Apretaditos en un auto (1)
Mi novio y yo querìamos hacerlo y no encontrabamos un lugar adecuado y lean como terminamos.
Apretaditos en un auto
Capítulo I (Acción interrumpida)
Fuimos invitados a pasar un día en el campo de un amigo de mi papa. El campo estaba a unos 70 kms. de Buenos Aires. Tiene un casco enorme, un quincho para 100 personas, 7 dormitorios en suite y una pileta de natación semi olímpica. Estábamos mi mama, mi papa, mi novio, yo, mi tía hermana de mi mama con su marido y mi abuela que vino de Montevideo a pasar unos días. Habíamos ido en dos autos, en el de mi papa y en el de mi tío. Eran aproximadamente 50 los invitados ya que el amigo de mi padre cumplía 55 años.
Pasamos un día muy lindo, comimos un rico asado, tomamos sol y estuvimos un buen rato en la pileta. Cuando nadie nos miraba, Claudio, mi novio me apoyaba su pene que estaba bien duro en la conchita o en la colita. El estaba a mil de caliente y yo al verlo así también me ponía como loca.
Luego del almuerzo algunas personas fueron a descansar a alguna de las habitaciones, al ver eso Claudio me propuso ir a "descansar un rato" a uno de los cuartos. Buscamos en la planta alta uno libre. Ni bien entramos al cuarto me alzó, me apoyó contra una pared y mientras me daba un beso en la boca me apretaba los cachetes de la cola con fuerza. Estábamos desesperados de la excitación alimentada durante nuestras caricias en la pileta.
Nos sentamos sobre una de las camas de una plaza que tenía el cuarto, estábamos con nuestros trajes de baño. Mientras nos besábamos apasionadamente en la boca el me metió una mano por debajo de la tanga y comenzó a acariciarme la conchita con sus dedos, me los metía como solo el sabe hacerlo, yo por otra parte metí mi mano por dentro de su maya, saque su miembro que estaba durísimo y caliente y comencé a pajearlo. Luego de un buen rato de masturbación mutua el se arrodilló en el suelo, me corrió la tanguita para un costado y me penetró la vagina con su lengua y comenzó a moverla y a chuparme.
El mientras me chupaba, me acariciaba los muslos, yo jadeaba como una perrita, estaba por acabar cuando le pedí a Claudio que me penetrara, que no aguantaba mas, el se incorporó, se subió a la cama y cuando sentía la delicia de su puntita presionar mi vagina, oímos que alguien tocaba la puerta.
- Paula, estas ahí????
No podía ser cierto lo que estaba pasando, mi mamá, llamándome. Claudio me hizo un gesto para que me quede callada.
- TOC TOC TOC, Paula, estás ahí?????
Insistía mi madre. En ese momento me di cuenta que la puerta no tenía llave y en el momento que mi madre estaba por hacer girar el picaporte grité:
- Si, mami, estoy aquí, que ocurre, espera que ya salgo.
Me acomodé la maya y me puse de pié y le hice un gesto a Claudio para que se acomodara en la otra cama. Se acostó sobre la otra cama y tomó el diario que estaba en el suelo para simular que estaba leyendo.
Abrí la puerta y le pregunté que pasaba. Se asomó y me miró a la cara que estaba toda colorada y transpirada, lo miró a Claudio leyendo con un tremendo bulto que no podía disimular. Adiviné que su mirada se dirigía a su entrepierna, Claudio ni la miró, estaba "muy concentrado en el diario".
- Ah, perdón, no quise interrumpirlos, dijo con una mueca de ironía.
- Que pasa, mami, estábamos descansando un rato, que pasa????
- Si, claro. Te estábamos buscando porque van a cortar la torta, vengan cuando puedan, finalizó diciendo con una muy ácida mueca tan característica en ella.
- Vamos, mi amor, me dijo Claudio, ya mostrando una protuberancia mas aceptable.
Y salimos los tres del cuarto para el parque a cortar la bendita torta.
Con la frustración que sentía en ese momento, hubiera querido pegarme la cabeza contra la pared. Claudio hizo un chiste que me hizo reír y también a mi mama. Eso rompió un poco el hielo que se había creado.
Capítulo II (Un viaje caliente)
Cortamos la torta, cantamos el cumpleaños feliz y nos integramos a la reunión. A pesar de la calentura alcanzada y de las miradas lujuriosas que intercambiábamos, no volvimos a la casa, por temor a ser sorprendidos nuevamente. A la noche ya tendríamos tiempo de desquitarnos. Me iría a dormir a la casa de Claudio donde nadie nos molestaría.
Ya cuando caía la tarde y luego de haber pasado un día muy divertido con gente interesante y comiendo cosas muy ricas, emprendimos el regreso. Mi tío fue a su auto y este no arrancaba. Mi papa trató de ayudarlo pero se dieron cuenta que era algo que no podía ser arreglado en ese momento, por lo que decidieron que dejarían el auto en el campo, el amigo de mi papa se encargaría de hacer llegar a un mecánico y le llevaría el auto a mi tío a Buenos Aires con un empleado suyo.
Por ende todos volveríamos en el auto de papa. Nos ubicamos de la siguiente forma. Mi papa al volante, mi mama adelante con el, mi abuela detrás de mi papa, mi tía sentada encima de mi tío en el centro y yo arriba de Claudio detrás de mi madre.
A poco de iniciado el viaje, siento como la pija de Claudio se pone erecta. Estaba dura como el hierro. Me dio un poco de gracia la situación pero me contuve. Me saque las zapatillas para quedar descalza y apoyar la planta de mis pies en sus tobillos. Esto lo ponía a mil. Sentir mis pies desnudos y que acariciara con ellos sus piernas, su torso o su vientre era algo que lo excitaba muchísimo. Al hacer esto me alcanzó a murmurar que era una "hija de puta". El mientras tanto, me estiraba la tanguita con la mano por arriba de mi falda, con lo que me apretaba la conchita y casi lancé un suspiro. A cambio de ello, lo miré hacia atrás y sonreí.
Cuando miré hacia delante nuevamente, mi tía me estaba mirando y sonriendo. Comencé a moverme lentamente para masturbarlo con mi cola, me agarró fuerte de las caderas para apretarme más con su pene. Luego me metió una mano debajo de la pollera y comenzó a masturbarme el también. Mi padre miró por el espejo el movimiento extraño que estábamos teniendo y nos detuvimos. Luego comenzó otra vez el movimiento. Sabía que mi tía se estaba dando cuenta, pero no diría nada. Era muy compinche mía, pero cuidaba bien que mi padre no se percatara.
Los movimientos de mi cadera y cola eran cada vez más rápidos y fuertes y Claudio me masturbaba el clítoris con un dedo y la vulva con otros dos. En un momento me descuidé totalmente de la mirada de mi padre y me abandoné al placer. No solo el movimiento de la mano de Claudio me excitaba, sino también la dureza de su miembro sobre mis nalgas. La excitación crecía y crecía y lo que comenzó como un juego de carisias mutuo se convirtió en algo muy intenso, estaba por acabar y noté por la respiración de Claudio que el también. Tenía que parar esto, nos mancharíamos la ropa con semen y el olor dentro del auto sería notable.
Mientras pensaba esto, me di cuenta que el desenlace era inevitable. Mi tía se apoyó sobre el hueco de los respaldos de las dos butacas de adelante para tapar la visión sobre nosotros. Que maestra!!!!, pensé. Claudio al sentir mi humedad me apretó mi vagina con más fuerza y comencé a acabar de una forma deliciosa. Su pene latía con fuerza, se estaba descargando, como parar la calentura de todo ese día, me dije. Noté la humedad que salía por su pantalón corto y de tela liviana, y me estaba mojando la pollera y las nalgas.
Claudio aflojó la presión, ya habíamos terminado, estaba empapada de sudor y el semen de Claudio me estaba mojando cada vez más. Comencé a sentir ese olor tan característico y pocos segundos después mi madre se da vueltas y dice:
- Que es ese olor???
- Sentís????, dirigiéndose a su hermana
- No, no siento nada, dice mi tía.
Yo estaba roja, verde, blanca. De todos colores, no sabía donde meterme, un frío recorrió mi cuerpo. En eso veo que mi tía se agacha y saca un frasco de su bolso, abre la tapa y derrama un poco de perfume sobre la alfombra del auto.
- Ah, si, ahora siento un olor fuerte, que idiota se me está derramando un perfume!!!!, dijo mi tía.
Mi madre la miró sin mucha convicción sobre lo que le decía. Por suerte el aroma del perfume tapó el otro "aroma" que se sentía. Permanecimos un buen rato callados, yo no miraba a nadie, Claudio estaba petrificado. Luego llegamos a la casa de Claudio que era el primero en bajarse.
- Adiós y gracias por todo, dijo Claudio.
- Me quedo con vos, dije yo bajándome del auto.
- Si, mejor, dijeron mi mama y mi papa a coro.
Los que quieran mandarme sus mensajes, háganlo a mpp1002@yahoo.com.ar