Apuesta de deseo, Cap. 15

Sophia encuentra un rato de alivio y Penny se desespera

Capítulo Quince

Cuando llegaron a la pequeña habitación de Sophia, se dejó caer contra Daisy que la ayudó a llegar a la cama.

Sophia lloraba. "Es horrible Daisy. Quiere ser mi dueña junto con Lord Devine, y me temo que eso es lo que va a ocurrir."

Daisy se burló. "Tonterías. Su señoría no la cedería a algo que, como ella, es solo parte del equipaje."

Sophia volvió la cara hacia la almohada. "Tú no lo sabes, Daisy. No le viste anoche. Me va a ceder a ella una vez a la semana, y ella me volverá a llevar a ese pueblo horroroso y repugnante."

Daisy estaba observando el cuerpo de Sophia. "¿Qué es lo que le hizo? ¿Cómo es que su piel está toda roja?"

Sophia se pasó la mano por la frente. "Los mozos de cuadra me limpiaron con el cepillo."

Daisy se quedó con la boca abierta mientras tiraba de la campana. "Bien, entonces le daré primero un baño apropiado. ¿Qué le pasó a don Gervaise? Le vi antes corriendo por las escaleras."

"Se fue cabalgando a algún sitio. No puede fingir por más tiempo que no le afecta como me tratan en esta casa, y no puede soportar verlo. Tengo miedo de que se dé por vencido respecto a mí y vuelva a Francia. Me dijo que ya había estado tiempo suficiente." Se enganchó a las manos de Daisy. "Si se va, nunca escaparé. Esa mujer me convertirá en su mascota."

El agua caliente para el baño llegó y Sophia se deslizó en la bañera intentando ahogar los acontecimientos del día. Luego se estiró en la cama y durmió. Varias horas más tarde, Daisy la estaba llamando suavemente por su nombre.

Sophia preguntó, apartándose el pelo de la cara, "¿Qué pasa, Daisy?"

"Es don Gervaise, Señorita. La quiere en sus habitaciones." Se llevó a Sophia por el corredor hasta las habitaciones de Gervaise donde la vio deslizarse a salvo por la puerta.

Cuando Sophia entró a la habitación, Gervaise se apresuró a su lado y la estrujó contra él. "Le mataré, Sophia. Juró que le mataré y te sacaré de aquí."

Se desenmarañó de sus brazos y alzó la mano para acariciarle la frente. "No podéis hacer eso, Gervaise. Tendríais que huir del país; tal vez no consiguierais salir nunca. Ciertamente nunca podríais volver."

La llevó a la cama. "No te preocupes por eso. Ahora estará con alguna furcia. Sería fácil deslizarse en su habitación..."

"¡No! Vos no sois un asesino, Gervaise. Ese hombre es vuestro padre. Tenemos que encontrar otra manera."

Él se golpeó la palma de la mano con el puño. "Nunca te entregará a mí, Sophia. Nunca ha tenido esa intención. Todo ese plan de entrenar a mi propia esclava era para él solo otra forma de humillarnos. Y ahora esa charada se ha vuelto a su favor, porque en la esclava propuesta ha encontrado un espíritu gemelo. Alguien que te someterá a profundidades de degradación más grandes de lo que nunca pudo imaginar él mismo."

Sophia le colocó dos dedos en los labios y le aflojó la bata, dejando al descubierto el cuerpo desnudo que había debajo. Le pasó las manos por los hombros y el pecho, disfrutando de la sensación de sus duros músculos ahora tensos por la rabia. Le masajeó la piel, tranquilizándole y acariciándole. Se tumbó en la cama, bajo sus atenciones y la colocó encima de él. Pasándole los largos rizos rubios por la cara, ella le plantó un beso en los labios.

Él la agarró por las muñecas, gruñendo, y le besó las palmas. Ella le montó a horcajadas, besando la hendidura de su barbilla y bajando hasta su pecho donde le chasqueó los pezones con la lengua. Le levantó los brazos por encima de la cabeza, soltando la faja de su bata. Le aseguró las muñecas a los raíles de hierro del armazón de la cama y dejó que su lengua y sus labios vagaran a su antojo por todo su cuerpo. Cuando le llevó la boca a la polla tensa, dejó escapar un suspiro. Al embestir hacia delante no encontró nada más que el aire fresco. Sophia le dio unas palmadas en el miembro palpitante. Él le pasó las piernas alrededor de la cintura y la llevó de nuevo hacia él. A modo de juego, ella le tomó los huevos en una mano y luego le tiró con la otra de su rizado vello púbico.

Le dio la espalda y se estiró por encima de todo su cuerpo. La lengua le exploró los dedos de los pies y le subió por las piernas, mientras su cuerpo se desplazaba hacia atrás hasta que abrió las piernas sobre su rostro. Disfrutó de su aroma antes de sumergir la lengua en su vagina. Finalmente, tomando su virilidad en la boca, le chupó al ritmo de su lengua exploradora. Llegó al clímax sobre su cara mientras él hurgaba en su interior. Mediante un nuevo impulso a su cuerpo colocó su agujero del amor sobre la tiesa polla y se empaló en ella. Gervaise, todavía sin poder mover los brazos, levantó la cabeza para observar su hermoso culo redondo bombear arriba y abajo sobre su abdomen. Ella bajó las manos, agarrándole los tobillos, y se movieron al unísono. Sentándose, se bajó de golpe sobre su polla y él chorreó a fondo una y otra vez dentro de ella.

Sophia rodó para separarse de su cuerpo y le soltó las muñecas. Gervaise la recorrió inmediatamente con las manos por toda la suave piel, como si se estuviera reafirmando de que ella estaba allí todavía. Ella le apoyó la cabeza en el pecho y enredó sus piernas en las de él, olvidadas todas las preocupaciones en su arrebato de pasión.

La rendija de la puerta que daba al corredor desapareció cuando Penny se hundió en el suelo. Dejó caer la frente hasta las rodillas levantadas, abrumada por la sensualidad del acoplamiento del que acababa de ser testigo. Levantó la cabeza, mirando a la pared blanca que tenía enfrente. Todo el placer de las aventuras de los días previos se desintegraba a la vista de la escena que tenía lugar en el dormitorio que había tras ella. Después de toda la degradación que había experimentado la esclava, ¿cómo podía disfrutar tan libremente de su amor a Gervaise? La boca de Penny se endureció. Allí en el corredor frío y oscuro, se prometió aumentar sus esfuerzos para hacerse cargo de la esclava.