Apuntes: Otras plumas (23)

Regocijo en las letras argentinas: Recuperan una parte inédita del Martín Fierro.

*Los versos censurados del Martín Fierro

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Mencho Hernández, cartonero profesional, especializado en cirujear la basura que tiran los encargados de la Biblioteca Nacional, encontró en el basural, además de este documento, incunables, correspondencia de nuestros próceres y otras obras inéditas que publicaremos en el futuro. Si no fuera por el esfuerzo de las autoridades de nuestra biblioteca pública empeñadas en limpiar, ordenar y descartar lo que ocupa lugar innecesario, no hubiéramos tenido el privilegio de acceder a esta joya de la literatura vernácula.

Dende que me arrió el gobierno sólo supe padecer; muchos males les conté, pero hasta ahora he callao lo que en suerte me ha tocao por carecer de mujer. Entré por juerza a la guerra contra el indio y sus malones, empujao de los talones por el juez y los milicos y vi allí muchos varones que se tiraban besitos. Sobraba testosterona en los fortines, le juro; muchos galanes maduros con cariño se miraban, y con gringos se acostaban los paisanos más barbudos. Las cosas que pude ver no las creerán si las digo. Siempre confié en el amigo que me alargaba la mano, siempre he confiao de un hermano, pero ahora desconfío. Con gesto civilizao viene el juez a parlotear y otros a parlamentar con idioma retorcido, si es gaucho, estese afligido que lo quieren cepillar. Y hasta al pulpero ¡qué Cristo! no le bastaban los cueros: tigres y pumas murieron para calmar su codicia, más yo entreví en su malicia un objetivo más fiero. Cuando llegaba la paga tuito ya se lo debía. Por yerba, sal y sardinas vivíamos endeudaos y para darle fíao lo más suyo le pedía. Anduve sin cebadura, yo nunca quise aflojar, pero lo debo alertar, téngalo simpre presente: sin mujer, habrá un teniente que le empiece a coquetíar. El gaucho es bruto y salvaje y es bárbaro su pensar, pero se la quieren dar hasta el fondo de los huesos; no sé si será el progreso el que nos quiere cambiar. En la vida del cuartel tiene mucho que sufrir, como no se puede dir empieza a ver cosas raras: gauchos con uñas pintadas y otras para no decir. Un soldao protegido hacía la pata ancha: se paseaba con bombacha y con adornos de cuero: botas de potro bien altas y un rebenque haciendo juego. Y a la moda de París, según dicen los malandras, pa' tapar las cicatrices que le hicieron lo mapuches, a las plumas de avestruces las lucía entre las nalgas. Yo vi al duro hacerse blando por la juerza del cariño, como buscando hacer nido vi soldados bien mimosos y vi revoliar los ojos al criollo más presumido. El paisano que esté alerta si lo acechan de reojo y algún gaucho primoroso se le acerca con la boca: si no sabe qué le toca no se ponga tan jocoso. Piensa uno siempre en lo mismo, y ante tanta adversidá, por la mucha soledá empecé a ver con cariño a esos gauchos con corpiño de amoroso chiripá. Dende entonces lo juré y de esto naides se asombre: tengo al varón por bien hombre si la prueba y no le gusta, pero no arriesgaría un cobre por el que la ve y se asusta. Que cada cual en lo suyo haga lo que mejor pueda vaya el peludo a su cueva y el chimango a su nidito, vaya el chancho a dar su grito y haga el criollo lo que quiera. Debe el gaucho en su aflición amoldarse como pueda y mientras siga la rueda en el mundo haciendo ruido mozos buscando marido encontrará en donde quiera. Yo vi al sol darse la vuelta y al honrao y al ladrón, mas yo quise a mi marrón conservarlo hasta la muerte y buscando mejor suerte me le hice el cimarrón. Mi madre me hizo varón como una fatalidá, pero en la necesidá no hay consejos ni escarmiento yo vi lindo hasta a Sarmiento en aquella soledá.

agradecemos al Lic. Gabriel García por este aporte a la cultura de los argentinos.

  • publicado por la prestigiosa revista cultural Satiricón (cuarta época) nro. especial anuario 2005. Buenos Aires, diciembre de 2004.

El que esto trascribe, emocionado ante el hallazgo de estos versos que completan la obra más emblemática de nuestras letras, lamenta comunicarles que por no tener un scanner a mano no ha podido acercarles la ilustración que acompaña en la revista a estos versos inmortales: un imperdible, hasta ahora inédito, dibujo costumbrista de nuestro gran Molina Campos -que curiosamente trata un tema afin a los versos hallados-. Mis afortunados compatriotas aún están a tiempo, seguramente, de hacerse con un ejemplar de esta publicación de colección, que prestigiará sin duda sus nutridas bibiotecas. A los demás lectores hispanoparlantes, sólo les resta admirar nuestro excelso acervo cultural, que para muestra, sobra un botón. . .

Un abrazo. Clarke.