Aquel era un barrio tranquilo… 03

Al final los vecinos me cuentan su secreto y el por qué de tantas visitas, pedidos y atenciones conmigo, y acaban convenciéndome de que es bueno y saludable descargarse cuando uno lo necesita

Preferí no aparecer mas ante su vista, apenas salí al jardín con el grave peligro de que las plantas se secasen y me matase mi mujer, pero no tenía muy claro como había ocurrido todo aquello y si había sido utilizado, o simplemente seducido por aquel hombre y yo había caído en sus redes y me había follado en su jardín.

Aunque según le daba vueltas, en realidad yo había permitido que me follase, y casi le provoqué mostrándole que me gustaba lo que me estaba haciendo, y disfrutando del sexo más de lo que yo hubiera imaginado nunca.

Pero lo más terrible fue la revelación para mi, de que si no salía afuera para que no me viesen, era en realidad porque si me pedían o provocaban para hacerlo de nuevo, para follar, estaba seguro que iba a ir con ellos como un corderito, y me dejaría follar de nuevo, y lo disfrutaría enormemente de nuevo y podía llegar a enviciarme y pasarme al otro bando.

Aunque estaba seguro que no iba a ser así, mi mujer me excitaba y atraía más que nada ni nadie, pero aquello de pasarlo bien y tener sexo y placer con otro hombre, me resultaba raro y chocante y desde luego, me atraía. Así que hice lo que cualquier persona sensata y moderna hace hoy en día cuando tiene una duda o necesita aclarar algo, entré en Google.

Y aparecieron montones de temas que leí poco a poco hasta encontrar el que me convenía a mí, o que definía mejor mi postura: no era estar enamorado de un hombre, ni que te guste que te bese, o cosas parecidas, era solo tener sexo, sin más, como una forma nueva de placer, una forma diferente de ver el sexo de vez en cuando.

Y me tranquilicé, no era gay ni nada parecido, pero me gusta el sexo, y hacerlo con otros hombres era una manera nueva de experimentar, y lo cierto era que siempre me ha gustado experimentar, o sea, que me identifiqué con esa explicación.

Decidí entonces que si alguna vez quería “jugar” con ellos, me haría el encontradizo y me dejaría seducir como el otro día, y a ver qué ocurría, después de todo solo era sexo, nada de amor ni afecto ni cosas parecidas.

Y una mañana que mi mujer se había ya a trabajar, se me ocurrió una cosa nueva, cuando vi a través de la ventana abierta moverse alguien en la casa de enfrente, me quite de encima las sabanas y me mostré desnudo a todo el que se asomase desde enfrente, con la semi erección matutina y las ganas de que ocurriese algo.

Y esta vez fueron ellos los que picaron, les veía con los ojos medio abiertos, asomarse, llamarse, mirar y comentar, hasta que uno al fin me llamo bajito, pero lo suficiente como para hacerse oir.

Me hice el dormido muy bien, me enderecé con la cabeza agachada aun, revolviéndome el pelo, me senté en la cama, como intentando entender que pasaba y al fin me levanté y me asome a la ventana. Y allí estaba los dos, mirando mi cuerpo serrano totalmente desnudito y la polla en ristre.

Hice como si aun estuviera grogui y no acabase de saber donde estaba, luego miré al frente, sonreí y les saludé con la mano.

  • Que agradable despertar, aunque ya sea un poco tarde

  • Uuuy, si perdonad, no me gusta madrugar, pero me despierto con la luz.

  • Duermes siempre así?

  • Así? Cómo?

  • Desnudo del todo.

  • Uyyy, es verdad, disculpad, enseguida me pongo algo

  • Ya has desayunado? Seguro que no.

  • No, ahora iré a calentar el agua.

  • Tenemos café recién hecho, vente y nos acompañas

  • Ah, muy bien, esperad que me pongo algo.

  • No, no hace falta  - y rieron los dos mientras se retiraban hacia dentro.

Bueno, yo tenía claro que iba a lo que iba, tenía ganas de un poco de juerga, de sexo tranquilo y verles en su ambiente, ahora que ya sabía que eran gays, de dejarme querer y ver qué pasaba, se suponía que eran ellos los que llevarían la iniciativa, así que solo me puse un pantalón corto de pijama, la bata encima y me dirigí a su casa.

Me estaban esperando en la puerta, y entré rápidamente, ambos estaban en pijama, y les acompañé hasta la mesa que unos días antes había ayudado a colocar, donde tenían todo preparado.

  • Escucha vecino, no creas que esto es una encerrona, pero lo hemos hablado y pensamos que te gusta un poco eso del sexo homo, por lo menos parecía que el otro día no le hiciste ascos.

  • Bueno, si he de decir la verdad, estoy un poco confundido, no sé que responder a eso.

  • Pues la verdad, si te gustó o no

  • Si, supongo que sí, pero no sé si fue por el momento, o es que me pilló algo excitado, porque la verdad es que no me van los hombres.

  • Quieres decir que no te excita ver a un tío en pelotas

  • Pues así es, no me excita, me gusta ver un cuerpo desnudo, bien hecho, pero no  lo veo como algo sexual.

  • Te importa que nos desnudemos para ver nuestras reacciones? Es solo un experimento, una prueba, luego te diremos el por qué.

La verdad es que tenía ganas de saber un poco cual era mi aceptación o no de mi posible homosexualidad o si de verdad fue solo un rato de ceguera y que lo hice sin pensar, o sin darme cuenta del todo, así que me levanté al mismo tiempo que ellos y me quité todo.

Se acercaron a mí, sin pegarse demasiado, solo rozarnos, mientras me daba cuenta de que las pollas de los dos subían poco a poco, sentí una mano en mi culo, y otra me abrazaba por la cintura, y sin que yo pudiera evitarlo, mi pene comenzó a elevarse despacio, arriba, vertical casi, y me di cuenta que me excitaba sentirlos cerca y que me tocasen.

  • Te gustaría tocarnos tu, acariciarnos, un beso?

  • No, la verdad es que no me atrae para nada

  • Pero si te excita que lo hagamos nosotros…

  • Pues sí, eso parece.

Se separaron y se sentaron de nuevo y yo, mas tranquilo ya al ver que no iba a pasar nada, me senté enfrente, mientras el mayor me explicaba el resultado de la prueba.

Según sus conclusiones, podía ser cierto que no me gustasen los hombres, físicamente hablando, pero lo cierto es que su contacto me excitaba, y que el otro día al ser follado por él, estaba clarísimo que lo disfruté. Era una especie de bisexualidad, que indicaba más o menos que aunque no me gustase, que no fuese claramente gay, si que aceptaba y me lo pasaba bien al tener contacto con otro hombre, incluso a tener sexo con él.

Y su caso, su propuesta según me explicaron, era que lo aprovechase si tenía ganas, porque ellos estaban dispuestos. No entendí muy bien eso de que estaban dispuestos, pero antes de que se lo pudiese preguntar me lo aclararon.

En la ciudad donde residían antes de venir a mi barrio, solían hacer tríos con otros hombres, no sexo en grupo, eso no les iba, pero si meter a alguien más en su relación, de manera esporádica, nunca una relación fija, aunque repitiesen con casi todos, y desde luego había otros gais en ese grupo, pero también bastantes heteros que les gustaba tener sexo de vez en cuando, sin complicaciones ni ataduras, y todo ello siempre con total discreción lógicamente.

Y en conclusión, ellos habían pensado en mí para empezar su costumbre de nuevo en esta ciudad donde no conocían a  nadie, si yo me avenía a ello, pero estaba claro que tenía predisposición y desde luego tiempo y ganas.

Y que tenía yo que hacer? Pues nada, era muy sencillo, cuando tuviera ganas de un poco de juerga, avisarles, y si alguna vez eran ellos los que querían, pues animarse y acudir, seguro que me lo pasaría bien, y si no podía ser por cualquier causa, pues no pasaba nada, otra vez será.

-Quieres probar ahora, que estamos todos listos?

  • Si, porque no…

Me puse en pie y ellos se acercaron despacio a mí, mi polla ya había bajado bastante con la conversación, pero ellos seguían en pie de guerra, y comenzaron a sobarme y besarme por todo el cuerpo, se les veía calientes, estaba claro que disfrutaban con los hombres, y yo me dejaba hacer pasivamente, pero estaba claro cuando bajaba la vista a mi vientre que estaban consiguiendo que entrase en el juego.

Uno colocaba su aparato por detrás bien pegado a mí, y yo casi me derretía de gusto al sentirla ahí tan cerca de la entrada, y el otro por delante besaba y mordisqueaba las tetillas, me tiocaba el culo con una mano y con la otra agarró mi polla y la fue masajeando hasta que de nuevo recuperó su firmeza.

Yo alguna vez les tocaba o acariciaba, por eso de intentarlo y que no dijeran que parecía una estatua, aunque no era algo que me excitase particularmente, pero ellos ponían toda su pasión en mi cuerpo, se enardecían con el juego y la polla del de atrás ya pugnaba por entrar mientras yo me inclinaba un poco y le ayudaba a conseguirlo.

Estaba a tope, lástima que no fueran unas tías, con sus pechos redonditos y ese culito con dos esferas suaves que me volvía loco, pero me estaba entrando una calentura enorme, a pesar de estos defectos que yo les veía, mi polla palpitaba inquieta, necesitaba desahogo, y esos lametones y mordisquitos a mi pobre capullo le estaban dejando a punto de estallar.

  • Creo que lo que necesitas es metérsela a alguien. Quieres probar con mi amigo?

Me daba igual, supongo que si en ese momento me ponen una cabra delante, me la follo, de modo que dije que sí, que me parecía bien.

El chico muy obediente se arrodilló delante de mí, alzó el culo hacia arriba y se me ofreció como en un sacrificio, así que me fue muy fácil: yo también me arrodillé ligeramente, me fue acercando en ristre y en cuanto le tuve a tiro le di un empujón tal que entró toda de golpe, y ahí, calentito, me detuve a disfrutar del momento, para a continuación agarrarle bien de las caderas para que no se me escapase y bombear con todas las ganas, adentro y afuera, y con más fuerza cada vez porque no me pareció que protestase, ni dijese que le dolía la cabeza ni cosas parecidas.

Uhmmm, ese culito suave y ofrecido a mí, entregado, cada vez me parecía más apetitoso, suave y delicado, y tragón como nadie. Al final apenas pude disfrutarlo, porque me corrí mucho más rápido de lo que yo esperaba, y sorprendentemente, cuando estaba relajándome todavía apoyado en él y sin soltar sus caderas, comenzó a agitarse y moverse nerviosamente, su cara se volvió hacia mí, roja y contraída y le sentí como también se agitaba por un orgasmo que no sabía yo que se pudiera sentir de esa manera al ser penetrado.

Su compañero nos miraba, con la polla en la mano, y una sonrisa de satisfacción, por lo que pensé que se había corrido también con el espectáculo que le dimos. Luego nos alzamos, me puse solamente la bata, no pude encontrar el short, y regresé a casa mucho más feliz y relajado de cómo entré.