Aprendiz de puta (7: el conde drácula)
- y tú, Johana, tienes más experiencia que yo. ¿Cual es la cosa más rara que te han pedido?
Cuando vuelvo a la estancia principal del club, después de hacerlo como perra con el llamado Castor, me encuentro con algo inesperado, o como mínimo no lo había visto nunca.
Constanza, la chica nueva que al principio de la noche ha tenido el primer servicio de su vida con precisamente el mismo bruto con el que lo tuve yo, está vestida de civil hablando con Iván. Tratando de echar luz al misterio me siento con Johana y le pregunto.
-Claudia: ¿qué pasa con Constanza?
-Johana: se va, su primera experiencia como puta y no sé si su primera experiencia en el sexo le ha resultado traumática.
-Claudia: oh-oh, la he visto al principio de la noche que se iba con un cliente al que conozco por su brutalidad. Quizá tendríamos que habérselo impedido.
-Johana: como íbamos a saber que no lo resistiría. Es el pan que se da aquí Claudia, algunas podemos y algunas no, en fin, ya no tiene remedio. ¿Como te ha ido con el último cliente?
-Claudia: pues bien, era un aficionado a la zoofilia y lo hemos hecho imitando un perro y una perra.
-Johana: ja ja, qué risa que debía dar. Un día tenemos que montar una cámara escondida en la habitación para captar esas cosas tan raras que quieren algunos.
-Claudia: uy no, ten en cuenta que la cámara también me filmaría a mi, y yo no quiero salir en ninguna película trabajando como puta.
-Johana: también tienes razón, todas estas cosas quedan tan sólo grabadas en nuestras mentes, y en la de los clientes pero ellos dudo que lo hagan público.
-Claudia: y tú, Johana, tienes más experiencia que yo. Dime cual es la cosa más rara que has hecho nunca.
-Johana: ¿cosa rara? uy querida, cosas raras he hecho muchas. A ver, déjame pensar.
-Claudia: piensa piensa, que voy a buscar un par de naranjadas a Iván.
Como digo voy a buscar los refrescos a la barra y mientras está Iván llenando los vasos voy echando miradas hacia atrás para que no se me lleven a Johana. Desgraciadamente, o por fortuna, un cliente ve demasiado sola a mi mejor amiga. Se sienta a su lado y con una mano en el muslo se pone a hablar con ella. Yo, desilusionada por la que me esperaba aventura que me contaría, me quedo sola en la barra con un refresco en la mano y otro a mi lado, esperando que alguien nos vea demasiado solos, a mi y a los refrescos. No tarda mucho en llegar "príncipe azul" que es como llamamos entre todas a un asiduo cliente del club que debe tener todos los defectos del mundo; Es grande, gordo, tonto, calvo, sucio, grosero, pero debe cobrar dinero de algún sitio pues como he dicho es cliente habitual.
-Príncipe: eh, oye, eh, esto, como.
-Claudia: hola cachondo ¿qué tal?
-Príncipe: eu, hola, esto, yo, quiero, quiero contigo, ir, ahí, detrás, para, eu je je, para, para, p..
-Claudia: sí, tranquilo que ya te entiendo. ¿Y cuanto rato quieres estar conmigo para, para, para eso cariño?
-Príncipe: pues, esto, yo quiero, esto, tengo 60, media hora, ¿no?
-Claudia: exacto, media hora pero en esa media horita lo vamos a pasar de maravilla ¿verdad bribón? (le digo pellizcándole el mentón)
-Príncipe: sí, je je je, yo quiero, pasarlo muy bien, je je.
Le doy el dinero a Iván y con el príncipe cogido de la mano me encamino hacia la habitación. Al dirigirme hacia ellas paso por el lado de Johana que aún habla con el cliente que me la robó, y le guiño un ojo.
Entramos en nuestro nido de amor y cuando tengo cerrada la puerta empiezo a desnudarme, el tonto me mira boquiabierto babeando el suelo y eso me hace sentir verdaderamente puta, una puta de arriba a abajo. A la que estoy desnuda me agacho ante él y le saco la polla fuera. Tiene el mismo sabor que su aspecto, asqueroso, pero no me creo una princesa por lo que trabajo de forma responsable y lo chupo. Mientras se la chupo el muy capullo tira hacia adelante la cintura y trata de ponerme la mano en la nuca, para que se la trague más. Pero yo le pego un pellizco en la nalga y desiste.
-Claudia: uy que travieso es mi niño, cuidadín que te voy a castigar y no comerás marisco.
-Príncipe: eh, je je, yo quiero, me gusta comer marisco.
-Claudia: pues adelante, no dejes ni un mejillón.
El tonto me come el marisco mientras yo pienso en la excelente película que Johana y yo hemos visto esta tarde. Iba de un preso condenado a cadena perpetua que hace un túnel en la prisión y se escapa y es muy buena y...
-Príncipe: eh, slurp, esto, yo quiero, meter, meter lo mío.
-Claudia: uy sí, perdona que estaba en otra cosa. A ver, una gomita color verde, que sé que el verde es tu color preferido.
-Príncipe: sí, sí, je je, me gusta mucho el verde.
-Claudia: pues adelante príncipe verde, haz honor a tu rango.
El tonto me meta la verga dentro y ñaca-ñaca-ñaca durante un rato más, cuando oigo que se va a correr le pongo los pies en el culo y aprieto para que goze lo más que pueda el servicio que me ha comprado.
-Claudia: ooooh, síííí, síííííí, estás hecho un rey, sííí, síííí.
Después del polvo se viste rápido pero yo me quedo en la habitación diez minutos para asearme bien y no quede resto alguno de príncipe azul para el próximo cliente. Cuando salgo para el bar mi confesora no está, supongo que está aún con ese cliente que le tenía la mano en el muslo. Me siento en el mismo sillón que estábamos y me relajo a lo que venga. Entran diversos clientes y salen de las habitaciones diversos otros, pero ninguno se sienta a mi lado. Quizá es suerte o quizá no, porque vete a saber si mi amiga me tiene que contar algo que realmente valga la pena. Por fin mi compañía se declara y es ella, mi amiga que sale de las habitaciones y se sienta a mi lado.
-Claudia: ¿ya se te ha ocurrido, eso?
-Johana: sí, vaya que te cuento.
Me pongo atenta como una chavala en clase de matemáticas y me dispongo a tener una gran experiencia nueva, recibida de forma indirecta pero que gracias a Johana haré mía.
-Johana: pues mira, fue una vez que fui a casa de un cliente.
-Claudia: mm ya, yo una vez, lo sabéis todas, que fui a casa de un cliente y conseguí 1500 por ello. Jugamos al escondite como niños y al final me cogió en lo alto de una escalera.
-Johana: pues lo mío fue más, yo lo hice muerta.
-Claudia: uy qué dices, cuenta cuenta.
-Johana: pues verás, el cliente debía ser un fan seguidor del conde drácula porque me hizo lo siguiente. Fui a su casa una noche de luna llena y nada más entrar no vi a nadie, estaba la casa oscura, desconectada la electricidad y tuve que moverme por ella con una vela.
-Claudia: pero tú, ¿sabías lo que tenías que hacer?
-Johana: sí, habíamos quedado con Humberto, un proxeneta que había antes, que yo tenía que entrar en la casa con la llave que me dio y lo que tenía que hacer.
-Claudia: sigue sigue.
-Johana: tuve que bajar a los sótanos, me habían entregado un pequeño mapa antes que tuve que aprender de memoria. A la que llegué al sótano era de lo más terrorífico que había visto nunca, todo negro, viejo, con telarañas por todos lados y hedía a humedad corrompida.
-Claudia: oooh, ¿y al cliente le gustaba eso?
-Johana: ¡peor! mil veces peor que eso. En medio del sótano había un ataúd.
-Claudia: ¡uyyyyy! ¡y el cliente salió del ataúd?
-Johana: no, eso es 100 veces peor, y te he dicho mil veces peor. Yo me tuve que meter dentro del ataúd.
-Claudia: y.. ¿y para qué te tenías que meter en el ataúd?
-Johana: para que viniera él. Yo me metí en el ataúd y cerré la tapa. Pasó un rato hasta que oí pasos. Estaba temblando de miedo cuando se abrió la tapa, pero yo no me podía mover.
-Claudia: pero, ¿por qué no te podías mover? qué hizo él?
-Johana: no me podía mover porque habíamos quedado así, que yo me estaría quieta como muerta.
-Claudia: oh dios, y ¿no te clavaría una estaca? bueno no, porque estás aquí, no pudo hacer eso.
-Johana: no claro, a partir de ahí empezó mi trabajo como puta. Me sacó la sábana que llevaba encima que me había puesto después de estirarme en el ataúd, pues antes me había desnudado.
-Claudia: ¿y te tocó?
-Johana: sí, me chupo toda; los pechitos, la barriga, el ombligo, pero yo no me podía mover ni hablar en ningún momento pues se suponía que estaba muerta.
-Claudia: santo Cristo, que pervertido.
-Johana: y me metió el dedo en la pocha mientras me mordía el cuello y allí no pude frenarme y empezé a gemir. Pero para conservar las apariencias lo hacía con la boca cerrada.
-Claudia: mmm, casi que lo estoy viviendo, como me gustaría que un cliente me hiciera lo mismo. Pasaría mucho miedo la verdad, pero después me lo pasaría bien.
-Johana: pues me estuvo masturbando mucho rato y yo me dolía la garganta de los gemidos que acallaba. También me paso el pene por el cuerpo; me rozó con el capullo las tetas, los brazos, se automasturbó con mi mano en su verga, y se suponía que yo estaba muerta!
-Claudia: ja ja ja, qué cerdo.
-Johana: y después se tumbó encima mío. Jugó con su pene en mi almeja mientras me seguía metiendo el dedo. Yo, claro, tenía los ojos cerrados y todo lo que pasaba lo tenía que discernir con mi oído o mi tacto, y noté como me sacó los dedos y me cogió con ambas manos las caderas mientras en medio de ellas, en mi vagina, notaba una verga encaminándose a meterse.
-Claudia: y ¿te la metió? claro.
-Johana: sí, pero fue muy cuidadoso, para que no se me escapara el grito. Me la metió primero lentamente hasta que estubo dentro. Y cuando estuvo dentro empezó a moverse también lentamente, para que esos silenciosos gemidos que yo acallaba no acabaran de salir de mi boca. Me siguió follando un rato hasta que me dijo que ya podía hablar, y fue entonces que me liberé y le cogí los brazos a la vez que soltaba los gritos que había estado callando. Lo abrazé todo contra mi, usando mis brazos y mis piernas, nunca habrás visto una muerta tan activa.
-Claudia: mmm, a ver si esta noche sueño en ello, porque el que un cliente me lo pida lo veo difícil.
-Johana: cállate, no espantes a la suerte que eso no se sabe nunca.
-Claudia: y ¿cuanto tiempo estuvisteis? toda la noche?
-Johana: no, no tanto, el polvo fue más o menos normal. El prólogo sí que fue largo y en total estuve en esa casa unas tres horas, pero ay Claudia, ese día recibí paga extra y no tuve que trabajar.
-Claudia: je je, paga extra, como yo, ¿cuanto recibistes?
-Johana: pues fue en pesetas, unas 50.000 pesetas.
-Claudia: eso son 300, no es tanto ¿no?
-Johana: si lo traduzes a día de hoy no, pero ten en cuenta que eso fue hace años y con los uros el mundo ha cambiado y se ha hecho todo mucho más caro, como nosotras.
-Claudia: sí claro, todo se ha encarezido con los uros.