Apuestas peligrosas: Carrera a lo profundo (III)

Tres colegas Heteros, guapos y con poca vergüenza empiezan con la tontería de apostar...y terminarán por asumir que se han involucrado en un juego peligroso a la par que muy morboso (hechos reales)

Una carrera hacia lo profundo (III)

El hombre experimenta cierta necesidad en arriesgar su piel, sin otra razón que hacerlo mejor                                                                                                                    que otro. Es uno de los raros puntos en los que nos diferenciamos de otras especies.

Enzo Ferrari

Ambos móviles vibraron al mismo tiempo. El de Guille sobre la mesa, entre su plato y la copa de vino, y el mío, en el bolsillo derecho.  No lo saqué hasta que él me hico un gesto con la mirada. No quería que nuestras novias se dieran cuenta de que el mensaje nos había llegado a ambos. Lo saqué del bolsillo y leí el mensaje.

La cena la tenía programada mi chica desde hacía semanas. Su hermana, la novia de Guille, había conseguido una beca importante a la que aspiraba desde hace un par de años. Y mi chica había preparado para su celebración una velada con los cuatro en nuestra casa, junto a varios regalos que le harían bastante ilusión.

Encargamos comida de fuera – ni mi novia ni yo somos muy buenos cocineros que digamos – preparamos la mesa con la cubertería que mi suegra nos endiñó al venirnos al piso, y llenamos la casa de globos dorados. Una copa de vino reserva, camisas, vaqueros oscuros que Guille y yo llevábamos, y dos vestidos preciosos nuestras chicas, y todo listo para una perfecta velada que iba a ponerse algo tensa con las vibraciones provenientes de nuestros móviles.

Apenas estábamos pasando de los aperitivos al cordero, que previamente habíamos recogido de un restaurante cercano a nuestra casa, cuando tras el signo discreto de Guille miré el móvil.

Los mensajes venían de aquel grupo que él, Diego y yo compartíamos, y que hasta ahora estaba solo dedicado a usarlo para quedar a tomar unas birras. Esperé unos respetuosos segundos a que Guille los mirara y leyera, para que ellas no sospecharan, y se pudieran quejar o intrigar. Cuando intentas ocultar algo, parece que todo, en cada instante, va a reventar y descubrirse.

Accedí al grupo. Y leí los últimos mensajes sin desplazar al contenido previo.

[…]

mensaje de Guille: por ahí si que no paso, tío.

mensaje de Diego:  tú quisiste retarnos al puto pádel de mierda.

mensaje de Diego: así que ahora esta es la apuesta, yo decido.

mensaje de Diego: si no os mola, retiraros como gallinas (emoticono de dos gallinas)

Aproveché a que mi chica le enseñaba a mi cuñada unas fotos en su móvil para escribir lo siguiente:

mi mensaje: esto es cosa de tres, no metamos a nadie en esto Diego

mensaje de Diego: retiraros y palmar la pasta, gallinas

Con el segundo reto decidimos que quien se saliera del juego, o no aceptara un reto o una prenda, tenía que soltar 300 euros. Fuimos unos estúpidos. Yo no quería perder la pasta y Guille, bueno Guille le jodería más el retirarse como un gallina que palmar ese dinero.

Lo miré y su cara no auguraba nada bueno. No quería aceptar la nueva apuesta, pero menos aún quería quedar como un gallina ante Diego. Le negué con la cabeza y clavé mi mirada en la suya para hacerle ver que eso era demasiado. Y si empezábamos a meter en estas mierdas a quienes nos importaban…

Guille se levantó, colocó bien sus pantalones ajustados, y se puso detrás de su chica dándole un beso en el cuello.

-       Voy a por el cordero chicas – y desde detrás de ellas me hizo un gesto con la cabeza- ¿Me ayudas, David?

-       No, ya lo hacemos nosotros, tú tranquilo, eres el invitado – dijo mi chica a Guille diligente antes de que pudiera abrir la boca.

La agarré de la mano y le empujé suave sentándola en la silla.

-       Nada, amor – le dije acariciándole la mano – ya nos encargamos nosotros. ¿Queréis algo de la cocina? Terminé diciendo mientras me encaminaba, aún, sosteniendo el móvil en la mano

-       Todo está genial, gracias cuñado – dijo dulce la novia de Guille.

Ambos fuimos hacia la cocina. Antes de llegar volví a releer la primera parte del mensaje que no había leído previamente:

mensaje de Diego: Hola capullos, ya tengo la puta apuesta jaja (emoticono del demonio)

mensaje de Diego: El último que – contando desde hoy- consiga follarle el culo a su piba, pierde el reto. (emoticono de berenjena y de tres gotas).

mensaje de Diego: a ver lo refinadas que son jajajaja

-       Ha este se le está yendo de las manos el haber perdido. Está reventado – dijo Guille nada más entré en mi cocina. Fui derecho a beber agua fría para aclarar mis ideas -       Es un capullo, ¿cómo propone esta mierda?  - continuó diciendo al ver que yo no contestaba. Solo volvía a llenar de nuevo el vaso de agua fría – Joder di algo, ¿no te     parece de locos?

-       ¿Se te puso dura la semana pasada con lo del McDonald? – lancé como un dardo a Guille ignorándole.

Era una pregunta que me taladraba todos los días. No entendía muy bien por qué. Supongo, en parte, que a mi también hubiera algo en ese momento que me excitara, me provocaba más rechazo la excitación de Guille.

-       ¿Qué? – dijo sorprendido pero sereno.

-       Creo que me has entendido – dije dejando el vaso tras lavarlo con un poco de agua.

-       ¿A qué viene eso? – volvió a preguntar colocándose detrás de mí, apoyado en la mesa de la cocina.

-       Pues a que, si es cierto, igual es tan de locos lo que acaba de proponer él como lo de tu erección – dije pronunciando “erección” bajando aún más la voz.

-       ¿Qué diablos te ocurre a ti? – dijo Guille cambiando la cara de sorprendido a indignado

-       ¿Tío, no ves que esto está cogiendo tintes raros? Que vale que fuera gracioso el rollo, pero estamos entrando en un terreno jodido. Y que el otro día tuvieras la polla medio dura mientras meabas el vaso… - pensé en mi polla algo flácida viendo beber a Diego aquellos meos.

-       ¿Guille eres marica?, ¿Esa es la puta pregunta que quieres hacerme?… ¿por qué no la haces? – dijo relajando sus facciones.

Le miré fijamente sin realizar la pregunta. No sé por qué no me atrevía a hacérsela.

-       No, no soy marica – se contestó tranquilo sin dejarme opción a que dijera nada – Ni me gustan las pollas ni me gustan los tíos ni me gusta Diego. ¿Que mi polla se puso dura?, Sí. Varias veces, te lo digo así. Pero mi placer no venía porque Diego me molara, sino por ver a ese capullo, chulito y musculado, rebajarse a tener que tragarse mis babas y mi meada. Si eso te parece de maricas, pues tú mismo, lo seré – terminó diciendo tranquilo – Es más marica quien tiene miedo a que le ponga cachondo algo relacionado con sexo y tíos, que quien asume con naturalidad estos juegos. De ahí, a que quiera follar con un tío o que me atraiga un tío va un mundo.

Sus palabras no me tranquilizaron, no porque pensara que me mentía. Sino por su claridad.  Siempre había admirado la facilidad de Guille de asumir sumir su responsabilidad, sus gustos y sus ideas. Mi chica me contó, a través de su hermana, que de adolescente siempre le habían dicho que si era marica, vacilándole con el tema, y él nunca le había dado importancia a esas cosas. Porque no lo veía un insulto ni algo negativo. Para él era como si le dijeran que le gustaba las manzanas (que por cierto las odia). “¿Por qué te vas a cabrear que te digan que eres un comemanzanas cuando no te gustan? Pues lo mismo si te llaman comepollas”, repetía siempre.

Él tenía muy claros sus gustos, sabía lo que le gustaba en cada momento. Y la confianza en si mismo hacia que las ofensas del resto le resbalaran.

Y que pudiera asumir el placer y jugar en esa línea delgada era, al fin y al cabo, algo que envidiaba. Que pudiera disfrutar de una parte sexual en la que estuviera incluido un tío no le afectaba de cara a los demás. Ni de cara a su heterosexualidad.

-       Sí alguna vez me como un rabo y me gusta te lo diré, por el momento no tengo intención de probarlo, gracias – añadió

-       No pretendía ofenderte, lo siento – le dije contestando a su anterior speech . Le ofrecí mi mano. Me la aceptó y le atraje a mí para darle un abrazo – Es una situación que a veces me ralla.

-       A ver, es un puto juego entre tres tarados – dijo riéndose- Disfrútalo. Y en el momento que no nos mole paramos. Yo te dejo la pasta si te rajas – dijo golpeándome con el puño en el estomago mientras me sonreía y se apartaba.

-       Así que te haces el indignado por follar el culo de tu chica, y ahora me dices qué disfruté – pregunté vacilándole

-       Joder, sabes cómo es tu cuñada, he puto perdido esta apuesta, coño. Las pijas me la ponen demasiado dura – dijo mirando por la puerta a nuestras chicas- pero estoy jodido. La novia de Diego tendrá el ojal hecho a su rabo.

-       ¿Así que, competición entre tu y yo? No jodas- reí

-       Eso parece, pero cerremos bien la apuesta que igual hasta volvemos a superarle – terminó diciendo mientras me hacía un signo para que sacáramos el cordero.

Pero en el fondo en esta apuesta, aunque no lo confesé, yo tenía un as en la manga.

Volvimos a la mesa.

-       Qué pasa, ¿se os ha escapado el corder? – dijo la novia de Guille socarrona.

-       JA, JA, JA, qué graciosa – contestó su novio imitando su timbre de voz.

-       Idiota – contestó ella riéndo.

Empezamos con el animal mientras hablábamos de nuevo de la beca que había conseguido, y de varias cosas sin mucho interés: Qué ropa se iba a comprar para recogerlo, cuándo debía pasar por la peluquería y no sé qué más. Yo dejé de escucharlas. Y Guille también, pues disimuladamente concretamos la apuesta con Diego.

Mi mensaje: ¿y cómo mierdas vamos a demostrar eso?

Mi mensaje: llámame loco, pero igual tenerte en la habitación a ver si le follo el culo a mi novia es poco discreto

Mensaje de Diego: No hace falta, no quiero que tu novia quiera que me una (emoticono de brazo)

Mensaje de Diego: con una foto bastará

Mensaje de Guille: muy discreto también…. Enserio, ¿no se te ha ocurrido otra cosa que esto?

Mensaje de Guille: estás zumbado

Mensaje de Diego: ¡joder! Es fácil coño

Mensaje de Diego: la pones a cuatro patas y cuando tengas la polla dentro foto a tu polla dentro de su culo. Fin

Mi mensaje: ¿Estarás de coña no?

Mensaje de Diego: ¿qué pasa? ¿El culo de tu novia tiene derechos de autor?

Mi mensaje: se te va la olla

Mensaje de Guille: ¿y cómo compruebas que no es una foto pillada de internet?

Mensaje de Guille: tu idea hace aguas. ¿Tendrás que asegurarte de que somos nosotros no?

Mi mensaje: se os va la olla, defnitivamente. A los dos.

Mensaje de Diego: eso es fácil, con una mano sacas la foto con la otro haces el gesto que digamos

Mensaje de Diego: poner dos dedos, levantar tres, apretar bien el culo de tu chavala… cualquier cosa que nos identifique.

La conversación duró un poco más, pero a partir de ahí solo me dediqué a hacerles creer que mis negativas iban en relación con poder perder la apuesta, pero a ver, realmente una foto de una polla y un culo no implicaba riesgo ninguno. Solo intentaba esconder mi as en la manga: no iba a ser la primera vez que me follara el culo de mi chica.

Lo que sí propusimos es que la prenda, o el pago de la apuesta, se hiciera por adelantado. Para que todos supiéramos previamente qué implicaba perder.

Mensaje de Diego: estoy de acuerdo, pero empezamos con esa regla en la siguiente.

Mensaje de Guille: ¿eso es que ya tienes pensada la prenda?

Mensaje de Diego: (emoticono del diablo morado riendo)

Como la norma de que, quien perdiera la apuesta anterior propusiera la prenda no se tocó, Diego era el encargado de decidir qué iba a hacer el perdedor. Y me volví a alegrar, muy mucho, de que fuera follar el culo a mi novia. Muy mal se tenía que dar la cosa para que no ganara… lo único que no tenía seguro es si la de Diego ya lo habría probado. Pero me daba en la nariz, que por el poco tiempo que llevaban, no se habría atrevido a pedírselo. Pero no las tenía todas conmigo.

Mientras estábamos en el postre, una tarta de queso también echa por encargo, ultimamos las reglas de la apuesta. Eran las siguientes: follar el culo a nuestras novias, al menos debía estar medio rabo dentro, debíamos sacar una foto de la polla dentro del culo con un signo representativo; levantar el dedo medio junto a la penetración, lo que se conoce como una peineta, vamos. Quien lo hiciera en último lugar perdía. Para saber eso, debíamos mandar la foto al grupo. Los dos primero que mandaran la foto ganaban. Aunque eso, con la prenda, no fue completamente verdad y otro, tuvo que pringar también.

Pero eso os lo dejo para más adelante.

Puestas las reglas terminamos de cenar y nos pusimos a jugar al scattergoris. La verdad es que yo no soy nada de juegos de mesa, pero para intentar distraerme no me vino nada mal.

Cuando las chicas se fueron a preparar unas copas a la cocina, Guille me pidió si se podía quedar a domir.

-       Joder, es que si esta se va a casa de sus padres y yo a la mía, hasta dentro de dos días no voy a poder follar, y paso de hacerlo en el coche, tío – me dijo casi suplicando.

-       ¿Y pretendes follarte a su hermana en su casa? – dije haciendo un signo referente a mi chica

-       Ni que se fuera a enterar – contestó raudo- además, dudo que tú no lo intentes también esta noche. Cuantas más oportunidades tengas, más posibilidades de premió – dijo sonriendo.

-       Vamos, ¿que pretendes que después de las copas nos vayamos a follárnoslas? Sabes que las dos habitaciones están muy cerca- no creo que a ellas les haga gracia oír cómo folla su otra hermana – dije intentando que no se quedara.

No solo porque no quisiera que tuviera esa oportunidad esta noche de adelantarme, a pesar de que tenía casi seguro que no iba a poder follarle el culo a su chica, sino porque tenerlo al lado follando podría distraer mi intento. Mi chica a veces se dejaba, pero no era una cosa común, y estando su hermana al lado podría complicar las cosas.

-       Cuñi, ¿qué te parece si nos quedamos a domir¿ – dijo Guille poniendo cara de ángel a mi chica –no quiero llevarla a casa con eso– dijo señalando a las copas que traían en las manos.

Lo miré fulminante con un cabeceo que podía ser un “eres un puto cabrón”

-       Ay sí, porfa, que a sí podemos beber un poco más – dijo la chica de Guille acariciando la cara de su novio tras dejarle la copa en la mesa.

-       Claro. Sin problema, ¿verdad? - contentó mi chica sin esperar que le contradijera

-       Claro – dije yo intentando ocultar mi derrota.

Ante la cara de niño bueno de Guille pocas se resistían, y mi chica le tenía un especial cariño. El cabrón siempre conseguía lo que quería. Me miró con un gesto socarrón.

Bebimos, comimos algo más de tarta, y jugamos hasta la madrugada. Sobre las 3 de la mañana a mi chica se le cerraban los ojos y decidimos irnos a la cama.

-       Sí, habrá que intentar descansar – dijo Guille haciendo un gesto de meter repetidamente uno de los dedos de su mano derecha dentro del circulo formado por otros dos dedos de la izquierda. El gesto solo lo podía ver yo. Lo ignoré.

Si pretendía conseguir que mi chica me dejara follarle el culito, teniendo a su hermana y su cuñado, ambos más pijos que salir de la ducha para mear, lo iba a tener complicado. Así que había que ser muy muy cariñoso.

Entré en la habitación antes que ella y cogí el bóxer blanco que más le gustaba. Me vestí con una sudadera de cremallera abierta dejándola por la mitad y mostrando solo parte de mis pectorales, me puse unos pantalones gris anchos que le encantaban y me peiné un poco. Un poco de desodorante que le excitaba y me puse de espaldas a la ventana de enfrente de la puerta para mirarla fijamente cuando entrara. Cada uno tiene sus trucos…

Cuando mi chica abrió la puerta y me vio apoyado en frente, con cara de seductor y postura de machito que necesita a su nena, cerró la puerta rápido para que no me pudieran ver desde fuera. Su hermana aún rondaba por la sala.

-       Cari no seas malo – dijo ella sabiendo lo que quería.

Le hice un gesto con el dedo para que se acercara sin dejar de mirarla fijamente a los ojos mientras me mordía el labio inferior.

-       Está mi hermana en la habitación de al lado – dijo caminando hacia mi

Estiré la mano, cogí la suya y la empuje hacia mi. Perdió el equilibrio y se apoyó en mi pecho. Con un dedo acaricié su boca.

De normal no me implicaba tanto para follar, más que en eventos especiales, tengo que decir, pero era mi única baza para no perder. Bueno, y que quería follarla, para que mentir jaja

-       Está el baño en mitad, prometo que no te dejaré gemir alto – dije besándola en la boca sin dejar que respondiera.

Noté su lengua húmeda buscando la mía. Cuando quería algo de ella más que sexo tradicional siempre dejaba que ella intentara buscarme a mí, que diera los pasos que yo quería dar. El sexo era, por ser sincero, el único lugar donde yo sabía manipularla para conseguir lo que quería. En el resto de las cosas, no puedo decir lo mismo. Mujeres.

Pero la partida había empezado, llevé sus manos a la cremallera de mi sudadera mientras escondía mi lengua para que ella la necesitara más. Apartó un poco sus manos hacia mis hombros. Agarré su cuello con una mano y empujé suave su cara separándola de mis labios.

La miré con una sonrisa casi sutil pero que percibió al devolvérmela con una suya. Y centré mi mirada en sus ojos. Sabia cuál era el mensaje: “Eres tú quien tienes que bajarme la cremallera”. Se mordió el labio inferior y acercó de nuevo su mano bajando lentamente la prenda hasta dividirla en dos. No dejaba de mirarme y la volví a besar mientras soltaba el sistema inferior. Cuando lo consiguió empezó a dirigir su mirada hacia mi abdomen y aproveché para girarla sobre si misma y ponerla de espaldas a mi. Esos pequeños detalles, privarla de algo que quiere mirar, besar o tocar, es el secreto mejor guardado de una mujer en la cama. Hazlo, hazlo bien, y podrás follarle el culo toda la noche hasta q tú decidas cuándo te corres. Dáselo todo de golpe y terminarás haciéndote una paja en el baño. Solo.

Desplacé su pelo hacia su hombre izquierdo y empecé a besarle el cuello.

-       Amor… ahhhh… de verdad que…. Por fa… - intentaba decir mientras se dejaba llevar por su piel de gallina.

-       Tssssss – contesté a su oreja antes de morderla suavemente – No pienses.

Bajé las manos hasta localizar el final del vestido negro que llevaba puesto y lo elevé por encima de su cuerpo hasta que sus brazos volvieron a caer desnudos hacia su cintura. Giré su cara hacia mi, y besé la comisura de sus labios rojos, impidiéndole que me besara completamente. El bulto de mi pantalón empezaba a crecer muy rápido al notar sus glúteos en mi entrepierna, y al ver, desde el espejo lateral, parte de su pecho izquierdo. Apreté un poco mi paquete contra su glúteo. “Esto es lo que va a haber hoy” pensé. Y eso me la terminó de poner dura. Notaba mi rabo tenso, tirante. Ella lo notó e intentó girarse. Sabía que quería rozar el bulto con sus manos. Es una cosa que le encanta, pero privárselo un poco más aumentaría su deseo de tenerlo. “Si fuera tan fácil todo” pensé.

Apreté sus tetas con mis manos atrayéndola hacia atrás y apreté mi rabo contra la parte alta de su culo. Bajé la mano derecha despacio por su vientre hasta localizar la goma de sus bragas. Resbalé mi mano por la parte delantera de su entrepierna y recorrí la zona donde se escondía su coño. Apreté un poco hasta localizar el surco de sus labios y di un golpe suave con dos dedos que hizo que se venciera un poco hacia adelante, pero no dejé que mucho. Aparté las manos de su cuerpo y me quité la sudadera. La lancé delante de ella, al suelo. Agarré su cintura y la empujé un paso hacia delante, pero sujetando sus hombros firmes para que no se girara. Me bajé los pantalones primero con las manos, hasta que cayeron a mis rodillas y de ahí con movimientos férreos de piernas me saqué el pantalón por completo desplazándolo con el pie derecho por la parte derecha de ella. Lo vio aparecer resbalando por el suelo hasta quedarse quieto junto a mi sudadera. El glande se me escapaba del bóxer blanco, lo metí dentro.

Agarré su muñeca derecha y la moví desplazando el resto de su cuerpo para que pudiera darse la vuelta. Me miró a los ojos y la besé dejando, ahora sí, que alcanzara rápido mi lengua. La agarré de la cintura y con un movimiento seco la impulsé para arriba, sus piernas se abrieron y traje su abdomen hacia mi cadera apoyando en el aire su cuerpo contra el mío. Mi polla se alojó entre su coño y su culo. La besé en el iré, mientras con unos movimientos de pelvis apretaba mi polla en su piel a través de sus bragas y mi bóxer.

-       ¿Lo quieres? – dije suave a su oído mientras se lo mordisqueaba

Después de un gemidito me dijo que sí con un movimiento de cabeza mientras volvía a morderse los labios.

-       Pídemelo – le dije mirándola a los ojos

Los cerró. No aguantó mi penetrante mirada.

-       La necesito dentro – dijo desplomando su cuerpo sobre el mío, haciendo que me pesara más, pero presionando aún mas fuerte su cuerpo contra mi polla

Entonces escuché unos gemidos muy suaves y una risa de la otra habitación. Intenté sacármelo de la cabeza. Y arrojé a mi chica a la cama boca arriba. Estiré de sus piernas para tumbarla completamente con la boca me acerqué a sus bragas azules. Mordí la goma y las retiré de sus piernas mientras ella se acomodaba. Lancé las bragas con mi boca al suelo. Me puse de pie y sin dejar de mirarla me bajé los bóxeres. El rabo completamente duro, con las venas marcadas que me caracterizan, salió despedida apuntándola. Me miró pidiéndola. Se la di.

Estuvo durante un rato comiéndome el rabo a placer, a cuatro sobre la cama. Deje hacer con mi polla lo que ella quisiera. Era ese pequeño premio obtenido por la paciencia de no girarse. Me encanta verla disfrutar, pocas lo hacen comiendo una polla. Mientras lo hacía pude escuchar más gemidos, entrecortados en la otra habitación. Y en la cabeza la imagen del paquete de Guille a través del cristal, allá en las instalaciones del campo de pádel, la imagen nítida se iluminó en mi mente.

“Que mierdas haces” me dije borrando aquello. La polla se me bajó un poco a pesar de la masturbación oral que me estaban haciendo. Ella lo notó y contrarrestó con una masturbación más intensa de mano. Y me miró a ver si lo estaba haciendo bien. Agarré de su melena y desplace su cabeza metiendo mi polla en su boca. Volví a notar su saliva lubricando mi glande, ansiosa de hacerlo bien. Le empujé un poquito más para que tragara uno pocos centímetros más. Lo hico bien, pero su respiración aumentaba. Algunos golpes del cabecero me sacaron de ese placer. No era del nuestro. Me incliné hacia delante no solo para meter algunos centímetros más en su boca sino para alcanzar, espalda a trasvés, su culito y deslizar un dedo por el. Noté el bulto y apreté un poco más hasta encontrar su agujero. Ella retiró mi mano con la suya. Esperé unos segundos y saqué mi polla de su boca, la tumbé boca debajo de nuevo y la besé poniéndome encima. Me giré con ella para cambiar de posición y que ella estuviera arriba, me agarró el rabo, quería comerlo un poco más. Le miré a los ojos y lo hizo. Se deslizó encorvada para buscar mi rabo de nuevo con su boca. Y volví a buscar su culito con mi dedo, esta vez no tanteé y le metí la punta del dedo en el culo. Ella gimió y cortó el gemido quitándome el dedo de nuevo. A los dos segundos volví a separarla de mi polla. Lo hice amable, como si fuera algo q nada tenía que ver con que me apartara el dedo de su culo. Pero si somos animales es porque, en parte, el conductismo es completamente eficaz. Inconscientemente cada vez que me retiraba el dedo del su culo, se quedaba sin polla.

Una vez más, y con mi polla casi completa en su boca, metí el dedo enterito haciéndola gemir fuerte, como para que nos escucharan. No nos dimos cuenta de lo fuere que fue. Pero eso ya estaba listo. Volví a traerla a mi boca, la bese, le acaricié y le coloqué a cuatro patas al borde de la cama. Me puse de pie en el suelo y jugué con mi lengua en su culo un rato.

Fui a la mesilla con la intención de coger el lubricante y aproveché y pillé el móvil sin que se diera cuenta. Lo guarde debajo de la colcha, en la punta de la cama.

Debía estar preparado, porque si me pillaba…

Acerqué mi glande rojo y húmedo a su culito y apreté su agujero sin presionarla dentro. Empezó a gemir un poquito. Apartaba el culo, pero lo sujeté con mis manos, apreté un poco más la polla y dos centímetros de glande entraron presionando y abriendo las paredes anales de mi chica que subió el tono de su gemido. Había un poco de dolor, pero pasaba de usar lubricante, nunca me había gustado usarlo. Demasiado pringoso. La saliva era más efectiva. Dejé caer dos buenos lapos llenos de espuma en la punta de mi polla. Cayeron en dos gotas blancas, largas y continuas, que estallaron y se esparcieron lo ancho de mi punta. Apreté y metí un poco más para lubricarlo con mi saliva. Volvió a gemir y me miró con cara de chica mala. Cogí mi bóxer, pude alcanzarlo estirándome un poquito, y se lo metí en la boca. La abrió bien para que entrara la mitad. La imagen suya con mi bóxer con algo de precum en su boca y, emitiendo gemidos ahogados de 100% algodón, me la ponían demasiado dura…. Pero la escusa era:

-       Así no te oirían, amor- dije a su oído apretando un poco más mi rabo dentro, al acercarme a su cara.

Gimió como un gato herido y apoyó su frente en la almohada. Era el momento. Saqué la cámara, la puse sin sonido – casi la cago- y asegurándome que no soltara el flas, metí un poco más mi polla y saqué una foto.

Borrosa.

Volví a hacerlo rápido. En ese momento no podía asegurar que hubiera salido del todo bien, pero me iba a pillar, así que lo deje a la suerte. Coloqué el móvil debajo de la colcha y me centré ya en ella.

Empecé a follarla despacio e ir aumentando el ritmo con golpes de mis cojones en su culo. Cada vez que la metía entera ella gemía y me miraba. Pero no quería que parara. Y yo tampoco quería parar. Sus gemidos empezaron a mezclarse con leves sonidos de otros gemidos. Los de su hermana. Y a veces los de él. Al parecer le estaba dando bien. Esperaba que no por el culo. Su chica gemía más entrecortada que la mía, y pensé que Guille le estaría dando mucha caña, la suficiente como para que no le saliera la voz de continuo. Pensé en el carácter de Guille, seguro de si mismo, embaucador. Y sin poder evitarlo me vino la imagen de su rabo en el vaso de plástico, pero el vaso de plástico se convirtió en milésimas de segundos en un coño, y el sudor de la follada de rabo de Guille provocaba una lista infinita de gotas de sudor entre su rabo y un coño que no sé de quien era.

“Para” me grité desde dentro. Mi polla iba a mil, yo iba a mil, el culo de mi chica rebotaba a mil, y Guille le debía estar follando a mil.  Me vino a la cabeza su frase de hace horas:

“A ver, es un puto juego entre tres tarados. Disfrútalo. Y en el momento que no nos mole paramos”. No podía parar, ni el juego ni la follada de culo. Ambas me molaban. Al menos disfrutaba bastante.

-       Dios mío, me corro – dije sacando el rabo y apretando fuerte para que la corrida aguantara dentro y solo saliera donde nos gustaba.

Ella se tumbo rápido boca arriba, me puse encima, la abracé con un una mano, la empecé a besar y antes de sujetar la polla con la otra mano, un chorro de leche muy caliente y líquida salió disparado de mi rabo en dirección a sus tetas, atravesando el obligo, solo manchado por algunas gotas de corto alcance. La mayor parte chocó con sus pechos, la parte más avanzada llego a su cuello. Me reí por la presión y de la tensión. Ella también. Me besó y caímos rendidos en la cama.

-       Hace mucho que no disfrutaba tanto – me dijo aprontándose a mi.

Esa frase reboto en mi mente durante mucho tiempo. El primer síntoma agridulce.

El segundo momento agridulce vino cuando Diego propuso la prenda. ¡Hijo de puta!...