Apuesta perdida = CUERNOS
Como una estúpida apuesta llevan a unos grandiosos cuernos.
Después del puente de camping, todo volvió a la normalidad e inmediatamente se me olvido la propuesta-conversación de mi gran amigo Juan Carlos, suponiendo por mi parte que la distancia sería buena para que mi amigo olvidara todo. Que por una vez quería portarme bien respetando a mi mejor amigo, porque tenía una mujer que estaba para chuparse los dedos y no quería estropear nuestra gran amistad. Que mejor para olvidarme de todo eso que buscando a una mujer que estuviese muy bien. En mi mente ya tenía alguna, de las que yo creía que podía haber alguna posibilidad y casualmente todas casadas o en pareja.
Me fije en concreto en Emma (41) alta, morena, ojos claros, piernas largas y culo en forma de pera, tetas abundantes y una boca sensual y su marido Marc (44) muy normal físicamente, de los que suelen pasar desapercibidos. Eran compañeros míos de trabajo. Ella era muy amiga de Nela y seguro que le había contado nuestros encuentros sexuales, porque al principio no me prestaba mucha atención y luego no paraba de observarme. Con el marido me llevaba bastante bien, porque era de los que nos juntábamos a menudo a desayunar y nos jugábamos el almuerzo a los chinos, o de pareja jugando al futbolín.
Esa misma mañana me puse manos a la obra y así estuve toda esa semana. Hasta conseguir que quedáramos un fin de semana. Mi idea era ir a cenar y luego a bailar. Porque bailando se hacen muchos más progresos o por lo menos se sacan las conclusiones para saber si continuar o no.
El día que quedamos fue un sábado noche, para poder salir tranquilos y por no tener que madrugar al día siguiente, además como ellos tenían ya hijos, los habían dejado con los padres de ella. Quisieron ir a la zona de tapeo. Una vez acabado el tapeo propuse ir a bailar y Emma mirándome con cierta resignación me dijo, “has tocado en hueso, porque este (refiriéndose a su marido) baila menos que una banqueta” y efectivamente el protesto, no hubo manera de convencerle, al final llegamos a un acuerdo, que la siguiente vez elegiría yo un sitio para bailar. El eligió ir esa noche al bingo.
Me dieron ganas de salir corriendo, porque no veía muchas posibilidades de nada en un bingo. Entramos en el bingo y estaba casi al completo, nos costó encontrar donde poder sentarnos los tres juntos, quedando Emma en medio de los dos y bastante apretados. Marc desde que entramos era quien llevaba la voz cantante y quedo claro que eran habituales, porque saludaban a todo el mundo. Quedamos que iríamos a medias. Pero el pedía 8 cartones, 2 para su mujer, 2 para mí y 4 para él. En la primera partido que jugamos canto una línea y lo único que le falto fue bailar sobre la mesa. Que exagerado que era. Se metí con nosotros, por no cantar nada. Pedimos para beber y a él eso le alegraba más.
No entendía como teniendo la mujer que tenía y lo atractiva que estaba esa noche, que no le prestara atención, con esas piernas que se le veían y que decir de sus muslos, que al sentarse se le veían más. No cantábamos nada y una de las veces que al terminar la partida, Marc nos sermoneaba conque había que poner más entusiasmo y esas chorradas, en plan de broma y en bajito para que solo lo oyéramos nosotros, le dije, “es que a esto soy muy malo, solo tengo suerte cuando estoy cachondo” y me eche a reír, el como si se lo tomara en serio me respondió ”¿Sí? ¿De verdad?” y se me quedo mirando.
Acto seguido en la siguiente partida, roce con mi mano la pierna de Emma, que en un principio la aparato un poco, porque no había mucho espacio y luego la puso de nuevo donde estaba y la acaricie con más descaro. Ahora fui yo quien canto la línea. Al acabar esa partida me pregunto Marc, que quien me había puesto en “situación” y otra vez con descaro le respondí, “tu mujer que me rozo sin querer con su pierna y fíjate” nos reímos los dos y le dijo a su mujer, “pues ya sabes que hacer, a ver si cantamos uno de los premios especiales” , Emma nos contestó, “estáis los dos muy mal” .
En la siguiente partida dije a Marc que jugara los míos, que quería beberme con tranquilidad mi bebida, ni se lo pensó, cogió los míos y se puso a tachar como un loco. Mientras yo metía mi mano ahora descaradamente por las piernas de Emma, que al final dejo de poner oposición y las abrió para facilitarme lo que quería hacer. Estaba pendiente con que los de la mesa no se dieran cuenta y no fue difícil porque estaban muy enfrascados en sus cartones, pero una de la veces que giré mi cabeza, me di cuenta que una vendedora del bingo, me había pillado de plano y se limitó a sonreírme, le devolví una de mis mejores sonrisas y la guiñé un ojo con complicidad.
Deje de meterla mano, porque al final iba a cantar mucho. Emma en uno de sus cartones después de una partida, de los que se tiran, escribió por detrás “W.C.” y con disimulo lo mezcle con los de los demás. Vino la chica vendiendo y se llevó los usados. Les pregunte donde estaban los aseos y Marc me lo indico, dije que en la próxima iría al aseo y Emma dijo que ella iría a fumarse un cigarro. Acabo la partida y me fui al aseo, lógicamente entre en el de caballeros y habían varios hombres más, que hicieron lo que tenían que hacer a toda velocidad, no querían perderse la partida. Estuve esperando un buen rato y no entro nadie, hasta que de pronto aparecieron varios hombres, había terminado otra partida, por lo que me volví a mi sitio y allí esta ella con una sonrisa malvada, me la había jugado y nada más sentarme, que ahora estaban solos, Marc me dijo, “creíamos que te habías muerto o que te la estabas pelando macho, que mira que has tardado” , con la misma sonrisa le respondí, “es que ya sabes cómo son estos sitios, en cuanto te descuidas te encuentras alguna puta que te trata de liar” él se echó a reír y a su mujer ya no le hizo tanta gracia.
Se levanto y dijo que se iba a fumar otro cigarro, se le noto muy mala leche. Se fue meneando el culo y su marido se quedó perplejo, diciendo, “no sé qué le habrá picado, tan hermosa y algunas veces tan rara” y quise meter la puntilla apostillando lo que acababa de decir, “hombre eso de hermosa, más bien parece muy fría, no sé, eso lo sabrás tu mejor que nadie” se me quedo mirando y me dijo, “no entiendo a que ha venido ese comentario, pero lo mismo, antes era más efusiva ya sabes, ahora no tanto, lo mismo es que nos tenemos muy vistos, jajaja, pero vamos a jugar que empieza la partida” me quede con ganas de decir algo, porque cuando un tío como Marc, que era un poco fanfarrón y teniendo una mujer como esa, decía lo que acababa de decir, quería decir que follaba tarde, mal y nunca.
Al terminar esa partida quise retomar lo último ya que su mujer seguía sin venir. “No me puedo creer lo que has dicho antes, que solo tienes 44 años, que eres un tío todavía joven” y me dijo, “no se trata de la edad, se trata de montar siempre la misma jaca y sobre todo, de que estoy hasta los mismísimos cojones de que siempre sea ella la que diga cómo, cuando, donde y de qué manera, hazme caso sigue soltero, jajaja” y se quedó tan pancho. Quise sacar el tema diciéndole que había que poner más aliciente, más picante en la vida diaria y lo deje a medias porque aparecía su mujer. Que nada más sentarse nos preguntó de que hablábamos, yo pase de decir nada y su marido la lio bien diciendo, “nada este, que dice que te ve frígida y yo le he dicho que se equivocaba, que antes por lo menos no lo eras” y como yo no había dicho eso quise aclararlo diciendo, “no, yo no he dicho eso, he dicho que la veo fría, (ahora con mala leche conté lo que él dijo) y tú me has respondido que lo mismo, porque os teníais muy vistos y eso de montar siempre la misma jaca se volvía aburrido” Marc no se enfadó ni se inmuto, la que sí lo hizo fue su mujer que soltó de forma rápida, “o que el que monta no monta bien, no te jode, que siempre estamos con lo mismo”
Él lo zanjo todo avisándonos de que estuviéramos atentos a los cartones. Se nos acabó el dinero y él quería que pusiéramos más y yo me negué teniendo esta vez el apoyo de su mujer, así que nos fuimos. Al salir les invite a una copa y tuvimos que buscar un lugar que tuviera terraza exterior para que Emma pudiera fumar. Nada más sentarnos y después de que nos trajeran las bebidas Marc no se cortó y fue directo al grano.
MARC.- Una pregunta que tengo mucha curiosidad. ¿Metes tanto como dicen? ¿Es verdad que eres inagotable? Y ¿Es verdad que la tienes tan grande?
EMMA.- Marc, por favor córtate. Primero porque estamos en público y cualquiera te puede oír y luego porque eso no se pregunta y menos estando tu mujer que soy yo delante, por si se te había olvidado.
YO.- Por mí no te preocupes que no me ha molestado las tres preguntas aunque había dicho que haría una, jajaja.
E.- Es que me ha parecido de muy mal gusto. Discúlpale.
M.- Siempre tan correcta, pero seguro que te gustaría oír su contestación. Que algunas veces cuando te pones en plan Santa Emma, no hay quien te aguante. Bueno, ¿Me vas a contestar o no?
Y.- No te tengo que disculpar de nada, porque considero que no hay preguntas indiscretas, lo que si hay son algunas respuestas que si lo son. Pero no, no te voy a contestar, no quiero que tu mujer se ofenda o este incomoda. (Esperaba la reacción de Emma)
E.- Ya ves tu no me voy a escandalizar, puedes hacer lo que quieras.
Y.- Pues todo es muy relativo, empezando por eso de “meter”, que yo no sé cuánto lo hacen los demás, así que no te puedo decir, pero va por rachas. Lo de inagotable pues igual, no se ha quejado nadie de que aguante poco y lo de la “medida” pues es como todo, según con que o con quien lo compares. Mas o menso he contestado, pero ahora dime quien ha comentado eso.
M.- Pues Nela y Maikel. Que somos muy amigos y nos contamos todo. O mejor dicho Maikel me lo contó a mí y Nela a Emma, luego intercambiamos información entre nosotros y nos entró la curiosidad. (Emma se quedó seria cuando oyó a su marido) Pero al grano, ¿Cuánto te mide?
Y.- Es algo que no me mido.
E.- Creo que ya vale.
M.- Joder nena como te pones, a mí me mide 18 y no me da vergüenza decirlo.
E.- Jaja, eso quisieras tú. Como máximo y siendo generosa 15 o si me apuras mucho 16.
M.- ¿Qué te apuestas a que te equivocas? Lista, más que lista. (La mujer no contesto) Ves cómo se achanta, todo por dejarme mal. Y a lo que íbamos tú, ¿Mas de 18?
Y.- Si más de 18, ¿Ya te has quedado tranquilo?
M.- ¿20 o más?
Y.- Mas y aquí acabamos las medidas.
M.- Entonces es verdad lo que dijo Maikel, que larga y muy gorda, como un vaso de tubo como estos. (Enseñando el vaso suyo y no conteste)
E.- Venga hablemos de otras cosas. (Le brillaban los ojos y no era de vergüenza)
M.- ¿Tu tendrías algo con mi mujer?
E.- ¡MARC! Calla ya.
Y.- Porque lo digas tu NO, si fuera ella quien lo quisiera, sería otra cosa.
M.- Es que no me creo que la tengas tan grande como dices.
Y.- Ese es tu problema no el mío. Que quieres que te diga.
M.- Me apuesto lo que quieras a que no es verdad. (Me reto de tal manera, que no sabía si pensar que estaba provocando una situación para que hiciera algo su mujer, porque quería otra “cosa” o que sentía que le estaba tomando el pelo)
E.- Me voy al aseo y espero que cuando vuelva hayáis acabado con las guarradas. (Nos dejó solos)
M.- Venga me apuesto 100 pavos a que no es verada. Es fácil ahora vamos al aseo y lo vemos.
Y.- Paso de apostar con dinero.
M.- Pues di tú la apuesta.
E.- Muy sencillo que sea tu mujer quien me la ponga en su sitio para poder ser medida y si gano yo, luego viene la apuesta. (Parecía un sapo de la manera que abrió los ojos)
M.- Eso es como no admitir la apuesta porque Emma nos mandara a la mierda. Y la puesta ¿Cuál sería?
Y.- Si yo gano, Emma me dará un buen beso en la cabeza del rabo. Si ganas tú, lo que tú digas, lo acepto antes de saber lo que será y yo pago siempre mis deudas.
M.- Macho estás loco. Que quieres que me la corte, a ver quién es capaz de decirle eso. No sé, no sé.
Y.- Si quieres cuando regrese Emma yo me voy al aseo. Solo tienes que decirme cuanto tiempo he de tardar.
M.- No que no. Que no.
Y.- Pues ya está. No se hable más. (Vimos que por el fondo venia su mujer)
M.- Bueno, vale, dame 10 minutos.
Hice lo que dije, antes de que se sentara ella, ya me había puesto de pies y me fui hacia el interior del local. La diferencia que me quede detrás de una cristalera, haciendo que hablaba por teléfono, pero mirando hacia la mesa donde estaban. Eso me diría si era algo premeditado o no. Marc como era habitual en él fue directo por lo que estaba viendo e hizo a su mujer acercarse a él. No sé si era para decirle que lo que tenían planeado si así era, había dado resultado o en verdad iba a proponerle en ese momento a su mujer lo que habíamos apostado.
Las dudas se me disiparon rápido, vi que él hablaba, Emma que ponía cara de pasa, que se levantaba para irse, él le agarraba de una muñeca, ella se giraba y le soltaba un bofetón, que no le tiro de la silla de milagro, fue de tal magnitud, que además de mirar todas las personas que habían en la terraza, ella se asustó y se sentó acariciando la mejilla donde le había dado. Se quedaron hablando y cuando hice el paripé de llegar del aseo trataron de poner buena cara. Como es natural ni pregunté ni tan siquiera insinué nada. Aunque se me paso meter alguna puya para saber por dónde iba todo, pero no quise hacer más sangre, que con el guantazo Marc ya tuvo más que suficiente. El silencio se hacía ya muy pesado y lo que hablaba yo, no servía para nada, porque como respuesta recibia monosílabos o gestos.
Por todo eso decidí que era hora de dar por finalizada la noche, pero solo la noche con ellos, porque en mi mente estaba volver al bingo y ver si se podía hacer algo con la vendedora que me pillo metiéndole mano a Emma. Total el no ya lo tenía, pero confiaba mucho en mí mismo. Así que dije, “bueno creo que ya es hora de terminar la noche, que os veo muy mustio, que os ha dado un bajón de repente, otra vez ya veremos si nos va mejor, que recuerda que será cena e ir a bailar, nada de bingo” y cuando ya me levantaba para irme, Emma dijo, “¿Pero no teníais una apuesta pendiente? Porque Marc siempre cumple” a Marc se le cambio la cara de pronto y mirando a su mujer le salió, “¿Siiiiii?” y ella nos dijo con seriedad, “Si, claro que sí, bajo mis condiciones, pero además, el que pierda también pagara la apuesta que yo diga y sin rechistar” Marc dijo rápidamente que estaba de acuerdo y yo acepte igual, sabía que no iba a perder.
El lugar elegido fue la casa de ellos, aunque yo ofrecí la mía, pero Emma decía que se encontraría mejor en su casa en su terreno. Fuimos todo el camino a su casa prácticamente sin hablar, a excepción del algún comentario intrascendental de alguna cosa que veíamos puntualmente. El piso era un piso normal, decorado con buen gusto. Pasamos al salón y Emma le dijo a Marc que sirviera algo de beber mientras ella volvía. No tardo nada en regresar y traía una cuerda enrollada en una de sus manos, nos quedamos mirándola, “ya que no has cambiado la cuerda de tender, la aprovecharemos de momento esta noche. Tu Marc pega la silla al radiador y siéntate, ahora tu Pelayo átale bien a la silla y al radiador” , Marc protesto al instante y ella solo dijo “es una de mis condiciones y si no, se acabó todo” Marc dejo de protestar y cedió. Mientras lo ataba su mujer desapareció.
Marc como no podía coger su bebida, me pedía que le diera yo de beber. No lo tomábamos a cachondeo, porque los dos coincidimos que la mujer quería “putearle” por lo de la apuesta y a mí por haber aceptado. Emma apareció con un pantalón cortísimo y demasiado ajustado, por detrás se asomaban parte de sus preciosas nalgas. Llevaba una camisa anudada que dejaba al aire su tripa, donde se veía el ombligo y una tripa totalmente lisa. No llevaba sujetador y al ser ajustada, se le notaban los pezones pero solo ligeramente.
Desde que la vi no tuve muy claro muchas cosas, porque esa noche me di cuenta de que ella era muy calientapollas, su marido y yo la mirábamos con calentura y admiración, pero sobre todo con mucha expectación. La cara de Marc era que ni él sabía lo que podía hacer su mujer. De momento lo primero que hizo fue ir hacia un mueble, rebusco en varios cajones y al final encontró lo que buscaba, haciéndonoslo saber, “eureka, ya encontré lo que buscaba y ahora a salir de dudas” lo que encontró fue una cinta métrica. Se sentó en una silla a uno dos pasos de su marido y de cara a él. Me dijo que cuando quisiera ella estaba dispuesta. Me acerque y Marc dijo que nos pusiéramos de lado para el poder verlo y su mujer dijo que de eso nada.
Me desabroche el pantalón y mientras lo hacía, veía por el escote de Emma, que aunque no se veían sus tetas, se adivinaban que tenían que ser preciosas. Saqué mi rabo que estaba a medio empalme y vi como abría sus ojos, le había gustado. Lo primero que dijo fue, “Marc, imposible salir de dudas porque la tiene a media asta, pero espera que tengo la solución” yo no veía a Marc porque le daba la espalda, pero gire mi cabeza hacia atrás para verle y su cara era de desconcierto total. Giré de nuevo mi cabeza y vi como Emma, se desabrochaba un par de botones y se le veían prácticamente las tetas y en otra cosa que me fijé que el volumen de sus pezones había aumentado considerablemente. Después de hacer eso me dijo que nos pusiéramos de medio lado para que Marc viera que no le engañaba. Así lo hicimos y su marido ahora tenía una visión perfecta de todo.
De pronto Marc dijo, “vale vamos a parar aquí y lo dejamos” y aunque me jodía estaba dispuesto a dejarlo porque su cara era cada vez de más mala leche. Pero su mujer dijo, “de eso nada ahora por mis ovarios, vamos a saber quién pierde o gana y si no, no seáis críos y no apostéis lo que no tenéis que apostar” cogió con su mano mi rabo y lo acaricio, subió y bajo la mano un par de veces y ese toque, fue el toque preciso para que mi rabo se me pegara a la tripa, había cogido su mayor plenitud. Emma exclamo, “guau, me parece que esto no hace falta ni medirlo, ¿no te parece Marc?” y ella sin esperar respuesta de su marido lo midió y mirando a su marido, se levantó y le acerco la cinta para que lo viera, diciéndole, “amor has perdido, más de 20 y aunque el grosor no lo he medido, no se la agarro con mi mano y la tuya si, has perdido la apuesta que ahora tengo que pagar yo” se acercó hacia mí y pregunto, “¿Qué era lo que tenía que hacer exactamente?” y contesto su marido de forma rápida, “un besito en el punta, solo un besito, no te pases” y ahora si replique yo, “perdona, quedamos en que un beso grande” y Marc volvió a saltar como una fiera, “pero solo un beso, así que sin pasarse, que me cago en todo y antes de eso desatarme ya”
La situación era un tanto complicada además de surrealista. Marc con un cabreo grande, Emma picando a su marido, pensaba que quería darle una lección y yo, preocupado por la cara de Marc, pero cachondo como un burro. Supuse que Emma al final se cortaría, desataría a su marido y lección aprendida. Me agarro el rabo, no dejaba de mirarla y seguro que su marido tampoco. Vi cómo se pasó la lengua por sus labios, dejándolos mojados. Miro hacia su marido y después me miro a mí. Parecía que todo iba a cámara lenta. Porque a pesar de haber prácticamente nada de distancia entre su boca y mi rabo, se hizo eterno el sentir el contacto de sus labios en mi rabo. Cuando lo beso hasta se movió involuntariamente mi rabo. Como si tuviera vida propia.
Mi cuerpo recibió una descarga tremenda y lo mejor vino, cuando pude sentir como esa boca se iba abriendo imperceptiblemente y la punta de la lengua me lamia, sabiéndolo nada más ella y yo. Quise que no se notara nada, para que Marc no se rebotara más de lo que lo estaba. Y fue cuando Marc dijo, “¡¡BUENO, YA ESTA BIEN!!” y entonces Emma la lio del todo, porque abrió bien su boca y se metió el rabo en su boca. Empezando una mamada espectacular y a mí ya me dio igual Marc. Agarre la cabeza de su mujer y se la acariciaba, indicándola con suavidad el ritmo que me gustaba. Oía como en la lejanía los insultos y los improperios que su marido nos lanzaba. Pero ya que habíamos empezado no quería que eso se acabara con una simple mamada. La hice levantarse, la puse de cara a su marido, colocándome yo detrás de ella.
Acariciaba sus tetas mientras le pegaba el rabo en su culo, lamia su cuello y de golpe pegue un estirón haciendo saltar de manera abrupta los botones de la camisa de ella y dejando sus tetas al aire, que fueron atrapadas por mis manos. Ella se recostaba sobre mi cuerpo y ahora llevo una de sus manos hacia atrás, hasta que cogió mi rabo y empezó a menearlo. Lo hacía despacio deleitándose. Lleve una de mis manos hacia abajo, muy despacio, acariciando cada centímetro de su cuerpo, hasta que se perdió por dentro de su pantalón ajustado. Su marido Marc, podía ver el bulto de mi mano en su pantalón y notar como la acariciaba. Estaba totalmente depilada, salvo una minúscula parte de vello que quedaba en la parte de arriba de su coño, algo insignificante por lo que palpaba.
Ella iba gimiendo y respirando con fuerza, sus pezones estaban a reventar de lo duros que estaban. Deje mis manos libres, para ponerlas en los costados de su pantalón e ir bajándolo poco a poco, hasta que cayeron en el suelo y ella con un movimiento de piernas los lanzo lejos de nosotros, ahora estaba completamente desnuda. Se giro para quedar de cara a mí y me fue desnudando y lamiendo todo el cuerpo, la manera que tenia de mordisquearme y succionar mis pezones fue algo único y especial. Juntamos nuestros cuerpos y ella se dejó mi rabo entre sus piernas y nos morreamos con mucha pasión. Y más con la tranquilidad del silencio de Marc, que ya no decía nada. Nos fuimos moviendo un poco hasta que me quede pegado a la silla, me senté y ella quiso sentarse directamente encima, me di cuenta, pero lo evite y levantándome de nuevo acerqué la silla un poco más a Marc y una vez hecho esto, acerque a Emma para que ahora si hiciera lo que quería, aunque hice un cambio.
El cambio fue que en vez de dar la espalda a su marido, se sentara de cara a él, dándome a mí la espalda, para que su marido tuviera una mejor visión. Abrió sus piernas y se echó para atrás, quedando las mías entre las de ellas y antes de que se clavara mi rabo, Marc empezó a decirnos, “ni se os ocurra hijos de puta, Emma no lo hagas te lo aviso, ¡¡EMMA!! Luego te arrepentirás” y ella agarrado el rabo y colocándoselo en la entrada de su coño le replico, “eres un desgraciado y esto te pasa por jugar con fuego, ahora cállate que eres el único culpable y mira lo que es inevitable” y según dijo esto último se empezó a dejar caer sobre mi rabo, que al estar tan mojada, se hundió como si nada dentro de ella.
“Os voy a matar cuando me soltéis, no os lo voy a perdonar en vuestra puta vida, tú eres una puta una mala mujer y tu cabrón, mal amigo” el muy estúpido no se daba cuenta que eso nos ponía más cachondos a su mujer y a mí. Yo les dejaba a ellos que hablaran yo me limitaba a follarme a esa fabulosa hembra. Ella se movía cada vez más y le decía a su marido, “nene como entra, es una barbaridad, noto como me roza y me da la sensación de que me va a salir por la boca, mira, mira” y se levantaba prácticamente hasta sacarse el rabo, para dejarse caer de golpe. Era brutal como lo disfrutaba, pero esa postura no me terminaba de gustar y se me ocurrió otra mucho mejor.
Hice que se levantara y que apoyara las manos sobre las rodillas de Marc y en esa posición me puse a follarla, la empotraba con salvajismo y ella lo disfrutaba, su marido se puso de nuevo a insultarnos y a amenazarnos con lo que nos iba a hacer, eso me canso y le dije, “que te calles de una puta vez CORNUDO, disfruta mirando o no lo disfrutes y cierra los ojos, pero déjame follarme tranquilo a esta zorra” Emma se corrió de golpe oyéndome y seguí sin parar, hasta lograr que se corriera tres veces más, mientras decía, “esto no me había pasado nunca, que fiera, sigue metiéndomela hasta el fondo, no pares, no pares” corriéndose ella y me corrí con ella, fue algo memorable. Nos relajamos un poco y desate a Marc, que se puso de inmediato de pie, nos miró con desprecio y se marchó de su casa con un sonoro portazo. Ahora si se quedó preocupada Emma.
+ ¿Ahora que va a pasar? Porque nunca le había visto así, me parece que me he pasado.
+ No te preocupes, que no pasa nada. Hazme caso.
+ O vives en otro mundo o no vemos la situación de la misma manera. ¿Te das cuenta de lo que hemos hecho? (Con voz angustiada y demostrando una preocupación verdadera)
+ Si te tranquilizas y te relajas te cuento.
+ (Respiró hondo, se relajó) Venga cuéntame.
+ Si no te has dado cuenta, cuando Marc se ha ido llevaba un empalme bestial. Por lo que tanto no le ha disgustado. Lo que le pasa es que esta entra la zona de los celos y de la excitación. Esa lucha es la que tiene ahora mismo dentro de él. No entiende y posiblemente le avergüence el haberse excitado de esa manera, que te aseguro que habrá sido de un nivel altísimo, por lo que le corroe la vergüenza y además tendrá una sensación de celos.
+ Supongamos que tienes razón, ¿Qué se hace ante todo eso? Y sobre todo ¿Qué es la postura que tengo que tomar yo o que tengo que hacer?
+ Es muy sencillo, aunque te cueste verlo ahora. Lo que tienes que hacer que tenga claro que de quien estas enamorada es de él, que al que amas es a él. Que yo he sido y soy un simple entretenimiento, que te sienta bien físicamente.
+ Me dejas abrumada porque no lo veo tan sencillo como lo ves tú. Conozco bien a Marc y ahora, con toda la razón me empezara a decir que le he puesto los cuernos en su cara y ante eso no puedo decir nada más que lo siento.
+ He vivido este tipo de situaciones en más de una ocasión. Lo que tienes que hacer es reconocérselo sí, pero además decirle que los seguirá siendo, pero que te gustaría que el fuera tu cómplice. Que si el no esta no sería lo mismo. Todo por ese camino, que por lo que he visto hoy, Marc hará lo que tú digas.
Mientras hablábamos yo no había dejado de hacerle carantoñas y de tocarla. Hasta que la puse de nuevo a tono. Estábamos en un sillón grande y ella estaba totalmente receptiva a mis caricias, hasta que algo se le paso por la cabeza en forma de remordimientos porque me dijo, “no, no, vanos a dejarlo, que no se me va de la cabeza la cara de Marc” no dije nada, simplemente me puse en el suelo de rodillas entre sus piernas, Emma las trataba de cerrar pero mi lengua se fue abriendo paso entre sus muslos hasta llegar a su coño, una vez que mi lengua lo lamio se acabaron los remordimientos. Volvió a ser la mujer cachonda de hacia un rato. Me apretaba la cabeza casi sin dejarme respirar. La provoque dos orgasmos monumentales y seguidos, no continúe porque decía que no aguantaba la lengua por lo sensible que lo tenía e intercambiamos los papeles, ahora era ella la que me comía el rabo. Sonó el móvil de ella y no la deje quitarse, ahora era yo el que agarraba su cabeza, pero eso no me impidió ver que en la pantalla salía el nombre de Marc y su imagen. Atendí yo la llamada y se quedó cortado al oírme.
+ Dime Marc. (Aguantando mi respiración, tardo en hablar, se oía su respiración)
+ ¿Dónde está mi mujer? Creía que ya no estarías o tenía esa esperanza. (Compungido) Puedes decirle que se ponga.
+ Lo siento Marc, pero me está haciendo una comida de rabo brutal, me está costando hasta hablar. Porque no dejas de hacer el imbécil y te vienes para aquí, que nos hemos dado cuenta de cómo estabas empalmado. Asúmelo te ha gustado ver a la zorra de Emma, viéndola y oyéndola, no te avergüences.
+ Por favor dile que cuando pueda me llame. (Mas compungido que antes)
Durante la corta conversación sentí perfectamente como Emma me la mamaba con más ganas oyéndome. Con ojos muy tiernos me miro y me dijo, “no seas malo, avísame antes, que no me agrada que se corran en mi boca” ni puto caso. Trataba de que no se diera cuenta, pero hay movimientos involuntarios que avisan, volvió a preguntarme y mi respuesta fue llevar su cabeza hacia mi rabo. Hasta que me corrí llenándole bien llenada la boca, ella lo asumió y acabo la mamada. Una vez que termino me miró fijamente, “eres un guarro mira que te lo avise” y mi respuesta fue, “la culpa la tiene el cornudo de tu marido, si hubiera estado aquí, le hubieras dado un beso profundo y se lo hubiera tragado el” se echó a reír y solo me digo “GUARRO”
+ ¿No tienes ningún remordimiento por cómo se ha ido Marc?
+ Ninguno, ahora si te quedas más conforme diciéndote que sí, pues te diré que no de nuevo.
+ Me dejas asombrada, ¿no tienes ninguna empatía hacia él?
+ Es que me cae bien y seguro que me caerá mejor.
+ Te veo que vives tan alegre tan despreocupado que ya no sé qué decirte. Toda acción tiene una reacción, eso sí lo entenderás, ¿Cuál será la de Marc?
+ Ya te lo he dicho se sincera con él, se abierta y no te guardes nada, incluido lo que te he dicho cuando me he corrido en tu boca y lo más importante estudia su reacción y no pierdas de vista la reacción de la otra “cabecita”.
+ Eres incorregible.
+ Sera así, pero ahora cuando me vaya llámale y no dejes que se enfríe el temita.
+ Lo hare, le llamare después de ducharme.
+ No, no, de eso nada llámalo tal cual, que vea que huela. Hazme caso.
La deje con cara desconcertada y antes le di mi número de móvil, para que me mandara un mensaje de cómo había ido todo, por lo menos ese primer contacto. Me marche y una vez que llegue a mi casa y después de una gratificante ducha me quede frito. Me desperté sobre las 11 de la mañana y vi parpadear la luz de mi móvil, me avisaba de que tenía alguna llamada o mensaje, que como le había quitado el sonido no me había enterado. Era un wasap de Emma en donde me mandaba dos pulgares hacia arriba. Me los había mandado hacia una hora. Quise saber que había pasado y le escribí.
+ Tradúceme lo de los pulgares, si puedes y no hay moscones alrededor. (Tardo poco en contestar)
+ Jaja, el moscón ha bajado a por el pan y el periódico. Aunque no tengo mucho tiempo que me estoy arreglando que tenemos que salir.
+ Vale, pues resume lo que ha ocurrido.
+ ¿Te valen dos palabras?
+ Me considero inteligente pero no sé si con dos palabras me aclarare.
+ Cornudo, CORNUDO.
+ Jaja, pues si me he aclarado. Que te dije, la próxima vez será mucho mejor.
+ Jaja, eso de la próxima vez no sé si pasara, porque el culpable eres tú, que has abusado de nuestra confianza y sobre todo de la de su mujer, ósea de mí.
+ ¿Qué he abusado de tu confianza? Pero si has sido tú que eres muy zorra. O tu marido es tan inocente que no se da cuenta de lo puta y calentona que eres.
+ Jaja, es que eres un desalmado y yo una pobre ingenua. Jaja.
+ Pero entonces ¿Qué?
+ Pues que no te va a dirigir la palabra, no te va a decir ni hola. Pero eso déjamelo a mí que hacía años que no pegábamos él y yo un polvo igual.
Quedando la conversación en eso y viendo lo que pasaría el próximo día que nos encontráramos en el trabajo. Sobre todo cuando nos juntáramos los que nos juntábamos para hablar de los partidos de la liga. Ya que teníamos como una peña para la quiniela.