Apuesta

Dos matrimonios vuelven de una fiesta. Por el camino se cruzan una fuerte apuesta: ¿serán ellas capaces de hacerse pasar por putas?.

Eran como la una de la mañana. Regresábamos de una fiesta y nos acompañaba un matrimonio amigo al cual pasaríamos a dejar a su casa de camino a la nuestra. Adelante en la camioneta iban mi marido conduciendo y nuestro compadre. En el asiento posterior íbamos mi comadre y yo. Los cuatro habíamos bebido bastante más de la cuenta. Ambos matrimonios rondamos los 35 años y 7 de casados.

Durante el camino de regreso íbamos platicando de todo de manera muy escandalosa y desinhibida debido al alcohol que habíamos bebido. Cuando pasamos por una zona donde había un grupo de prostitutas nuestros maridos se detuvieron, bajaron las ventanillas y les preguntaron que cuánto cobraban y les dijeron las cosas que harían con ellas lo que nos pareció de mal gusto sobre todo porque íbamos con ellos. Mi amiga molesta les dijo que eso era de muy mal gusto y que si les parecería que a nosotras nos dijeran lo mismo en la calle. Ellos riéndose contestaron que sólo que fuéramos "Putas" porque sólo así alguien se fijaría en nosotras. Mi amiga dijo: "qué tal si lo fuéramos". Ellos soltaron tal carcajada que por poco nos estrellamos contra la barra de protección de la carretera. Nos dijeron entre grandes risas que ni siquiera seriamos capaces de vestirnos como ellas mucho menos pararnos en una esquina y conseguir clientes. Que para eso se requería estilo y buen cuerpo. Esto nos encendió de coraje y les contestamos que si quisiéramos podríamos hacerlo en cualquier momento. Ellos dijeron de manera burlona "Por ejemplo, en este momento. ¿No?" Yo les contesté que por el momento no íbamos vestidas de manera apropiada. Ellos tomaron esto como una confirmación de nuestra actitud de que no seríamos capaces de hacerlo y envalentonados por el alcohol nos lanzaron un reto. Nos dijeron que si éramos capaces solamente de vestirnos como ellas y pararnos en una esquina ellos dejarían todo un año de ver y jugar fútbol. Ambos son fanáticos de este deporte. Yo me quedé callada pero la respuesta de mi amiga me dejó sorprendida al aceptar el reto. Ella es ( o era ) más conservadora que yo al respecto a cuestiones del sexo. Después de reponerme de la sorpresiva respuesta le apoyé y les pedí que para probarlo nos llevaran a casa para vestirnos apropiadamente y que regresaríamos a cumplir el reto. Ellos se envalentonaron aún más y aceptaron el reto seguros de que no seríamos capaces de hacer algo así y además agregaron que si ellos ganaban nosotras les concederíamos libre una noche de todas las semanas sin que les preguntáramos qué hacían o a dónde iban. Nosotras aceptamos.

Llegamos a casa. Mientras nuestros maridos se quedaban en la sala bebiendo, yo tomé una botella de tequila y subí junto con mi amiga a la habitación para cambiarnos de ropa. Ambas bebimos un fuerte trago de tequila mientras subíamos. Mi amiga me pidió le prestara algo apropiado. Le pregunté que si en verdad lo íbamos a hacer. Ella asintió diciéndome que ya no me podía echar para atrás o seríamos la burla de nuestros maridos. Tomé un vestido de licra color rojo muy corto y ajustado que mi marido me había comprado para usar una noche especial. Mi amiga es más alta que yo y una talla mayor por lo que el vestido le quedaba como una segunda piel y apenas le cubría sus pantaletas, las cuales se marcaban completamente. Al verse al espejo decidió a quitárselas igual que sus pantimedias. Como no había usado bra se notaba perfectamente que sólo traía puesto el vestido. Sus senos y sus pezones erectos así como su entrepierna de marcaban claramente a través de la tela del vestido por lo que para cubrir un poco le presté una tanga de hilo dental en color blanco. Complementaba su vestimenta con las zapatillas de tacón alto negras que traía puestas.

Yo por mi parte tomé un vestido de encaje negro que tenía un fondo de tela satín que se podía desprender. Le quité el fondo por lo cual el vestido quedó totalmente transparente. Me puse una tanga de hilo dental negra de encaje, sin bra y un liguero negro con medias del mismo color. Por ultimo cambié mis zapatillas por unas de color negro de tacón alto.

Nos cubrimos cada una con una gabardina negra, tomamos cada una otro fuerte trago de tequila y bajamos dispuestas a cumplir el reto. Al bajar observamos que nuestros maridos seguían bebiendo. Al vernos nos dijeron que si era en serio eso de aceptar el reto. Dijimos que sólo que se retractaran y aceptaran haber perdido no lo haríamos. Al vernos muy cubiertas con las gabardinas dijeron que nos descubriéramos a lo que nos negamos. Ellos pensaron que simplemente estábamos jugando por lo que nos dirigimos a la camioneta y salimos rumbo a la zona roja. En el camino nos maquillamos lo más llamativamente posible, de tal forma que pareciéramos efectivamente prostitutas.

Al llegar a la zona se acercó una de las chicas a ofrecer sus servicios. Se quedó sorprendida al vernos. Le pregunté que quién era la chica que estaba a cargo de ellas y ella señaló a una señora ya un poco grande pero muy bien cuidada de su cuerpo. Nos bajamos mi amiga y yo de la camioneta y nos encaminamos hacia donde estaba la señora. Mientras nuestros maridos se quedaban con la chica platicando sin pelarnos. Mientras caminábamos todas las demás chicas se nos quedaban viendo y uno que otro cliente nos preguntaba el precio por nuestros servicios. Al llegar con la encargada nos recorrió de arriba hacia abajo. Nos preguntó qué queríamos. Brevemente le platicamos del motivo de estar ahí. Nos pidió que abriéramos las gabardinas. Al vernos vestidas en "traje de carácter" dijo que no había ningún problema en ayudarnos siempre y cuando cubriéramos nuestra cuota con ella. La cuota era $500.00 (Quinientos pesos ) por cada una, lo que nos pareció alto pero como era la condición que había puesto le entregamos dicha cantidad por cada una. Tomó el dinero y llamó a un par de chicas. Les dijo que nos ayudaran a volvernos "Putas". Ellas se carcajearon y dijeron que nos ayudarían. Nos llevaron a una de las esquinas y dijeron que nos paráramos ahí y que nos quitáramos las gabardinas. Al ver nuestras vestimentas las chicas nos dijeron "Bueno la pinta de Putas sí la tienen". Nos paramos donde dijeron ellas e inmediatamente se rieron y nos dijeron toda clase de improperios. Nos dijeron que no sólo era pararse en una esquina, que era necesario pararse con estilo en la que se resaltaran las piernas, las nalgas y los senos. Nos dieron indicaciones de cómo hacerlo. En eso tenían razón nuestros maridos, se requiere de cierto estilo.

Al poco rato empezaron a llegar los clientes a pedir nuestros servicios, todas las cuales rechazamos. Al principio estábamos nerviosas pero poco a poco fuimos superando nuestras inhibiciones, al cabo era sólo un juego. Después de estar un rato así nos regresaríamos a la camioneta e iríamos a casa a celebrar nuestro triunfo.

Al cabo de un rato de estar jugando a ser prostitutas llegó un carro nuevo de lujo con chofer y dos personas en la parte posterior. Se detuvo con la señora encargada del lugar. Intercambiaron de palabras. La encargada se acercó a nosotras. Ella nos dijo "Querían volverse Putas, ¿No? Pues ésta es su oportunidad. Los señores son gente fina que requiere de sus servicios" Nosotras no supimos qué responder, una cosa era jugar a ser prostituta y otra muy diferente serlo". La encargada le hizo señas al chofer del automóvil. Se acercó el auto hasta donde estábamos. Uno de los caballeros asomó por una de las ventanillas y nos pidió que nos subiéramos. Contestamos nerviosas que ni siquiera habían preguntado el precio. El caballero sonrió y contesto que no importaba cual fuera ya que lo valíamos y que íbamos a desquitar hasta el último centavo que cobráramos. Volteamos hacia la camioneta donde estaban nuestros maridos tratando de que se dieran cuenta de lo que estaba pasando pensando que seguramente vendrían, armarían un escándalo y nos rescatarían. Pero al voltear vimos que los muy cabrones de nuestros maridos se habían subido a la chica con la que estaban platicando y se la estaban agasajando sin importar que estábamos ahí. Esto nos enfureció. Mi amiga me dijo "Vamos súbete al carro". Yo contesté "Por supuesto".

En el interior del auto aparte del chofer estaban dos señores de unos 55 o 60 años. Uno de ellos era alto, con mucha personalidad y de cuerpo atlético bastante bien para su edad. Al parecer en su juventud había sido un consumado atleta. El otro era más bien bajito pero también de cuerpo atlético aunque también un poco regordete pero con un carácter más fuerte que el primero. La ropa y los accesorios de ambos eran muy finos. La persona bajita ordenó al chofer se pusiera en marcha. Nos sentaron entre ambos señores. Al pasar de la puerta al asiento el señor alto nos agarró la entrepierna y las nalgas. Por instinto tratamos de quitar su mano. Él sólo dijo al otro hombre "Sí, son mujeres". Tan pronto como se alejó el auto de la zona se nos acercó un auto de color blanco con unas personas de aspecto rudo. Nos dio algo de miedo. El bajito le hizo una señal y nos empezaron a seguir. Al parecer eran los guardaespaldas de alguno o ambos señores.

Nos dirigimos a uno de los moteles que esta en las afueras de la ciudad. Al llegar el chofer hizo una seña al portero. En vez de entrar por la puerta principal entramos por una puerta lateral disimulada con plantas que aquí conocemos como enredaderas. Por la puerta se entraba a un camino que daba a una casona rodeada de paredes muy altas y jardines por todos lados. Al llegar a la puerta se estacionó el carro pero primero bajaron tres tipos del otro carro, entraron a la casa y al parecer la revisaron. Salieron de ella haciendo una seña al chofer de que no había problema y el chofer procedió a estacionar el carro en una pequeña cochera. Los otros tres subieron al carro blanco y se quedaron como montando guardia. Mi amiga y yo nos preguntábamos con la mirada en qué clase de problema nos habíamos metido.

Cada caballero se bajó y el chofer nos ayudó a bajar a cada una. Entramos a la casa. Esta tenía un aspecto singular. Era sólo una gran habitación con una pequeña piscina en el centro rodeada de plantas y paredes de vidrio. Había también varias camas grandes acomodadas de tal forma que fácilmente se podía pasar de una a otra ya que no estaban separadas por nada. Había toda clase de barras de mármol a diferentes alturas donde una mujer u hombre cabían perfectamente acomodados. Había también un pedestal con un tubo al centro y varios sillones de fina piel alrededor del pedestal. En uno de los extremos había un bar surtido con vinos y licores de buena marca, vasos y copas de muy buena calidad, refrescos de todas las marcas en especial agua mineral de importación y en una de las paredes unas cómodas así como una pantalla de televisión y equipos modulares perfectamente bien organizados con altavoces distribuidos de manera profesional. Por ultimo había un par de duchas fabricadas con vidrio espejo con la parte reflectante hacia la parte interna del baño. Había en otro extremo dos baños más hechos de mármol que después conocimos mi amiga y yo. La decoración estaba muy bien cuidada con replicas de pintores famosos. Dentro de esa casona había más dinero que en muchas de las casas de nosotros los simples mundanos. Claramente se veía que era una casa de reuniones privadas que no sé si habían rentado o pertenecía a alguno de nuestros acompañantes. El chofer sirvió cuatro copas de coñac. Tan pronto como entregó las copas se encaminó hacía la puerta cerrándola al salir. Hasta ese momento debo decir los señores se habían comportado como todos unos caballeros. No nos habían hecho sentir como prostitutas lo cual de alguna manera calmó un poco nuestros nervios. Tomamos todos apresuradamente nuestras copas. La combinación del tequila que habíamos bebido con el coñac fue fatal. Desaparecieron todos nuestros temores e inhibiciones que quedaban. En ese momento dijeron que comience el show.

Se sentaron en los sillones de piel junto al pedestal con el tubo, pusieron música y dijeron que ambas realizáramos un baile sensual sin desvestirnos. Totalmente alcoholizadas ninguna de nosotras sabíamos cómo hacerlo pero tratamos de improvisar. En ese momento su actitud cambió. Se transformaron de un par de caballeros en un par de hombres lo más libidinosos y vulgares que se puedan imaginar. Se quitaron saco y corbata y nos empezaron a gritar cosas como "Pelos, pelos, pelos", "Muevan ese culo putas", "Métanse el dedo en la panocha", "Prepárense bien que nos las vamos a coger hasta que les gusten nuestras vergas", y otras cosas por el estilo.

No esperaron mucho. Ambos saltaron hacía el pedestal y fuimos prácticamente devoradas no por dos hombres sino por dos bestias sedientas de sexo. A mí me tocó el chaparrito y a mi amiga la persona alta. Sentía que mi acompañante tenía muchas manos por la forma que era manoseada. Igual trato estaba recibiendo mi amiga. Sus besos y aliento recorrieron mi cuerpo desde mi nuca hasta mis piernas. Sus manos recorrieron y apretujaron encima del minivestido transparente senos, vientre y entrepierna sobre mi breve tanga. Me volteó, me recargó en el tubo del pedestal y volvió a recorrer con sus besos y aliento nuevamente sobre mi minivestido. Se arrodilló y olió tanto como pudo la tanga. Mis jugos habían empapado ya la tela de la tanga lo que me imagino lo excitó aún más. Levantó mi vestido y chupó la humedad de la tela. Mis pezones se pusieron muy duros. De reojo pude ver el trato que estaba recibiendo mi amiga. Estaba acostada sobre una de las barras de mármol, tenía las piernas totalmente abiertas y estaba siendo devorada también por caricias en todo el cuerpo. Su ropa también había sido desgarrada. Estaba recibiendo algunas de las palabras más obscenas que había escuchado en mi vida. Sin embargo también se veía que ella lo estaba disfrutando por los quejidos de placer que estaba emitiendo y las palabras también muy obscenas con la que estaba animando a su amante a que continuara.

Mi amante se detuvo y me rompió la tanga. Apresuradamente me quitó el vestido rasgándolo un poco quedando únicamente con mi liguero y mis medias puestas. Se veía una enorme erección debajo de su pantalón. Se quitó la ropa de la parte de arriba quedando un torso muy musculoso. Me hizo arrodillarme y me dijo "Ábreme la bragueta y hazme la mejor mamada de tu puta vida". Yo le obedecí. Abrí la bragueta y saltó un trozo de carne muy duro. Lo metí en mi boca y por primera vez en mi vida comencé a chupar y besar un pene que no era el de mi marido. Aunque no era muy diferente al de él el hecho de saber que era de otro hombre me excitaba. Lo recorrí tantas veces con mi boca y con mi lengua que podría describirlo perfectamente si alguien me lo pidiera.

Seguí así hasta que sentí su líquido lubricador comenzaba a salir. Entonces fui obligada a probarlo. Sabía diferente al de mi marido. Mi amante me detuvo. Dijo que todavía no quería terminar. Me paró y me llevó a una de las camas. Me abrió de piernas comenzó a chupar mi clítoris y vagina. A partir de ese momento fui objeto de toda clase de posiciones sexuales. Éramos el Kama-Sutra viviente. Miré de reojo a mi amiga y a su amante. Estaban realizando un 69. Ella devoraba ansiosamente el pene de él mientras ella le animaba a seguir sin detenerse.

No aguanté mucho y tuve mi primer orgasmo de la noche. Él se dio cuenta porque apreté mucho mis piernas y casi lo ahogo mientras chillaba algo obsceno que no recuerdo bien.

Se paró y diciéndome "Ahora vas a probar lo que es una verga de verdad" me la clavó hasta el fondo. Yo lancé un quejido de placer. Comenzó a bombear. Me abrió las piernas lo más que pudo. Sabía cómo mover su pene ya que en cuestión de minutos me volvió a poner muy caliente. Ahora era yo la que gritaba obscenidades: "No te detengas, cógeme, soy tu puta". "Hazme bramar". A los pocos minutos sentí su semen caliente invadir mis entrañas. Yo hubiera querido hubiera durado un poco más hasta terminar juntos. Como me había dejado caliente empecé a frotarme el clítoris con mi dedo. Se dirigió hacia donde estaba el bar y de uno de los cajones sacó un vibrador en forma de pene. Me lo entregó ordenándome: "Toma puta mastúrbate". Dada mi calentura tomé el vibrador y lo comencé a frotar contra mi clítoris. Abrí las piernas lo más que pude dándole a mi amante un buen espectáculo mientras él descansaba sentado tomando otra copa de coñac. Volteé hacia donde estaba mi amiga. Ella estaba recibiendo en ese momento la descarga de su amante ya que lo gritó a todo lo que pudo. Seguramente nuestros gritos eran escuchados afuera de la casona.

El bajito también se dirigió hacia uno de los cajones entregándole otro vibrador en forma de pene pero este de color negro más grande que el que yo tenía. Frenética no sólo se lo puso en el clítoris también lo empezó a meter en su vagina. Yo estaba observándola cuando una mano tomó mi vibrador y sin decir nada lo metió todo en mi vagina comenzándolo a mover por todos lados mientras me decía "Aprende de la otra puta. Así se usa un vibrador" mientras lo subía hasta la velocidad más alta. Era la primera vez que tenía un vibrador dentro de mi vagina ya que alguna vez lo había usado pero sólo lo para frotarme el clítoris. Esto era nuevo pero empecé a tomarle gusto. Mi amiga duró unos 15 minutos, yo unos minutos más y volvimos a terminar.

Mientras nuestros amantes se acercaron a nosotras. Nos voltearon es posición de "perrito" y comenzaron a chupar los jugos que emanaban de nuestras vaginas. Mi vagina y mi ano eran lamidos por su lengua. Igual trato recibía mi amiga. De pronto sentí la lengua de mi amante introducirse totalmente en mi ano. Sentí un temblor en casi todo mi cuerpo. De pronto sacó su lengua y sentí cómo era penetrada en mi ano totalmente por el vibrador. Estaba perdiendo la virginidad de mi trasero por un vibrador. Eso me dolía pero mi amante no me hacía caso. Al cabo de unos minutos el dolor cedió un poco. Mi amiga había corrido la misma suerte. Estaba siendo desvirgado su ano por un vibrador.

Así nos tuvieron un rato hasta que el alto dijo "Estas putas ya están listas" . En ese momento cambiaron de posición. El que había sido mi amante se dirigió hacia donde estaba mi amiga y la otra persona hacia donde estaba yo. Al grito de "una, dos ,tres" sacaron los vibradores y metieron sus penes erectos en nuestros anos. Nuevamente sentí dolor y al parecer mi amiga también. Ahora estaban siendo desvirgados nuestros anos por penes de verdad. El pene era más grande que el de mi otro amante y el de mi marido. Sentía cómo me llegaba hasta los intestinos y todos los rincones de mi trasero. Mientras con su mano metía el vibrador en mi vagina. No sé cuánto duro. Yo sólo apretaba los dientes para calmar el dolor hasta que finalmente sentí cómo era inundada en mi trasero por semen caliente.

Mientras tanto mi amiga y su amante eran ahora el Kama-Sutra viviente. Le estaba tocando probar toda clase de posiciones sexuales. Finalmente su amante la volvió a penetrar por el ano y también la llenó de semen. Cuando terminó pedimos nos dejaran descansar un poco a lo que uno de ellos contestó "Aún les falta el tercer agujero" Se refería a nuestra boca.

No nos dejaron descansar mucho. Nos obligaron a arrodillarnos y empezamos besar, lamer y mamar indistintamente ambos penes. Estos al cabo de un rato se endurecieron nuevamente pero no tanto como antes por lo que tuvimos que masturbarlos con la mano hasta quedar nuevamente duros. Dado el fragor de la batalla ellos tuvieron que ayudarse con su mano masturbándose mientras nosotras mamábamos sus penes. Esto fue más rápido. Ambas fuimos sujetadas por la cabeza con un pene adentro de nuestras bocas mientras ellos siguieron masturbándose hasta que recibimos cada una de su amante su descarga de semen en la boca siendo obligadas a tragarlo entre las palabras más vulgares. Una vez que tragamos el semen nos obligaron a limpiar con lengua y boca yo el semen del pene de la persona que había descargado su semen en mi amiga y ella el de mi amante hasta quedar perfectamente limpios siendo obligadas nuevamente s tragar los residuos que habíamos limpiado aunque parte del semen había caído hacia nuestros cuerpos. Los cuatro nos recostamos en la cama exhaustos y sin decir ninguna palabra. Estuvimos así unos 20 minutos. Ambas estábamos inundadas de semen, jugos vaginales y sudor

Uno de ellos dijo son casi las seis de la mañana mi chofer las llevará a donde le indiquen. Habían nuevamente recuperado su actitud caballerosa. En nada se parecían a las bestias sexuales que habían devorado nuestro cuerpo. Nos paramos. Mi amiga y yo sólo nos cubrimos con las gabardinas. Nuestra ropa estaba bastante maltrecha y rota. Ni caso tenía recogerla. Pasamos a los baños a lavarnos la cara un poco.

Al terminar recibimos cada una un sobre cerrado. Sin decir palabra salimos y el chofer tenía ya el auto listo. Nos ayudó a subir. Y preguntó hacia dónde nos dirigíamos. Yo le indiqué la dirección de una calle que está cerca del fraccionamiento donde vivimos mi marido y yo. De camino a casa pasamos por la zona donde había comenzado nuestra aventura. Ahí estaba todavía la camioneta con nuestros maridos. Ambos estaban bien dormidos. Ya no estaba ninguna de las chicas que ahí trabajan. No nos detuvimos seguimos hasta el punto donde había indicado al chofer. Al llegar ahí pedí se detuviera y nos consiguiera un taxi. Él no preguntó nada sólo consiguió el taxi y lo pagó indicándole que sin hacer ninguna pregunta nos llevara a donde le indicáramos y esperara hasta que entráramos. Él mostró al taxista una credencial metálica. El chofer se quedó mudo y nos llevó hasta mi casa sin decir nada. Tan pronto como nos vio entrar a casa se alejó rápidamente. A ambas nos escurría por todos lados el semen de nuestros amantes. Subimos a la habitación totalmente agotadas. Entramos al baño y nos duchamos íntimamente para limpiar el semen. Le presté un camisón a mi amiga y nos acostamos. Abrimos los sobres. Lo que vimos nos dejó boquiabiertas. Habíamos recibido cada una 20,000 pesos por cuatro horas de trabajo. La ganancia había sido muy alta pero también el riesgo. Afortunadamente no fuimos embarazadas ni fuimos contagiadas de ninguna enfermedad.

Con respecto a nuestros maridos, estos llegaron a casa como a las 10 de la mañana y se quedaron dormidos en la sala. Mi amiga y yo dormimos hasta cerca de las cuatro de la tarde. Al bajar ellos ya estaban despiertos. Con una cara descompuesta por los estragos de la borrachera nos preguntaron qué había pasado. Nos dijeron que de momento ya no nos vieron, que dónde nos habíamos metido. Nosotras no les dijimos la verdad. Les contamos que nos habían ganado ellos. Que no nos habíamos atrevido a ser prostitutas. Que simplemente nos adentramos en la zona y cuando volvimos estaban profundamente dormidos lo que nos enojó muchísimo por el riesgo que estábamos corriendo. Que habíamos tomado un taxi de regreso a casa y que nos habíamos quedado dormidas esperándolos. Ellos se burlaron de nosotras diciendo que ya sabían que éramos incapaces de hacer algo así. Al parecer no se habían dado cuenta de nada.

Ahora ellos salen todos los jueves por la noche y llegan hasta el amanecer oliendo a alcohol y perfume de mujer barato. Nosotras aprovechamos también esa noche para divertirnos y ganar un poco de dinero, sólo que ahora tomamos las precauciones necesarias para no correr tanto riesgo finalmente tenemos derecho ya que nosotras ganamos la apuesta.