Aprendiz de puta (1: Casting)

Conseguiré el dinero, no sé cómo pero por mis tetas que lo conseguiré.

-Pero qué dices mamá.. no pueden echarnos de casa.. ¿donde iremos? no tenemos otra casa y ¿donde viviremos? en la calle? Si nos vamos a vivir de esa manera es como sentenciarnos, poner punto final a nuestras vidas.

-Mamá: no puedo hacer más hija, llevamos 20 años pagando la hipoteca que contratamos aún cuando tu padre estaba vivo. Al morir él y perder su parte de ingresos casi que vi el futuro de esta casa, al final los desalmados del banco se han hecho con la suya y practicamente nada les puede evitar que nos expropien.

-Simona: pero no puede ser, ¿tú como te crees que andaremos si acabamos durmiendo entre cartones? Las drogas no tardarán el llegar para no decir las agresiones. Yo tengo apenas 24 años y soy una mujer bella, serán capazes de violarme incluso los policías que alguna noche puedan darnos cobijo.

-Mamá: llevamos una hora y media hablando de lo mismo, ¡no se me ocurre nada! la plata se nos acabó y no tenemos ni para comprarnos cupones de lotería, que es casi lo único que podría salvarnos.

-Simona: ¡alguna otra cosa tiene que haber! de momento ninguno de los ofrecimientos de trabajo al que acudí han dado fruto, pero quizá mañana mismo nos llaman y me ofrecen un puesto de trabajo que nos salve, a ti, a mi y a nuestra casa.

-Mamá: ¿mañana? (dice mi madre dejando caer una lágrima) mañana es demasiado tarde. Puede venir el agutzil del ayuntamiento a desalojarnos en cualquier momento. Necesitamos el dinero ¡ya!

-Simona: mamá...

Con los mismos húmedos senderos bajando de mis párpados abrazo a mi madre y estallamos a llorar como dos niñas.

-Simona: buuuuh, buuuuh, ¡mamá! voy a conseguirlo! no nos echarán de aquí tan facilmente, conseguiré el dinero, no sé cómo pero lo conseguiré como que me llamo Simona!

Recitada mi sentencia la suelto y huyo de casa dispuesta a convertirme en su heroína. A la primera fuente con que me encuentro me lavo la enrojecida cara pues tengo que mostrar un aspecto presentable a quien pida trabajo. Es entonces que se inicia mi vagar desesperada buscando ocupación; paso por unas oficinas, un bar, un supermercado, un restaurante. Pero en todos recibo respuestas similares; la temporada de verano ha acabado y no necesitan de momento nuevas incorporaciones. Pero yo necesito el dinero ya, no puedo esperarme a la siguiente temporada porque entonces mamá y yo ya estaremos viviendo bajo el puente.

En la dozena de entrevistas que mantengo con diferentes gerentes me esfuerzo a mi límite humano de simpatía para parecer una oportunidad de empleo formidable, pero no ceso de recibir NOes o vuelva usted en primavera, y mi moral se va declinando hasta quedar tumbada de lado en el suelo, estoy desolada. Si fuera un hombre ya estaría trabajando ni que sea en el muelle descargando barcos, pero soy una humilde mujer sin más estudios de los obligatorios y no es eso lo que se busca hoy en día.

-Simona: ¡arquitecta! sí señor, soy arquitecta, y licenciada en derecho y en física nuclear y en aeronáutica espacial, ja ja ja ja ja.

Sola empiezo a hablar con las paredes y sola me río, me río de lo negro que veo en futuro. Si en menos de una semana no consigo una cantidad de dinero considerable mi vida y la de mi madre harán un punto y aparte, el día en que fuimos desahuciadas y pasamos a vivir en la calle, comiendo en un albergue para pobres y durmiendo entre cartones o en una cama pulgosa del mismo albergue.

Pienso todo esto con la mirada pegada en una mujer que veo a un par de cuadras. Parece que está haciendo autoestop pero, hay algo sospechoso en ella porque, no va vestida como el invierno dispone. Lleva una falda más bien cortita y... va un poco demasiado aliñada para verse obligada a hacer autoestop. ¿Y si es una puta? dios sí, es eso, lo tenía tan cerca ante mi cara que no lo veía. Una mujer que gana dinero a cambio de su cuerpo, esa es la solución.

Recién hecho mi personal descubrimiento me dirijo a la mujer mientras a la vez voy convenciéndome de que tengo que trabajar de puta, es la única salida y no le veo pegas. La mujer lleva ejerciendo este oficio hace más siglos que cualquier otro y lo único que rechaza tal estamento es la sociedad. Pero la sociedad nos ha rechazado a mi y a mi madre, vamos a profesarle el mismo respeto recibido. Estoy aún acercándome a ella cuando un coche para a su lado, maldita sea, alguien ha llegado antes que yo. Sin duda es un prometedor cliente pues la mujer después de intercambiar unas palabras por la ventanilla se sube al coche y se alejan ambos de mi.

-Simona: primer objetivo fallado. Bueno, no hay problema, quedan muchos más.

Hago un poco de cabeza y recuerdo bien donde hay un club de alterne cerca de donde me encuentro. El Bahía, sí, está a apenas media dozena de cuadras de mi actual casa y puede ser un buen sitio donde ejercer mi prostitución, al menos de momento hasta que encuentre otra cosa. Reemprendo el camino ahora con renovada ilusión, pues ahora tengo un objetivo claro que dificilmente fallará. Llego al club y como aún es de día este está cerrado.

Descubro peró una pequeña puerta al lado que sin duda conduce a la estancia privada del proxeneta, o... del titular de la franquicia para suavizar la expresión, me digo a mi misma dándome valor para lo que me dispongo a hacer. Lo que hago es llamar al timbre.

-meeeeec-

En unos instantes es abierta la puerta por un hombre con toda la pinta de un chulo. De unos 50 añós, barriga oronda, tez morena y complexión fuerte.

-Chulo: dime.

-Simona: hola, mi nombre es Simona, ¿es usted el... el gerente de la franquicia esta?

Le digo señalando la puerta grande del club.

-Chulo: sí, soy yo, ¿hay algún problema? hemos pasado la inspección de sanidad recientemente y no hubo falta alguna en el saneamiento de las chicas ni el recinto.

-Simona: oh perdone, no soy inspectora de sanidad, soy... verá... es que... estoy buscando trabajo.

-Chulo: el hombre parece quedar estupefacto ante la sencillez con que me ofrezco a trabajar de puta, pero la verdad no le veo otra manera.

-Chulo: encantado de conocerte Simona, mi nombre es Iván para servirte. Ante tu ofrecimiento pues...

El hombre me pega un repaso de arriba a abajo. Me mira la cara, las tetas (sin reprocharse en nada) y acaba alargando una mano para tantearme el culo. Yo me sobresalto un poco pues no estaba preparada a ser sobada en la misma puerta recién dicho que buscaba trabajo, pero me muerdo la lengua y permito al hombre que me sobe el culo cuando quiera y note lo neumática que soy.

-Iván: estás bastante bien niña. ¿Quieres pasar adentro?

-Simona: por supuesto.

Entramos en la casa y yo me distraigo un instante contemplandola mientras él guarda algún quehacer que tenía entremanos. Cuando acaba se vuelve a dirigir a mi, se me acerca y volviéndome a poner la mano encima va tomando tallas de mis formas.

-Iván: ¿cuantos años tienes?

-Simona: 22.

-Iván: explícame algo más de ti, de donde eres, cuando llegaste aquí, etc.

-Simona: soy de la ciudad desde que nací. Recién mi madre y yo nos hemos visto en problemas económicos y no encuentro trabajo en ningún sitio. Necesitamos dinero o nos vemos en la calle, trabajar aquí parece ser lo único asequible de momento.

-Iván: bien bien, me parece muy bien lo que dices. A menudo trabajan aquí chavalas que apenas llevan dos semanas en España, y el idioma suele ser un importante problema, pero si tú me dices que eres española de toda la vida no habrá problema.

-Simona: pues eso es, ¿cuando podría empezar a trabajar?

-Iván: uy uy uy, tranquila, que antes deberíamos de probar unas cuantas cosas. Mañana irás al hospital a hacerte un análisis de sangre, y también yo debo catar la mercancía, para asegurarme de que sabrás trabajar como es debido.

-Simona: mmm, ya me esperaba algo así. Vale pues, con las indicaciones que usted me dé iré al hospital mañana, le aseguro que estoy más sana que una sandía. Y después lo de catarme, ¿también será mañana? discúlpeme pero necesito el dinero urgentemente, un día más o un día menos puede significar el desahucio para mi y mi madre. Querría empezar a trabajar lo antes posible.

-Iván: te comprendo... a ver... déjame pensar.

Iván emprende un lento vagar por la estancia en que se lo reconoce pensar. Va echándome vistazos, aquí y allá y alguna que otra vez me tantea el culo o las tetas. En uno de estos vagares se detiene ante mi y me toma una teta con cada mano. Me las empieza a acariciar y yo me voy poniendo caliente al ritmo que me marcan su dedos. Mi mirada está fija en sus ojos y eso le confiesa que me estoy excitando por segundos, pero él no concede tregua y me sigue amasando ambas tetas haciéndome subir la fiebre. Al cabo de un rato me suelta y se sitúa tras de mi. Lo primero que hace es bajarme los pantalones, ahora mientras con una mano me acaricia ambas tetas la otra me la mete entrepiernas y yo tengo que cerrar los ojos para que no me den estos vueltas.

Primero me acaricia el parrús por encima de la braga, pero lo hace con una técnica depuradísima que se le nota experto en catar aspirantes.

Después peró me mete la mano dentro de la braguita y va jugando con su dedo con mi pasaje vaginal. Yo hace rato que estoy flotando suspendida por sus manos pero es ahora que empiezo a gemir.

-Simona: mmmm, mmmm, mmmmm.

Iván me masturba a un ritmo regular un rato delicioso, yo estoy deseando ser probada del todo como exigen las normas, pero no me atrevo a pedírselo no sea que se enoje, pues hay que recordar que catándome el día antes del análisis me está haciendo un favor. Por fin se decide a cambiar de tono y me da la vuelta. Me tumba en una estrecha camilla que tenía en medio del salón, quizá expresa a probar a las aspirantes de putas. Me desnuda totalmente y se me sienta en el extremo de la camilla para analizarme la panocha. Se pasa un rato manipulando diversas cosas en mi entrepierna, analizando esto o eso otro, subiendo labios y metiendo dedos con la técnica de un ginecólogo. Yo me siento rarísima pues lo que deseo ahora mismo es relacionarme con Iván, pero él parece seguir entregado a su deber.

Al cabo me concede lo que mi húmedo chocho le sugiere, que me lo coma. Me lo come con delicadeza primero y a medida que me le entrego suspirando y acariciándole la cabeza, va animándose. Mientras me pasa la lengua por la rajita me mete un dedo en el agujero cuan hondo quepa. Yo olvido la situación en que estoy siendo sujeta a un casting para puta y me siento liberada teniendo una relación sexual con un hombre que me gusta. Suspiro ahora ya no quedamente sinó saboreando el acto de la misma manera que supongo Iván saborea mi vagina.

-Simona: ooh, señor Iván, mmm.

El señor Iván continua su análisis sexual un rato más, yo abro mis piernas al máximo que permiten mi huesos y siento que Iván también se entrega a la relación, pues noto alguna que otra mano suya que sube desde mi entrepierna y me soba alguna de las tetas. Por fin Iván se levanta y garrote en mano me lo apunta a la rajita. Yo siento que debo recordar bien este momento pues es un punto que separará dos épocas en mi vida, la de mujer honrada y la de puta. Cierro los ojos y dedico todas las neuronas de mi cerebro a prestar atención a como una verga me entra en la vagina al tiempo que pego un suspiro, simple como muchos otros que he dado, pero especial como ningún otro que he dado.

-Simona: ooooooh.

De inmediato sobrepasado el punto hitórico abro los ojos y observo como Iván ejecuta su labor de hombre y me folla con la dulzura justa, ni temerosa ni violenta, sinó sabiendo que mi concha pide un vigor digno.

El ritmo va subiendo de tono en la misma medida que yo lo exijo. Primero es lento como precisa la primera penetración, pero a medida que mi vagina se va estimulando y a pedir cada vez más, la velocidad de la cintura de Iván se acelera y acaba cual si me botara conmigo estirada en la camilla, y su cintura impactando contra mis glúteos produciendo el sonido habitual.

-chas-oooh-chas-oooh-chas-oooh-chas-oooh.

-Simona: tómame, ooh, de las manos, oooh, oooh.

Bendito sea porque me toma con las suyas mis manos y continuamos la cogida pero ahora cogidos como enamorados. Mis manos se aprietan a las suyas y siento verdadero amor por este proxeneta que me está probando si serviré para trabajar en el club, seguramente cuando termine se me pasará la tontería. Pero por el momento gozo del instante y me olvido de todos los problemas de mi vida; plata, curro y amor. Es en ese instante que me viene un orgasmo y estallo a gritar y volar, gimo unos largos segundos en que no me siento estar en ningún sitio, sino en todos a la vez.

-Simona: aaah, aaah, aaah, aah.

Por pasos regreso a la realidad y cuando llego me veo estirada en la camilla, pero sin Iván entrepiernas. Veo a este a mi lado que termina de vestirse, observo también el preservativo usado encima de la camilla entre mis piernas, pero analizándolo lo veo vacío, por lo que quizá ni se ha corrido.

-Simona: ¿qué tal?

-Iván: muy bien hija, empezarás a trabajar pasado mañana, cuando recibamos los resultados de los análisis.

-Simona: oh fenomenal, y.. esto.. podría recibir un pequeño adelanto hoy, ya te he dicho que necesito el dinero.

-Iván: mmm, no hay problema, parece que vas a trabajar bien.

-Simona: necesito... 500€ de momento.

Iván se queda callado y tarda un poco en responder. Se gira a mirarme para analizar en mi cara si soy de confianza y mi cuidado rostro parece otorgarle seguridad.

-Iván: ...... estás bien, pero a ver, a partir de ahora serás una de mis putas de confianza. Alguna vez quizá te entregaré un trabajo peculiar con algún cliente peculiar, no podrás rechazarlo.

-Simona: estoy de acuerdo, un trato es un trato. ¿Donde está ese papel morao?

-Iván: aquí muñeca, trátalo bien.

Con el billete en mi escote y repleta de alegría e ilusión por el futuro, regreso a casa. Una vez llego noto que mi madre me recibe con la cara un tanto deprimida. Yo saco el billete del escote y se lo enseño.

-Simona: ¡mamaíta, ya tengo trabajo!