Aprendiz de dominante (1)

Una joven empieza su carrera en la dominación sexual con su hermano, quien no puede resistirse a sus encantos.

APRENDIZ DE DOMINANTA (1)

NOTA: Este relato podría estar incluido en amor filial, pero como casi todo gira en torno a un tema y el incesto es un aspecto transversal. De todas formas este relato se lo dedico a mi gran amiga Boiraa, que me ha pedido que trabaje este tipo de relatos.

Hola, me llamo Sonia, tengo 25 años y desde hace mucho años he descubierto mi afición a la dominación sexual en la cama. Para justificarme podría deciros muchas mentiras, que ya lo sabía, que empezó con mi primer novio… Pero la realidad es muy diferente.

Todo empezó de pura casualidad con mis amigas de la infancia. Jugando, como toda niña, a las muñecas y a las casitas, siempre me acusaban de que las dominaba demasiado y de que no las dejaba jugar como ellas querían. Siempre terminaba mandando yo y las niñas se enfadaban mucho, pero me obedecían y me salía con la mía, jajaja… Que esperaban, me gustaba dominar, creo que es algo que llevaba, y que aún llevo, en los genes.

El tiempo iba pasando y mi cuerpo empezaba a desarrollarse. Pasé de ser una niña a una mujer, en mi cuerpo las curvas comenzaban a aparecer, y era consciente de que a más de un hombre le agradarían. Me miraba y era conciente de que debía aprovechar esas virtudes.

Empezaron a marcárseme, cada vez más, dos puntitos que eran los pezones y a su alrededor los pechos crecían suavemente dándome unas formas preciosas. Todas las noches antes de dormir solía mirarme al espejo de mi cuarto, completamente desnuda, acariciando mis formas. Muchas veces, más bien la mayoría de las veces, al pasarlas por mis pechos notaba un calor subiendo desde mi entrepierna e inmediatamente tenia que meterme varios dedos hasta que me corría dando largos gemidos de placer.

En esa época de secundaria ya observaba que los chicos me miraban más de la cuenta. Pero no quería relacionarme con ellos, quería comenzar a practicar mi dominación desde algo más cercano.

Debo reconocer que mi primera víctima inocente fue mi hermano, un año mayor que yo y que todavía no había conocido a ninguna chica con la que tener relaciones. Noté enseguida su especial interés hacia mí, era consciente de que me espiaba cuando estaba en mi cuarto y por eso prolongaba mi estancia allí y sobre todo mi desnudez delante de él. Al poco tiempo noté como mi hermano se las apañaba par pasar cada vez más tiempo a mi lado.

Un día, cuando íbamos a ir a clase, el me propuso llevar mis libros y yo, evidentemente, no me negué. Hablábamos de trivialidades y él no hacía otra cosa que mirar mi cuerpo en los descuidos que le daba, he de reconocer que en alguna ocasión incluso daba unos pasos y caminaba por delante de él, para que pudiera mirar mis nalgas.

Durante todo el día no pasó nada especial, pero al salir de clase me buscó para volver a acompañarme cargando mis libros, la cosa que se repetía a diario. Al llegar a casa lo primero que hacía era ponerme cómoda, con tan solo una camiseta ancha y la ropa interior, y después hacía la tarea y él venia corriendo a sentarse a mi lado.

Yo sabía que él me ayudaría, e incluso haría, los deberes. Me ponía melosa a su lado y le preguntaba se hacía la tarea y el me contestaba todos los ejercicios.

A veces dejaba que se me subiera un poco la camiseta para enseñarle los muslos y eso hacía que perdiera su concentración en la explicación y al rato volvía y seguía con mi tarea.

Otras veces a la hora de las tarea de la casa el se esforzaba por hacerlas por mi, y durante mucho tiempo no tuve que hacer mis tareas y mis notas iban en aumento.

Una tarde mis padres salieron de casa a visitar a unos familiares y mi hermano se quedó en casa con la intención de "cuidarme". Yo sabía que su intención era mayor pero no pensaba rebajar mi condición de dominante en la relación.

Así que me metí en mi cuarto, sabía que el tarde o temprano vendría a verme. Para hacerle sufrir ese día me puse una falda holgada y larga, una camisa con poco escote y metí la cabeza en los libros.

El no tardo mucho en entrar para ayudarme con la tarea, pero se quedó paralizado al verme, pero igualmente se acercó a mi lado. Lo notaba nervioso, pero se puso a mi lado. Yo continuaba con mi tarea, pero él al momento me preguntó si necesitaba ayuda, yo le ignoraba pero el se acercaba a mi lado.

Yo al notarle cerca me hice la molesta y me levante intimidándolo contra su silla. Mis palabras fueron secas y tajantes. Más o menos esta fue la conversación que tuve con el:

YO: Mira, tío, que buscas

EL: Yo –se sonrojo –yo

YO: Si quieres tener algo conmigo deberás decírmelo.

EL: Sí, bueno, me gustas

YO: Pero deberás cumplir con todas mis órdenes y ser lo que yo te pida

EL: ¿Todo? Es que no se si podré

YO: Todo y si faltas a algo tendrás un castigo ejemplar para que aprendas.

EL: Bueno vale, pero todo porque te deseo desde que empezaste a ser mujer.

YO: Vale, a partir de ahora serás mi perro cuando nuestros padres no estén, así que a cuatro patas y déjame hacer a mí.

El se puso en ese momento a cuatro patas y yo le agarre del cuello y lo llevé a la cama donde hice que se acostase como un perro. Yo me subí a su lado y empecé a acariciarle la espalda, notaba como vibraba con cada caricia y con cada movimiento mío, intentaba acercarse para olerme, pero yo lo rechazaba para demostrarle que era yo quien llevaba la situación.

Cuando me aburrí de tenerlo en la cama lo tire fuera y me senté, el vino y se acurrucó junto a mis piernas. Yo lo empujé con el pie, y el cayo rodando, en ese momento note el mismo calor que cuando estaba sola en mi cuarto.

El intento acercarse de nuevo, pero fui más rápida y me senté en su espalda, donde noté como la humedad salía de mi coño y mojaba un poco su espalda. En ese momento note un escalofrío en su cuerpo y le obligué a andar conmigo en su lomo. Cuando veía que bajaba la velocidad le daba nalgadas y cada vez más fuerte.

Con mi otra mano me agarraba arañando su espalda y es gemía entre placer y dolor y yo cada vez estaba mas puesta en toda esta situación.

Cuando llegamos al cuarto de mis padres le obligué a subir a la cama grande donde le hice desnudarse, dejándome los huevos al aire y mi boca fue hacia allí y mordí con fuerza, el gritó y ese grito hizo que me estremeciera de placer, pero continuaba mordiendo mientras veía que su verga iba creciendo lo que me hacía desear tenerla dentro de mi, pero no podía perder la oportunidad de seguir dominando la situación.

Con mi uña comencé a seguir la línea que sube desde sus huevos hasta la punta del nabo y regresaba, eso estaba erizando todos sus pelos pero continuaba. Subí lentamente con mi lengua por su nabo donde me lo comí todo y la chupaba con mi lengua, el intentó cogerme la cabeza pero yo me rebelé y con mi boca fui ascendiendo por mi cuerpo hasta que estuve a su altura y me puse encima, donde nuestros deseos se unían y sin pensarlo dos veces me puse la polla en mi concha y la clave de una vez.

Empecé a cabalgar durante un rato hasta que llegué a un fuerte orgasmo, tras ello me bajé, él se quedó con las ganas pero yo mantuve mi dominación:

EL: ¿Por qué te vas ahora?

YO: Hermanito yo domino, yo mando, yo digo cuando y como.

Me fui a hacer la tarea y el se quedó con las ganas.

El fue mi esclavo un par de años hasta que empecé a tener otro tipo de relaciones y me parecía inútil estar con él. Pero todas nuestras relaciones fueron iguales, por lo que no tengo que contar como fueron mis relaciones.

Pero eso si, continué siendo dominante hasta ahora, pero el resto de relaciones serán contadas en otros relatos.