Apuesta de deseo, Cap. 3
Sophia recibe la marca de su amo
Capítulo Tres
Era de noche cuando Lord Devine volvió a casa. Había pasado una tarde tediosa con su asesor económico revisando sus posesiones. Su hijo lo estaba haciendo bien en Francia, y Lord Devine le había escrito una carta invitándole a Inglaterra para hablar de negocios. Estaba dispuesto a entregarle la viña a su hijo, porque la estaba haciendo muy rentable. Desgraciadamente el chico era bastardo, en otro caso Lord Devine le haría su heredero aquí en Inglaterra. Devine apenas podía recordar a la madre del muchacho, alguna dama francesa que había sucumbido con demasiada facilidad a sus jóvenes encantos y luego murió en el parto para alivio de la familia. Devine se hizo cargo del muchacho y le sacó a flote en Francia. No había garantía de que fuera a tener otro hijo encantador como Gervaise, pero se había resignado a la idea de casarse con alguna hembra apropiada y preñarla de su heredero.
Sus pensamientos se perdieron en la muy apropiada Lady Harriet. Todavía al final de la veintena, no había pasado los años fértiles. Cierto, no era una belleza, pero era la única hija de Sir Henry Finton y vendría con una hermosa dote. Sus padres probablemente harían la vista gorda sobre su forma de vida libertina para casar a su hija. Sería un buen partido para ella. Se preguntó si todavía sería capaz de perseguir sus goces particulares una vez que se hubiera casado.
Un placer particular le estaba esperando ahora en su dormitorio. La señora Logan le había dado cuenta en detalle del entrenamiento de la muchacha y su comportamiento en el día. Aparentemente llegaba al clímax cada vez que se la estimulaba, incluso delante de los otros criados. Las muchachas del servicio eran bastante fáciles de subyugar, pero humillar y envilecer a una dama era algo con lo que disfrutaba inmensamente. Podía haber tenido a Sophia como amante. Su tía estaba bastante dispuesta a venderla al mejor postor, pero poseerla como esclava era realmente mucho más divertido. Además era un hombre generoso, y pretendía compartirla con sus invitados y conocidos. Aunque primero quería impresionarlos mostrándoles en qué grado su esclava estaba totalmente en su poder y bajo su control. De modo que necesitaba más preparación y entrenamiento. No había saboreado lo que tenía ante él esta noche, pero el resultado final sería satisfactorio. Tomando de un trago el resto de su brandy, se levantó de la silla y subió las escaleras.
Sophia se despertó sobresaltada cuando Lord Devine entró en el dormitorio. Le miró con los ojos entrecerrados mientras se colocaba delante de ella.
"¿Te ha explicado la señora Logan la forma adecuada de saludar a tu amo?"
Apartando de su cabeza los últimos vestigios de sueño, Sophia le miró en silencio. Le dejó claras sus obligaciones enseguida, desatándose los pantalones y extrayendo su gran miembro. La agarró por la parte trasera de la cabeza y le clavó el rostro en su virilidad semierecta. Ella percibió demasiado tarde que tenía la odiosa paleta en la otra mano. Se la estrelló con fuerza en el trasero.
"Hazlo como te enseñé esta mañana."
Sophia empezó de nuevo el proceso, lamiéndole la base del pene. Ya no sabía a jabón, pero estaba ligeramente salado. Intentó recordar lo que había hecho aquella mañana pero su mala memoria le hizo ganarse más palmetazos en el dolorido trasero. Después de que Lord Devine le soltara el chorro en la boca, la inspeccionó, luego le permitió tragárselo y le ordenó que se pusiera de pie para que pudiera verla.
Pasó la palma de la mano sobre el suave montículo y hurgó con los dedos entre las piernas para empujar el falo dentro de la vagina. Luego le hizo agarrarse a los postes de la cama y doblarse hacia delante de manera que pudiera estudiar el falo clavado en el culo.
Dejó que sus dedos recorrieran el borde del falo mientras decía, "Tengo entendido que has sido una esclava buena y responsable, hoy. Estoy contento de ello. Soy bueno juzgando a las mujeres y supe desde el momento que te vi en la casa de juegos de esa tía tuya del demonio que ibas a actuar muy bien. Eras tan obediente a los deseos de tu tía. Cada vez que te veía notaba que estabas vestida de forma solo un poco más atrevida que la anterior, que te dedicabas solo un poco más a flirtear. Me imaginé que con la motivación adecuada serías de cualquier hombre que te tomara. Digamos solo que soy un poco más retorcido que Allerton. Lo justo para recordarte que ahora tengo la hipoteca sobre el establecimiento de tu tía. Mientras me seas obediente, ella no pagará ni un penique y los mimados de tus hermanos disfrutarán de una vida regalada. También tú disfrutarás de una vida regalada. No se te exigirá mucho trabajo, a menos que consideres un trabajo estar disponible siempre que yo lo decida y para quien yo decida. Sin embargo hay otro asunto no tan placentero que tendremos que abordar esta noche."
El estómago de Sophia se contrajo. Otras personas habían mencionado esto antes, y no podía imaginar que es lo que tenía planeado para ella. Devine tiró de la cuerda de la campana, y varias personas contestaron a su llamada. La señora Logan, Daisy y Millie volvieron con el ayuda de cámara de Lord Devine, Perkins, y otro individuo aterrador. Las manos de aquel hombre estaban ennegrecidas y llevaba un saco con objetos puntiagudos que tintineaban en el saco. Sophia se agarró aún más fuerte a los postes de la cama.
Perkins empezó a avivar el fuego de la chimenea y la señora Logan y las dos criadas le quitaron a Sophia los falos de los agujeros y la tumbaron boca abajo sobre la cama. Esta vez utilizaron cuerdas para sujetar con firmeza las muñecas y los tobillos a los postes de la cama. Luego tomaron posiciones a ambos lados de ella.
Sophia estiró y giró el cuello, al escuchar un chisporroteo, para ver que ocurría. Lo que vio casi la hace desmayarse. El hombre de aspecto desagradable estaba colocando en el fuego unas tenacillas largas para calentar un objeto plano. Dios mío, aquel hombre era herrero. Las palabras de Devine por la mañana volvieron a ella. "Soy muy bueno entrenando caballos, también." Sophia empezó a luchar contra las cuerdas que la ataban estrechamente a la cama.
Lord Devine dijo con suavidad, "No te preocupes. Pasará enseguida."
Cuando oyó al herrero acercarse a ella, Sophia gimoteó suavemente y se revolvió una vez más antes de que las mujeres le sujetaran el final de la espalda y los muslos. Sintió que alguien le restregaba algo en la nalga izquierda y que luego la secaba, preparando la zona. Sophia dejó escapar un grito cuando sintió que el calor se acercaba a sus nalgas. Cuando el hierro hizo contacto con su carne su grito se volvió un alarido y se precipitó en la oscuridad.
Las mujeres volvieron el rostro mientras el hierro presionaba la suave carne de la esclava. Lord Devine miró ansiosamente a la cama cuando el herrero levantó el hierro. Allí estaba: una D de dos pulgadas adornada con hojas de fresa grabada ahora a fuego en el culo de su esclava.
Dio instrucciones a las mujeres, "Dejadla hasta que se enfríe. Luego vestidla adecuadamente. Dejad la habitación a oscuras. Desatadla cuando quede claro que no se va a tocar. Traedle brandy cuando vuelva en sí y luego algo de comer, lo que le apetezca."
Los hombres salieron de la habitación mientras las mujeres miraban con curiosidad el culo de la esclava, ahora marcado a fuego.
Millie comentó innecesariamente, "Ahora es suya de verdad. ¿Cómo le explicarías eso a otro hombre?"
Daisy se burló, "No va a haber para ella ningún otro hombre, al menos ninguno que no haya elegido para ella mi señor. Va a ser siempre la fulana de algún hombre."
La señora Logan dijo con prudencia, "Parece bastante bonito, ¿no? Todas las propiedades de su señoría llevan su emblema, de una forma u otra. No hay diferencia en este caso."
El dolor hizo que Sophia recuperara el conocimiento. La nalga izquierda del culo parecía estar ardiendo. Intentó alcanzarla pero se encontró con que las muñecas estaban atadas todavía a la cama. Murmuró e instantáneamente una mano colocó en sus labios un vaso con un líquido ámbar. Bebió y volvió a beber. Empezó a sentir la cabeza ligera, pero el dolor del culo iba disminuyendo. Al beber todavía más, volvió a desmayarse.
Cuando despertó era por la mañana. El dolor era palpitante ahora, y sentía los labios resecos. De nuevo intentó moverse pero se encontró que todavía estaba atada a los postes de la cama. Inmediatamente Daisy se puso a su lado.
"Su amo dice que puedo desatarla si no se toca la marca."
Sophia se estremeció ante sus palabras. Entonces era verdad; no había sido un sueño. Lord Devine la había marcado a fuego. Asintió a Daisy con la cabeza, indicando que no se tocaría.
Daisy desató a Sophia, luego le levantó la cabeza para ponerle en la boca una cucharada de caldo caliente. Sophia la tomó y pidió agua. Daisy le dio a beber un poco agua y luego un poco más de brandy. El brandy amortiguó el dolor y Sophia pronto estuvo durmiendo de nuevo.
La siguiente vez que se despertó sintió unos dedos ligeros aplicándole un ungüento balsámico en el culo. El dolor seguía allí, pero al menos ya no sentía que fuera a morirse. Los días sucesivos siguieron la misma pauta. Dormía en la cama tumbada sobre el estómago. Daisy y Millie le llevaban comida y bebida y le bañaban el culo en cremas balsámicas.
Un día, mientras la ayudaban a levantarse para utilizar el orinal, Millie le preguntó tímidamente, "¿No quiere verla?"
Sophia estuvo a punto de rehusar pero la curiosidad la llevó a asentir con la cabeza. Millie la colocó delante del espejo de cuerpo entero y le dio un espejo de mano. Situando el espejo de mano, Sophia se miró el culo en el espejo.
Allí estaba, ligeramente enrojecida pero formada ahora con tejido cicatrizado, una gran D, con adornos y algunas hojas alrededor. Ya era propiedad de Lord Devine para que todos lo vieran. Se echó la mano atrás y se pasó los dedos por encima de la letra. Ahora era parte suya para siempre. No podría haber duda de su lugar en esta casa.