APUESTA PERDIDA parte 1

Pierdo una apuesta jugando con mis amigas. Durante 3 días, voy a vivir sensaciones que jamás pensé que llegaría a vivir...

  • Has perdido — dijo sonriente mi amiga.
  • Joder — me quejé.

Me hallaba en casa de mi amiga Laura, una joven de cabello castaño claro. Junto a ella estaban sus tres amigas: Carmen, una muchacha guapísima de cabello largo negro,Violeta, una chica rubia y Sandra, una joven de cabello largo pelirrojo. Todas tenían entre dieciocho y veintiún años. Yo tenía veintiuno. Había quedado en el chalet de Laura, contra quien había jugado y perdido. Hicimos una apuesta: quien ganara a piedra, papel o tijeras, respondiera bien cinco preguntas de ocho y ganara una partida de cartas, podría hacer cualquier cosa con el perdedor, incluyendo actos humillantes u sexuales. Sólo durante tres días.

  • ¿Y ahora qué? — Pregunté temeroso. La sonrisa de Laura se hizo más intensa cuando respondió:
  • Mis amigas y yo hemos pensado... — lo dejó en el aire unos interminables segundos, hasta que finalmente dijo: — feminizarte por completo.

Dejó caer la palabra como una losa. Las risas fueron bastante fuertes. Aquello provocó que mi pene (de apenas quince centímetros) se empalmara ante esa posibilidad. Secretamente, siempre he querido ser feminizado, aunque siempre lo he visto como un juego, no como un estilo de vida.

  • Te encantará — habló Sandra. — Pruébalo.
  • Vivirás cosas muy excitantes — la secundó Carmen.

Rojo de vergüenza, dije:

  • Va... vale, está bien.

Ellas aplaudieron y exclamaron ¡GENIAL!

  • Ven mañana a las once cariño — me dijo Laura.

Y allí estaba yo a las once en punto, en casa de Laura, para cuando me abrieron la puerta me quedé mudo de impresión: Laura me abrió vestía de lo más sexual: llevaba ligeros negros, tacones, sus pecho de tamaño medio se podían ver perfectamente, así como el resto del cuerpo. Llevaba pintalabios rosa y se acababa de echar perfume, posiblemente justo antes de abrirme la puerta. Me metió en la casa riendo al verme estupefacto y lo que vi dentro hizo que, si mi pija ya estaba dura, lo estuviera aún más. Empezaba a notar el jugo.

Carmen estaba desnuda de cintura para arriba, con pintalabios rojos. Violeta llevaba puesta un top rosa y pantaloncitos amarillos. Estábamos en verano, así que no había problema. Sandra iba en bikini negro.

  • ¿Te gusta como vestimos? — La voz de Laura era traviesa y divertida. — Es para que veas como visten de provocativas las mujeres. Pero tu no vas a ser mujer.

Al mirarla confundido, explicó:

  • Vas a ser una bebita. Vestirás ropita infantil: Minnie mouse, Hello kitty, etc.

Tras varias risas, Laura dijo:

  • Vamos al baño de arriba, que vamos a transformarte.

Ya arriba, tuve que desnudarme. Las chicas rieron al ver mi verga totalmente empalmada. Laura recogió con un dedo el juguito y lo chupó. Me guiñó un ojo. Tras las risas, me depilaron entero: piernas, pelos de los huevos, todo. Quería que me lamieran la verga, estaba excitadísimo. Pero me aguanté. Luego me lavaron todo el cuerpo, enjabonandome Laura y luego Sandra todo el cuerpo con las manos. Carmen me masturbó la verga enjabonada, aunque solo 30 segundos y después se detuvo. Tras aquello, me ordenaron vestirme con unas braguitas de Minnie, de color rosa, con un lacito frontal. Me pusieron pendientes de Barbie que no necesitaban agujeros, peluca morena, un mini top blanco de Hello Kitty y unos pantaloncitos rojos. Luego me pusieron calcetines rosas con dibujos de florecitas. Me pintaron los labios de rojo.

Toda aquella situación me excitaba más allá de lo imaginable.

  • Falta el toque final — dijo Laura.

Vi como ella sacaba de un cajón un frasco de colonia infantil de Barbie. Ella me lo puso por el cuello, pelo, me puso el culito en pompa y me colocó la colonia en la rajita del culito e inclusive en el interior del ano. También puso un poco en el tronco del pene (donde no hacía daño). Comprobé que era una fragancia muy suave y olía de maravilla. Olerme a mi mismo siendo bebita me excitó sobremanera. Las chicas, viendo mi verga empalmada sobresaliendo por las braguitas, me aplicaron hielo y, cuando bajó la erección, antes de que pudiera hacer o decir nada, me colocaron un cinturón de castidad rosa.

  • Tranquila — dijo Laura. — Te lo retiraremos cuando lo consideremos conveniente o cuando terminen los tres días del pacto.

Me percaté de que me estaba hablando en femenino. La feminización había comenzado.

  • Y ahora... ¿qué? — La voz me tembló un poco al hablar.
  • Para empezar — contestó Laura — debes hablar con la voz más femenina posible o habrá castigo. Harás lo que te digamos, cuando te digamos y cómo te digamos. Desobedeces, castigo. Ahora iremos de compras — me guiñó un ojo.
  • Nadie te reconocerá. Pareces toda una nena — rió Violeta.

No objeté nada. No sabía cual sería el castigo si desobedecía, pero no quería comprobarlo. Además, el morbo de salir así afuera y el miedo mezclados, me incitó a obedecer.

Esperé sentada abajo, en el sofá mientras las chicas se vestían. Laura bajó vestida con camiseta rosa, vaqueros y zapatos. Carmen llevaba vaqueros, manoletinas y camisa azul. Violeta llevaba camiseta roja, mini falda y también manoletinas. Sandra iba vestida con minifalda, mini top rosa y tacones rojos. A mi me pusieron botines rosas.

Salimos pues afuera, al coche de Laura, que tenía cinco plazas, como la mayoría de vehículos. Mientras que Laura conducía con Sandra de copiloto yo estuve con Violeta y Carmen al lado. Durante todo el viaje no me tocaron, pero sacaron una revista donde había hombres desnudos. Ver sus pollas de al menos veinte o veinticinco centímetros y gruesas, hizo que me excitara más. Por alguna razón, empezaba a desear esas pollas. Quise apartar esos pensamientos de mi mente, pero Carmen no me dejó:

  • ¿Has visto bebita? Es guapo este macho ¿verdad? Estoy segura de que te encantaría lamer su polla.

Dijo enseñándome una foto donde un hombre bien musculoso, cerca de los treinta, mostraba tableta y bíceps muy bien formados. Polla le colgaba erecta, larga y bien gruesa.

  • Contesta.

Tragué saliva y, movida por la excitación, contesté:

  • Sí. Es muy guapo.

Las chicas rieron con fuerza.

  • Dale una lamida y besos.

Me quedé petrificado. Decir que un hombre era guapo es una cosa... pero aquello...

Carmen me miró enfadada.

  • ¿Quieres castigo?

Por toda respuesta, lamí rápido la polla y le dí un beso. Las chicas rieron.

  • Más lento putita. Venga. Sigue mis indicaciones — dijo Carmen.

Lamí lentamente, desde huevos, hasta glande y al revés. Le di besos en cada huevo, a lo largo de todo el tronco y finalmente tres besos en el glande. Las chicas reían sin parar, aunque eso no provocó que Laura perdiera en ningún momento el control del vehículo. Tuve que repetir la operación con tres chicos más, llegando a besarles los labios, el culo y los pectorales y ombligo.

Entonces llegamos al centro comercial.

Continuará

¿Qué ocurrirá en el centro comercial? Espero que os haya gustado el relato :)

Nota: Si alguien (hombre o mujer) quiere enviarme material sexual (ya sean fotos propias o de internet, videos porno, o simplemente decirme cositas guarras) , simplemente contactar conmigo podéis ir a mi correo: bebita1869@hotmail.com

Nota 2: Si me habláis, os agradecería que lo hicierais en femenino (solo si queréis por supuesto) pues me excita muchísimo :)