Aprendiz de puta (6: cogida como perra)
El cliente se me acerca y me dice; - hola perra.
La noche en que lo hago con un padre e hijo a la vez termina sin mucho más acontecimiento extraño. A las dos de la mañana recibimos la paga e Iván cierra la barraca.
-Iván: mmm, buena jornada chicas, a ver si se nos alarga esta racha de buena suerte y negocio, buenas noches (dice dándome una palmada en el trasero) a todas.
-Todas: adiós Iván, hasta mañana.
A la mañana siguiente me despierto tempranito, a las 10, pues tengo que hacer un par de recados para mi madre. Tomo mi ultimamente solvente cartera que me ayudará en ello y me dirijo a hacer unas compras.
-Simona: a ver mamá, ¿no se me olvida nada? tengo que comprar ariel, lejía, leche, bombillas de...
-Mamá: de 60watios.
-Simona: ok, pues lo tengo todo, en una horita estoy aquí.
Voy a hacer mis compras y las consigo todas sin problema alguno, estoy bien cargada de regreso a casa cuando paso cerca del parque. Allí veo un niño y una niña que están jugando con un que se le reconoce nuevo cachorro parecido al labrador del anuncio de Scottex.
La imagen es enternecedora, son tan inocentes los niños como el cachorro y se los ve que se lo pasan fabulosamente con tan sólo revolcarse en el suelo. Tan bonito me parece que inconscientemente me detengo a la contemplación. El niño toma al cachorro de la cola y este se le escapa repetidamente para dar la vuelta y lanzársele encima, entonces el juego vuelve a comenzar. La niña tiene una pelotita que de vez en cuando lanza a un par de metros, el perrito tropezando con todo se avalanza hacia ella y cuando la tiene se la enseña ufano a la niña, que se la vuelve a tomar.
No me he dado ni cuenta que estoy sonriendo como una boba enhiesta al lado de la calle, reacciono y vuelvo a recuperar mi cuerpo y a descubrir que ni soy niña ni tengo perrito ni... soy su madre.
-Simona: ¡en fin! como yo, crecerán y se volverán un hombre y una mujer, y ninguno de ellos se acordará de esto, tan sólo yo...
De nuevo inmersa en mis pensamientos estoy de camino a casa, mamá me recibe con esa alegría que nos envuelve a la dos desde que vuelve a haber dinero en casa. El crédito no está totalmente pagado aún pero se le ven los días contados, la abundancia brilla ahora por su presencia en casa e incluso le he regalado a mamá un pequeño transistor.
-Mamá: uy hijita, no sabes lo que he escuchado por la radio. El papa Razinger va a venir a España, esta primavera, y se va a hospedar en Valencia.
-Simona: oh que bien, me parece maravilloso. Quizá me dan un par de días de fiesta en el pub y podemos ir a verlo.
-Mamá: estaría superbien, hace tiempo que no veo a la abuela y mediante el santo papa podría volver a verla.
-Simona: claro mamá, mediante un persona tan sagrada como es él todo es posible, incluso lo imposible.
Así entre una cosa y otra preparamos la comida y nos la comemos. Por la tarde ayudo a mamá a hacer la casa y después me voy a dar un paseo hasta el parque de la mañana. Desgraciadamente no encuentro los niños pero hay muchos más niños, y durante la hora que me paso recorriéndolo arriba y abajo los miro, admiro y envidio. Llega la hora de ir a trabajar y me voy directa al club, sin cenar. A la que comenzamos a trabajar entre todas; yo, Johana, Gabriela, Sandra, Judith, Daniela y.. me pierdo porque como me dijeron al entrar a trabajar, cada semana hay chicas que se van y otras nuevas que entran. Curiosamente yo ya no soy de las novicias, llevo un tiempito trabajando y he tenido una multitud de esas experiencias extrañas que caracterizan a toda mujer de alquiler como somos nosotras. Mi nombre de profesión: Claudia, empieza a ser conocido entre los clientes y al igual que Johana también tengo mis clientes titulares, que si no me encuentran se van.
-Johana: que tal hermosa, creo que mañana no estaré, si mis cálculos no fallan me vendrá el periodo.
-Claudia: pásalo bien querida, si viene algún cliente a por ti trataré de satisfacerlo, como haces tú cuando me viene el periodo a mi.
El trabajo empieza y una de las chicas nuevas inaugura la noche llevándose, o más bien llevándosela a ella, precisamente el primer cliente que tuve, que me estrenó en la profesión hace meses. No tardan mucho en volver y el cliente se toma la puerta sin mediar palabra con nadie más. La chica nueva regresa también a la sala y se la ve un poco alterada, se sienta en la butaca con la mirada esquiva.
-Johana: creo que necesita un poco de ayuda, voy a hablar con ella, hasta luego Claudia.
Johana se va hasta la butaca y se sienta a su lado, estoy aún tratando de leerle los labios para saber qué se dicen entre ambas cuando entra un nuevo cliente. Se lo ve vestido informal con un cálido jersey y unos resistentes vaqueros, natural y campechano con barba y bigote sin ninguno de los adornos de moda que se llevan ultimamente; pendientes, tatuajes, crestas, y la verdad lo prefiero así. El cliente da una repasada al ganado y a la que sus ojos tropiezan conmigo se detiene unos segundos para verificar lo que espero, ser su elección. Mi voluntad se ve recompensada y a la que se ve seguro se acerca hacia mi y se sienta a mi lado.
-Cliente: hola perra.
Mis ojos se abren como platos ante tal injuria pero me veo incapaz de devolvérselo, almenos aquí en el club porque no quedaría muy profesional insultar al cliente. Me lo pienso unos cuantos segundos hasta que decido que; me puede decir lo que quiera, el que paga manda.
-Claudia: hola, buenas noches.
-Cliente: me gustaría hacerlo contigo moza, me gusta la curva de tu culo y de tus tetas, se te ve una mujer como debe ser. Pero vamos a hacerlo de una manera especial; tú vas a ser mi perra, y yo seré tu perro, o sea, ¿me entiendes?
-Claudia: perdóneme pero, no lo entiendo.
-Cliente: pues verás, para comenzar me llamo Castor. Quiero hacerlo contigo pero como si fuésemos perros. Yo me pareceré a un perro y tú harás lo mismo, si tienes alguna duda de como lo hacen yo te aclararé lo que sea necesario.
-Claudia: mmm, creo que entiendo. Sí, lo entiendo perfectamente, estoy dispuesta a hacer lo que usted quiera.
-Castor: pues menos historias. ¿Te pago a ti?
-Claudia: no, dele el dinero al cajero, a ese.
Le digo señalándole a Iván. El nuevo cliente le da a este el dinero para una horita y nos vamos los dos a la habitación. Cuando estamos en ella y puerta cerrada trato de tener un poco de iniciativa y me pongo a 4 patas. Camino como las que conozco perras y voy oliendo de un lado a otro intentando "trabajar" bien.
-Castor: mmm, empiezas bien, veo que tienes buenas intenciones, pero se te olvida algo.
-Claudia: ¿qué?
-Castor: las perras no llevan ni zapatos, ni ese vestido tan bonito que llevas, ni sostenes ni las bragas, que supongo llevas.
-Claudia: ¡ups! santa Patricia, es verdad, como no he pensado en ello, discúlpame un momento.
Me levanto y estoy desabrochándome el vestido cuando él me detiene con una mano.
-Castor: espera un momento, vamos a hacerlo bien; tú te vas al lavabo, te desnudas y yo haré lo mismo aquí, y cuando estemos saldrás del lavabo y vendrás hasta aquí pero ya convertida en una perra en todos sus aspectos, y yo haré lo mismo.
-Claudia: de acuerdo, pues hasta dentro de...
-Castor: 5 minutos, bueno te haré un silbido.
Me retiro al excusado y me desnudo completamente, reloj y joyas incluidos. Cuando estoy no tardo mucho en oír el silbido.
-fiiiiiit-
A 4 patas salgo hacia la habitación y lo encuentro tumbado de lado encima la cama, como duermen los verdaderos perros. Me acerco sigilosa y voy oliéndole de lejos, a la que estoy al lado de la cama le huelo las patas y el hocico, en esto que él se despierta. Ipso-facto se levanta a 4 patas y baja de la cama, nos damos unas cuantas vueltas oliéndonos por todos lados. En esto que me posa una pata encima del lomo, pero de lado sin la intención de querer montarme aún. Yo lo miro estupefacta y trato de moverme para liberarme de su pata, pero a la que su pata cae de mi espalda él da un brinco y vuelve a situarse en la misma posición; a mi lado con una pata en mi espalda y la cabeza bien alta, como sobreponiéndose a mi.
En esto que yo le huelo el hocico tratando de descubrir qué pretende, pero él lo mantiene alto, manteniéndome perra dominada. A la que me quedo quieta saca la pata de mi espalda y empieza a lamerme la panocha por detrás. Yo me voy excitando por segundos y no ceso de echar la mirada hacia atrás para contemplar gozosa lo bien que me lame. Me sigue lamiendo un par de minutos en que yo culmino el climax de excitación, o este perro es ciego de nariz o me quiere torturar porque mi panocha deja ver de una hora lejos que estoy en celo. Por fin se decide y con ambas patas en mi cintura se me monta. Da diversos empeñones en mi trasero hasta que gracias a su esfuerzo y a la suerte consigue metérmela.
-Claudia: arrrrrrr.
No me da un segundo de piedad y a la que me la tiene dentro me coge fuerte de la cadera e inicia un cánido follar sin pausa y con prisa.
-Claudia: arr, arrr, arrr, arrr, arrrr.
Su cintura avanza y retrocede a una velocidad sobrehumana, cánida, me folla al ritmo de quizá 3 o 4 inserciones por segundo. Yo estoy aún a 4 patas pero me olvido de ello y apropiada del fogoso gozo que vivo alargo mi mano hacia atrás para tomarle con cariño una de las manos con que me coje la cadera.
-Claudia: oooh señor, oooh, señor, es usted, oooh, oooh.
-Castor: grrr, ¡guau, guau! grrr.
-Claudia: uy perdón, arrr, arrr, arrr, guau.
Me lo paso requetebién siendo cogida como perra gracias al realismo que entre los dos creamos. Me siento de verdad una perrita que es soyuzgada por un vil perro varón que me coge imponiendo su cánida virilidad. Soltamos ambos raros gemidos que afortunadamente las entachonadas paredes no dejan salir de la habitación, aunque a decir verdad, lo que no haya pasado en este club, o en cualquier otro, no ha pasado en ningún sitio.
Me encantaría cambiar de posición y seguir siendo cogida de diferentes formas, pero eso le sacaría gracia al acto porque los perros sólo cogen así, a 4 patas. Por lo que Castor me sigue cogiendo en la misma postura el resto de tiempo que tiene contratada. Pero aún así, me lo paso de maravilla...arf..arf..arf