Apuesta de deseo, Cap. 5

Algunos preparativos y nuevos usos

Capítulo Cinco

Sophia yacía en el catre, mirando a la oscuridad. ¿Qué pasaría si se escapaba? Ahora que las guerras napoleónicas habían terminado podría ir a Francia. Allí nadie la conocería. Hablaba bien francés. Tal vez pudiera encontrar trabajo como institutriz inglesa. Luego recordó lo que estaba en juego. Si se escapaba no tenía duda de que Lord Devine haría valer la hipoteca sobre el establecimiento de juego de su tía. Si ocurría eso, su tía nunca podría pagarla y perdería su modo de vida. Sophia no le tenía un gran afecto a su tía, pero sabía que los rendimientos de la casa de juego eran lo que mantenía a sus hermanos más jóvenes. ¿Qué sería de ellos? De alguna manera tendría que soportar lo que Lord Devine se proponía con ella.

Estaba claro que su situación en esta casa no iba a ser mejor que la de Londres. De hecho era peor, porque era una casa más grande, con más criados. Su aparición, entrando detrás de Lord Devine en la casa, señalaba a todo el mundo cuál iba a ser su propósito. La había dejado desnuda. El trasero rojo de la azotaina, y el falo sobresaliendo todavía de su culo. Los hombres de la casa se rieron y se relamieron los labios. Algunas mujeres la miraron a través de los ojos semicerrados. Cualquiera que fuera el tiempo que habían pasado en la cama con el amo parecía que iba a ser recortado al añadir a esta exquisita mujer a la casa.

A la mañana siguiente, Lord Devine se levantó temprano y esperó a que su esclava le sirviera de la forma acostumbrada. Cuando terminó le ordenó que se pusiera en lo que llamó "postura de la esclava." Quería decir con la frente tocando el suelo, el trasero en alto. Perkins pronto se unió a Lord Devine para ayudarle a vestirse. Perkins llevaba muchos años con su señoría y Devine se había acostumbrado a hablarle con confianza.

"Parece que voy a tener unas cuantas fiestas en casa, Perkins. Necesitaré invitar a Lady Harriet y sus padres un fin de semana."

"¿Y ha tomado mi señor una decisión?"

"Podría casarme con ella tan bien como con cualquier otra. Parece una mujer sólida, capaz de tener hijos, y su educación es impecable."

Perkins tosió discretamente. "Y seguirá mi señor teniendo sus... esto... otras actividades." Miró a la esclava en el suelo.

Devine se rió. "No estoy seguro de eso. Si Lady Harriet tiene varias de mis casas con las que ocuparse y me obsequia con un heredero, ¿qué le importaría a ella cuales pudieran ser mis otros placeres? Estoy seguro de que estará agradecida de tener un marido. Lleva años para vestir santos. De hecho incluso podría haber estado esperándome, puesto que nuestras familias se conocen desde hace muchos años."

Perkins ayudó a Lord Devine a ponerse las botas. "Ciertamente lamentaría terminar con ciertas costumbres."

Devine replicó, palmeándole la espalda. "Le has pillado el gusto a esta desde que te chupó la polla, ¿verdad? No desesperes, Perkins, la utilizaremos bien."

Perkins tomó aire e hizo pasar a la señora Logan a la habitación cuando se fueron.

La señora Logan le dijo a Sophia que se sentara sobre los talones y le lanzó una mirada de desaprobación.

"Tu comportamiento, ayer en la carretera, fue muy malo, esclava. Te merecías el castigo. Tu amo disfruta viendo que otros te utilizan. Siempre deberías amoldarte a sus necesidades. Te trata tan bien. ¿Por qué? Incluso me atrevería a decir que es un poco suave contigo... como ahora. Tengo que asegurarme de que se te facilite un ungüento calmante para contrarrestar la loción picante de ayer. Apóyate sobre la cama, echa las manos a la espalda y sepárate los cachetes para que pueda llegar.”

Sophia no veía la necesidad de abrirse de aquella manera. Sabía que se lo ordenaba solo para aumentar su humillación, cosa que era verdad. Sin embargo, al no estar de humor para batallas, obedeció.

La señora Logan enterró los dedos en un frasco de crema y empezó a aplicarla en la raja de Sophia y luego introdujo los dedos en su ojete. “Ya está, estarás preparada para su señoría. A él le gusta tomarte por detrás así. Hoy vamos a hacer una visita al herrero.”

Sophia se apartó y se volvió.

“Oh no es nada como lo de antes. Aunque harás varios viajes al herrero, ese primero fue el peor de todos. Aunque, tienes que admitirlo, el resultado es adorable.”

Sophia no entendió por qué tenía que hacer ningún viaje al herrero, pero siguió obedientemente a la señora Logan afuera y cruzaron el patio. Mantuvo la cabeza baja, con el cabello formando un velo que le rodeaba la cara, mientras soportaba las miradas y los cuchicheos de los criados.

El herrero las estaba esperando y cuando se aproximaron les brindó una gran sonrisa.

La señora Logan le ordenó, “Siéntate sobre este fardo de heno, esclava.” Luego sujetó el largo cabello de Sophia en la parte alta de la cabeza. El herrero sacó una pesada cadena de oro para que la inspeccionara y ella asintió. “Esa valdrá, John. No te muevas, esclava.”

La señora Logan colocó la cadena alrededor del cuello de Sophia mientras el herrero se colocaba detrás de ella. Olió el metal ardiente mientras el herrero le soldaba la cadena rodeándole firmemente el cuello.

Cuando terminó, la señora Logan le dedicó su sonrisa severa y tiró de la cadena. “Muy bonita. Ahora ya no tendremos que preocuparnos más del collar. La cadena se quedará rodeándote el cuello de forma permanente, y tiene un anillo en la parte delantera de forma que podemos enganchar la correa cuando sea necesario.”

Sophia sintió el peso de la cadena que le rodeaba el cuello, recordándole que era una esclava. Por primera vez sintió que el ánimo la abandonaba de verdad. Después de que Devine la marcara a fuego sintió hacia él una ira apasionada y le odió. Ahora se sentía indefensa, y la cadena que le rodeaba el cuello simbolizaba su indefensión.

“¿Vamos a hacer las otras cosas hoy, señora Logan?”

“Hoy no, John. Su señoría quiere prepararla poco a poco. ¿Has visto la marca de la parte de atrás?”

Asintió mientras recorría la D con su enorme dedo. “¿Crees que al amo tendrá pensado poner otra en el otro cachete?”

Sophia miró atemorizada a la señora Logan, pero ésta agitó la cabeza. “No lo creo, John, pero te llamará para que hagas el otro trabajo.”

El “otro trabajo” al que se refería, siguió siendo un misterio para Sophia durante unas cuantas semanas más. Tal como estaba, la señora Logan enganchó una correa al nuevo collar de Sophia y se la llevó orgullosamente de vuelta a la casa cruzando el patio.

Pronto le quedó claro a Sophia que no disfrutaría de intimidad en absoluto. La mantenían afeitada y desnuda a todas horas, dormía en el suelo, destapada, en el dormitorio de Lord Devine, tomaba el desayuno y la comida del mediodía en un plato en el suelo de la cocina y cenaba de la misma manera a los pies de Lord Devine en el comedor. Se esperaba que se aliviara en público y también que defecara en público, cosa que no pudo hacer. Su terquedad en esta materia pronto llegó a oídos de Lord Devine.

La señora Logan fue a verle una noche cuando estaba en su estudio con la esclava a sus pies.

“Mi Señor, creo que hay algo que deberíais saber con respecto a la esclava.” Como era costumbre hablaba en presencia de Sophia como si no estuviera allí.

Levantó las cejas. “¿Sí? Pensaba que últimamente estaba siendo especialmente sumisa.”

La señora Logan frunció los labios. “Lo finge, Mi Señor. Sigue tan terca y obstinada como siempre.”

“¿Cómo es eso, señora Logan?”

“Orina cuando se le ordena porque no tiene elección, pero se niega a defecar. Lleva varios días reteniéndolo, y sé que su señoría prefiere que la entrada esté limpia.”

Sophia había descubierto recientemente que la señora Logan había sido la niñera y la nodriza de Lord Devine. Cuadraba perfectamente, puesto que siempre estaba pensando en sus necesidades.

A Devine le divertía la última rebelión de su esclava. “¿De verdad? ¿Es eso cierto, esclava?”

Al dirigirse directamente a ella, Sophia contestó, “Necesito intimidad para esos asuntos, Amo.”

Soltó una carcajada antes su presunción. “Sabes que no tienes intimidad aquí, esclava. Y yo que pensaba que te estabas comportando tan bien. ¿Qué vamos a hacer, señora Logan?”

“Si perdonáis mi libertad, Mi Señor, tengo la solución y está esperando ahora arriba, en vuestro dormitorio.”

Sonrió a Sophia. “Vamos entonces, resolvamos la situación. Póngale la correa y llévela arriba.”

Subieron los tres al dormitorio de Lord Devine, donde estaba colocada una bañera de agua humeante delante de la chimenea.

Él sabía perfectamente lo que ella había planeado pero sabía que la esclava no, de modo que fingió ignorancia. “¿Un baño, señora Logan?”

“Es una forma de decirlo, Mi Señor.”

“Bien, adelante.”

“Necesitaré la ayuda de Daisy.” Tiró de la cuerda de la campana y Daisy pronto se unió a ellos. La escena no la sorprendió lo más mínimo, aunque Sophia estaba todavía desconcertada.

“Con el permiso de su señoría, ¿puedo hacerme cargo de la esclava ahora?”

Él se cruzó de brazos y recostó los hombros contra el poste de la cama. “Por supuesto.”

La señora Logan se volvió hacia Sophia. “Esclava, métete a gatas en la bañera, a cuatro patas.”

Todavía desconcertada, Sophia hizo lo que se le decía. “Daisy, sepárale los cachetes.”

Daisy también obedeció. La señora Logan empezó a lubrificarle el agujero, y luego Sophia sintió que algo le golpeaba la entrada. Giró el cuello para encontrarse a la señora Logan sujetando en sus manos una larga manguera con una bomba en su extremo. Ahora, al saber lo que la esperaba, tensó las nalgas. Daisy le dio inmediatamente una sonora palmada.

“Nada de eso ahora.”

La señora Logan empezó a meterle la manguera por el culo. Cuando ya hubo suficiente trozo dentro de ella, la señora Logan empezó a bombearle el agua jabonosa dentro del culo. Devine observaba encantado la humillación de su esclava. Siempre se podía confiar en la señora Logan.

Ella habló mientras seguía con su trabajo. “Ya ves esclava, de todas formas vas a echarlo todo. Hay una lección para cada desobediencia. A tu amo le gusta que estés limpia. Lo único que haces cuando no sigues las instrucciones es contrariarle.”

Ahora los intestinos de Sophia estaban llenos de agua con jabón y empezaba a tener retortijones. Pero su torturadora no había terminado. “Voy a quitarte la manguera, pero no tienes que aliviarte todavía. Te pondré un tapón en el agujero del trasero para ayudarte a retenerlo, pero tienes que retenerlo o empezaremos de nuevo. Así que aprieta y aguanta.”

Fue necesaria toda la voluntad y fuerza de Sophia para retener el agua en sus tripas. Luego la señora Logan le insertó el tapón en el agujero y le dio unas palmadas en el trasero. “Ya está. Solo tienes que retenerlo. Puesto que nunca queremos perder una oportunidad de entrenamiento, convertiremos esto en una experiencia agradable para ti, una que asociarás con ser excitada. Daisy, empieza a jugar con la esclava, y cuando llegues al clímax, esclava, podrás aliviarte. Una supondría que no tienes elección.”

Lord Devine se maravilló de la astucia de su antigua niñera. Observó divertido como Daisy metía las manos entre las piernas de su esclava y empezaba a pellizcar y a acariciar los labios inferiores y el clítoris. El culo de la esclava empezó a oscilar hacia atrás y adelante. Luego dejó escapar un grito y el tapón salió disparado del culo, mientras el agua y los excrementos le bajaban por el culo y los muslos. Lloraba mientras Daisy y la señora Logan la limpiaban.

“Siéntate bien y a gusto delante de tu amo. Puede que quiera aliviarse él mismo después de esa exhibición. Tal vez quiera disfrutar de tu hermoso trasero limpio. Mi Señor, una sugerencia más.”

Él contuvo una sonrisa. “Soy todo oídos, señora Logan.”

“He dado en ver que este es un procedimiento excelente y que mantendrá su pasadizo trasero limpio para vuestro uso y disfrute. Por ello propongo que, junto con el afeitado semanal, reciba un enema semanal. Haré, además, que Daisy la lleve al clímax cada vez. Esto entrenará su agujero trasero para que sea receptivo a la estimulación y el placer. Ya me había llamado la atención que tiene sensible esa zona. Se retuerce y aprieta contra cualquier objeto que le coloco en el agujero trasero. De hecho me he pasado a un falo más grande para ese agujero, puesto que parece ansiar una estimulación extra.”

Sophia siguió derramando lágrimas al escuchar cómo se discutían abiertamente sus funciones corporales, y lloró más amargamente cuando oyó que su amo estaba de acuerdo con la señora Logan en que se incluyera en sus preparativos un enema semanal.

Le puso los dedos bajo la barbilla. “Deja de llorar, esclava. Aprenderás a disfrutarlo. Ponte de pie e inclínate sobre la cama para que pueda comprobar la minuciosidad del enema de la señora Logan.”

La señora Logan hizo una reverencia con la cabeza. “¿Os gustaría que nos fuéramos, Mi Señor?”

“¿Por qué habrían de hacerlo? Sé que disfrutan con la satisfacción de saber que han hecho un buen trabajo.”

De modo que hizo que Sophia le aplicara un aceite en la polla tiesa y volviera a su posición. Cuando la señora Logan y Daisy miraron deslizó el miembro dentro del ojete limpio de su esclava. La levantó y miró a las dos criadas. “Buen trabajo,” y luego empezó a bombear furiosamente.