Aprovechando la ocasión
a pesar de la situación siempre hay lugar para el sexo.
A mis 17 años era yo un muchacho atlético, no muy fuerte, pero si atlético, producto de los entrenamientos de soccer que desde muy pequeño practicaba. Cursando yo la prepa contaba con muchas amigas, pero sin duda con la que más me juntaba era Norma, esto porque de siempre me había gustado, ella es como de l.70m de estatura, con un cuerpo que a sus 17 años ya estaba muy bien desarrollado, pechos firmes de mediano tamaño, caderas un poco anchas pero muy bien formadas y firmes, y unas nalgas preciosas. Todo esto acompañado de unos ojos color miel, de pestañas grandes, bonita sonrisa, nariz afilada y cabellera castaña, un poco rubia.
Solíamos organizar reuniones muy frecuentemente junto con los compañeros del grupo, hacer deporte juntos, o salir a comer, pero siempre acompañados por nuestros demás amigos.
En una ocasión habíamos quedado de salir a jugar tennis, pero sólo habíamos asistido yo, Norma e Iván, un primo de Norma. Al llegar al lugar donde habíamos ido a jugar, Norma dijo que prefería cambiarse de ropa, ya que nosotros ibamos con ropa cómoda, yo con unos pants blancos sin calzoncillos (como de costumbre) y una playera de manga corta; Iván con un short largo un poco holgado y una playera de manga corta al salir Norma de los vestidores lucía una falda de tablones muy corta de color negro y una blusa sin mangas. Nos habíamos quedado boquiabiertos al ver aquella mujercita en tan poca ropa, a lo cual ella sólo se limitó a decir
Ni se hagan ilusiones que traigo short debajo.
Y era cierto, pero era un lycra negro que resaltaba su hermoso trasero.
Comenzamos el juego, y los primeros en enfrentarse eran Iván y Norma, yo me limitaba a ver en cada salto de ella sus preciosas nalgas, lo cual no parecía importarle mientras yo comenzaba a notar una erección debajo de mis pants, acabaron el juego y me enfrentaba yo con Norma, e Iván se quedó sentado a la orilla de la cancha, Norma no prestaba mucha atención al juego y noté que miraba de reojo la antepierna de su primo, sus huevos y su verga quedaban a la vista de Norma por la forma en que Iván se sentaba. Casi al terminar nuestro juego sonó un celular, llamaba la familia de Iván, que se había presentado un imprevisto y tenía que volver a su casa, decidimos acompañarlo, ya que parecía algo grave, así que no nos cambiamos las ropas y así nos fuimos. Al llegar a su casa ya lo esperaba impaciente su hermana mayor, le dijo que tenían que salir inmediatamente al hospital ya que su padre estaba grave, cuando nos disponíamos a salir con él, su hermana propuso que nos quedásemos en casa, que si alguien más de la familia llegaba diésemos cuenta de lo ocurrido y que además serviría para cambiarnos de ropa y si queríamos también ducharnos.
Así fue como Norma y yo quedamos solos, nos sentamos en un sillón grande y cómodo, preocupados por lo que pasaba, Norma empezó a llorar presintiendo que algo malo pasaba con su tío, intenté calmarla la abracé y la atraje hacia mí, su mano derecha había quedado sobre mi hueso de la pelvis, y mi palo a media erección se ceñía en mi pants y se podía ver a través del color de mi prenda. Norma lo notó y comenzó a bajar su mano inconscientemente hasta quedar como a 2cm de la punta de mi pene, yo noté ese movimiento, así como también que mi abrazo y mis consuelos habían surtido efecto en Norma y ahora estaba más tranquila tratando de limpiar sus lágrimas me giré un poco a mi izquierda y junto con ese movimiento otro se producía con mi cintura, haciéndo que la mano de mi amiga quedara sobre mi ya erección. Ella se quedó inmóvil mientras yo le decía palabras dulces de consuelo y al mismo tiempo empezaba con movimientos rítmicos para que mi palo frotara la mano de mi amiga.
Entonces la besé tiernamente en la boca y le dije que no había porque preocuparse, ella empezó a frotar tímidamente mi verga hasta que la besé tratando de introducir lentamente mi lengua en su boca, esto la fue calentando más, ahora ya tomaba un poco más fuerte mi palo y lo masajeaba, nuestros besos se fueron haciendo más efusivos y su agarre más fuerte hasta que ya me la estaba jalando por encima del pants fui recorriendo mi mano derecha hasta llegar a su cintura masajeando sus caderas y pasando mis labios por cada palmo de su piel hasta llegar al borde textil de su blusa al mismo tiempo que le susurraba cuanto había soñado con ese momento que profanaba mis pensamientos cada noche antes de dormir e igual lo hacía al despertar cada mañana, que me extasiaba su aroma y nada se equiparaba a la experiencia mística de adentrarse en su mirada.
Parecía embriagado de deseo, de ese enigma llamado amor que nos enloquece, nos transforma, nos hace perder el juicio y todo acto consciente, parecía que mis hormonas y mi alma habían pactado un acuerdo y daban rienda suelta a lo que sólo podía recitar en mis noches de melancólica soledad mientras mi cuerpo exploraba por primera vez lo que era el placer. Hice que Norma se pusiese más cómoda, que se recostara en el sillón mientras yo intentaba elevar el placer a la realidad llegué lentamente hasta sus piernas las abrí un poco mientras acariciaba el interior de sus muslos por encima de aquel pedazo de tela que me separaba de la gloria y sobre esa pequeña traza de tela comencé a lamer su conchita mojando el lycra con mi saliva y ella con sus jugos que no tardaron en emanar de aquel manantial de vida, vida que me daba en cada gesto, cada gemido que me decía que cada vez más nos hacíamos uno solo.
Bajando lentamente su short iba besando, lamiendo y succionando cada palmo de su piel descubierta, así lo hice hasta que libre a mi amiga de aquella esclavizadora prenda, pero aún me separaba del cielo sus diminutos pantys de algodón estampado dignos de una virgencita de su edad, y al igual que con la prenda anterior la fui sacando poco a poco, hasta que quedó su parte más íntima a mi vista, me sentí el más afortunado, el hombre más suertudo que hubiese pisado este planeta porque la virginidad de mi amiga, de mi amor platónico estaba a mi merced que no importaba lo que pasara en el futuro, ni cuantos otros más pasarían por su vida, si la amarían o no, si los amaría o no, porque solamente yo la pudría contemplar como Dios la trajo al mundo, entera, inocente, total.
Me perdí dentro de su faldita de tablones besando su panochita, mordisqueándola trataba de meter mi lengua en su hoyito pero la prueba indudable de su virginidad me lo impedía, y solo lograban penetrar tres cuartas partes de mi órgano degustativo que jamás había saboreado aquellos manjares dignos del más merecedor. Al mismo tiempo Norma arqueaba su espalda, movía sus caderas y se restregaba sus pechos sobre su blusa lanzando gritos y gemidos de placer.
Después de provocar tres corridas de Norma, le di tiempo para que se recuperase mientras le quitaba la blusa lentamente repitiendo la operación, besando y lamiendo; después su sostén lo fue perdiendo poco a poco, primero baje un tirante recorriendo con mi boca el camino de su hombro hasta la puntita de su pezón rosadito, me sentí como un bebé y mamé aquella aceitunita rosada ensalivándola y en ocasiones mordisqueándola; el otro tirante cayó y su pecho izquierdo fue objeto de mis caricias, besos y chupones, quería comérmelo, atragantarme y morir ahí mismo.... feliz.
Ahora me toca a mí bebé - dijo con su vocecita entrecortada y jadeante sacó mi camiseta de inmediato y me proporcionó el mismo tratamiento, ensalivaba mis pezones, los chupaba, los mordisqueaba.
De un jalón bajó mis pants dejando al descubierto mi erección que, como entre juegos había comprobado, medía 19.7 cm exactos. Con esa vehemencia por liberar mi pilinga había comprobado que mis caricias y besos habían surtido efecto y ahora la poseía un estado de irremediable pasión desenfrenada. Tomó mis huevos y fue subiendo hasta mi pene y con movimientos semicirculares logró que me corriera rápidamente, siendo yo virgen era de esperarse esa reacción, y descargué mi leche en la mano de Norma que me preguntaba si ese líquido blancuzco era aquel que mencionaban en los libros de texto, a lo que asentí sólo con un movimiento de cabeza.
¿Y ahora? preguntó con cierta inocencia espera y verás- le dije.
No tardé ni dos minutos cuando ya estaba mi miembro dirigiendo su mirada al infinito. Tomé su manita, la así a mi palo y le indiqué el movimiento de agitación para que mi excitación fuese completa, lo hacía tan rápido y tan fuerte que mi no circunciso órgano me dolía en cada estremecida, hecho que puso más caliente todavía. L a volví a recostar sobre el sillón, pero ahora tomé sus tobillos abrí sus piernas, me agaché un poco y de nuevo mamé su chochita hasta que se llenó de sus líquidos, me puse en pie con sus tobillos en mis hombros, ella aún corriéndose se acariciaba y se contorneaba cerrando sus ojitos, coloqué mis manos entre sus caderas y su cintura y antes de que abriera sus ojos, yo ya tenía mi cabeza dentro de su hoyito, y de igual manera que con mi lengua, algo obstruía su paso, pero sólo por un instante, Norma me miró fijamente con sus ojos bien abiertos como suplicando que no lo hiciera y lentamente fui introduciéndome, sentí como había quedado atrás la niña que había aprendido a amar en silencio y como ahora la mujer que tenía enfrente emitía sonido de dolor, pausaba mi movimiento en cada empujoncito para que su estreches se fuese acostumbrando al grosor de 9cm de mi verga, cuando la parte más ancha de mi verga había librado aquella barrera mi último empujón fue suave pero continuo hasta que fuimos un solo cuerpo completamente, me quedé pasmado por un momento sintiendo como mi pene se sentía como en una funda calientita y húmeda, y cuando percibí que Norma se acostumbraba a mí, mis movimientos empezaron, parecía un suave vaivén al principio, un vals que aceleraba y alentaba su ritmo muy de vez en vez. Norma gemía y gritaba de placer mientras en su mejilla rodaba una lágrima ¿te dolió corazón? pregunté ahora ya no importa el dolor, el placer es indescriptible es muy..... ahahhhh..riico bebé mhmmhhh
Todas aquellas emociones que nos invadían son inenarrables, ni García Márquez podría narrarlo ni en cien años de soledad.
Me voy a ... ve..nir amor -, intenté salirme, pero Norma me aprisionó, primero con su vagina y después con sus piernas me rodeó la cintura y como si me estuviese espueleando me acercaba más, parecía que cada vez iba más adentro, - no importa bebé es nue...stra primera vez...mmmhh, vamos a .. completar la o..di..se....aahhhh........ahahhhhhhhhh- todo estalló en luces de colores, se colapsaron nuestros cuerpos y jamás habíamos sentido ser tan plenamente humanos, tan normales como ahora, más vivos que nunca.
Me derrumbé sobre ella y como nunca, me vine, no acababa de eyacular cuando ya mi miembro estaba lanzando más y más chorros de leche cuando acabamos nos recostamos por un ratito, pero aún no acabábamos, fui bajando poco a poco hasta que llegué a su recién deshojado botón de rosa, lo lamí por completo, la limpié muy bien con mi lengua e hice que se corriera de nuevo.
ven bebé- la invite a la alfombra. Se hincó, y nos fundimos en un beso interminable, ella buscaba con su mano mi palo así que me puse de pie, la tomé por su cabecita enredando su cabellera, y le dije que cerrara los ojos, - ¿para que? respondió, - ¿después de todo no confías en mí?- bueno no te enojes- dijo ella cerrando sus ojos, quité su mano de mi verga y me incliné para besarla, abriendo sus labios con mi lengua, me separé a medio beso y le dije dame tu lengüita bebé-, abrió un poco su boquita y sacó su lengua y fue entonces cuando la tomé de sus mejillas y la atraje hacia mí al mismo tiempo que yo acercaba a ella, abrió sus ojos y tenía la cabeza de mi flácido miembro en su boca, me miró a los ojos y sonrió maliciosamente, cerró sus ojitos y comenzó a mamármela como nunca más me la han mamado paseaba su lengua por mis huevos y mi palo, ensalivándolo y succionándolo, la mamaba tan rico que en poco tiempo me vine, pero ella sólo dejó escapar mis líquidos y siguió con su tarea logrando mi erección más rápida.
Nunca pensé hacer eso, cuando lo vi en una película que tiene mi hermano me parecía asqueroso- dijo ella cuando saco mi miembro de su prodigiosa boquita, - no es nada malo, es sólo una forma más de brindar y de recibir placer- contesté yo.
Enséñame más bebé- dijo ella, es cierto que yo era virgen, pero mi instrucción sexual se basaba en lo que había visto en películas y otro tanto en el simple instinto.
Acabó esa frase y mi lujuria se encendió al mil, me senté en el sillón acércate corazón, siéntate en mis piernas, ahora tu vas a ser quien decida cuanto quieres de mi ¿eh?-, - bueno- asintió ella, - te vas a sentar en mi cosita bebé y vas a hacer como cuando eras niña y jugabas al caballito- .
No tardó en aprender , tomo por la base mi tranca y empezó a metérsela en su hoyito, cuando la tuvo toda dentro se acomodó y empezó a cabalgar.
Sus gemidos seguían el compás de su cabalgata y sus ojitos miel delataban su placer, parecía en trance mientras yo disfrutaba besando sus chichitas, lamiéndolas y disfrutando de aquella jinetita.
Estallamos unidos, pero ella no se separó, dijo que le había gustado mucho esa posición y con movimientos de cintura hizo que mi miembro de nuevo alcanzara su postura rígida para cabalgarlo una y otra vez...