Aprendiz de puta (2: primera jornada)
-pásate esta tarde a las 7 que te prepararé un poco y te presentaré al resto de chicas. Y a las 8, empezamos.
-Mamá: ¿y de qué vas a trabajar?
-Simona: en un pub nocturno. Abre diariamente a las 20 horas y cierra cuando se vacía de público. Estos 500 euros son mi primer adelanto pues aún no he trabajado... nada.
-Mamá: ¡oh qué bien! 500 uros aún no sufragan los números rojos que llevamos acumulados, pero nos servirán para pedir un poco más de tiempo a condonar la deuda. Tráelos pacá, que parecen caídos del cielo.
Le doy el billete a mi ilusionada madre y se aleja de inmediato a guardarlos en un sitio seguro. Yo utilizo el resto del día a practicar con unos cuantos vestidos y un poco de colorete el pavoneo, manejo que tendré que usar con soltura en este nuevo trabajo que tengo, de puta.
Al día siguiente despierto temprano pues tengo que ir a hacerme los análisis al hospital. Con el papelito que me dio Iván pido por él en la recepción del hospital. La muchacha que me recibe se abstiene de hacerme preguntas pues debe tener experiencia y por mi que sabe perfectamente el objetivo de los análisis.
-enfermera: tenga, póngase a la cola.
Con la boleta de mi turno espero a que me saquen sangre y una vez lista me dan otra boleta para recoger los resultados mañana. Poco más de provecho hago durane el día. Por la tarde me doy un paseo y paso por delante del club pero no me atrevo a llamar la puerta. Si lo hiciera seguramente me abriría Iván y quizá me hacía otro casting para estar seguro del nuevo fichaje, y no es que ello me disgustara, pero... ya habrá tiempo para eso, de sobras, pienso.
Al día siguiente me presento en el hospital a recoger los resultados. No tengo mucho ojo médico pero hojeándolos reconozco que no hay ningún problema; epatitis c - negativo, vih - negativo, leucocitos - normal, hierro - normal, vitamin... en fin, que estoy como dije, más sana que una sandía. Con la boleta prisionera en mi bolsillo cual pepita de oro me dirijo al club, allí me abre Iván que está solo como el otro día.
-Iván: hola pequeña, ¿qué me traes el análisis?
-Simona: ¡sí! (le digo con un gritito y una ancha sonrisa en la cara digna de una niña que ha sacado buenas notas)
-Iván: pues pasa pasa, que les voy a echar un vistazo.
Entramos en la vivienda y él se sienta en la mesa con los resultados en la mano. No tarda mucho en decirme.
-Iván: perfecto, estás sana. Esta noche pásate por aquí a las 19 horas que te prepararé un poco y te presentaré al resto de chicas. Y a las 20, empezarás la jornada.
-Simona: fantástico, ¿y cuanto cobraré?
-Iván: eso no se sabe nunca, porque cobrarás según los clientes que tengas. Si gustas mucho tendrás mucho clientes y puedes llegar a hacerte 1000 en una noche.
-Simona: .... no hablarás en serio?
-Iván: sí coñe. En este trabajo se cobra mucho, pero también se trabaja fuerte, para hacerte esos 1000 en una noche tendrás que follar mucho.
-Simona: esto pues, fantástico, qué te voy a decir. Espero hacerme esos mil euros esta misma noche, si puedo.
-Iván: en la primera noche es difícil. Porque se trata de enamorar a clientes y que se hagan adictos a ti, y vengan una noche, y otra y otra y pidan sólo por ti. Otra cosa, tu nombre. Todas las chicas usan un nombre falso, porque tienen nombres extranjeros difíciles de pronunciar en español o porque no les gustaría ser reconocidas. Tú también harás así, ¿qué nombre te gustaría?
-Simona: uy pues, no pensé en eso. A ver, déjame pensar, algo del cine.. de la tele.. ya lo sé, Claudia, como la mítica modelo.
-Iván: sí, esta bien, tiene gancho. Los clientes se acordarán bien de tu nombre para.. otra ocasión.
-Simona: pues esta noche aquí estaré, a las 7 sin falta.
-Iván: para esta semana te prestaré yo la ropa, pero este mártes tendrás que irte al mercadillo a hacerte un vestuario propio.
-Simona: de acuerdo, pues hasta luego.
Me despido de Iván y regreso a casa sonriente como una galleta, pero también muy nerviosa, pues apenas sé que haré esta noche y como supondrá hacer el amor con hombres a cambio de dinero. Mi mamá, que todo lo ven, me reconoce nerviosa y, creyendo que hoy empiezo mi trabajo en el pub, me dice.
-Mamá: se te ve muy nerviosa. Casi tanto como lo estuve yo el día que me iba a casar con tu padre, y...
Así se inicia una densa plática que más que plática es monólogo. Pues me cuenta mamá mil cosas acerca de su gloriosa (literal) juventud que.. no es de hecho la primera vez que oigo más de la mitad de las cosas que me cuenta, pero eso me ayuda en parte a superar mi desasosiego, y me relajo escuchando mi mamá como cuenta batallitas. Pero la hora llega finalmente, faltan 10 minutos para las 7 y faltaría más que no fuera puntual.
-Simona: bueno mamá, yo me voy, que hoy tengo que llegar más temprano para aprender unas cosas.
-Mamá: bueno hija mía, llévate toda mi valentía porque yo aquí encerrada en casa no la necesito para nada.
-Simona: gracia mamá.
Le doy un beso y ahora sí, me voy. Llego al club que sin hacer mucho frío estoy temblando, y a la vez que tiemblo siento sudores gélidos que me recorren el cuerpo, estoy que salto... Llamo a la puerta y me abre Iván, está solo aún.
-Iván: pasa pasa.
Encima la mesa está el conjunto que llevaré hoy, un vestido azul marino con miriadas de pequeños dibujitos que no llego a reconocer, ni falta que hace.
-Iván: toma, ponte este vestido que creo que se te ajustará bien.
-Simona: vale, ¿donde está el lavabo?
Iván me mira un momento como queriendo entender lo que le estoy preguntando hasta que al final comprende que me quiero ir al lavabo a cambiarme.
-Iván: allí, al fondo a la derecha.
Dice con una sonrisa en la cara que me pone aún más nerviosa.
Yo me voy al reservado y mientras me cambio oigo que se abre la puerta un par de veces y oigo más voces de mujer. Una vez estoy lista regreso al salón.
-Iván: esta es, Claudia, la chica de que os he hablado.
-Chica1: hola Claudia, seas bienvenida.
Me dice la primera que habla con un acento, al igual que su aspecto, latinoamericano.
-Chica2: hola compañera, mi nombre es Johana, estamos encantadas de tenerte entre nosotras.
-Iván: son Johana y Sandra, después conocerás a Gabriela y Jacinta, y en otros días conocerás Andrea y Carla. Y bueno, la renovación del personal en el club es constante, por lo que no sé a quien conocerás quizá dentro de dos semanas, o menos.
-Claudia: bueno pues, yo soy de la ciudad de siempre. Y tú Sandra me pareces de Méjico, o Brasil, a América ¿verdad?
-Sandra: exacto, soy de Chile, como Jacinta. Y Johana es rusa, como Gabriela u otras que conocerás.
-Claudia: gracias por tan cálido recibimiento, porque debo admitirlo que estoy un poco nerviosa. Es mi primer día y espero que no se me note porque estoy que salto.
-Johana: tranquila (me dice posándome la mano en el hombro) todas te ayudaremos porque todas hemos pasado por este paso. Sácale importancia porque no la tiene, acabas de incorporarte a la profesión más vieja del mundo.
-Claudia: gracias querida. (Me abrazo con Johana)
Minutos después conozco a Jacinta, esta tiene el mismo acento latinoamericano que Sandra y nos informa que Gabriela no ha podido venir porque tiene el periodo. Animadas por mi inquietud hablamos las 4 jocosamente, cosa que me hace bajar un poco la excitación que sufro. Así entre una cosa y otra llegan las 20 y nos desplazamos, todas vestidas para la tarea, a la estancia del bar. Esta está muy elegante. Luces de todos colores cuelgan de diversas paredes y no faltan cuadros muy sugerentes, que no serían nunca colgados de una galería de verdad.
Sandra y Jacinta se sientan juntas en una butaca y se las ve hablar entre ellas, para pasar el rato lo mejor que puedan. Yo apenas sé qué hacer y me quedo sentada en un taburete ante la barra. Johana se sienta a mi lado y me hace un favor hablándome de chucherías y descargando mi tensión. No tarda en entrar el primer cliente, es un hombre de unos 40 o 50 años vestido con smoking y corbata y se le ve con dinero. Al entrar echa un vistazo a la sala y cuando nos ve se dirije a nosotras. Se dirige a Johana y empieza a susurrar cosas con ella. Se sienta a su lado y mientras se bebe una copa que le ha servido Iván, sigue hablando con Johana y la ligereza con que lo haze me hace pensar que se conocen.
Durante la conversación sus manos corren ligeras y acarician el costado de Johana que recibe con risitas. Yo estoy calladita al lado de ellos y el hecho de no oír lo que se dicen aumenta mi tensión a metros. Cuando el hombre se ha terminado la copa toma a Johana de la mano y después de dejar un par de billetes encima la barra se retiran en dirección a las habitaciones. Yo me quedo entonces sola, miro a mi alrededor y veo que Jacinta y Sandra se hablan alguna cosa entre ellas a la vez que me miran, y eso me hace arder los dedos que estrujan reciamente el cojín del taburete donde estoy.
No sé cuanto tiempo paso en esta situación hasta que la puerta del club se vuelve a abrir. Entra un hombre más grande que el anterior, este no está tan bien vestido y parece un carguero del muelle de lo anchas que tiene las espaldas. Recién entrado recorre la estancia con la mirada y esta se detiene en mi. Yo giro tímida la cabeza al reconocer que me está mirando y vuelvo a mirar primero a la barra, pero al encontrar a Iván en ella no tengo otro sitio a mirar que al suelo. En la suave música que suena oigo que el hombre se aproxima a mi y se sienta en el taburete que antes estaba ocupado por Johana.
-Hombre: hola guapa.
-Claudia: hola.
-Hombre: nunca te había visto por aquí, ¿es que eres nueva?
-Claudia: sí, es mi primer día.
-Hombre: uy que bien, (me toma de la cintura con una mano) pues eres muy linda. ¿De donde eres?
-Claudia: de.. de.. de Lisboa.
-Hombre: oh, ¿de Portugal? pues que bien que las crían en el oeste de la península, creo que nunca estuve con una portuguesa.
-Claudia: esto.. pues.. no sé.. supongo que.. normal.
-Hombre: mmm, te veo muy cortada, creo que lo mejor será que nos vayamos a un lado más discreto. Iván, toma esta plata, me voy una hora con esta chava.
El hombre deja unos cuantos billetes encima la mesa y me toma de la mano. Yo me siento más nerviosa que nunca he estado en mi vida pero ante la tracción de su mano no puedo hacer más que seguirlo. A la que llegamos a la habitación me hace sentar en la cama, él se sienta a mi lado y vuelve a hablarme.
-Hombre: ¿cuantos años tienes?
-Claudia: 22.
-Hombre: pues te repito que me encantas.
Me dice mientras ahora fuera de toda vista me mete la mano por el escote y me acaricia la teta. Mi mirada sigue fija hacia delante como estatua y no me atrevo a hablar para que no se me note que hasta la voz me tiembla. El hombre me va besando el cuello y yo me excito a montones pero permanezco cobardemente quieta. El hombre me baja el escote y libera mis tetas, se pone a mamar de ellas y por esos episodios yo empiezo a perder la timidez y le acaricio la cebeza que chupa de mi. La boca de este tío me está poniendo al rojo vivo, nunca pensé que iba a hacer esto y ahora estoy relacionándome con un hombre en un club después de que este haya pagado por mi.
Mientras me chupa las tetas me va metiendo la mano entrepiernas, al ritmo que me ordeña me baja el tanga prestado por Iván y me mete el dedo en la vagina.
-Claudia: aaah.
-Hombre: je je, como me gustáis las primerizas, no os hace falta simular que lo pasáis bien.
Dice esto pero yo no le puedo responder porque no ha dejado de meterme el dedo y contenpla satisfecho como gimo del tosco placer que me proporciona manualmente.
-Claudia: ooh, oooh, ooh.
El hombre me levanta un poco y me tumba bien en el ancha cama. Se saca los pantalones y toma el preservativo que estaba encima de la cabezera. Se lo calza y aún medio vestido se estira encima mío mientras a la vez maneja entre sus piernas y entre mis piernas para metérmela. Consigue apuntar el pene en mi rajita y no se está por mucha dilaciones, empuja su cintura y me la mete del tirón.
-Claudia: oooooooh.
Grito yo a la vez que me abrazo a su ancha espalda. El hombre me deja acostumbrar un instante a la recia penetración y cuando cree que estoy preparada reenprende su cogida.
-Claudia: ooh, oooh, ooh, ooh, oooh.
El ritmo del carguero de muelles es bruto como él, comparado con la primera cogida del casting que me hizo Iván distan kilómetros. Este hombre me folla a su placer personal, la manera de coger de Iván se la veía que no se preocupaba en absoluto de él, sino que pensaba en todo momento lo que sentía yo. Esto peró no tiene mucha importancia porque aún así estoy gozando mucho con la despreocupada actitud del carguero. Me sigue follando en esta posición un rato. Cuando se cansa; él, no yo, me levanta y me sigue cogiendo como perra. Yo me sostengo cogida de la cabezera a la vez que se oirían mis aullidos en el bar de no ser por la música. En la habitación hay una especie de cronómetro en la pared que he activado al entrar, como me ha dicho Iván, para calcular el tiempo del servicio que no exceda ni un minuto.
La hora del servicio pasa muy sabrosa, me coge en todas o casi todas las posturas sexuales que conozco y yo me lo paso de maravilla, alejándose definitivamente la timidez con que he empezado la jornada hasta el punto en que lo boto yo misma. Es en este espisodio en que le boto que noto que se corre; me toma de la cintura y me aprieta bien contra él para meterse todo lo que pueda dentro de mi, aunque no va a meter nada dentro pues lo veda el preservativo. Yo siento con él el final del polvo y me dejo venir un orgasmo cuando me abrazo a él y me dejo caer encima.
Suspiramos abrazados encima de la cama un par de minutos y en eso que reacciono y miro el cronómetro. Pasan dos minutos del tiempo y eso me hace saltar. Como se me ha indicado tengo quinze minutos para limpiarme y descansar un poco. Echo al hombre con los pantalones a medio subir y me tomo mi tiempo libre higienizándome como es debido. Una vez el cronómetro marca 1 hora 15 minutos me veo obligada a salir. Regreso a la estancia del bar y sólo hay una chica, Johana.
-Johana: hola cielo, ¿como lo has pasado?
-Claudia: pues bien, no era tan difícil. De verdad tienes razón que no hay que darle importancia que no tiene.
-Johana: oh que bien me siento porque no te haya representado ningún problema. Por cierto que la noche no tiene muy buena pinta porque llueve y no creo que vengan muchos clientes. Pero bien, ya te has hecho una hora de servicio, no está nada mal.
El resto de la noche no es tan seca como auguraba Johana, tanto ella como yo tenemos un par de servicios más. Ella uno de una hora y uno de media y yo dos de media. La jornada termina a las 2 am. Iván nos da la prima del día, me corresponden 200 y con ellos regreso a casa contenta como una niña con una pelota.