Apuesta a tu esposa
Michael y Allison son una pareja de recién casados con algunos problemas económicos. ¿Podrá un concurso de televisión solucionar sus problemas?
Traducción del original "You bet your wife" escrito por Quale y aparecido en la Web Bdsmlibrary. No he prestado mucha atención a la corrección de la traducción, así que espero sepan disculpar los errores y que disfruten del texto
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— Hola y bienvenidos a “ Apuesta a tu mujer ”. El programa donde solo el ingenio de nuestro concursante puede evitar que su esposa sea usada en la televisión nacional —se oyó decir a un invisible locutor—. Y ahora, demos una gran bienvenida a Zoya Takoni, nuestra anfitriona y la estrella más sexy y perversa de Hollywood.
Un foco brillante atravesó el oscuro escenario para revelar la magnífica figura de Zoya pavoneándose sobre él. Su bienvenida se manifestó casi tanto en aplausos como en gritos de admiración. Zoya disfrutaba claramente con la atención que levantaba y recompensó a la audiencia paseándose por el escenario de forma sexy y segura de sí misma. Con una forma de andar que habría puesto en pie a cualquier hombre de la sala, aunque ella hubiese estado cubierta por una tela de la cabeza a los pies.
Para el obvio deleite de la audiencia, su atuendo no tenía intención de ocultar nada. Vestía en esta ocasión una minifalda de cuero negro cortada a un lado para dejar a la vista la delgada cinturilla de un tanga azul. Una blusa azul transparente, cerrada tan solo por una corbata cubría, aunque en un sentido muy generoso de la palabra, su torso. A través de la delicada tela azul se veía con toda claridad un sujetador a juego. El conjunto difícilmente hubiese sido apto para aparecer en un programa de televisión nocturno de cualquier cadena de televisión. Afortunadamente, este no era un canal cualquiera.
En el centro del escenario, un solitario sofá esperaba a los anfitriones. Este era lo suficientemente grande como para permitir que dos personas se sentasen y estaba claramente diseñado para forzar a sus ocupantes a mantener un estrecho contacto. Zoya se detuvo frente al sofá, esperando a que la multitud callase y a que los focos se centraran sobre esa parte del escenario. La mujer estaba en pie en medio de un escenario de cristal vacío, sin otra presencia que el sofá y ella.
Ahora, el escenario estaba brillantemente iluminado por los focos y una multitud de pequeñas luces que brillaban a través del piso, pero cerca de este escenario se adivinaba el contorno de otro escenario circular, pero su contenido estaba oculto por la oscuridad.
— ¿Estáis todos listos para que yo me lleve esta noche a la esposa de alguien? —preguntó Zoya a la audiencia con una sonrisa traviesa—. ¡Estupendo! ¡Pues conozcamos a nuestro concursante de esta noche!
El locutor de voz profunda irrumpió de nuevo.
— Démosle un gran aplauso a nuestro concursante. Él es Michael Schmidt y viene de Chicago, Illinois.
Un nuevo foco iluminó la entrada de Michael. Iba vestido a la moda, aunque con un estilo algo conservador: pantalones de pinza caqui con una camisa azul de manga corta. Su complexión delgada, junto con su cabello castaño corto, le daban el aspecto de un joven y atractivo profesional. Al acercarse a Zoya, Michael le tendió la mano, pero ella, ignorando el gesto de él, lo besó cálidamente en la mejilla.
— Hola, Michael, felicidades por haber logrado clasificarte para “ Apuesta a tu mujer”.
Obedeciendo el gesto de la mujer, Michael se sentó junto a Zoya en el sofá. El reducido tamaño de este empujaba inevitablemente las piernas de ella contra las de él.
— Antes de que empecemos con el concurso de esta noche, Michael, tal vez podías hablarnos un poco sobre ti —dijo Zoya mostrando una sonrisa coqueta que haría vacilar los votos de cualquier monje.
— Bueno, tengo 23 años y me acabo de graduar en la universidad. Terminé en UCLA hace poco más de un año —respondió Michael. Su voz lo traicionaba mostrando una mezcla de nerviosismo y de inconsciente deseo de impresionar a una mujer bella.
Tan pronto como los entusiastas simpatizantes de UCLA presentes entre el público se calmaron, Zoya continuó con su amigable interrogatorio.
— ¿Y qué es lo que te ha hecho mudarte a Chicago?
— Trabajo. Era el único sitio donde tanto mi mujer como yo podíamos encontrar empleo.
— Entonces, ¿a qué te dedicas?
— Soy programador. Trabajo para una empresa que desarrolla software personal para elaborar presupuestos.
— ¿Y tu esposa?
— Allison se dedica a hacer las composiciones tipográficas de los periódicos.
— Dos trabajos bastantes diferentes. ¿Cómo os conocisteis?
— Bueno, en realidad no son ocupaciones tan diferentes. Ambos realizamos nuestro trabajo frente a un ordenador. Así fue como nos conocimos. Allison vivía al otro lado del pasillo durante nuestro segundo año en la universidad y nos conocimos cuando me pidió ayuda para instalar parte de su software de composición tipográfica. Al año siguiente, como ambos seguíamos solteros, le pedí salir y hemos estado juntos desde entonces —respondió Michael sonriendo al recordarlo.
— ¡Ohhhh, qué dulce! ¿Y cuándo os casasteis?
— El año pasado, justo después de graduarnos en la Universidad.
— ¿Y alguien más se ha acostado con tu esposa después de que empezaras a salir con ella?
— No que yo sepa —contestó Michael con una risita nerviosa.
— ¿Y no te pone nervioso exponer a Allison en “Apuesta a tu mujer” ? Sabes que quizás tengas que verla yéndose a la cama con otra persona y que eso sea retransmitido a través de este canal a toda la nación.
— Claro que estoy algo nervioso, pero me retiraré antes de que eso suceda.
La sonrisa que se dibujaba en el rostro de Zoya se volvió algo diabólica ante la respuesta del joven. No sería difícil tentar a Michael para que arriesgase mucho más de lo que planeaba. Sin hacer comentario alguno ante esa contestación, Zoya continuó hablando.
— ¿Y qué fue lo que te animó a concursar en “Apuesta a tu mujer” ?
— En realidad fue idea de mi esposa. Hemos estado pensando en formar una familia, por lo que queremos comprar una casa. Aunque Allison es muy guapa, la verdad es que nunca creímos que fuéramos a ser seleccionados cuando presentamos la solicitud. Ella no cree que el que alguien le acaricie los senos vaya a ser el fin del mundo y que, por el contrario, podríamos obtener el suficiente dinero como para comprar la casa de nuestros sueños.
La mención de alguien acariciando los senos de Allison hizo que Michael se retorciese un poco en su asiento, obviamente incómodo ante esa idea.
— Te deseo mucha suerte para que podáis conseguir esa casa —dijo Zoya tocando ligeramente el brazo de Michael—. ¿Estás listo para comenzar a jugar?
— ¡Claro!
— ¿Recuerdas las reglas?
— Estoy bastante seguro de haberlas aprendido.
— Bien, aun así, permíteme recordártelas a ti y a nuestro público —dijo Zoya lanzándose a una descripción práctica del concurso—. Antes de comenzar el programa, le hemos pasado a Michael y a Allison, su esposa, un test psicológico y entrevistamos también a sus amigos. Nuestros expertos analizaron sus respuestas y descubrieron una oscura fantasías secreta de Allison. Cuanto de esa fantasía tendrá Allison que mostrar ante la audiencia de nuestro estudio dependerá de qué tan bien responda Michael a nuestras preguntas.
“La mecánica de las preguntas es similar a “¿Quién quiere ser millonario?”. La primera pregunta vale mil dólares y cada pregunta adicional duplica la pregunta anterior hasta alcanzar un total de diez preguntas”.
“De la misma manera que en “¿Quién quiere ser millonario?”, el concursante puede solicitar un comodín, pero debe pagar por él quitándose una prenda de vestir. Pero a diferencia de “¿Quién quiere ser millonario?”, una respuesta incorrecta no hace que el concursante pierda dinero, sino que provoca que su esposa pierda privilegios sexuales. Cuanto más avanzada sea la pregunta, mayor será el precio que su esposa tenga que pagar por ella. Por ejemplo, fallar la primera pregunta podría suponer que la mujer del concursante se desnudase hasta quedar en ropa interior. Un fallo en la segunda, independientemente de si hubiese acertado o no la primera, conllevaría a que su esposa perdiese el sujetador. El concursante no podrá pedirnos que cortemos y liberemos a su esposa cuando comiencen a perder. Solo podrán hacerlo cuando nos den una respuesta correcta, aunque el concursante siempre puede elegir no retirar a su mujer, aunque acierte. Cada pregunta es siempre más difícil que la anterior, y hay una bonificación extra por responder correctamente a la última pregunta”.
Zoya hizo una pausa mientras entreabría sugerentemente sus labios asegurándose de apoyar su mano sobre el muslo de Michael para dejar claro que él iba a ser beneficiario.
— Si lo haces seré tu esclava por esta noche.
Zoya, sugestivamente, frotó su mano arriba y abajo sobre el muslo de Michael.
— Prometo que no te decepcionaré. Mejor aún, cualquier pareja que responda correctamente a las diez preguntas podrá disfrutar de una razonable fantasía sexual a su elección. Incluso pueden seleccionar a alguien de la audiencia o del personal del programa para que participen en ella. Nuestros abogados nos aseguran que el contrato firmado los miembros de la audiencia que están en nuestro estudio son completamente vinculantes. Sin embargo, para no contrariar a nuestros espectadores, el concursante ganador deberá designar a uno de nuestros espectadores o miembros del personal, como yo, para tomar el lugar de la esposa del concursante como si hubiese respondido incorrectamente a las diez preguntas. Por otro lado, si te equivocas en la décima pregunta, no solo serás engañado públicamente, sino que deberás seguir mis órdenes mientras se follan a tu esposa y, por supuesto, recibo un gran bono en efectivo. Los concursantes que fallan las diez preguntas se convierten, durante un año, en propiedad del programa.
— Michael, ¿estás listo para ver qué situación hemos preparado para tu esposa?
Todavía algo nervioso, pero también lleno de curiosidad acerca de las oscuras fantasías que anidaban en la mente de Allison, Michael asintió brevemente. Tras su asentimiento, el segundo escenario fue inundado con la luz de los focos y lo que en él había quedó a la vista.
Las primeras cosas del segundo escenario que Michael vio fueron la caja transparente y las poleas y cuerdas que colgaban del techo rodeando toda la estructura. Se preguntó si la caja serviría para mantener dentro a los espectadores demasiado entusiastas o a los participantes reacios, pero antes de que pudiese detenerse a pensar en la preocupante segunda opción, finalmente se percató de que su esposa estaba en pie en el centro de ese segundo escenario. Si el atuendo de Zoya invitaba a los hombres a admirar su cuerpo, el apretado corsé de cuero que Allison llevaba demandaba que se la follaran. En cuanto al resto de su atuendo, no hacía nada para disuadirlos de esa idea. Un escueto tanga de color negro, provisto de unas finas correas obviamente diseñadas para ser fácilmente desatadas, era lo único que la cubría junto con el corsé. Completaban su atuendo unas altas botas y un amplio collar de cuero.
Pero Allison no era la única persona presente en el escenario. Alrededor de ella se encontraban cuatro hombres muy bien formados sin camisa y con ajustados pantalones de cuero. Mostrando un cierto grado de autocontrol, obviamente mucho mayor que el de la audiencia, mantenían una tranquila pose militar con la vista fija en la multitud en lugar de en la belleza apenas vestida que se encontraba entre ellos. Una mujer alta de cabello rubio se paseaba alrededor de los cuatro hombres asegurándose de mantener la disciplina. Un mono de látex rojo muy ceñido la cubría de la cabeza a los pies, pero iba cubierta de un largo traje negro para desalentar cualquier idea que su atuendo pudiese provocar.
Tras dejar pasar unos minutos para que Michael y el público asimilasen la situación en que Allison se encontraba, Zoya regresó a su papel de anfitriona.
— Mistress Dena —dijo dirigiéndose a la mujer con el ceñido mono rojo—, ¿podría decirle a Micael y a nuestra audiencia qué es lo que planea hacer con su esposa?
La dama del mono rojo respondió con un estudiado tono autoritario.
— Primero voy a mantener a Allison esposada para demostrarle que no podrá objetar nada a los usos posteriores que hagamos de ella. Luego haré que uno de mis hombres le quite el tanga.
Mientras Mistress Dena enumeraba los pasos de su lista, caminaba lentamente alrededor de Allison deslizando su fusta negra sobre el cuerpo de la mujer ilustrando dramáticamente sus palabras.
— Tras el tercer error de Michael, la encadenaré de los tobillos y, a continuación, la colgaré de los tobillos dejándola colgando e indefensa en el aire.
La gráfica descripción de cómo sería desnudada y atada sin remedio hizo que Allison comenzase a temblar ligeramente, aunque no estaba segura si era a causa del miedo o del deseo. Mistress Dena tomó nota de su reacción, pero siguió re4pasando su lista sin agregar ni un ápice de calidez a su tono.
— Reveladoramente suspendida, violaré y juguetearé con Allison para después obligarla a complacer a uno de mis ayudantes. La despojaremos de sus últimos jirones de ropa y, tras eso, la colgaremos de forma que quede dispuesta horizontalmente en el aire de tal forma que tenga acceso completo a todo su cuerpo. Una vez esté así colgada, con las piernas bien abiertas, dejaré que otro de mis ayudantes la tome. Si su marido falla la última pregunta, dejaré que mis ayudantes le den por culo hasta que queden completamente satisfechos.
En ese momento, el nerviosismo de Allison era claramente visible en su rostro, pero la forma en que su cuerpo se movía bajo el ligero toque de la fusta de Mistress Dena sugería que el nerviosismo se mezclaba con el deseo.
— No te preocupes —dijo Mistress Dena dirigiéndose a Allison con una leve sonrisa dibujada en su cara—, mis hombres tienen mucho aguante. Tardarán en quedarse satisfechos.
Zoya se volvió entonces hacia Michael.
— ¿Cómo te sientes sabiendo lo que le tenemos reservado a tu esposa? —le preguntó.
— Bueno, la verdad es que me pone un poco nervioso —respondió Michael. La voz le temblaba un poco.
— Y también te excita, ¿verdad? —afirmó Zoya pasando la mano por el muslo de Michael y agarrando su duro miembro a través de sus pantalones para poner énfasis en sus palabras.
El cuerpo de Michael se retorció en respuesta a las atenciones de Zoya. Obviamente le incomodaba la situación de su esposa, en riesgo a la vista de todos, pero no dijo nada.
— Bueno, ya es demasiado tarde para echarse atrás, Michael —dijo Zoya—, es hora ya de que te hagamos la primera pregunta.
Sin ninguna dificultad aparente, Michael respondió rápidamente a las dos primeras preguntas. Tras dos respuestas correctas, Zoya hizo la tercera pregunta.
— ¿Cuál es la segunda montaña más alta del mundo?
Michael parecía estar desconcertado. Estar allí sentado, pegado a Zoya, que no perdía la oportunidad de tocarle el brazo o la pierna, no ayudaba a su concentración.
— Debería saberlo —comentó Michael—, pero parece que se me ha olvidado.
Zoya comenzó entonces a juguetear con los botones de la camisa de Michael.
— Sabes que si me dejas quitarte la camisa puedes obtener una pista —le recordó.
Por un momento, mientras miraba a su esposa que lo observaba atentamente, Michael dudó.
— Claro —respondió con una indescifrable mirada en su rostro.
Allison miraba inquebrantable aquella indescifrable expresión mientras Zoya, burlonamente, desabrochaba uno a uno los botones de la camisa de Michael. La camisa abierta mostraba un pecho bien musculado. Lanzándole una mirada culpable a Allison, Michael terminó de quitársela.
Las uñas de Zoya rozaron ligeramente los pezones de Michael y bajaron por su estómago para recorrer tentadoramente la línea del cinturón. El bulto en los pantalones del hombre dejó claro a la audiencia el efecto que aquellas manos le provocaban.
Finalmente, decidiendo que ya había sido lo suficientemente tentadora, Zoya susurró la pista al oído de Michael.
— Hay un “dos” en su nombre.
Los dedos de Zoya trazaban ociosamente patrones en el desnudo torso de Michael, distrayéndolo mientras él trataba de encontrar una respuesta que debía saber. Finalmente, dándose cuenta de que la respuesta no iba a llegar, claudicó.
— Bien, me rindo.
— Ooooh, que pena —respondió Zoya regalándole un prolongado beso en los labios a Michael—. Veamos que va a sucederle a tu esposa.
En respuesta a una orden ladrada por su Mistress, los cuatro hombres que se encontraban alrededor de Allison se movieron para aplicar el costo del error de Michael. Allison permaneció tranquila mientras los hombres se acercaban a ella, pero su rostro revelaba una mezcla de nerviosismo y deseo. Actuando al unísono, los hombres que se encontraban detrás de Allison la sujetaron de las muñecas. Sus fuertes manos la mantuvieron inmovilizada mientras le esposaban las manos a la espalda. Mientras tanto, los hombres que se hallaban frente a ella se agacharon para inmovilizarle los tobillos otorgándole al fascinado público una vista perfecta de la indefensa mujer encadenada frente a ellos. Una vez acabado el trabajo, los musculosos captores de Allison, profesionalmente, dieron un paso atrás ignorando la oportunidad de acariciar a su víctima. En cambio, tiraron de las pesadas cadenas de acero, que ahora estaban firmemente aseguradas a los tobillos de Allison, obligándola a abrir las piernas en respuesta. La posición, con las manos atadas a la espalda y las piernas separadas a la fuerza, había sido diseñada para hacerla sentir extremadamente vulnerable, y estaba funcionando a la perfección.
Mistress Dena se acercó a Allison para inspeccionar a su atada cautiva. Mistress Dena caminó alrededor de Allison como si estuviese inspeccionando un objeto de su propiedad, dejando que su fusta recorriese tentadoramente los senos y el culo de Allison. En respuesta a ello, el corazón de Allison comenzó a latir aceleradamente en su pecho, pero no sabía si de miedo o deseo.
Deteniéndose detrás de su víctima, Mistress Dena extendió las manos para pasarlas suavemente sobre el apretado corsé de su cautiva. Sacando la lengua, la Mistress enfundada en rojo, lamió burlonamente la oreja de Allison.
— Voy a hacer que todos mis hombres te follen mientras todo el mundo te mira y vas a disfrutarlo —susurró Mistress Dena al oído de Allison cuando notó que la respiración de la mujer se alteraba ante su contacto.
A diferencia de Zoya, Mistress Dena no llevaba micrófono y el público no podía escuchar lo que decía. Pero podían imaginar, al ver la forma en que el cuerpo de Allison se ponía rígido de repente, lo que había dicho. Mistress Dena, una maestra en el arte del espectáculo sabía que había conseguido ya la suficiente atención y desató rápidamente los lazos que mantenían sujeto el tanga de Allison a sus caderas. Pudo escuchar jadear a la audiencia cuando el escueto tanga de Allison cayó al suelo revelando una cinta de vello perfectamente afeitada. Sabiendo cuándo y cómo crear expectación, Mistress Dena volvió a colocarse frente a Allison y, sujetándola del desnudo culo, la atrajo hacia sí para darle un lento y largo beso, para audible apreciación de los hombres del público. Entonces, tan repentinamente como había comenzado el beso, Mistress Dena se alejó dejando a Allison visiblemente nerviosa.
— ¡Guau, eso sí que ha sido sexy! —le comentó Zoya a Michael—. ¿Listo para la siguiente pregunta?
Un poco incómodo, Michael asintió brevemente.
Sonriendo traviesamente ante la incomodidad de Michael, Zoya leyó la siguiente pregunta que, para alivio de Michael, respondió con facilidad.
Ocultando su decepción, Zoya lo felicitó calurosamente.
— Con una inteligencia como esa no tienes nada por lo que preocuparte —dijo mientras apoyaba con adoración su mano sobre el bíceps derecho de Michael. Zoya estaba ansiosa por hacer que Michael se retorciera mientras veía como Mistress Dena convertía públicamente a su esposa en una puta, pero tenía que ir con cuidado y conseguir que él no se acobardase. Tal y como estaba ahora, su cumplido había tenido el efecto deseado y Michael anunció con confianza que estaba listo para la siguiente pregunta.
— Nombra las dos lunas de Marte.
Por un minuto, la pregunta pareció quedar suspendida en el aire. La mirada preocupada en el rostro de Michael revelaba su confusión. Cuando Michael trató de sacudir su mente en busca de respuesta, las manos de Zoya comenzaron a distraerle arrastrándose sobre su pecho. Aunque Michael trataba de mantenerse centrado, no pudo evitar que su atención se viera dividida cuando vio los dedos burlones de Zoya deslizarse bajo la cintura de sus pantalones.
Jugando con el botón de los pantalones, Zoya le hizo una oferta convincente.
— Deja que te los quite y te doy otra pista.
Zoya era consciente de que dejar a Michael en ropa interior lo distraería mucho más de lo que la pista podría ayudarle, pero sus dedos evitaban que Michael pensase con claridad. Enredado por la oferta, Michael miró a su esposa en busca de consejo y, naturalmente, la encontró mirándolo mientras veía a otras mujeres burlarse de su marido, pero la expresión de aprensión en su rostro lo hizo pensar.
Resuelto a no equivocarse en más preguntas y a evitar que Allison sufriese más “atenciones”, Michael le dio a Zoya la respuesta que esta deseaba.
— Bien, usaré la pista.
Lanzando una sonrisa triunfante en dirección a Allison, Zoya comenzó a desabrochar lentamente los pantalones de Michael mientras, cumpliendo con su parte del trato, le transmitía la pista que había recibido a través de su auricular.
— Una de ellas se llama Deimos y la otra comienza con P.
Las hábiles manos de Zoya intentaban por todos los medios socavar cualquier beneficio que la pista pudiese proporcionar. De forma aparentemente accidental, Zoya aprovechó todas las oportunidades que se le brindaban para frotarse contra el pene endurecido de Michael mientras le bajaba los pantalones hasta los tobillos.
Al verse expuesto, por no mencionar excitado, cubierto solamente por unos bóxer de seda, en los que obviamente se marcaban su pene hinchado, un nervioso Michael soltó una respuesta desesperada.
— Portos.
— ¡Ohhhh!, lo siento mucho —respondió Zoya con falsa simpatía—. La respuesta correcta es Phobos, me temo —Zoya continuó hablando mientras trazaba con una uña el contorno del pene de Michael sobre sus bóxer— que tu esposa tendrá que pagar por eso.
Traicioneramente, el pene de Michael se crispó excitado revelando otra debilidad que Zoya podía explotar. Fingiendo que no se había percatado, Zoya continuó hablando.
— Mistress Dena, ¿podría hacerse cargo del pago de Allison?
Golpeándose la pierna con la fusta, Mistress Dena ladró una orden. Saltando presto a obedecer, uno de los hombres sin camisa que se encontraba detrás de Allison deslizó sus gruesos y musculosos brazos alrededor del vientre de Allison obligándola a recostarse contra su pecho desnudo. Moviéndose juntos, como un equipo, otros dos hombres con ajustados pantalones de cuero arrojaron las cadenas que estaban unidas a los tobillos de Allison sobre dos grandes poleas que colgaban del techo. Rítmicamente, con tirones cortos y seguros, los hombres tiraron de los eslabones metálicos sobre esas poleas arrastrando, inevitablemente, los tobillos de Allison hacia el techo. Las negras botas de Allison fueron alzadas del suelo obligando al hombre situado detrás de ella a cargar con su peso.
El peso extra parecía no molestar a los hombres que tiraban de las cadenas. Sus abultados músculos continuaban izando los tobillos de Allison cada vez más alto hasta que los pies de la mujer quedaron colgando de las cadenas a tres metros del suelo. Con un chasquido final, el cuarto hombre enganchó las cadenas metálicas a unos dispositivos del suelo y el hombre que había estado sosteniendo a Allison por la espalda el vientre la soltó suavemente para dejarla colgada bocabajo de los tobillos.
Fascinado, Michael observó cómo su esposa era izada en el aire. Aun a su pesar, no pudo evitar sentirse excitado ante la visión de su esposa desnuda de cintura para abajo, indefensa, bocabajo, colgada con las piernas separadas para formar una “Y”.
Mientras Tanto, Zoya seguía trazando ligeramente el contorno del pene de Michael con su uña. En su mente, Zoya disfrutaba de la idea de jugar con Michael mientras él veía a Mistress Dena usar a su esposa. Pero para ello tenía que asegurarse primero de que él no escaparía. Aprovechando que Michael tenía la mirada clavada en su esposa, Zoya deslizó su mano bajo los bóxer de él para llevarlo, hábilmente, a nuevos niveles de distracción.
Mistress Dena paseaba alrededor de su indefensa y colgante víctima, dejando que la expuesta naturaleza de la situación la hundiera. Sin bragas y suspendida bocabajo con las piernas abiertas, las partes íntimas de Allison estaban en pública exhibición. Tentadoramente, Mistress Dena pasó uno de sus dedos por la cara interna de los muslos de Allison, dando vueltas por toda su longitud, pero sin llegar a tocar jamás sus enrojecidos labios vaginales. Haciendo una breve pausa, Mistress Dena, deliberadamente, lanzó una desafiante mirada al público mientras se llevaba el dedo a los labios y lo chupaba de manera sensual. Conscientes de lo que venía a continuación, la audiencia se sentó en silencio sobre el borde de sus asientos mientras la rubia dominátrix vestida de rojo arrastraba su dedo humedecido sobre el sensible coño de Allison y luego, repentinamente, lo empujaba entre los anhelantes labios que lo esperaban.
Complacida ante el jadeo que su intrusión había provocado en Allison, Mistress Dena retiró el dedo, cubierto ahora de los jugos de la mujer. Mistress Dena sabía lo que la audiencia, al menos la masculina, deseaba ver a continuación.
— Chúpalo —ordeno llevando el dedo frente a la boca de Allison, que colgaba a la altura de su cintura.
Manteniendo los labios bien cerrados, Allison se negó moviendo la cabeza. Rápida como una centella, la fusta apareció en la otra mano de Mistress Dena y comenzó a caer con dureza sobre el desnudo trasero de Allison.
— Chúpalo —ordenó de nuevo Mistress Dena, y esta vez Allison abrió la boca a regañadientes y chupó obedientemente sus propios fluidos mientras la audiencia la vitoreaba.
Dando un paso atrás para poder ver la cara de Allison, Mistress Dena se volvió hacia uno de sus subordinados
— Tráeme el “violador” —le ordenó.
La dominatriz rubia observaba satisfecha como el miedo y el deseo peleaban por reflejarse en el rostro de la cautiva. Ella siempre se había enorgullecido de saber usar las necesidades sexuales de sus víctimas para romperlas tentándolas y atormentándolas hasta que acababan suplicando que las violasen y usasen de una manera mucho más gráfica. Tomando por el mango largo y prominente el dildo negro de manos de su asistente, caminó lentamente hacia Allison.
Colocando el extremo redondeado contra la rodilla de Allison, Mistress Dena pasó ligeramente el “violador” sobre la cara interna de los muslos de su víctima y luego hacia abajo, hacia el apretado corsé negro que aún cubría la parte superior del cuerpo de Allison.
Apoyando el grueso pene artificial contra la garganta de Allison, Mistress Dena podía escuchar el dulce sonido de la agitada respiración de su víctima.
Decidiendo que era hora ya de hacer cómplice a Allison de su propia violación, Mistress Dena le hizo una pregunta.
— Dime, ¿qué crees que voy a hacer con esto?
Por un momento Allison se resistió a responder, pero cuando la dominatriz vestida de rojo se movió para alcanzar su fusta, comenzó a hablar nerviosamente.
— Me vas a violar con eso.
Al ver el severo ceño fruncido que aparecía en el rostro de Mistress Dena, Allison se dio cuenta de que aquella mujer no estaría satisfecha si no le daba una descripción mucho más explícita. La normalmente recatada Allison cedió.
— Va a coger ese enorme consolador negro y lo enterrará dentro de mi coño. Luego comenzará a meterlo y sacarlo mientras la audiencia observa cómo me viola.
—Muy bien —le felicitó la dominatriz rubia—, pero has olvidado mencionar cuánto ibas a disfrutar de ello.
Apartando el extremo romo de la enorme barra negra de la garganta de Allison, Mistress Dena se movió para colocarse detrás de la cautiva, de tal forma que todo el mundo tuviese una visión clara de su rostro. Colocando el consolador negro entre las piernas de Allison, Mistress Dena lo apoyó en la entrada del coño de la cautiva.
— Mira a tu alrededor —se burló la dominatriz—, todo el mundo, incluido tu marido, desea verte penetrada.
Lentamente la negra barra se fue hundiendo profundamente en el sexo de Allison. Incapaz de evitarlo, la mujer cerró los ojos y gimió de placer mientras sentía como se llenaba. Siguiendo a la gran barra negra, los dedos de Mistress Dena encontraron el clítoris de Allison y comenzaron a masajearlo mientras su otra mano continuaba imprimiendo al consolador un movimiento de vaivén dentro de su indefensa víctima.
Oír a su esposa describir cómo iba a ser utilizada causó un efecto irresistible en Michael. A su pesar, Michael se encontró murmurando para sí mismo un “sí, dáselo” mientras la negra barra se deslizaba hacia su esposa.
Aprovechando la situación, Zoya se inclinó sobre el oído de Michael para susurrarle mientras su mano seguía llevando el pene del hombre a nuevos niveles de excitación.
— ¿No es genial verla violada sin remedio? —susurró Zoya—. Ese enorme consolador negro se desliza dentro y fuera de tu esposa mientras todos la observan. ¿No te gustaría tomarme desde atrás mientras vemos como tu esposa se corre? Puedes hacerlo si contestas bien a la última pregunta —sugirió Zoya acariciando el pene de Michael para enfatizar.
Inútilmente, Michael se encontró sopesando la idea, pero pronto los gritos de Allison lo distrajeron.
— ¡Ohhh… Dios! ¡Ohhh… Dios! —gimió Allison. Sus amplificados gritos de placer llenaron todo el set.
Michael se dio cuenta de que su esposa estaba al borde del orgasmo, pero Mistress Dena no estaba dispuesta a permitir que lo alcanzara. Negándole cruelmente a Allison su liberación, la rubia dominátrix empujó el consolador profundamente en el sexo de su víctima y lo dejó allí, empalándola. Luego, Mistress Dena continuó atormentando brevemente a Allison, estimulando su clítoris y viéndola luchar en el aire, sin poder hacer nada, en un inútil intento de sacar provecho del consolador que aun penetraba su cuerpo y conseguir así el ansiado alivio.
Un apenas audible “por favor” escapó de la boca de Allison antes de que decidiese cerrar la boca con fuerza resolviendo no suplicar como una puta frente a toda aquella gente.
— ¿querías algo? —preguntó con falsa inocencia la dominátrix vestida de rojo.
Como Allison no respondió, Mistress Dena se encogió de hombros, aún era demasiado pronto para que su víctima comenzase a suplicar, y luego hizo un gesto llamando a uno de sus subordinados sin camisa. Tomando la enorme mano del hombre, la colocó alrededor de la enorme barra que sobresalía del sexo de Allison, colocando cuidadosamente los enormes dedos del hombre sobre el sensible clítoris de su víctima. Haciendo caso omiso del agudo siseo que el toque del hombre provocó en Allison, Mistress Dana instruyó bruscamente a su asistente.
— Usa tus dedos, pero evita que ella llegue al orgasmo. Si se corre lo lamentarás —amenazó la dominátrix rubia—, pero si haces un buen trabajo serás recompensado —dijo enfatizando este último comentario lanzando una aguda mirada a la indefensa chica que colgaba frente a ellos.
— Mmmm…, tu esposa es una cosita muy sexy —comentó Zoya—. Parece que realmente está disfrutando de su tratamiento.
— Mmmm… —fue lo único que pudo responder Michael sin comprometerse. Su atención estaba centrada en el espectáculo que ofrecía su esposa retorciéndose y temblando mientras el musculoso hombre situado detrás de ella jugueteaba expertamente con su clítoris.
Para aumentar su presión sobre Michael, Zoya tomó el pene de Michael con su mano.
— Si no le gusta, ¿por qué gime tanto? —preguntó Zoya moviendo la mano sobre el pene de Michael.
— Vale, supongo que realmente le excita —admitió a regañadientes Michael—. ¿A dónde quieres llegar?
— Es que no me parece justo que la veas disfrutar sin que tu tengas una contrapartida —respondió Zoya tomando la mano de Michael y llevándola a su desnudo estómago para enfatizar lo que quería decir.
Automáticamente, Michael se encontró atrayendo a Zoya hacia sí para darle un profundo beso. Permitiendo que las manso de Michael tirasen de ella, Zoya se arrodilló sobre la cintura de Michael apretando su entrepierna contra la de él mientras se besaban. Rompiendo el beso, Zoya se arqueó hacia atrás para permitir que la cámara superior hiciese una buena toma de las manos de Michael acariciando sus senos. Tenía a Michael donde quería, lo que era una gran ventaja si, después de todo, fallaba la última pregunta.
— Sabes que, si respondes bien a la décima pregunta, mi cuerpo es tuyo para que lo uses a tu antojo —dijo Zoya lanzando su trampa—. Es justo que tú también puedas disfrutar.
— Supongo —respondió Michael dividido entre la promesa hecha a Allison de retirarse pronto y el deseo casi irresistible de follar con Zoya.
Michael miró por encima del hombro de Zoya a su esposa, que aún temblaba de deseo, pero que también observaba intensamente como su marido era seducido. Evadiéndose del problema por el momento, Michael tenía que responder a la siguiente pregunta sin importar lo que fuese, así que pidió la siguiente pregunta.
— ¿Quién es el presidente actual de Rusia? —preguntó inmediatamente Zoya sin abandonar su posición a horcajadas frente a Michael.
— Gorbachov —soltó un excitado y distraído Michael. Tan pronto como lo dijo, se dio cuenta de su error—. ¡No, eso no es lo que quise decir!
— Oh, es un lástima —susurró Zoya—. Me temo que tenemos que tomar tu primera respuesta. Mistress Dena, ¿haces los honores?
— ¡Eh! —protestó Michael—. Se la respuesta correcta. Ha sido solo un desliz.
Para consternación de Michael, solo Zoya pareció escuchar sus objeciones y esta no hizo ningún movimiento para detener a la dominátrix rubia. En lugar de ello, Zoya se inclinó sobre Michael, balanceando sus piernas sobre el regazo del hombre y frotando su suave y tonificados muslos contras los bóxer del hombre, logrando, no por casualidad, que su ya escandalosa minifalda subiese más arriba.
— ¿Cuál es el problema? —susurró Zoya mientras mordisqueaba la oreja de Michael—. ¿No quieres ver como Allison chupa una polla? —sin dejar de acariciar el pene de Michael, Zoya continuó burlándose de él—. ¿No quieres ver la boquita de tu sudorosa esposa deslizándose arriba y abajo sobre una enorme y dura polla?
Impotente, Michael se distrajo con las inquietantes, pero extremadamente eróticas, sugerencias de Zoya. Perdiendo la batalla contra su excitación, las protestas de Michael murieron en sus labios mientras miraba fijamente, con el rostro contraído de deseo y horror, el otro escenario.
Bien versada en el poder de la tensión, Mistress Dena se pavoneó tranquilamente en dirección a Allison dándole tiempo para pensar en lo que estaba a punto de sucederle. Con un suave toque de sus dedos, la dominátrix rubia indicó a su descamisado ayudante que dejase de estimular a Allison. Luego, con una mirada de indiferente interés, Mistress Dena comenzó a examinar con sus dedos a Allison, tocando incluso, ligeramente, el área donde los labios de Allison se distendían para acomodar el amplio consolador negro y provocando en su víctima un ahogado gemido y algo de frustrada resistencia. Terminado el examen, Mistress Denna golpeó con su fusta los senos de Allison, arrancándole, incluso a través del corsé, un grito.
— Estás a punto de correrte —declaró Mistress Dena—. Estas desesperada por que te follen, ¿no es cierto?
Allison, desafiante, se negó a responder. Mistress Dena se limitó entonces a encogerse de hombros y se volvió hacia su asistente, de bella complexión, que se hallaba listo frente a Allison. Deliberadamente, la dominátrix rubia se situó detrás de su asistente asegurándose de que el rostro de Allison colgase a escasos centímetros de la cintura del hombre. Extendiendo su mano desde atrás, Mistress Dena comenzó a pasar suavemente sus pintadas uñas sobre el bien definido pecho de su lacayo. Haciendo gala de una externa disciplina, el hombre se mantuvo firme sin realizar el menor movimiento facial mientras los dedos de Mistress Denna trazaban el camino que iba de su pecho a su abdomen.
Dirigiéndose a su subordinado, pero lo suficientemente alto para que Allison y los micrófonos la oyeran, la dominátrix rubia habló.
— Has hecho un buen trabajo al impedir que esta puta se corra.
El oír como se referían a ella como “esta puta” golpeó a Allison como si hubiese recibido una descarga de alto voltaje.
Indignada por la ofensa, Allison se retorció con fuerza contra sus ataduras, consiguiendo que el gran consolador negro, firmemente plantado entre sus piernas, girase un poco. Allison trató de contener un gemido, pero el hecho de que pudiesen llamarla puta y que ella no pudiese hacer nada al respecto estaba resultando ser demasiado excitante. Odiándose a sí misma por excitarse de con eso, y odiándose aún más por demostrar que se excitaba con ello, no pudo evitar que el grito de placer escapase de sus labios.
Haciendo caso omiso de la lucha de Allison, las uñas de Mistress Dena continuaron recorriendo su camino por el torso de su guapo asistente. Llegando a los ajustados pantalones de cuero del hombre, la dominátrix rubia empezó deliberadamente a desatar los cordones. Mientras sus dedos trabajaban para liberar el bulto que se adivinaba bajo los pantalones de su subordinado, la voz de Mistress Dena reveló sus intenciones.
— Te prometí una recompensa si hacías bien tu trabajo y, sin duda, te la mereces.
Sabiendo muy bien lo que iba a suceder a continuación, Allison observaba con hipnótica fascinación como Mistress Dena desabrochaba, primero, los pantalones de cuero negro y, luego, deslizaba su mano dentro de ellos para hacer emerger una gran polla semi erecta. Incapaz de apartar la mirada, Allison observó fijamente como las uñas de Mistress Dena hacían salir hábilmente la virilidad de su asistente. El miedo y el deseo se enfrentaban en la mente de Allison mientras contemplaba como aquel pene crecía hasta convertirse en una enorme polla erecta.
Una vez el pene del hombre estuvo completamente erecto, Mistress Dena sujetó al hombre por las muñecas y lo obligó a levantar las manos y colocarlas detrás de la cabeza, al estilo de la policía.
— No te muevas y disfruta de tu recompensa —dijo la dominátrix rubia dándole una última caricia a la polla de su asistente. Luego se volvió hacia Allison—. Muy bien, puta, empieza a chupar —ordenó.
Al ver aquella enorme polla a escasos centímetros de su rostro, Allison tragó nerviosamente saliva y se quedó inmóvil. ¿Cómo iba a ser capaz de tragarse aquello? El duro pinchazo de la fusta en su trasero interrumpió bruscamente sus pensamientos.
— ¿Acaso no me oíste, puta? —exclamó Mistress Dena mientras golpeaba de nuevo el culo de Allison con fuerza—. Empieza a chupar.
Desesperada por evitar aquel punzante dolor, Allison abrió su boca todo lo que pudo y se lanzó sobre la polla que la esperaba.
— ¿No te resulta sexy? —susurró Zoya al oído de Michael—. Me encanta la manera en que tu mujer está chupando esa polla.
Michael gruñó sin querer comprometerse con una respuesta. Su atención estaba centrada en la gran pantalla que mostraba un primer plano del rostro de Allison, con los ojos cerrados, profundamente concentrada.
— Mira cómo se cierran sus labios alrededor de esa dura polla —continuó diciendo Zoya masajeando el pene de Michael a través de sus bóxer—, y cuan profundamente se desliza esa polla en su boca.
El deseo reprimido hizo gemir suavemente a Michael y Zoya continuó con sus pornográficos comentarios acerca de la imagen gigante de la esposa de Michael chupando aquella polla. Sin querer llevar a Michael al límite, Zoya le dio un último masaje a su pene antes de apartarse.
— Parece que tu esposa va a pasar un tiempo chupando esa polla, así que es mejor que vallamos a la siguiente pregunta, ¿seguimos?
Incluso viendo a Allison haciendo aquella mamada, Michael fue incapaz de responder, así que Zoya continuó con el concurso.
— ¿Con cuántos votos electorales participa Florida en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos? —preguntó Zoya, ahora en modo locutor.
— ¡Jesucristo! —juró Michael mirando aun el rostro de su esposa deslizarse arriba y abajo de aquella reluciente barra de carne—. ¿Cómo se supone que voy a saber eso? —Concentrado todavía en la pantalla, finalmente dio una respuesta—. Veintidós.
Sonriendo en respuesta, Zoya se volvió hacia Mistress Dena.
— Puedes hacer los honores?
Los ojos de Allison se abrieron de golpe al notar las manos de Mistress Dena en sus caderas. Colgando de sus tobillos con la boca llena de polla, no había nada que Allison pudiese hacer mientras las manos de la dominátrix se movían por sus costados para comenzar a desatar el corsé. Mientras la cabeza de Allison continuaba con su movimiento de vaivén, Mistress Dena le quitó el corsé, revelando los deliciosos pechos de Allison convertidos en perfectas semiesferas gracias a la gravedad inversa.
Moviendo las manso, Mistress Dena ahuecó suavemente los pechos de Allison. Luego, tomando los pezones de su víctima entre sus dedos, la dominátrix dio un largo y lento tirón en los senos. La boca de Allison se abrió entonces para lanzar lo que pudo haber sido un gemido de dolor o placer, pero cualquier sonido quedó ahogado cuando el hombre empujó su pene, duro como una roca, en la garganta de Allison. Al ver como corcoveaban las caderas de su asistente, Mistress Dena invirtió sus manipulaciones, masajeando ahora los pechos de Allison con movimientos fuertes y seguros.
La dominátrix vestida de rojo pasó luego a tirar de los pechos de Allison usándolos como asas para mover su cuerpo. Colgando de sus tobillos, Allison fue obligada fácilmente a moverse hacia atrás, lo que la forzó a inclinarse hacia delante para mantener la cabeza del pene en su boca. Finalmente, la polla fue sacada de completamente de la boca de Allison, dándole tiempo suficiente para exclamar solamente “¿Qué…?” antes de que la temblorosa polla comenzara a arrojar su caliente semen sobre sus pechos.
Mistress Dena juntó los pechos de Allison para capturar los últimos restos de semen.
— ¿Qué se siente al estar empapada de semen en la televisión nacional? —le comentó a Allison.
Para deleite del público, Mistress Dena obligó a Allison a lamer los restos de semen que le habían goteado sobre los dedos antes de comenzar a extender con un masaje el resto del caliente semen sobre los senos de Allison. Mientras la audiencia veía a su esposa desnuda siendo embadurnada de semen, Michael tuvo que enfrentarse a otra pregunta. Una vez más se quedó en blanco, esta vez tratando de recordar la capital de Nebraska.
Al darse cuenta de que por mucho que se lo pensase no estaría más seguro de su respuesta, finalmente se decidió a contestar.
— Omaha.
— Oh, lo siento mucho —susurró Zoya—. La respuesta correcta es Lincoln.
Al ver que Michael se había equivocado en otra pregunta, Mistress Dena les dio un último tirón a los senos de Allison, provocando en su víctima un suspiro de decepción.
— Muy bien, muchachos —ordenó la dominátrix—. Acaben de colgarla.
Mistress Dena jugó con el gran consolador negro, todavía enterrado entre las piernas de su víctima, mientras sus hombres comenzaban a tensar las cadenas alrededor de las muñecas de Allison. La dominátrix pasó suavemente una uña alrededor de los labios vaginales de Allison. Ignorando los reacios gemidos de su víctima, Mistress Dena comenzó a burlarse de Allison.
— No te preocupes, estoy segura de que pronto podremos reemplazar esto por algo más satisfactorio —dijo mientras sacaba lentamente la negra vara del cuerpo de Allison.
— Solo dos preguntas más —se burló Zoya mientras veía como Allison era izada horizontalmente—. Observa la forma en que está colgando, esperando a que alguien se coloque entre sus piernas abiertas y atraiga de nuevo a tu esposa sobre sus anhelantes pollas.
Michael lanzó una mirada angustiosa cuando las cámaras enfocaron las piernas abiertas de Allison. Sin embargo, la tienda de campaña que se formó en sus bóxer contaba otra historia, temblando de excitación cuando la pantalla mostró una polla artificial montada en un largo poste de madera deslizándose de forma provocativa en el sexo de su esposa.
— Muy bien, terminemos con esto. Hazme la siguiente pregunta —dijo Michael apartando los ojos de la imagen gigante de Allison y temblando de deseo.
— ¿Qué? ¿No te gusta mirar? —bromeó Zoya frotando el pene de Michael para enfatizar sus palabras—. Muy bien, aquí va la siguiente pregunta. ¿Qué país del mundo tiene la población más pequeña?
Observando fijamente como la polla artificial se deslizaba lentamente dentro de su esposa, Michael comenzó a responder.
— Mono…
Michael se detuvo rápidamente. Si se equivocaba, aquel pene artificial sería reemplazado por uno real. Trató entonces de concentrarse, distraído por los quedos gemidos de Allison, que se mecía suavemente hacia adelante y haca atrás a impulsos del vaivén de aquella polla artificial. La concentración de Michael fue interrumpida por el tentador toque de los dedos de Zoya deslizándose bajo sus bóxer.
Zoya se movió para arrodillarse sugestivamente en el suelo frente a Michael.
— ¿Quieres tu última pista? —le preguntó.
Para Michael aquella era una oferta difícil de rechazar y más cuando provenía de una mujer que se inclinaba sobre él para soplar suavemente su pene a través de la tela de su ropa interior. Aun así, se las arregló para hacer una pausa durante unos segundos antes de asentir y echarse hacia atrás para dejar que Zoya le bajara lentamente los bóxer hasta los tobillos. Lanzándose hacia adelante, Zoya dio una tentadora lamida al reluciente miembro de Michael antes de volver a sentarse y anunciarle la pista a Michael.
— La pista es religión.
— El Vaticano —anunció un repentinamente confiado Michael. Una sensación de alivio lo invadió cuando Zoya, con evidentes signos de decepción en su rostro, corroboró que la respuesta era correcta.
— Creo que cogeré mis ganancias y me retiraré ahora —anunció Michael, feliz de que el calvario hubiese por fin acabado y con el cuerpo visiblemente relajado tras la tensión sufrida.
Un suspiro de decepción recorrió la audiencia, aunque la expresión en el rostro de Allison era inescrutable. Zoya, sin embargo, no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente.
— ¿Estás seguro? —preguntó la presentadora pasando sus manos por el pecho de Michael para después bajarlas para agarrar el pene del hombre. Michael, abrumado por la hábil manipulación de Zoya, se quedó sin palabras.
Esa pausa le dio a Zoya la oportunidad que buscaba. Arrodillándose de nuevo frente a Michael, Zoya llevó las manso detrás de su espalda desabrochándose el sujetador. Moviendo las manso por delante para ahuecar sus pechos, miró a Michael a los ojos.
— Recuerda que no es solo dinero lo que puedes ganar.
Michael abrió la boca para responder, pero volvió a quedarse sin palabras al ver como Zoya apartaba las manos de sus senos y las colocaba a ambos lados de sus caderas, revelándole, de paso, sus grandes y firmes pechos de estrella de la televisión. Manteniendo la mirada clavada en Michael, Zoya, muy lentamente, bajó la cabeza y abrió la boca para tomar el pene de Michael en ella. Cuando Zoya deslizó su boca por el miembro de Michael, este dejó caer la cabeza hacia atrás gimiendo de placer. Entonces, de repente, Zoya apartó la cabeza de la polla de Michael y le plantó un profundo beso en la boca antes de acercarse a su oído.
— Responde a la siguiente pregunta y, aciertes o no, te chuparé la polla hasta dejártela seca —le susurró.
Tentado más allá de lo que la resistencia humana podía soportar, Michael finalmente cedió.
— Está bien. Me contestaré a la última pregunta.
Zoya no quiso darle a Michael la oportunidad de echarse atrás. Después de todo, no quería perderse el bono de la última pregunta o la oportunidad de hacer que aquel atractivo joven se excitase viendo a su esposa siendo follada en grupo.
Antes de que Michael pudiera decir algo más, Zoya lanzó la pregunta.
— Nombre del primer ser humano en viajar al espacio.
La afligida expresión en la cara de Michael dejó bien claro que no sabía la respuesta.
— Alan Shepard —dijo claramente al azar.
Por un segundo todo el estudio se mantuvo en calma mientras la audiencia esperaba, conteniendo la respiración, una respuesta y Zoya escuchaba a los jueces a través del auricular. Todavía en silencio, Zoya pasó la punta de uno de sus dedos sobre el miembro de Michael.
Luego, envolviendo de uno en uno la polla de Michael con sus dedos, anunció finalmente la respuesta.
— Lo siento, la respuesta correcta era Yuri Gagarin —sin dejar de manipular la polla de Michael, Zoya preguntó: — Dime, ¿qué le está pasando a tu esposa?
— ¿Qué? —respondió confuso Michael.
Agarrando firmemente la polla de Michael, Zoya respondió de manera severa.
— Fallaste la última pregunta. Ahora haz lo que te digo. Te voy a hacer una mamada, pero tú vas a describirme exactamente cómo se follan a tu mujer mientras te la hago.
Atemorizado ante el repentino tono firme de Zoya, Michael comenzó a hablar temblorosamente.
— Allison cuelga desnuda boca abajo de cuatro cadenas con las piernas abiertas. Uno de esos tipos está parado de pie entre sus piernas —Michael reprimió un gemido cuando la lengua de Zoya recorrió la longitud de su miembro, pero logró continuar con la descripción—. El tipo que está entre sus piernas se desabrocha los pantalones y se saca la polla. Allison está tratando de mirar hacia atrás, por encima del hombro, para ver quién es el que se la va a follar y el tío entre sus piernas ahora la sujeta de las caderas para evitar que se retuerza.
La boca de Zoya envolvía ahora la polla de Michael y este luchó por continuar hablando mientras la cabeza de ella se balanceaba de arriba abajo.
— ¡Dios mío! Ahora el tipo tira de ella hacia su polla. Allison está tratando de apartarse, pero él la tiene bien agarrada por las caderas y no puede evitar que la penetre.
A esas alturas, cualquier indicio de inquietud había desaparecido de la voz de Michael para ser reemplazado por pura lujuria animal.
— Ahora se la está follando, ayudándose de los brazos para hacerla botar arriba y abajo sobre su polla.
— ¿Y le gusta a tu esposa? —preguntó Zoya apartando momentáneamente su sonrojada cara de la polla de Michael.
Michael luchó por recuperar el habla mientras Zoya se sumergía en su polla una vez más y, finalmente, logró continuar con su descripción.
— ¡Oh, Dios! ¡Sí! Cada vez que esa polla se entierra en ella Allison no puede evitar gemir. No quiere ser follada en televisión por un extraño, pero no puede evitar disfrutarlo. ¡Oh, Dios! —Michael continuó hablando, claramente abrumado por la excitación sexual—. La dominátrix está azotando la espalda de Allison. Quiere que mi mujer le pida que la deje mamar una polla. Va a tener que chupársela a otro tío mientras se la follan. ¡Dios! —Michael continuó mientras su polla se retorcía en la boca de Zoya—. Allison está suplicando que la dejen chupar otra polla…
Incapaz de aguantar más, Michael descargó su caliente semen dentro de la boca de Zoya mientras dejaba caer hacia atrás su cabeza presa del éxtasis.
Tras lamer la polla de Michael hasta dejarla limpia, Zoya se volvió a sentar en el sofá junto a él para disfrutar del espectáculo. Mientras contemplaba como Allison era empujada hacia adelante y hacia atrás entre la polla que penetraba su coño y la que ocupaba su boca, comenzó a jugar distraídamente con la polla de Michael. Claramente excitada, se retorció contra Michael en el sofá.
— Es tan excitante ver a tu esposa ser follada de esa manera —le susurró a Michael al oído—, ¿verdad? Me está poniendo tanto que necesito una buena polla.
Aunque acababa de correrse, el pene de Michael comenzó nuevamente a endurecerse.
Con sus dedos tirando suavemente del miembro semi erecto de Michael, Zoya continuó con su charla erótica.
— Me encanta ver como las chicas son penetradas, especialmente cuando no pueden hacer nada por evitar ser violadas —como si de repente se diese cuenta de algo, Zoya preguntó—: ¿Alguna vez a tu esposa se lo han hecho por el culo?
— No, nunca —respondió Michael con tono escéptico, pero su pene, ahora casi turgente, contaba una historia diferente.
— Sería tan excitante ver cómo le dan por culo a tu esposa… —continuó comentando Zoya—, tan excitante que te permitiría follarme mientras miramos.
Ahora el pene de Michael volvía a estar duro como una roca, lo que hizo que Zoya sonriera levemente. Deslizándose del sofá una vez más, Zoya se puso a cuatro patas delante de Michael, dándose la vuelta para que él pudiese ver su trasero. Incapaz de pasar de una mujer tan sexy que lo esperaba sobre sus manos y rodillas, Michael también se dejó caer del sofá y se arrodilló justo detrás de Zoya y, con las manos temblando de lujuria, comenzó a desabrochar la falda ajustada de Zoya, dejándola, finalmente, a cuatro patas cubierta tan solo por un tanga.
Zoya gimió cuando Michael se inclinó hacia adelante para agarrarle los pechos y se movió provocadoramente contra su, una vez más, dura polla. Pasando las manso por el cuerpo de Zoya, Michael enganchó sus dedos en el tanga y lo deslizó fácilmente hacia abajo por las caderas de Zoya.
Michael levantó entonces la vista y, de repente, se dio cuenta de que toda la atención del estudio recaía sobre él. Allison aún colgaba de sus ataduras. Los dos hombres habían acabado con ella. Otro hombre se hallaba listo detrás de ella, con su dura polla descansando sobre las apretadas nalgas de su mujer, pero sin hacer ningún movimiento.
Finalmente, Mistress Dena, dirigiéndose a Michael, rompió el silencio.
— Entonces, ¿debemos dejar que a tu esposa le den por culo?
— Michael… —comenzó a decir Allison, pero su frase fue interrumpida por un fuerte fustazo propinado por Mistress Dena.
Mistress Dena volvió a mirar a Michael.
— Es tu decisión —se limitó a decir.
Frotándose contra el hinchado miembro de Michael y mirando hacia atrás por encima del hombro, Zoya comenzó a suplicar.
— Por favor, quero ver cómo le rompen el culo mientras me follas.
Incapaz de soportarlo más, Michael al fin cedió.
— Sí, que le den por culo.
Gimiendo de anticipación, Zoya se estiró hacia atrás entre las piernas de Michael, guiándolo hacia su coño. Agarrando las caderas de Zoya, Michael comenzó a bombear dentro de ella mientras veía el rostro de su mujer retorcerse, primero, de dolor y sorpresa, y, luego, de placer mientras la polla del hombre se deslizaba lentamente entre sus nalgas.
Viendo cómo se follaban a su mujer, Michael se encontró de pronto murmurando “Oh, Dios, dale duro”, mientras seguía bombeando el sexo de Zoya.