Apuesta de deseo, Cap. 16
Una nueva apuesta decisiva
Capítulo Dieciséis
Gervaise extendió la mano a través de la cama para llegar a Sophia. Acarició el hueco que su cabeza había hecho en la almohada la noche anterior, pero nada más. En algún punto a la temprana luz de la mañana, había vuelto subrepticiamente a su propia habitacioncilla, adjunta a la de su padre. La idea le hizo apretarse las manos, pero pronto estuvo alisando la almohada, con una leve sonrisa que le curvaba los labios. Mientras ella dormía en sus brazos la última noche, su mente había estado dando vueltas a un nuevo plan para rescatarla de la esclavitud. El plan era hermoso por su simetría, pero tenía asuntos que arreglar antes de que pudiera ponerlo en marcha.
Sophia se despertó con un brillo sonrosado, su consciencia todavía aferrada a las sensaciones de la noche anterior como a hilos de telaraña. Sonrió al espiar a Daisy moviéndose de un lado para otro por la habitación, preparándole su aseo. Daisy era la doncella que nunca había tenido, una doncella con una ligera desviación. Se preguntó si Daisy estaría tan pendiente de su hombre.
Al ser consciente de los ojos que la seguían, Daisy se volvió hacia la cama. "¿Pasó una noche agradable con don Gervaise?"
Sophia estiró los brazos por encima de la cabeza y asintió. "¿Me necesita Lord Devine en sus aposentos esta mañana?"
Daisy sonrió. "Parece que su señoría consumió demasiado alcohol y demasiado coño la pasada noche. Todavía no se ha movido. Me pregunto si está haciendo acopio para prepararse para el largo y frío invierno de su matrimonio."
Sophia la miró severamente. "¿Todavía siguen adelante los planes de boda?"
"Oh sí, Señorita. Se espera otra visita de Lady Harriett y sus padres para la próxima semana."
Sophia entrecerró los ojos y se preguntó como pensaría ocultar a Lady Harriett sus verdaderos deseos. Tal vez no tuviera intención de hacerlo en absoluto. Tal vez, una vez casado con Lady Harriett, volviera a su comportamiento normal. Tal vez, incluso, consiguiera involucrarla. Sophia se apiadó de la joven mujer, tímida, retraída. Conociendo la reputación de Lord Devine, ¿por qué accederían los padres de Harriett a tal emparejamiento? Desde luego la propia tía de Sophia la había vendido a ella a Lord Devine, voluntaria y ansiosamente. El dinero era una gran fuerza motivadora.
Penny entró en la habitación sin anunciarse, estropeando la paz de la mañana. Levantó la mano para detener la aproximación de Daisy. "Antes de que me mandes salir de la habitación, Lord Devine me dio permiso para tomar unas medidas esta mañana."
Se volvió a Sophia, todavía tumbada en la cama. Tomando el mando le dio unas palmadas en los costados de los pechos. "Levántate, esclava perezosa y ponte delante de mí. Tu vida es demasiado ociosa."
Sophia echó a un lado la ropa y se puso en pie ante la pequeña tirana, que adelantó un cesto lleno de varios objetos. Primero sacó un trozo de hilo. Le ordenó a Sophia extender los brazos a lo largo de los costados. Penny rodeó con el hilo la parte más llena de los pechos de Sophia e hizo algunas anotaciones en un trozo de papel. Luego sacó varias tiras de cuero largas. Enrolló aquellos trozos de cuero bajo los pechos de Sophia, luego entre ellos, y los pasó alrededor del cuello. Suspiró, echándose atrás para supervisar su trabajo.
"No funcionará. Es necesario que tus tetas sobresalgan mientras se las sujeta desde abajo." Sacó dos trozos anchos de cuero del cesto, levantó los pechos de Sophia y los colocó encima de los trozos. Los pechos de Sophia, sujetos desde abajo, eran forzados a subir y sobresalir.
Penny sonrió. "Eso está mejor. Tus tetas todavía son visibles, incluso más prominentes que antes, pero estarán protegidas contra el descolgado hasta la cintura. Haré que Will, el curtidor, improvise algo muy similar a esto."
Se acomodó en una silla confortable con brocados de oro del rincón. "Agáchate a mi lado en tu postura de esclava."
Sophia se colocó al lado de la silla, dobló la frente hasta la alfombra, el trasero en alto. Penny la alcanzó por detrás y le clavó tres dedos en el agujero del trasero, mientras Sophia contenía la respiración.
"Apriétame los dedos."
Sophia se quedó quieta, con expresión testaruda. Penny le sacó los dedos del culo y le abofeteó las nalgas con fuerza. "Hago esto con permiso de tu amo, esclava. Será peor para ti si te niegas."
Volvió a insertarle los dedos y de nuevo le ordenó apretar. Con el trasero escociéndole por el ataque, Sophia apretó los dedos que tenía en el culo. Penny dirigía sus esfuerzos, diciéndole que apretara y soltara, que apretara y soltara. Luego deslizó un dedo fuera, dejando dos dentro, repitiendo de nuevo las órdenes. Finalmente dejó un dedo, y Sophia lo sujetó con fuerza a su agujero. Por último lo sacó de su trasero.
Manteniendo los tres dedos manchados delante de la cara de Sophia, le ordenó chuparlos hasta dejarlos limpios. Sonrió mientras Sophia se atragantaba.
"Este es el primer ejercicio que el doctor Jessup recomendó para mantener firme tu ojete. Vendré contigo cada mañana, y harás esto para mí."
Sophia levantó la cabeza. "Lord Devine te dijo que me tendrías un día a la semana, no cada mañana."
Penny se frotó las manos. "Es un día a la semana cuando serás completamente mía, y pretendo llevarte al pueblo ese día. Papa no puede esperar para tener sus labios otra vez rodeando tus tetas. Será un placer para ti también, porque sé que te gustó. No pudiste meterle la segunda teta en la boca más deprisa. ¿Le contaste a Daisy que hizo que te humedecieras entera sobre su polla flácida? En todo caso, una día a la semana serás totalmente mía, pero tu amo me ha concedido ciertos privilegios el resto de la semana. Voy a reemplazar poco a poco a la señora Logan en hacerme cargo de tu entrenamiento y preparación, y Daisy dependerá de mí.
Salió de la habitación, y Daisy dio un portazo tras ella. "¡Solo equipaje! No se preocupe, Señorita, Lord Devine pronto mandará que la empaqueten."
Sophia gateó hasta la cama, los cachetes ardiendo todavía por la última humillación a manos de Penny. Cubriéndose la cara con la mano, susurró una silenciosa plegaria por la ingenuidad de Gervaise.
A medida que pasaba el día el aire se llenaba de expectación. Podía deberse a las nubes que se estaban juntando en el horizonte, o al ominoso silencio de Lord Devine después de recibir y leer una misiva de sus futuros suegros. Para Sophia era la ausencia de Gervaise. Cabalgó en su busca, pero no estaba en ninguno de los sitios habituales. Volvió a la casa con un peso en el corazón. Gervaise pronto tendría que irse a Francia. Lo había intentado todo, aparte del asesinato, para arrancarla de las garras de su padre, en vano. Se estremeció al recordar su rostro cuando hablaba de matar a su padre. Sin duda no emplearía semejantes métodos para conseguir su libertad. Sería una amarga libertad para los dos.
La cena fue tranquila, padre e hijo ocupados en sus propios pensamientos. Los tres se retiraron al salón. Penny se les unió en lo que, para Sophia, se estaba convirtiendo en un ritual insoportable, Lord Devine discutiendo sobre las habilidades especiales de Sophia y sus respuestas, mientras Penny aportaba sus ideas para un entrenamiento posterior de la esclava. Gervaise nunca se quedaba mucho rato en estas conversaciones, que invariablemente se convertían en demostraciones. Aquella noche empezó más lentamente que otras. Penny estaba ocupada estudiando los accesorios de Lord Devine para su esclava, mientras Lord Devine seguía en su silencio, inmerso en un libro.
Gervaise estiró las piernas hacia la chimenea y dijo casi como si se le acabara de ocurrir, "Tengo una propuesta para vos, padre."
Lord Devine levantó la vista del libro. "¿Una propuesta?"
Gervaise sonrió, "En realidad se trata de una apuesta."
Su padre repitió, "¿Una apuesta?"
"Sois aficionado al juego, ¿verdad padre?"
Lord Devine, captada su atención, dejó el libro a un lado. "Lo soy."
Penny dejó su inspección de los artilugios. Sophia cambió la vista del padre al hijo y la volvió de nuevo, con el corazón atronándole el pecho.
Gervaise asintió. "Entonces os propongo una apuesta, una apuesta con vuestra esclava como premio."
Devine se enderezó, intrigado por la propuesta. "¿Y qué apostarías tú?"
"Mis viñas."
Devine movió la cabeza. "Ya me ofreciste las viñas a cambio de la esclava, y decliné la oferta."
Gervaise siguió tranquilo. "Pero esta vez no os ofrezco un simple cambio. Sugiero una apuesta, un juego de azar para establecer el resultado. Añadirá cierto... picante, ¿estáis de acuerdo?"
Devine sonrió ampliamente, una apuesta, justamente la cosa que le sacaría de su abatimiento. "¿Y qué juego de azar propones?"
"El faro. Sé que tenéis una caja de faro aquí en Devine Point. La he visto durante vuestras muchas partidas."
Lord Devine se frotó las manos. "Efectivamente tengo una caja de faro, pero ¿quién lo repartirá?"
Gervaise miró a Sophia. "¿Por qué no la propia esclava? Vos me dijisteis que era repartidora de faro en la casa de juego de su tía."
Devine se rió. "No, se juega demasiado. Usaremos a Perkins."
Gervaise levantó las cejas. "¿Perkins?"
Devine ya se estaba levantando. "Sí, Perkins. Asistió a muchas de mis partidas de cartas. Le llamaré ahora."
Perkins llegó sin ruido en respuesta a la llamada. "¿Mi Señor?"
"Perkins, mi hijo y yo nos vamos a meter en una partida de faro. ¿Nos harías amablemente los honores?"
En el rostro de Perkins no se movió ni un músculo. "Por supuesto, Señor. Traeré la caja de faro y un tapete para las cartas. ¿Pondremos aquí la mesa?"
Sophia había estado escuchando todo el intercambio con una sensación de aprensión. ¿No sabía Gervaise que su padre era un hábil jugador de faro? Nunca la había visto perder en la casa de juego de su tía. ¿Era este su último intento de conseguir su libertad? ¿Dónde iría cuando perdiera? Su padre lo tendría todo, incluso la viña que conservaba.
Al final escuchó su propia voz. "¡No!"
Ambos hombres se volvieron sorprendidos, como si hubieran olvidado su presencia. Sophia repitió, con dos pares de ojos negros fijos en ella, "No, no puedo permitir que hagáis esto, Gervaise. No permitiré que arriesguéis vuestra viña."
Los labios de Lord Devine se curvaron simulando una sonrisa. "Qué escena tan impactante, pero todavía eres mi esclava, y se te mirará y disfrutará pero no se te escuchará. De hecho vamos a empezar este juego ahora mismo. Si, verdaderamente, te pierdo esta noche, estoy seguro de que mi hijo nunca me permitirá que vuelva a tener acceso a ti. Penny, trae a la esclava a la mesa de las cartas y colócala adecuadamente."
El rostro de Penny era un reflejo de la preocupación de Sophia. ¿Podía perder Lord Devine? Le estaba empezando a coger gusto a su papel de ama, y no quería renunciar a él. Para enmascarar su propio nerviosismo agarró con fuerza a la esclava por la muñeca. "Ya has oído a tu amo, esclava. Inclínate y levanta bien el culo en el aire."
Arrastró a Sophia hasta la mesa de juego, empujándola hasta que los pechos se aplastaron contra el suave fieltro. Colocando su trasero en el borde de la mesa, le separó las piernas ayudándose de los pies.
"¿Debería prepararla para vos, Mi Señor?"
"Por favor, hazlo. Disfruto viendo como manejas a la esclava."
Ante esta invitación ordenó a la esclava abrirse bien los cachetes del culo. Le encantaba ver a la esclava en aquella postura, abriéndose para Penny, exhibiendo su pequeño capullo fruncido al placer de Penny. Se tomó un tiempo estudiando las falsas pollas, prolongando el martirio de la exhibición de la esclava.
Finalmente seleccionó un gran falo y lo cubrió con crema. Hizo que la esclava lo pidiera poco a poco hasta que su agujero estuvo estirado y listo. Volviéndose hacia Lord Devine, abrió mucho los ojos cuando le vio acariciándose la polla semierecta. Normalmente estaba dura como una piedra y lista para trabajarse a cualquiera. Él avanzó.
"Chupa esto un rato."
Se quedó con la boca abierta mientras le miraba. Nunca antes le había pedido nada. Aquella se estaba convirtiendo en una noche rara.
Sonrió. "Mientras tengas la boca abierta puedes también tener esto dentro de ella."
Se arrodilló ante él y le tomó en la boca. Creció en su interior, bombeándola unas cuantas veces. Gruñó y la sacó fuera. "Tienes que aprender una o dos cosas de mi esclava."
Luego se colocó entre las piernas separadas de la esclava, retiró la polla falsa y la reemplazó con la suya muy real.
Gervaise se volvió de espaldas ante el asalto. Su padre tenía razón en una cosa; nunca le dejaría volver a estar cerca de Sophia.
Devine dejó escapar un grito y soltó el chorro dentro de ella. Dijo, palmeándole el culo, "Ahora túmbate en la mesa y háztelo tu misma. Sophia se tumbó, separó las piernas y empezó a masturbarse para una audiencia de tres, con Gervaise todavía de espaldas a la escena.
Lord Devine agarró la parte trasera del pelo de Penny y la empujó hacia delante. "Acaba tú con ella."
Penny abrió la boca para protestar, pero al ver la oscura expresión del rostro de su señoría, se apresuró a colocarse entre las piernas de la esclava. Colocó la boca en los labios vaginales de la muchacha, ahora sonrosados y distendidos, llenos de pasión. Penny dio gracias de que la muchacha fuera tan calentona. Sabía que no llevaría mucho llevarla al clímax, y así fue. Solo unas cuantas caricias de su lengua y el culo de la esclava ya estaba balanceándose de arriba abajo sobre la mesa de juego, con el chorro de su amo mezclándose con sus propios jugos y escurriéndose por la raja abajo.
Devine hizo un movimiento con la mano. "Llévatela de la mesa y empecemos el juego."
Penny tiró de Sophia bajándola de la mesa, que lucía una gran mancha de humedad debido a las actividades previas, y la empujó al suelo, cerca de su silla. No sabía nada sobre juegos de azar, pero no quería perderse éste.
Los hombres se colocaron alrededor de la mesa, Perkins al mando de la caja de faro con resorte. Padre e hijo recogían sus cartas, y Perkins volteaba la carta ganadora y la perdedora y el juego terminaba. Ambos hombres parecían ganar y perder manos en igual número. Penny, al no conocer el juego, no tenía ni idea de cómo le iban las cosas a cada uno. Sophia sabía que Lord Devine llevaba una ligera ventaja.
El juego se acercaba a su final, y se iba a dar la última mano. Sophia se mordió el labio mientras Gervaise apostaba con un nueve y Lord Devine con un cinco. Perkins sacó primero la carta ganadora. Era un siete. Ambos hombres soltaron un suspiro. Luego la tensión volvió a crecer mientras todos los ojos se centraban en la caja de faro. Perkins chasqueó la carta perdedora. Un cinco.
Todos en la sala sabían lo que había ocurrido excepto Penny. Se movía de un rostro al siguiente, pero todos parecían igual de sorprendidos.
Gervaise se apartó de la mesa. "Vamos, Sophia, hemos terminado aquí. Vas a vestirte."
Sophia saltó de su posición en el suelo a los brazos abiertos de Gervaise. Quitándose la chaqueta, se la pasó por los hombros y la escoltó fuera de la sala.
Los ojos de Penny se salían de sus órbitas. "¿Qué significa eso? ¿Ganó él? ¿Se lleva vuestra esclava?"
Lord Devine dijo bruscamente, "Silencio, joven estúpida. Sal de esta sala de una vez."
Penny salió de la habitación trastabillando, todos sus sueños hechos ceniza.
Dando golpecitos en la mesa, Devine se volvió a Perkins. "Supongo además que es lo justo, Perkins. Mi futura suegra me envió hoy un ultimátum: o modifico mis costumbres libertinas o se retractará la aceptación de Lady Harriett."
Perkins evitó su mirada. "Ciertamente, Señor."
Devine se rió. "Incluso si no puedo cambiar, puedo, al menos, representarlo antes del día de la boda. Imagínate, un hijo mío actuando como un loco enamorado." Se tranquilizó mientras miraba al fuego. "Imagínate, amar tanto a alguien."