apretarse contra el culo, como si quisieran entrar también.

Sus manos soltaron las caderas cuando comprobaron que ya no me escapaba, que estaba bien atado a él, y bajaron hasta encontrar mi polla, que estaba igualmente a reventar, uhmmm, le oí gruñir a mi espalda y de nuevo sentí su cara y sus labios sobre mi piel, mientras al ceder un poco la presión por abajo, el pene iba escapándose y dejándome vacio y  desolado.

  • Era esto lo que querías, ehh, necesitabas polla, ven aquí, que te voy a dar polla

Y se dedicó a entrar de nuevo despacio, y salir, justo como yo quería, sin prisas, que durase, quería sentir el fuego dentro, que me llenase bien lleno.

Algo debió de oir entonces, porque se separó un poco y prestó atención a la calle. Me quedé esperando, a ver si seguía, o pasaba algo y sí, algo era que atrajo su atención, porque se salió de mi, se lavó un poco la polla con el agua del fregadero y me dejó en esa postura oferente y medio inclinado justo cuando la puerta de la calle se abría.

Bueno, me enderecé un poco y solo me dio tiempo a limpiarme un poco por atrás con papel de cocina y colocarme vertical, cuando entró el otro vecino, con un par de bolsas.

  • Mira lo que te tengo guardado para cuando llegases, y está a punto.

Apenas le quitó las bolsas de la mano se abalanzó sobre mí, pegándose a mi cuerpo, como el otro y tocando y acariciando. Quiso besarme en la boca, pero me retiré a un lado, y él, sin importarle, se dedicó a mi cuerpo y mi polla volvió a crecer y sólo me dejé hacer y le dejé que me tocase de nuevo y se restregase con deseo contra mí.

Parecía que llevasen un tiempo de abstinencia, o tal vez les había caído bien, o les gustaba, porque se les veía felices, como algo deseado y que no llegaba, y me di cuenta de que a mí también  todo ese tiempo sin ser objeto de deseo sexual también me afectaba, que igual que ellos deseaba sentir sus manos sobre mi y volver a tener sexo con ellos, con mis generosos y afectuosos vecinos.

Se desnudó enseguida y me arrinconó contra la mesa, en la que me senté para que no tuviera que agacharse demasiado, porque nada mas quitarse la ropa y quedar como nosotros, había agarrado mi polla con las manos y se la llevaba a la boca, chupando y mordiendo, luego se la metió toda en la boca, sentía su lengua succionar y le llegó casi a la garganta, tenia sed de polla.

Me recosté un poco y disfruté viéndole tan ansioso, y su compañero se colocó detrás y le tocaba el culo, restregando igualmente la polla y jugando con él desde atrás.

Esperad, dijo al fin el mayor, vamos a hacerlo bien, no hay prisa, y nos soltamos todos siguiéndole hasta el dormitorio, donde la cama estaba todavía sin hacer, y el sol daba en la habitación por la ventana abierta.

Me fijé en que desde la mitad de la misma, se apreciaba perfectamente mi dormitorio, que daba enfrente, y subiéndose a algún punto más alto, seguro que hasta se veía la cama y hasta a mi mujer y a mi, ahora que dormíamos con la ventana abierta. Ellos se dieron cuenta de hacia dónde miraba y sonrieron, no sé si con malicia o no tenía nada que ver, pero yo pensaba para mí que eran conscientes y hasta espectadores de los días de sexo tan seguido con mi mujer, y la etapa trascurrida en ayuno los días posteriores, y que casi esperaban mi visita.

Yo creo que ya tenía el suficiente conocimiento de sus papeles, aunque ambos tenían una buena polla, de modo que me acerqué gateando sobre la cama hacia el más pequeño y me dediqué a él, agarré su polla y me entregué a jugar con ella, hasta metérmela toda en la boca y sentir como crecía dentro, mientras saboreaba ese glande hinchado y suave, y le atraía hacia mi poniendo las manos detrás de su culo, y él me agarraba por la nuca y me acariciaba, o pasaba las manos por los hombros, o por el pelo.

El otro estaba tocándose viendo el espectáculo, y apenas tenía sitio para participar, de modo que decidí que necesita volver a sentirle como hace un rato, y me arrodillé en el lecho para levantar el culo y dejarle espacio detrás de mí, pero lo que hizo fue darme la vuelta para lo que tuve que abandonar la golosina que tenía en la boca y quedé boca arriba frente a ellos.

Decía que yo solo tenia que dejarme hacer, y que para eso esta era la mejor postura. Colocó un almohadón debajo para que mi culo quedara un poco elevado y a su disposición, y asi, como si fuera una mujer volvió a penetrarme.

La verdad es que era mucho mejor, estaba frente a él, veía su cara, sus gestos, sus esfuerzos, y lo único incomodo era la postura con las piernas tan abiertas para que pudiese entrar mejor y hasta el fondo, pero además veía mi polla vertical chocar contra su barriga cada vez que empujaba, o sea, estaba en primera fila del espectáculo.

Parecía que lo habían hecho más veces, el pequeño se acerco por un lado y agarró mi polla con su boca y empezó a comer con gula, y aquí también podía ver sus gestos, como le entraba hasta la garganta, como se iba poniendo mas rojo, casi del mismo color que mi glande, y yo ya no aguantaba más, porque no solo era la sensación de estar siendo follado, sino la visual añadida a todo lo que mi cerebro apreciaba.

Cuando sentí su esperma en mi interior fue la señal para descargarme yo también en la boca del otro, que seguía chupando y chupando sin parar, hasta que mi polla protestó de ese exceso nervioso, y paramos los tres para tomar aire y descansar.

Todavía seguía empalado, esa polla tardaba en achicarse, y la mía ya estaba morcillona, y entonces vi al otro con el teléfono haciendo fotos de la escena desde todos los ángulos. Les miré un poco inquisitivo pero antes de que pudiera hablar o protestar, me lo explicó:

  • No te preocupes, no es para nada malo. Es que queremos enseñarte a nuestro círculo, para que vean que en este barrio también se pasa bien y por si quieren acercarse algún día para probarte.

  • Como para probarme?

  • Bueno, eres nuevo en esto y estas muy bueno, más de uno querría poder tocar esta piel lisita y ese cuerpo tan bueno que tienes, y de esta manera se animaran a venir a visitarnos. Y por supuesto tú puedes participar siempre que quieras, ya has visto lo fácil que es, no tienes ni siquiera que hablar, nosotros te entendemos.

Si, estaba claro que me comprendían, era yo el que no alcanzaba muy bien a saber que deseaba, por lo menos ahora, una vez acabada la juerga.

Pero cuando me enseñaron las fotos la verdad es que estaba muy bien, ahí tumbado con una polla dentro, seguro que estaría irresistible para que sus amigos acudieran en masa a follar conmigo, habría que ir preparándose, la juerga podía ser cada vez mejor.