¡Apuesta tu Cerebro!
Un nuevo concurso de televisión donde tres bellas e inteligentes mujeres tienen la oportunidad de ganar diez millones de dólares o...
Relato original de MrGrey aparacido en la página Erotic Mind Control con el título "You bet your brain". Espero disfruteis de él.
¿Alguien sabe qué hora es?
¡APUESTA TU CEREBRO! – un rugido de aplausos resonó a través del plató de televisión mientras dos focos de luz daban vueltas por el escenario hasta que acabaron centrándose en un hombre, de aspecto petulante, con una enorme sonrisa y el cabello perfectamente acondicionado, que avanzaba hasta el público.
¡Eso es! ¡Bienvenidos a “Apuesta tu Cerebro”! – gritó Jeff Jeffery, que así se llamaba el hombre, a la rugiente multitud. – ¡El programa concurso donde las participantes pueden convertirse en las afortunadas propietarias de diez millones de dólares o en un juguete sexual sin cerebro! Ahora, presentemos a nuestras tres concursantes de hoy.
La cámara giró centrándose en una mujer morena vestida de rojo.
- Hola, mi nombre es Sara Green y tengo un coeficiente intelectual de 146. – dijo alegremente a la cámara. Parecía estar dejando ya la treintena. – Soy madre de tres hijos, llevo doce años casada y trabajo como profesora universitaria de psicología.
El público aplaudió y la cámara salto hacia la segunda concursante.
- Soy Dana Richards y mi coeficiente intelectual es de 142. – dijo la mujer pelirroja con acento sureño. Esta parecía rondar los veinticinco años. – Actualmente soy estudiante de biología y me gustaría ingresar en la facultad de medicina para convertirme en cirujana.
La cámara saltó a la tercera y última participante.
Me llamo Mia Wong y mi coeficiente intelectual es de 157. – declaró con orgullo la pequeña mujer oriental que rondaba la treintena. – Soy abogada en Chicago.
Bueno, ahora que ya hemos conocido a nuestras preciosas concursantes, - dijo Jeff con la cámara de nuevo centrada sobre él – recordemos la mecánica de nuestro concurso.
El presentador enseñó sus deslumbrantes dientes blancos mientras se acercaba hasta el público.
- Estas tres damas deberán competir entre sí en una gran variedad de pruebas sexuales. En cada ronda, cada una de ellas ganará un determinado número de puntos. La concursante que saque más puntos tras cada ronda decidirá a cuál de sus compañeras envía a… -el presentador hizo un teatral gesto con la mano y una cortina se levantó dejando a la vista una silla parecida a una silla eléctrica. – “La Silla”.
La multitud rugió y aplaudió. La silla era de madera de roble maciza y estaba provista de fuertes correas para sujetar tobillos y muñecas. Un siniestro casco pendía sobre ella.
Las tres concursantes se estremecieron al verla.
- Esta silla es una obra de arte frie-cerebros creada por las brillantes mentes científicas de Fuckbunnies Inc . Está diseñada para convertir la mente de la mujer más inteligente en una inútil balbuceante al tiempo que incrementa su libido a la de una conejita caliente. Cualquiera de nuestras “afortunadas” chicas que lleguen a sentarse en ella, verán disminuido su coeficiente intelectual tantos puntos como puntos de juego haya conseguido la ganadora de cada ronda.
Jeff se volvió ahora de espaldas al público.
- La primera de las concursantes cuyo coeficiente intelectual baje a menos de sesenta y nueve puntos, pasará a ser considerada una fuckbunny y será cedida a alguna persona afortunada de nuestra audiencia.
El público volvió a aplaudir.
Luego, las dos concursantes que queden, disputarán un “cara a cara”. Dejando a una millonaria y a la otra… ¡convertida en una fuckbunny descerebrada! – dijo el presentador volviéndose hacia las tres mujeres. – Entonces… ¿Estáis listas para jugar, chicas? ¿Apostáis vuestros cerebros?
¡Sí! – gritaron las tres mujeres a la vez mientras los focos comenzaban a girar sobre el plató mientras la música comenzaba a sonar. Las tres mujeres parecían nerviosas.
La primera prueba
- Muy bien, la primera prueba será… - dijo Jeff haciendo una pausa efectista mientras sonreía mirando a la cámara - ¡Sexo Telefónico Loco!
El público volvió a aplaudir de nuevo. Esta era una prueba muy popular. Jeff explicó las reglas.
- El objetivo de esta prueba es lograr obtener el mayor número de puntos posibles de nuestros jueces, – los focos mostraron a tres hombres de mediana edad que estaban situados fuera del escenario. – ¡usando vuestra sucia imaginación para excitarlos!
El presentador recalcó con énfasis sus últimas palabras.
- Sara… empiezas tú.
La mujer, nerviosa, se acercó al teléfono colocado en un pedestal en el centro del plató. Con mano temblorosa lo descolgó para escuchar una voz profunda y anónima que le preguntaba:
- ¿Qué llevas puesto ahora?
Nerviosa, sus palabras se aturrullaban en su boca.
Ummm… ¿Sólo un tanga? – contestó mirando a los jueces tratando de ver sus reacciones.
Jueces – preguntó Jeff. - ¿Cuántos puntos obtiene esta preciosa señora? Recordemos que el máximo es de siete puntos.
El primer juez le dio un cinco, el segundo un tres y el tercero un seis.
- ¡Wow…! Catorce puntos… No está nada mal. Ahora, Dana, es tu turno.
Dana se acercó al mismo teléfono y descolgó para escuchar lo que le preguntaba la misma voz.
- ¿En qué piensas en este momento?
Ella se tomo un instante para pensar su respuesta.
- ¡En tomar tu pene con mi boca y chuparlo!
La multitud se sobrecogió ante esta respuesta. Jeff parecía inseguro al pedir la puntuación a los jueces. El primero le dio un dos, el segundo un tres y el tercero ningún punto.
- ¡Ohhhh…! No es muy buena puntuación, Dana. – dijo Jeff sin dejar de sonreír. – Deberías usar palabras algo más sucias de las que has empleado.
Bajando la cabeza, Dana regresó al fondo del escenario.
Mia, parece que tú eres la última. – dijo Jeff sosteniendo el auricular del teléfono mientras la mujer se acercaba a él. Ella lo cogió de su mano y se preparó a escuchar la pregunta.
¿Qué estás haciendo ahora?
Ella se paró a pensar un momento tras el cual dijo con una sonrisa:
- Estoy desnuda en el suelo, con los dedos en mi coñito, ¡corriéndome al escuchar tu voz tan sexy!
La multitud estalló en aplausos.
- ¡Wow…! ¡Gran respuesta! ¿Jueces?
El primer juez le dio un siete, el segundo un seis y el tercero otro siete.
- ¡Wow…! Una puntuación casi perfecta. ¡Veinte puntos! – las tres mujeres se encontraban una al lado de la otra, junto a Jeff – Por lo tanto, Mia, parece que eres nuestra primera ganadora. Bueno, ¿y a quien eliges?
Mia, muy segura de si misma, contesto.
- Bueno, Sara es la que tiene el coeficiente intelectual más alto, después del mío, naturalmente, Así que la elijo a ella.
A Sara se le cayó el mundo a los pies. Jeff la tomó de la mano y la llevó hasta “La Silla”.
No es un buen comienzo, Sara. – le dijo.
No estoy de acuerdo, Jeff. – contestó con aplomo. – tan solo son veinte puntos. Con un coeficiente de 126 todavía puedo conseguir los diez millones.
La multitud lanzó un sonoro “Ooooooo…” ante la confianza que exhibía la mujer.
- Bueno, parece que aquí tenemos a una excelente competidora. Y eso es lo que nos gusta aquí, en… ¡“Apuesto mi cerebro”!
Más aplausos.
- Ahora, Sara, toma asiento.
Sara tomó su lugar en “La Silla”. Dos fortachones vinieron desde fuera del escenario y ajustaron el casco sobre su cabeza. A continuación le sujetaron los brazos y las piernas con las correas. Jeff se acercó a la pared donde estaba el interruptor gigante que accionaba la silla y miró a la multitud.
- Ok, vamos todos, a la de tres… - dijo y el público se unió a él en el conteo. También lo hicieron dana y Mia. – Uno… Dos… ¡Tres!
Tiró del interruptor hacia abajo y un fuerte zumbido recorrió el estudio. Todas las luces se apagaron a excepción del foco que iluminaba a Sara. Los ojos de la mujer se cerraron y comenzó a agitarse levemente en la silla. Una pantalla LCD situada sobre su cabeza mostraba como su coeficiente intelectual iba disminuyendo desde 146 a 126. Una vez alcanzado ese número, las luces volvieron a encenderse y Sara abrió los ojos. Los dos hombres volvieron y la soltaron.
Jeff la ayudó a incorporarse.
- ¿Cómo te sientes, Sara?
Era evidente que se encontraba algo aturdida.
Oh… ummm… bien, supongo… Me siento un poco rara… y un poquito “caliente”.
Bueno, te acabas de hacer un poquito más tonta, Sara. Por supuesto que te sientes extraña. – la multitud rió al ver como Jeff sonreía de nuevo.
Sara esbozó una débil sonrisa también y volvió a su sitio al fondo del escenario.
La segunda prueba
Y como segundo desafío… “ La PeleaOral ”. – La multitud estalló en aplausos.
Tres afortunados integrantes de nuestro querido público serán elegidos al azar para recibir algunas “atenciones” orales por parte de nuestras tres concursantes. ¡La primera que logre llevar a su nuevo amigo al orgasmo obtendrá treinta puntos!
Una atractiva azafata del programa enfundada en traje de baño salió al escenario acompañada por una lluvia de silbidos y aplausos. Llevaba con ella un bombo con decenas de pequeñas bolitas numeradas en su interior. Hizo girar el bombo con fuerza haciendo que las bolitas rebotasen en su interior. Accionando un pequeño dispositivo en la parte inferior del bombo, sacó la primera de las bolas afortunadas.
- Treinta y cinco. – anunció.
Un joven se levanto de entre el público y bajó a saltos la escalera hacia el escenario.
El siguiente número afortunado correspondió a una mujer, que se levantó con gracia y bajó también hacia el escenario. Por último, un hombre que rozaba la cuarentena, ocupó su puesto en el escenario.
Bien, Sara. Te toca atender a… - dijo Jeff tendiendo el micrófono hacia el primero de los afortunados.
Uh… Mike, señor. ¡Los Knicks lo petan, baby! – dijo el joven dejando escapar un fuerte grito y levantando la mano a modo de gesto triunfal, señalando a sus amigos en el público.
¡Qué carácter…! – dijo Jeff riéndose. – Y Dana atenderá a…
Kathleen. – contestó la mujer seleccionada sonriéndole a Dana y acompañando el gesto con un guiño de ojos.
¡Oooohhhh…! No voy a perderme esto por nada del mundo… - el público acompañó el comentario de Jeff con risas. – Y a Mia le toca atenderle a usted. ¿Cuál es su nombre, señor?
Me llamo… eh… William. – contestó el hombre sonriendo como, probablemente, lo hacía otras cien veces al día en sus reuniones de trabajo y saludó a la multitud.
Tres auxiliares trajeron al escenario tres sillas que colocaron detrás de los tres afortunados miembros del público. Los dos hombres se bajaron los pantalones y Kathleen se levantó la falda y tiró hacia debajo de sus bragas. Luego los tres se sentaron en sus correspondientes sillas.
- ¿Están preparadas nuestras concursantes? – las tres mujeres miraron fijamente a su anfitrión. - ¡De rodillas!
Ellas obedecieron la orden y miraron al conductor del programa esperando instrucciones. Jeff les devolvió la mirada.
- Está bien, señoras. Al oír la señal, usando solo la boca, ¡hagan que esta buena gente se corra!
BUZZZZZZZ.
Las tres cabezas se pusieron a trabajar. Mia y Sara rápidamente se dedicaron a estimular esas pollas para conseguir que se endurecieran. Dana, sin embargo, comenzó a lamer el sexo de la mujer con suavidad. Cuando los miembros de Mike y William estuvieron bien erguidos, Sara y Mia los engulleron y comenzaron a mover la cabeza sobre ellos como si su vida dependiese de ello. Mientras tanto, Dana pasaba arriba y abajo la lengua por el sexo de Kathleen prestando especial atención a su clítoris. Kathleen sonreía a la cámara mientras le comían el coño ante las cámaras, ante millones de personas.
Pasados unos cinco minutos, Mike gimió y se agarró con fuerza a los lados de la silla. Sara mantuvo la polla del hombre dentro de su boca hasta que este acabó de correrse. Luego se volvió hacia la cámara y abrió la boca para mostrar… ¡Nada!
- Esa si que ha sido una buena faena. – dijo Jeff volviendo a sonreír. Entonces, Sara, ¿quién de tus compañeras va a ir a “La Silla”?
Sara se apresuró a responder.
- ¡Mia, por supuesto! Es la que tiene el coeficiente intelectual más alto, pero ahora vamos a igualar las cosas y se pondrá a mi nivel.
Jeff se volvió hacia la cámara.
- Uyyyy… eso ha sonado como si se hubiese producido alguna rencilla en el juego…
El público rió de su ingenio.
Mia fue llevada a “La Silla”y se repitió el mismo proceso que antes había soportado Sara. En la pantalla se apreciaba como su coeficiente bajaba de 157 a 127, un cambio dramático. Pasado el proceso, Mia fue liberada de la silla y regresó junto a sus compañeras a trompicones. Se frotaba la cabeza y tenía los pezones claramente duros.
No me ha gustado mucho. – comentó.
Bueno, a nadie le gusta, Mia. – le respondió Jeff. – Por eso llamamos al programa… ¡”Apuesta tu Cerebro”!
La tercera prueba
- Bien, señoras, tiempo ahora de nuestra próxima prueba… ¡”Exhibición por Diversión! – todo el público aplaudió ansioso por que empezara ya la prueba. – En esta prueba, tendréis que exhibiros ante un hombre en la calle, fuera de nuestro estudio, y les puntuaremos según la reacción de los mismos.
Jeff llevó a las mujeres tras el escenario para que se desnudasen. Una vez desnudas, cada una se puso una gran gabardina. Mientras eran llevadas de nuevo al escenario, las tres concursantes intercambiaron entre ellas miradas de odio.
- ¿Lista, Sara? Eres la primera. Solo tienes que dirigirte al guarda de seguridad y el te guiará fuera.
De mala gana, Sara siguió al guarda hasta la puerta de salida del plató. En el estudio, un enorme monitor de televisión descendió del techo para permitir a los espectadores ver que sucedía fuera. Tras unos instantes, la imagen de Sara en la ciudad apareció en el monitor. Multitud de personas pasaban por delante de ella, vestida solamente con su gabardina. Jeff se dirigió en voz baja al público.
- Recuerden que será puntuada en función de la reacción que tenga su víctima elegida. Así que ella va a tener que usar su cerebro para encontrar una buena víctima que responda bien a su desnudez pública.
Sara parecía ansiosa de acabar de una vez con la prueba. Divisó entonces a un anciano de pelo gris que avanzaba por la acera hacia ella. Rápidamente saltó delante de él y abrió su gabardina, revelando un buen par de tetas y un cuerpo perfecto a juego. El hombre, al principio, pareció sorprenderse, pero al percatarse de la cámara, se alejó riendo para sus adentros.
- ¡Condenados jóvenes…! – se le oyó mascullar.
Sara volvió de nuevo al estudio para recibir su puntuación.
- Jueces. – preguntó Jeff.
El primer juez le otorgó un tres, el segundo un cinco y el tercero un cuatro.
- Doce puntos, no está mal. – dijo el presentador.
Jeff se volvió hacia las tres mujeres.
- Dana, tu turno.
La segunda mujer salió del estudio al igual que antes había hecho Sara. Pronto su imagen apareció en el monitor. Se la veía muy segura en si misma mientras se dirigía hacia un grupo de jóvenes estudiantes universitarios. Dana se descubrió frente a ellos, que empezaron a aplaudir y reír entusiasmados.
- ¡Sííí… nena! ¡Enséñanoslo todo! – gritaron al unísono. Ella sonrío agradecida a los muchachos y regresó pavoneándose al estudio.
El público la vitoreó cuando entró en el estudio.
- ¡Muy bien hecho, Dana! Parece que te has convertido en una seria competidora en “Apuesta tu Cerebro”. – la animó Jeff. - ¿Jueces?
El primero de los miembros del jurado le otorgó un siete a la mujer, y los otros dos componentes le imitaron.
- ¡Wow…! ¡Una puntuación perfecta! – sonó una fanfarria y el público aplaudió con ganas. Dana sonreía triunfalmente. – Buen trabajo, Dana. Has conseguido veintiún puntos, que sumado al bono por puntuación completa, te dan un total de… ¡veinticinco puntos!
Dana, en un inequívoco gesto de triunfo, levantó los brazos y se reunió con sus contrincantes en el escenario.
- Bueno, Mia. Es tu turno. A ver qué tal lo haces.
Mia salió a la calle y se puso a seleccionar cuidadosamente a su víctima. Finalmente se decidió por un hombre de pelo oscuro y camisa negra. El hombre se detuvo en la calle para ver que deseaba la mujer, pero gritó horrorizado cuando la mujer abrió la gabardina. La sonrisa que Mia llevaba en la cara se borró rápidamente cuando se fijó mejor en su víctima. Un alzacuellos blanco asomaba por debajo del cuello de la negra camisa.
- ¡Oh, Mia! – se rió Jeff y el público se unió a él. - ¡Te acabas de exhibir ante un sacerdote! Esto te va a costar caro…
Mia entró al estudio terriblemente avergonzada.
- ¿Mostrarán los jueces alguna simpatía por Mia?
Los tres jueces no otorgaron ningún punto a la mujer.
- Parece que no… - dijo Jeff con una sonrisa. - ¡Dana! Parece que ha llegado tu turno de elegir… ¿A quién mandas a “La Silla”?
Dana miró detenidamente a sus oponentes antes de contestar.
- ¡Elijo a Mia!
La mujer elegida lanzó un suspiro de amargura.
- ¡Uffff… Mia…! La cosa no pinta nada bien para ti.
La mujer fue llevada a “La Silla”y convenientemente sujetada a la misma. Jeff accionó el interruptor y el público pudo ver como su coeficiente intelectual descendía hasta 102. Finalizado el proceso, la mujer abrió los ojos y miró aturdida a su alrededor.
- Bien, Mia. ¿Cómo te sientes?
La mujer se puso en pie y miro un poco más a su alrededor.
- Uhhhh… no sé… me siento… me siento… divertida…
La multitud rió ante la cada vez menor inteligencia de Mia.
No creo que puedas aguantar otra ronda, Mia. ¿Tú qué crees?
Ummmm… quizás… - hubo más risas entre el público. Sara y Dana también reían al ver lo tonta que parecía aquella mujer que había poseído un coeficiente intelectual superior al de ambas.
Vuelve junto a tus rivales, Mia. – dijo Jeff señalando hacia donde se encontraban Sara y Dana.
Mia lo miró confundida.
- Colócate de pie allí. – dijo el presentador lentamente.
Finalmente, la mujer captó la idea.
La cuarta prueba
- Atentos todos. Ahora, superar las pruebas va a resultar más difícil… - dijo el presentador con una sonrisa malévola. – La próxima prueba será… ¡ Justa de Putas ! En esta prueba, cada concursante ganará tantos puntos como dólares consiga prostituyéndose en la calle.
Los auxiliares llevaron a las mujeres al backstage donde se cambiarían vistiéndose con las ropas que una puta usaría en la calle. Cada una de ellas se vistió con diminutos tops, faldas cortísimas y botas de caña alta. Una vez vestidas, regresaron al escenario a mostrar su indumentaria. Silbidos, aplausos y alguna que otra obscenidad vinieron desde el público.
- Bien, señoras. Tienen diez minutos para recoger la mayor cantidad de dinero posible. Cualquier método que deseen será bueno siempre que sea rápido. Cuando escuchen el timbre… ¡A putear!
De nuevo, las tres mujeres fueron llevadas a la calle, con tres cámaras siguiendo a cada una. La pantalla de televisión en el estudio estaba dividida para no perder detalle de cada una de ellas. Las tres se alinearon esperando la señal. Cuando la oyeron, salieron disparadas alejándose unas de otras encaminándose hacia aquellos hombres que, a su juicio, necesitaban un poco de compañía.
Sara está decidida a jugar fuerte. Para un coche y le pregunta al conductor si le gustaría follar por cincuenta dólares. El hombre acepta y la deja entrar en el coche. La audiencia ve como el coche se aleja y estaciona en un callejón apartado.
Dana, más comedida, apostó hacer tantas mamadas como pudiese, a diez dólares cada una. Saltó de coche en coche, empleando alrededor de dos minutos y medio en cada trabajo.
En cuanto a Mia, esta permanecía de pie en una esquina, haciéndose con el dedo tirabuzones en el pelo. Al parecer, pensaba que iba ganando, porque los coches al pasar le tocaban el claxon y le gritaban obscenidades a medida que se pasaban a su lado. El problema era… ¡que se le había olvidado que tenía que atender a cualquiera de ellos!
Al fin, alguien paró el coche junto a ella.
- ¿Estás trabajando?
Mia se quedó unos instantes pensativa antes de contestar.
- No, sólo estoy jugando un juego.
El hombre pareció enojarse con la respuesta.
- ¿Eres una puta o no lo eres?
Finalmente Mia recordó el objetivo del juego y respondió con rapidez.
- ¡Oh! ¡Claro! Sí, soy una grandísima puta. ¿Quieres darme dinero por follar? – y subió al coche que, acelerando, se fue hacia el callejón.
Cuando el cronómetro señaló el final del tiempo, Sara había acabado de follarse a su cliente, pero no había tenido tiempo aun de recoger el dinero cuando el coche del hombre aceleró dejándola sola. A punto de llorar, solo pudo observar como el coche se alejaba a toda velocidad. Dana había logrado hacer cuarenta dólares y Mia había obtenido tres dólares, aunque parecía feliz con ellos.
Todas entraron en el estudio. Sara estaba claramente disgustada. Dana se sentía bien, pero tenía un poco de miedo por si las otras chicas lo hubieran hecho mejor que ella. Mia se sentía muy bien, agarrando con una mano los tres dólares, con el pelo hecho un desastre y la falda, aun sin colocar, dejando ver su culo.
- Muy bien, señoras. Veamos como ha ido la prueba. – dijo Jeff felizmente.
En la pantalla gigante apareció un primer plano de la cara de Sara, pegada a la ventanilla del coche de su cliente, mientras el desconocido la follaba desde atrás al estilo perro.
- Sara tuvo un comienzo muy prometedor y… ¡estuvo a punto de ganar cincuenta dólares! – Dana y Mia jadearon horrorizadas. – Pero…
A continuación en la pantalla aparecieron imágenes del coche alejándose chirriando ruedas dejando a Sara en la estacada.
- Pero entonces los perdiste. Recuerda que solamente obtienes puntos por el dinero que traes al estudio. Lo sentimos, Sara, pero no obtienes ningún punto. Veamos que tal le ha ido a Dana.
A continuación aparecieron en la pantalla imágenes de Dana subiendo y bajando su cabeza en cuatro coches diferentes para deleite de los espectadores.
- ¡Wow! ¡Cuarenta dólares! No esta nada mal, Dana.
El público aplaudió al ver que Dana, una vez más, fortalecía su posición. Jeff sonrió para sus adentros.
Y ahora… Mia. – el publico rió. – Mia, que ha obtenido tres dólares.
¡Síppp…! ¡Gané! ¡Gané! – empezó a celebrar la mujer.
Más risas.
- Lo siento, Mia, pero creo que los cuarenta de Dana son un poco más que tus tres dólares. ¡Así que parece que Dana gana de nuevo! Dinnos, Dana, ¿Quién va a visitar esta vez “La Silla”?
Dana levantó la cabeza y señaló con ella a Mia.
- ¡Creo que es el momento de deshacerse de Mia, Jeff!
Mia no parecía entender.
- ¿Eh?
Jeff tomo a Mia de la mano.
Es una lástima, Mia. Fuiste una gran concursante en “¡Apuesta tu Cerebro!” , pero has perdido. – dijo comenzando a llevarla hacia “La Silla”.
¿Q… qué…? ¡No… no…! ¡Yo no puedo perder…! ¡Yo no quiero ser una tonta fuckbunny !
No tienes de que preocuparte, Mia. Dentro de unos momentos no te sentirás tan mal. – dijo soltando la mano de la mujer mientras los dos gorilas luchaban con ella para sujetarla a la silla. Mia pateaba y gritaba mientras ajustaban el casco a su cabeza.
Su coeficiente intelectual, ahora de 102, apareció en una pantalla sobre su cabeza instantes antes de que Jeff accionara el interruptor que activaba la máquina. El público vitoreaba mientras veían como disminuía el coeficiente de la mujer. Esta empezó a sentirse aturdida mientras se desvanecían sus gritos. Finalmente su coeficiente intelectual alcanzó el número sesenta y dos y Jeff apagó la máquina. Los hombres sacaron a Mia de la silla mientras esta comenzaba a reírse tontamente mientras miraba a su alrededor.
- ¡Ven aquí, Mia! – la llamó Jeff. Ella se acercó tambaleándose. - ¿Cómo te sientes?
Mia sonrió a la cámara.
Mia se siente mucho mejor ahora… ¡Estoy caliente!
Es bueno saber eso, Mia. Tu coeficiente intelectual se ha reducido de un impresionante 157 a un risible sesenta y dos. ¡Ahora ya eres oficialmente una fuckbunny ! - La multitud rugió entregada cuando Mia comenzó a palmotear alegremente. – Así que ahora, Mia, pasas a ser una fuckbunny propiedad de… ¡nuestro miembro del público que ocupa el asiento número sesenta y dos!
Rápidamente una mujer joven se levantó de su asiento.
- ¡Soy yo! ¡Soy yo! – dijo precipitándose escaleras abajo.
Jeff sonrió y enpujo a Mia hacia su nueva propietaria. La mujer pasó sus brazos alrededor de ella y le besó la mejilla.
¡Vamos a pasarlo tan bien juntas!
Eso… sí… bien con Mia. – dijo la fuckbunny con una risita tonta mientras se la llevaban, completamente ajena al hecho de que le habían arrebatado toda su vida.
El “cara a cara” final
Sara y Dana se encontraban frente a frente. Jeff se acercó a ellas.
- Muy bien, señoras. Ha llegado la hora del “cara a cara” en “¡Apuesta tu cerebro!”
El público guardó un expectante silencio mientras las luces del plató se atenuaban y una música marcial comenzaba a sonar.
- Repasemos como están nuestras concursantes. – dijo Jeff con una sonrisa volviéndose hacia Sara. – Sara, fuiste la primera concursante que visitó la silla y tu coeficiente ha pasado de 146 a 126. ¿Cómo te sientes?
La mujer sonrió confiada.
- Me siento muy bien, Jeff. ¡Estoy lista para ganar este juego!
El público respondió a las palabras de Sara con un gran aplauso.
Bueno, pareces muy optimista. Pero recuerda que tienes una competidora… – dijo volviéndose hacia la otra mujer. – Dana, que aun no ha visitado “La Silla”y con un coeficiente intelectual de 142. Dana, ¿cómo te sientes?
¡Mucho más inteligente que esa tonta que está de pie frente a mí! – El público lanzó un asombrado “Oooooo…” al escuchar como insultaba a Sara, que se le quedó mirando sin decir nada. - ¡Sin duda voy a ganar yo!
Bueno, parece que tenemos entre manos a dos concursantes muy seguras de sus posibilidades. Pero ahora, en el cara a cara, descubriremos quien es la ganadora de… “¡Apuesta tu Cerebro!”
Jeff regaló al público una amplia sonrisa.
- Ahora permítanme explicarles en que va a consistir el “cara a cara”. Señoras, cada una de ustedes se desnudará y procederán a continuación a lamerse la una a la otra. El “cara a cara” terminará cuando una de las dos alcance el orgasmo. – la multitud aplaudió entusiasmada. – Entonces sabremos cual de las dos se lleva los diez millones de dólares y cual se convierte en… ¡una fuckbunny !
Sara y Dana se miraron la una a la otra, asustadas ante la prueba que tenían que superar. Pero ambas estaban decididas a ganar. Iban a lamer tan rápido y tan fuerte como les fuera posible.
Bien, mis bellas damas, si ya están listas vayamos al... “¡cara a cara!” – la música volvió a sonar mientras un foco se centraba en cada una de las mujeres. Estas comenzaron a despojarse de sus ropas, sin quitar ojo de su adversaria. Finalmente, ambas quedaron desnudas en el centro del ring.
Bien, señoras. Deben permanecer en todo momento dentro del ring y, recuerden, solo pueden usar la lengua. – Jeff volvió a sonreír. - ¿Alguna pregunta? Cuando escuchen el timbre… ¡Pueden empezar!
¡¡¡BUZZZZZ!!!
Sara se abalanzó sobre Dana, tratando de tirarla contra el suelo. Dana aprovechó la momentánea desventaja en que el ataque había dejado a Sara, dejándole las piernas abiertas, para inmovilizar a Sara bajo ella. Dana lamió y chupó el clítoris de Sara, que al darse cuenta de que se estaba excitando, se retorció con rapidez apartando sus caderas de la boca de Dana.
En un instante, Sana se encontró de espaldas en el suelo con Dara encima suyo. Las dos mujeres abrazaban las piernas de su contrincante. Sus tetas rebotaban mientras trataban de alcanzar el coño de su oponente en un grotesco sesenta y nueve.
¡Estate quieta, perra! – gritó Sara.
¡Ni de coña, puta! – replicó Dana, lanzando su cabeza hacia la entrepierna de Sara., que bloqueo su acción cerrando con fuerza sus piernas. - ¡Maldita sea! ¡Deja de hacer eso!
De pronto, Sara se deshizo de Dana. Esta cayó al suelo con las piernas abiertas y Sara aprovechó la ocasión para colocarse entre ellas. Su cabeza se hundió en el coño de Dana, incapaz de defenderse.
- Noooo… ufff… para… - dijo tratando de alejar de ella la cabeza de su oponente sin conseguirlo. – Sara… no…
Sara se sintió ganadora, Dana estaba justo donde ella quería. Pero, de pronto, Dana recuperó el control y con un brusco movimiento, consiguió que Sara cayese sobre su estómago. Por un instante, el brazo de Sara salió fuera del ring, pero rápidamente lo volvió a meter dentro.
Sara se incorporó, quedando a cuatro patas, sorprendida al notar la lengua de su contrincante subiendo por sus muslos para luego apoderarse de su sexo. Inmóvil, permaneció en esa posición mientras Dana la lamía desde atrás para, momentos después, dejarse caer de nuevo. Dana tomó entonces ventaja de la debilidad de Sara y se colocó sobre su espalda, poniendo todas sus energías en lamer el coño de Sara.
El viaje que Sara había hecho a la silla había mermado mucho su autocontrol y ahora lo único que le angustiaba es que Dana dejase de lamerla.
Dana, a cuatro patas sobre su adversaria, se dedicaba con ahínco a mover su lengua en el sexo de Sara. Metía la lengua todo lo profundo que podía para luego sacarla y atender al clítoris de la otra mujer. Sara notaba se dejaba llevar y comenzó a gemir excitada.
- ¡Ohhhhh…! ¡Qué bueeeeeno….! ¡No pares… no pares…!
Su respiración se hacía cada vez más y más agitada. En un momento de lucidez, Sara se dio cuenta de que iba a perder el combate.
- Ughhhh… ughhhh… - Sara jadeaba. - ¡No! ¡Paraaaaa…!
Demasiado tarde. Aunque se resistía, el rostro sonriente de Dana atacó aun con más fuerza. Sara, finalmente, se convulsionó curvando los dedos de los pies para luego caer derrumbada. Dana se puso en pie y levantó las manos triunfante. Jeff se colocó detrás de ella sosteniéndole la mano en alto.
- Parece que tenemos una clara ganadora. ¡Dana! Y Dana va a ser nuestra siguiente… - Jeff hizo una pausa acompañada por redoble de tambores. - ¡¡¡ FUCKBUNNY !!!
El público estalló en aplausos mientras el rostro de Dana palidecía.
¿Q… qué…? ¿Cómo…?
Lo que oyes, Dana. Has demostrado tener lo que se necesita para ser una perfecta Fuckbunny . Por favor, acompáñame a “La Silla”.– dijo Jeff tirando de ella.
Pero yo he ganado… - dijo mientras clavaba los pies en el suelo intentando no ser arrastrada hacia la horrible máquina.
¡Gané! ¡Gané la prueba! – gritó aterrorizada.
Jeff se limitó a sonreír.
- Cálmate, Dana. En ningún momento dije que ganarías si lograbas que Sara llegase al orgasmo. Solo dije que el juego terminaría cuando una de las dos lo hiciese y que entonces sabríamos quien sería la millonaria y quien la Fuckbunny .
Dana lo miraba cada vez más aterrorizada.
¡No! ¡No pueden hacer esto! – los dos fortachones acudieron al escenario para ayudar a llevar a Dana a “La Silla”.
¿Eso crees? – preguntó Jeff orgullosamente. – Claro que podemos, podemos hacer cualquier cosa. A fin de cuentas… ¡Apostaste tu Cerebro!
Los dientes de Jeff brillaban ante la cámara mientras la pobre mujer era colocada y atada a la silla.
- Cualquier mujer que esté dispuesta a lamer el sexo de otra por dinero es, sin duda, una candidata perfecta para convertirse en una Fuckbunny . ¿No pensáis lo mismo, estimado público? – Alegre, el público aplaudió las palabras del hombre en señal de aprobación.
El miedo corría por las venas de Dana cuando le sujetaron el casco a la cabeza. Jeff dio un paso hacia el interruptor gigante y pidió al público que lo acompañara en la cuenta atrás. Dana horrorizada miraba al público alegre y feliz, haciendo la cuenta atrás hacia la desaparición de la mujer que una vez fue. Luego lanzó una mirada hacia Sara, aun tendida en el suelo. Entonces, Jeff accionó el interruptor.
- ¡Nooooooooooo…! – gritó. Podía sentir como disminuía su inteligencia. Como su mente se hacía más y más ligera. - ¡Yo no quiero ser una… estúpida… Fuckbunny !
Dana no dejaba de gritar, pero eso animaba al público que no dejaba de corear “¡Baja… baja…”. Cuando su coeficiente llegó a cien puntos, comenzó a notar los efectos de la silla.
- Dana se siente rara… ¡Haz que pare!
En la pantalla sobre su cabeza se observaba como alcanzaba los noventa puntos.
- ¡No más tonta…! ¡Dana no es tonta…!
La cifra de su coeficiente intelectual seguía bajando.
- Dana es lista… ¡Sabe un montón…!
El público seguía jaleando: “Más tonta… más tonta…”
Dana ganar juego… - De pronto la mujer soltó una risita y una sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro cuando empezó a sentirse mucho más feliz.
Ji, ji, ji… Ahora Dana es tontita…
Jeff paró por fin la máquina. El coeficiente intelectual de Dana había llegado a sesenta y nueve. Dana no paraba de reírse mientras era liberada y conducida junto al presentador.
- Bien, Dana. ¿Cómo te sientes ahora?
Ella se rió y sonrió a la cámara.
- Como… como caliente. ¡Dana quiere una polla ahora! Ji, ji, ji…
Jeff rió y el público lo acompañó, incluso Dana se unió a ellos riéndose de si misma. Sara se unió a ellos sin apartar la vista de Dana.
Gracias por la corrida, perdedora.
¡No hay problema! ¡Dana ama los coños!
Jeff paso sus brazos alrededor de las dos mujeres y las miró a ambas.
- Bueno, Dana. Parece que perdiste nuestro juego, pero no te preocupes. No te irás con las manos vacías. Has ganado un fabuloso premio. Steve… ¡Dile lo qué ha ganado!
Mientras en la pantalla gigante de televisión aparecían las imágenes de un resort de lujo al lado de una playa, una voz profunda se oyó a través del estudio.
- Dana, pasarás el resto de tus días en el maravilloso Fuckbunny Beach Resort . Allí podrás atender todo el día a sus clientes mientras ellos se quedan embobados viéndote caminar con tu sexy uniforme.
La pantalla mostraba ahora imágenes de una bella mujer enfundada en un escaso traje de baño negro caminando por la playa portando en sus manos una bandeja con bebidas. Dana se reía en voz baja contemplando que iba a ser de ella el resto de su vida. Por último una azafata se la llevó del estudio dejando solos a Jeff y a Sara en el plató.
Jeff cogió a Sara por la cintura felicitándola por su victoria.
¡Qué programa, Sara! Empezaste mal, pero recuperaste la compostura y saliste victoriosa. ¿Cómo te sientes?
Bueno, Jeff. Desde el principio sabía que mi inteligencia me ayudaría a imponerme a las demás participantes y a conseguir el dinero.
El discurso de Sara fue interrumpido por un tramoyista que se acercaba a Jeff y le susurraba algo al oído. Con curiosidad, Sara observó como el presentador fruncía el ceño y empezó a preocuparse al ver la leve sonrisa que crecía lentamente en la cara de Jeff. Por último, éste la miró a los ojos enigmático.
- ¿Qué…? ¿Qué pasa…?
Jeff se volvió hacia el público.
- Damas y caballeros, acabo de ser informado de que nuestros jueces han detectado un pequeño problema para nuestra ganadora. Observemos la repetición de la última prueba.
Jeff y Sara, así como todo el público, levantaron la vista hacia el monitor gigante donde volvían a verse las imágenes del “cara a cara”. Dana aparecía de espaldas, con la cara de Sara en su coño. El público vio entonces como Dana empujaba a Sara hacia atrás y, a cámara lenta, un primer plano mostraba como el brazo de Sara tocaba el suelo fuera del ring y luego, rápidamente, volvía hacia dentro.
El público lanzó un sordo grito de sorpresa mientras Jeff se giraba de nuevo hacia Sara.
- Por tanto, parece que esta noche vamos a tener dos perdedoras en ¡Apuesta tu Cerebro! – aparentando simpatía, se dirigió a Sara. – Lo siento mucho, Sara.
Sara aun estaba confundida cuando vio acercarse por detrás a los dos hombres fuertes del programa.
- ¿Qué…? ¿Qué significa esto…? ¿Qué ocurre…?
El epílogo
Sara se reía alegremente mientras entregaba a un hombre el Martini que este le había pedido desde su tumbona. Una sombrilla los protegía del ardiente sol mientras escuchaban el sonido de las olas rompiendo en la orilla.
- Aquí tiene, Señor. – dijo con su sonrisa permanente para después volver a la barra. Su escueto traje de baño apenas dejaba nada a la imaginación.
En el bar, sentada en un taburete, Dana coqueteaba con dos clientes.
- ¡Oh! ¡Qué malos…! Mis tetas no son tan grandes…
Para acompañar a su pequeña inteligencia, tanto ella como Sara habían tenido que someterse a una transformación total de imagen. A ambas les habían teñido el pelo y ahora lo llevaban rubio platino. Con el fin de atraer la atención de los clientes en la playa, sus pechos habían aumentado también varias tallas. Sus nuevos pechos apenas eran contenidos por sus escuetos trajes de baño, saltando provocativamente con cualquier movimiento que hicieran las mujeres.
La mayor parte de los días los pasaban deambulando por la playa, coqueteando con los clientes. Se reían si alguno intentaba entablar conversaciones serias con ellas y solo parecían centrarse cuando les hablaban de sexo. Por las noches, rondaban las habitaciones haciendo pasar a los huéspedes del resort un buen rato.
En otro lugar, Mia, ataviada con un conjunto semitransparente de lencería negra, bajaba unas escaleras.
- Mia ya limpio el polvo. ¿Quieres que te coma el coño?
Su nueva dueña asintió con una sonrisa. Mia se acercó a ella dando saltitos de alegría, se arrodilló entre las piernas de la mujer y atacó con su boca el sexo de su propietaria mientras ésta veía la televisión. Hacia ya tiempo que Mia se había mudado a Nueva Cork con Kira, su dueña. Ya no recordaba nada de su vida pasada ni cómo terminó así. Lo único que sabía era que amaba a su dueña y que le encantaba hacer todo aquello que Kira le ordenase.
Al final, después de todo, podía considerarse que las tres habían ganado el concurso. Después de haber participado, a ninguna le preocupaba ya el dinero. Todas ellas eran mucho más felices y, por siembre, vivirían sus vidas como alegres Fuckbunnies .