Apuesta con una madre sumisa...
Apuesto seriamente con mi madre y pierde la apuesta...
Me llamo Javier. Tengo una familia normal. Mi madre se llama Ana, es una señora guapísima y voluptuosa, de esas señoras que doblas el cuello para no dejar de verla si te la cruzas en la calle. Una señora morena, de 53 años, de buenas caderas, con un culazo grande y parado, buenas piernas y unas tetas bien bien grandes. Se cuida maravillosamente, conserva su cintura, se cuida, viste genial... la mami que todos mis amigos quisieran para ellos.
Mi padre es un buen hombre, trabajador, pero con un defecto que va a acabar con todos nosotros, la bebida. Bebe, bebe demasiado, no es un borracho, pero algún fin de semana que otro viene en no muy buenas condiciones, y esto nos lleva de cabeza, sobre todo a mi madre, a esa señoraza que de un tiempo acá, no puedo evitar masturbarme pensando en ella cada vez que en la veo pasar ligerita de ropa.
Tengo fijación por el culo de mi madre, y me moriría por follárselo. Y no se me ocurre ni como acercarme. Solo sé que el punto débil de mi madre es la adicción dominguera de mi padre. Y me puse a trabajar en ello.
La pasada noche mi padre se quedó en un bar a ver el fútbol, y como de costumbre vino pasado de alcohol, tambaleándose. De madrugada la discusión de mis padres fue sonada, se oían los reproches de mi madre a través de la pared, fue peor de lo acostumbrado, hasta el punto que mi padre se volvió a ir.
A la mañana siguiente la vi en la cocina, con su camisón de raso negro a menos de medio muslo. Absorta removía un café y me acerqué por detrás:
-Javier: Mamá
-Ana: Ah, que susto. Hola mi niño
-Javier: ¿qué te pasa?
-Ana: Nada... me pillaste pensativa
-Javier: ¿Pensando en papá otra vez? No te merece, es un capullo.
-Ana: No hables así. Sí, pensando en él, en mí, en todo.
-Javier: No te merece. No le des más oportunidades. No es él. Volverá a hacerlo.
-Ana: No sé, no creo. Ayer le hablé muy claro
-Javier: ¿qué te apuestas que volverá a hacerlo? Me juego contigo lo que quieras
Cogí suavemente a mi madre por la cintura y me acerque a ella. Ella se giró y nos fundimos en un abrazo en las que mis manos inconscientemente se deslizaron al trasero levemente. Lo suficiente para disparar los latidos del corazón en mis sienes y no llamar la atención de mi madre.
-Javier: Volverá a hacerlo. Y lo verás
-Ana: Verás cómo no
Apartándola de mí la miré a los ojos:
-Javier: ¿Qué te apuestas a que sí? Y será peor
-Ana: Verás cómo no
-Javier:¿Qué te apuestas? Pídeme lo que quieras
-Ana: ¿y qué te voy a pedir yo mi niño? ¿o que te voy a dar yo?
-Javier: Lo que quiera
Mi madre sonreía levemente pensativa. Parecía que su cabeza estaba en otro lugar.
-Ana: jaja, vale… lo que yo quiera y lo que tú quieras. Pero no pasará.
-Javier: Pues como lo vuelva a ver venir borracho hoy mismo, te voy a pedir lo que yo quiera. Te cojo la palabra.
-Ana: Niño, no me asustes, que aunque soy mujer de palabra también soy mujer.
-Javier: Pasará mamá, pasará. Y lo sabes. Una promesa es una promesa, ¿de acuerdo?
-Ana: Te lo prometo. Haré lo que tú me digas, pero ya te adelanto que no vendrá mal esta noche. Lo sé.
Mi padre había salido después de comer a tomar café con los amigotes de siempre y mi madre pasó el resto de la tarde de verano en tareas de limpieza. Difícil era estudiar, yo sabía que se ponía para limpiar un vestido muy ligero que se le ceñía a las caderas y marcaba las enormes tetazas que tenía. Se bamboleaban al compás del trapo sobre los muebles y yo me ponía muy burro pensando como chupar esos pechazos. Ella sudaba y hablaba entre dientes.
Llegada la noche mi madre se dirigía con su albornoz a tomar una ducha reconfortante cuando sonó la puerta. Al abrir los amigos de andanzas de mi madre lo traían en brazos y argumentaban que algo le debió sentar mal.
-Amigo: Buenas tardes señora. Su marido no se encuentra bien. ¿Podemos dejarlo en algún sitio?
Las risas en voz baja sobre el estado de mi padre y los repasos a mi madre de arriba abajo me hicieron acercarme y ayudar a mi padre a llevarlo a su cuarto. Los amigotes se marcharon diciéndose en voz baja que menudo polvazo tenía su mujer.
Mi padre acostado boca abajo, mi madre diciéndole de todo, y yo al lado. Todo era un poema.
-Ana: ¿No te da vergüenza?. Vaya mierda de hombre, además de borracho impotente.
Mi madre se dio cuenta que habló más de la cuenta, que la oí. Así que apretó los labios y se fue al baño.
Mi padre permanecía tirado en la cama, sin mover ni un párpado. Estaba sobadísimo. Mi cabeza no daba más que vueltas y vueltas. No sé si mi madre había digerido que le había ganado una apuesta pero después de pensarlo y pensarlo me dirigí despacio al baño donde mi madre se duchaba.
Apoyé mi oreja en la puerta y oí cerrar el grifo del baño. Mi corazón latía a mil y mi polla no cabía en el pantalón corto. No había pestillo así que me llené de valor y entré. Hablamos a través de la cortina de la ducha:
-Ana: ¿Quién es?
-Javi: soy yo mamá
-Ana: ¿Qué quieres? Estoy terminando de secarme
-Javi: Te dije que papá vendría borracho. Te equivocaste. Te volviste a equivocar. Te equivocaste y te toca pagar.
-Ana: ¿Cómo que me toca pagar? ¿Qué tengo que pagar?
-Javi: Tu apuesta perdida mamá
Hubo unos segundos de silencio y lo siguiente que ocurrió es que descorrí la cortina de golpe, y allí estaba la maciza de mi madre, desnuda de frente a mí y sujetando la toalla a la altura de sus pechos tapándose todo lo que la pequeña toalla podía.
-Ana: ¿Pero que haces niño? ¿No ves que estoy desnuda? ¿Corre la cortina?
-Javier: No
-Ana: ¿Cómo que no? Que estoy desnuda niño. Corre la cortina. Luego hablamos
-Javier: Que no. Quiero que cumplas tu palabra de mujer
-Ana: Pero niño…
En un momento de descuido tiré de la toalla hacia abajo y los pechos de mi madre botaron buscándola de nuevo. Como un resorte se tapó los pechos con los brazos sin conseguirlo y posteriormente su coño depilado. Se avergonzó de tal forma que no le quedó más remedio que darse la vuelta ante mí, dejando su perfecta espalda y potente trasero mirando hacia mí.
-Ana: Niño ¿se puede saber que haces? Sal del baño
-Javier: No, paga tu apuesta.
-Ana: Ay dios
Mi madre se bloqueó y al ver tirada la toalla en el suelo de la ducha se agachó a recogerla mientras permanecía de espaldas a mí. La visión por detrás de ese chochazo depilado y el agujero del trasero siempre tan deseado hizo que mi mano se posara en su espalda mientras permanecía ligeramente echada hacia delante.
-Javier: Mamá… no te muevas. No te muevas te he dicho. Deja de hablar y cumple tus promesas.
Mi madre no habló, seguía echada hacia adelante con la toalla en una mano mientras yo con una mano sobre su espalda para recordarle que no se levantara, con la otra le sobaba el trasero sin temor. Lo amasaba, un glúteo y luego el otro, y dejaba deslizar un dedo rozando el agujerito de su culo.
-Javier: Mamá, no te muevas. No puedo más.
-Ana:¿Cómo que no puedes más?, ¿a qua te refieres? ¿Qué quieres hacer?
-Javier: Estoy loco por tu trasero. Tienes el culo más bonito y sexy del mundo. Quiero que sea mío.
-Ana: Nene no
-Javier: No quiero oírte más. Calla y no te muevas. Calla
La situación era excitante. La mujer que más deseaba y la visión de ese culo perfecto a medio palmo de mi polla me hizo tener la erección más brutal que recuerde. Me bajé el pantalón y solté mi aparato que enloquecido golpeó los glúteos de mi madre. Recogí el bote de gel y embadurné mi polla y el agujero del culo de mama. Los ronquidos de mí padre me ponían a mil. Me iba a follar por el culo a mi madre, a su esposa, con el presente en casa.
-Ana: Nene, ¿estás loco? Soy tu madre.
-Javier: Te voy a follar el culo mamá, aquí y ahora. Callaté
No tengo claro si de mi excitación o de la de ella, enfilé mi polla a su culo y entró media polla con facilidad. Enganché a mi madre por las caderas y empujé mi polla hasta el fondo. Entraba como un cuchillo caliente en la mantequilla. La tenía completamente ensartada por el culo.
-Ana: Ay nene. ¿Qué has hecho? Me has.. me has…
-Javier: Dilo mamá dilo… Quiero que lo digas
-Ana: Me estás… ay dios
-Javier: Que me digas que te estoy haciendo..
-Ana: Ay, dándome por culo nene, dándome por culo…ay ay
Seguí embistiéndole la polla en el culo, dura como un garrote, solté sus caderazas y enganché sus enormes tetas. Ella puso sus manos sobre las mías y me las apretaba.
-Javier: ¿Te estoy dando por culo mamá?
-Ana: Sí sí
-Javier: ¿Quieres que deje de metértela en el culo?
-Ana: No, no, no pares
-Javier: Entonces ¿te gusta que te culee?
-Ana: Ay sí, mi niño, me gusta mucho, sí
Aumenté las embestidas en ese trasero sin ofrecer resistencia alguna. El choque de mi pubis con sus nalgas sonaba de tal manera que en algún momento temí que mi padre se despertara y viera como le jodo el culo a su señora. Pero eso era imposible, el alcohol lo tenía totalmente adormecido.
-Javier: Mamá, no voy a parar hasta romperte el culo
-Ana: No, no me lo rompas… ay
Tenía el nabo ardiendo como un hierro candente y mi madre aguantaba mis embestidas sin retraer el trasero. Las acometidas eran brutales, la tenía bien agarradas por las tetazas y le tiraba bien fuerte por el culo. No sabía cuanto tiempo más podría aguantar así
-Ana: Ay nene, ya no aguanto más, me estas destrozando el culo. Córrete, córrete en mi culo
Las palabras de mi madre pidiéndome que me corriera en su culo, me pusieron como una moto. Estaba deseando llenar de leche el culo de mi jamona madre, pero me aguanté y como la ví sumisa le saqué la polla del trasero y le dije:
-Javier: Vente conmigo al dormitorio, que te voy a terminar allí. Vente.
-Ana: Calla loco, que está tu padre durmiendo.
-Javier: por eso
La agarré de la mano y la arrastré al dormitorio donde mi padre yacía sin inmutarse, babeando las sábanas en la misma postura que lo dejamos. Mi madre, desnuda y preciosa como estaba, la puse de rodillas junto a su marido en la cama. Enfilé la polla nuevamente en su culo, y se la metí de un golpe.
-Javier: Mamá… dile que te están dando por el culo. Díselo.
-Ana: calla loco, no
-Javier: díselo ya
Mi madre, en voz muy bajita, se dirigió a su marido y le dijo mientras dormía.
-Ana: Juan, me están dando por el culo. Me están follando por detrás. Ahhhh, aahhh
Las tetas de mi madre se balanceaban adelante y atrás, mi polla no le perdonaba un centímetro de culo, y las embestidas volvieron a ser tan brutales como en el baño. Sin pensarlo le solté un palmetazo en el culo:
-Ana: Ay sí… dame, dame
Seguí golpeando el culazo de mi madre mientras lo follaba sin parar. Enseguida noté como mi madre se tensionaba corriéndose como una loca, perdiendo los papeles.
-Ana: Ay dios,… me estoy corriendo hijo puta, me corro… ay dios dios.
Mi madre seguí estremeciéndose mientras yo seguía meneando el nabo dentro de su culo, seguí dándole azotes y viendo como se corría esta señoraza que tengo por madre, no pude demorarlo más y le eché el polvo en el culo más brutal que jamás habrá recibido en tu vida. Estaba desatada:
Ana: Sí, nene, córrete en el culo de mamá, vacía los “güevos” en mi culo. Así cielo. Lléname el culo de leche, sí así.
Los ojos se me quedaron en blanco mientras me corría en el culo de mi madre. En el culazo de la jamona más impresionante que uno podía tener por madre. Acabé extasiado y me eché sobre ella y mi polla se salío de su culo. Aún respirábamos agitados los dos, yo sobre su espalda, y el cornudo borracho de mi padre a nuestro lado y así permanecimos.
Al rato mi padre se movió y yo creyendo que iba a verme me eché al suelo por el lado de mamá para que no me viera. Abrió los ojos y vió desnuda a su mujer a su lado.
Papá: ¿Qué haces ahí desnuda nena?
Ana: Nada papá. Iba a acostarme
Papá: ah
Y se durmió nuevamente. Y yo… volví a tener otra erección y el camino abierto.